sábado, 8 de agosto de 2020

Una casa en el campo - Capítulo 48 - Boda

Todo se había solucionado y de nuevo reinaba la tranquilidad. Aún estaba pendiente la conversación entre Maxwell y Jules, pero Charlotte y Helen, se habían dado toda clase de explicaciones y pedido mutuamente perdón por los errores. Se prometieron ser buenas amigas y aliadas, porque ambas tenían un objetivo común: hacer feliz a Maxwell. 

Y decidieron unir sus vidas, y en el juzgado de Burton, Maxwell y Charlotte se convirtieron en marido y mujer. Fue una ceremonia agridulce para Maxwell y Helen, pero totalmente feliz para Charlotte. Tenían pendiente por solucionar donde vivirían. Tenían dos casas para elegir, pero creyeron conveniente hacerlo en la de Charlotte, ya que la que hasta ahora habían ocupado, se la dejó Perl a su hija, y en ella vivirían ella y Ruth.  Esa perspectiva no terminaba de entusiasmar a Maxwell, que veía "peligro", antes de tiempo.  

Había acordado con Jules que se casarían al terminar él la carrera, si no surgía ningún inconveniente que lo impidiese. Por la experiencia de Maxwell, sabía que el hombre propone y Dios dispone.  No quería que dispusiera lo que él tuvo, pero tampoco le apetecía dejarles con tanta libertad, porque entrañaba el peligro de que se desbocaran en cualquier momento por mucho cuidado que tuvieran.  Helen era demasiado joven como para verse comprometida tan pronto.  Esos pensamientos le hacían dudar en donde vivir. Aún en el caso de que vivieran en Londres, Helen se opondría porque no vería a su novio con la frecuencia con que ahora lo hacía.  Se mirase por donde se mirase, el problema existía. ¿ Vivir todos en la casa  de Perl? Sería lo más factible porque de esa manera  conjurarían el peligro. ¿ Por qué todo es tan complicado? Se repetía mentalmente Maxwell, ¿o es que él así lo hacía? La responsabilidad de ser padre era abrumadora, en determinados momentos, y éste comenzaba a ser uno de ellos.

Lo decidirían a su regreso de la luna de miel en petit comité, pero creía que era lo más acertado, al menos hasta que la joven pareja tuvieran lo suyo más consolidado.

Debido al trabajo de Maxwell con una nueva exposición, y al de Charlotte que se despediría para dedicarse por entero a su marido, tuvieron una corta luna de miel.  No salieron de Europa: Venecia fue su parada, que sería inolvidable.  A veces se quedaba pensativo, mirando al techo, mientras ella dormía a su lado. ¿ Quién le hubiera dicho que se casaría?  Lo había desechado durante tanto tiempo, que ahora tenía la sensación de haber incumplido una promesa, por mucho que fuera un sueño extraño quién le autorizara a hacerlo. Por otro lado creía que era lo obligado.


Charlotte se convirtió en una buena amiga de Helen, que la orientaba en todo cuanto precisase, y todos convivían en paz y armonía, Maxwell, en silencio y al apreciar la paz de la que ahora disfrutaban no se lo podía creer, pero así era.  Y así transcurrió un año y otro más: Jules terminaba su carrera y comenzaba otra para convencer a Maxwell de que su promesa iba en serio.  Y así se lo planteó a su futuro suegro el día que obtuvo su título.  Y fue ese día cuando Perkins y Maxwell, se vieron por primera vez después de tantos años.

Se reunirían en la casa que Perl había destinado para su hija, para conocerse ambas familias, en otro plano del que ya se conocían, pero este era más íntimo y especial.  Sería la petición de la jovencísima Helen, y para esa reunión familiar acudieron Thomas, Lorraine y sus tres hijos que se habían convertido en torbellinos, y por lógica Perkins con su esposa y un nervioso Jules que no apartaba su vista de la cara de la que se iba a convertir en su prometida..  

Perkins comentaba con Maxwell, lo juguetona que era la vida y de que forma tan extraña les había vuelto a reunir.  Quería saber cómo se las había apañado al verse de repente con un bebe.

- Recuerdo la cara de asustado que tenías el día que ultimamos todos los trámites. Perl dejó honda huella en mí.  Y lo extraño que es todo, ¡quién iba a decirme que iba a convertirme en suegro de su hija!
Durante mucho tiempo ni ella ni tú os fuisteis de mi cabeza y muchas veces lo comentaba con mi mujer el valor que le echastes y el profundo amor que tuvísteis. Lástima que todo se truncase, hubiérais sido muy felices.

Maxwell, asentía con la cabeza reconociendo en esas palabras todo lo que de verdad tenían. Aquellas grandes ilusiones que tuvieron juntos y que se truncaron de golpe, porque estaba visto que no debían unir sus vidas, aunque crearon un nudo tan fuerte que nada podría separarles:  su hija.


Y después de tantos recuerdos entre risas y emociones, Jules pidió a Maxwell la mano de Helen, se casarían a más tardar en un año, porque no había forma de disuadirles y ambos padres comprendieron que si así lo decidían así sería.  En ese espacio de tiempo, él tendría tiempo de tomar contacto con el despacho de su padre y comenzar a vivir independientemente.

Mientras se preparaban para acostarse, el matrimonio comentaba lo bien que había resultado la fiesta y lo felices que se veían a los chiquillos. Las casualidades de la vida les iba a unir como familia.  De repente, la habitación comenzó a dar vueltas y Charlotte tuvo que agarrarse a él para no caer al suelo.
Maxwell estaba pálido, cuando a gritos llamaba a Ruth y a Helen para que vinieran en su auxilio.  Depositó a Charlotte en la cama y nervioso llamó a una ambulancia.

Estaba aterrorizado.  La vida no podía ser tan cruel con ellos.  Otra vez no podía ser.

  Esperaban los tres impacientes en la sala de espera a conocer las noticias que le transmitieran los médicos que estaban asistiendo a Charlotte.  Maxwell apartado, rezaba interiormente a Perl y la suplicaba que no se repitiera su situación.  Sin saber cómo ni por qué, una frase llegó a su cabeza recordando uno de sus sueños:" tu vida se llenará de luz".  ¿ Qué significaba eso ? ¿ Qué quiso decir ?

Se interrumpió al ver frente a ellos al médico que con cara sonriente les transmitía el resultado de su exámen a Charlotte:

- Enhorabuena. Su mujer está perfectamente. Van a ser padres.

En ese momento, Maxwell, sintió que el mareado era él : ¿ un hijo? ¿ a estas alturas? Aún tenían años por delante para criarlo,  no eran unos chiquillos, pero ... Perl   se lo anunció y no lo entendió.  De alguna forma ella le quiso compensar de tanto dolor.  Se abrazó a Ruth y a Helen y lloró, lloró como un chiquillo de alegría y felicidad, pero también de descanso al saber que esta vez no pasaría nada malo, sino todo lo contrario:  Helen va a tener un hermano.

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