miércoles, 5 de agosto de 2020

Una casa en el campo - Capítulo 45 - Revelación

Charlotte seguía en Japón. Maxwell y Helen terminaron su terapia, y poco a poco todo volvía a ser como antes.  Retornaron a Burton y pudieron comprobar de primera mano el cambio tan espectacular que había dado el jardín. Maxwell no hizo ningún comentario: él sabía de sobra a qué se debía todo y era ni más ni menos, que el visto bueno dado por Perl a su relación con Charlotte.  No volvió a tener ninguna otra visión, pero, en su interior, sabía que era así ya que insistió mucho en que no la perdiera, y que formara pareja con ella.  Su intención era eso: sólo pareja con encuentros frecuentes, pero cada uno en su casa. O cuando mucho pasar juntos algunas vacaciones.  Helen se hacía mayor y él podría tener más libertad de movimientos, aunque el tema de su vida privada no se tocaba ni de refilón.


Maxwell seguía con su trabajo y de vez en cuando se desplazaba hasta Londres para ultimar alguna exposición. Estaba un par de días y regresaba de nuevo a Burton.  Uno de los días, al entrar a comer en una cafetería, le pareció escuchar una voz fácilmente reconocible por él.  Buscó con la mirada de dónde provenía, y la localizó en una mesa. La dama en cuestión estaba de espaldas, pero al momento reconoció que era Charlotte. Estaba en Londres y ni siquiera le había llamado para saludarle. ¿ Qué debía hacer? Seguramente el hombre con quién estaba sería algún novio o vete tú a saber quién sería.  Con pesar, dio media vuelta y se sentó lo más alejado de ella que pudo.  Se le había quitado el apetito; le había disgustado  el comportamiento de ella;  sería en justa reciprocidad con el de su hija.  Estaba claro que no quería saber nada de su familia.  La última vez que se vieron él salía del hospital de una situación complicada, producida precisamente por la indecisión de él y la intransigencia de Helen. Normal que no quisiera exponerse a un nuevo desaire.

Se levantó para ir al servicio y entonces le vio, y sus miradas se juntaron. Con sorpresa en ella, con calma en él. Y fue Charlotte, quién cambió de dirección y se dirigió a la mesa que ocupaba Maxwell.

- ¡ Maxwell ! No creí que estabas aquí


-¿ Que pasa Charlotte? Ni una llamada, nada

- Es complicado

- Ya veo - dijo señalando a la mesa de la que acababa de levantarse

- ¿ Te refieres a Robert ? No, es mi cuñado.

- ¿ Por qué Charlotte? ¿ Ya no te intereso?

- No es eso Maxwell. Tu situación en lo referente a Helen, supongo que no ha cambiado, y es mejor así. Evitaremos roces que en nada favorecen ni a ti ni a mi. Lo lamento enormemente, porque tú sabes mis sentimientos hacia ti, y esos no han cambiado, pero supongo que todo sigue igual


- Te equivocas, pero es tu decisión.

-¿ Sigues viviendo en Londres?

- No volvimos a Burton hace tiempo. He venido para ultimar una exposición,; mañana regreso a casa.

- ¿Dónde te hospedas ?

- En mi apartamento, ya sabes dónde es.

- Ahora hemos de irnos. Esta noche espérame. A las ocho. Hablaremos cuanto quieras

- Está bien, si es tu deseo, allí te espero.

 Se adelantó hacia él besándolo ligeramente en los labios.  Era una muestra de que en nada habían cambiado sus sentimientos.. La noche, suponía iba a ser larga.  Tenían  ambos, mucho de lo que hablar.

Mientras esperaba que llegase la hora a que Charlotte se reuniera con él, sentado en un sillón del salón. abrió un libro: Cumbres borrascosas. Sin mucho interés por la lectura, ya que su único pensamiento era para su amiga, comenzó a sentir sueño, un sopor que inevitablemente le hizo cerrar los ojos.  Y de nuevo la visión que le llegara en el hospital, se reproducía, sólo que no había jardín, sólo una imagen difusa pero sabía de quién era.  Al principio comenzó a hablarle en tono muy bajo que no captaba, pero poco a poco se fue  haciendo más clara.

- Cásate con ella. Nada ha cambiado. Te será difícil al principio, pero poco a poco, la normalidad llegará a vuestras vidas.  No te preocupes por Helen, también será feliz  Tu vida se llenará de vida y luz., y por eso debes hacer lo correcto.  Ella te quiere, y aunque tu pasión no sea de la misma intensidad que la de ella, dale tiempo al tiempo; terminarás queriéndola. Mi tiempo ya pasó. Sé que me querrás siempre. Sé feliz con ella, lo mereces.

Y de repente, se despertó sobresaltado ¿ qué había sido eso ? ¿ Una advertencia de ella otra vez? Pero esta vez quedó más impresionado.  Daba vueltas en su cabeza al mensaje ¿ qué debía hacer?   No lo terminaba de entender.  Comenzó a dar paseos por la habitación buscando el significado de lo ocurrido y no lo encontraba.

 Esperaría a que ella llegase y seguro que saldría a relucir su situación personal.  ¿Sería el momento oportuno de plantear la situación? ¿ Estaba preparado para iniciar su vida en común con Charlotte? ¿ Estaría libre aún?  Muchas cosas para una sola tarde.  Habían pasado muchos meses de su última vez, y la vida puede dar un giro en cuestión de minutos.  Estaba impaciente y nervioso, pero al mismo tiempo algo inquietante sucedía en su interior: emoción, ilusión un atisbo de felicidad?

También estaba Helen, y eso era lo que más le preocupaba. No había vuelto a hablar con ella referente al tema Charlotte; ninguno de los dos lo había mencionado.  ¿Sería ahora la ocasión?  Primero hablaría con Charlotte y después ya se vería, si ella aceptaba la nueva situación.

Confiaba en que su hija hubiera madurado y comprendiese que él aún era joven y que no podía vivir el resto de su vida pensando en lo que pudo ser y no fue. Se convertiría en un viejo amargado que haría imposible la vida a todos cuantos le rodearan, debido al fracaso que supuso su vida . Esperaba que Helen comprendiese su situación y si no podía querer a Charlotte, al menos que guardase las formas y la buena educación. En unos años iría a la universidad  y viviría en el campus, y después... Lo más probable es que hiciera su vida y él ocuparía un segundo lugar.  De manera que haciendo estas reflexiones, había llegado la hora de pensar un poco en él y conseguir algo de la felicidad perdida al mismo tiempo que Perl.  Estaba seguro, que nunca se apartaría de su pensamiento, sea cual fuere la decisión que tomara.  Charlotte ya lo sabía y estaba dispuesta a acoplarse a su nuevo papel, que jamás sería de segundona, sino su esposa con pleno derecho, pero Perl, siempre sería Perl.

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