domingo, 7 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 39 - Borrón y cuenta nueva

La sorpresa la dio Maxwell a la hora de la comida, cuando todos compartían mesa y mantel.  Llamaba la atención de sus alborotadas hijas, que a pesar de la diferencia de edad, ambas disfrutaban de su compañía.  Ana era para todos " la niña ", expresión que a ella hacía que la llevasen los demonios. ya que se creía lo suficientemente mayor para abandonar esa expresión. Ante la falta de atención de las risas de las mujeres de la casa, Maxwell tomó su copa e hizo que le escucharan dando ligeros golpecitos en ella

— Vamos a ver chicas.  Escuchadme, he de deciros algo.  Este año no iremos a Mallorca.  Mamá y yo hemos comprado una casita en Garachico

—¿Garachico? ¿Dónde está eso? — preguntó extrañada Jasna

— En Tenerife. Es un lugar hermoso y tranquilo.  La casa  tiene las habitaciones justas para nosotros y un anexo por si alguien nos visita. Pero en lugar de piscina artificial. tenemos la suerte de que en ese lugar se han formado como pequeñas lagunas por las que entra y sale el agua del mar.  Es precioso.  A mamá y a mi nos ha encantado. Allí pasaremos grandes temporadas cuando me jubile, que no será dentro de mucho.  Mamá tendrá tranquilidad para escribir y yo haré una peña de amigos en el club cercano.  Lo tengo todo estudiado.  Sol todo el año y temperatura primaveral.  será nuestro pequeño paraíso.


Todos aplaudieron contentos.  Les complacía esa iniciativa, sólo Jasna hizo una pregunta

— ¿Hay playa cercana?

—Naturalmente, pero tendremos nuestra parcela particular de mar.  Lo dicho, nos ha encantado.  Así que será allí a donde vayamos este año.  Jasna, si no te apetece puedes elegir otro lugar

—No, no.  Ese me parece ideal.

En realidad le daba igual uno que otro. En Mallorca conocía a gente, pero en esa parte de Tenerife a nadie.  Si se aburría, siempre podría ir a alguna excursión y recorrer la isla.  Sólo deseaba descansar y cargar las pilas para el siguiente curso que, por lógica sería más difícil y complicado.  Y su imaginación voló en una sola dirección.

— Este año, seguramente no estará. Lo siento habíamos comenzado a conectar.  En fin, así es la vida.

Pasaron un verano delicioso nadando en las aguas atlánticas y visitando las localidades próximas.  Tenerife no es grande, máxime acostumbrada a las largas distancias de Londres o de cualquier otra ciudad, pero podían disfrutar de los maravillosos paisajes volcánicos de su entorno. Solían ir las dos hermanas acompañadas por Stephanie quedando en el chalet los padres.  Jasna les admiraba y envidiaba al mismo tiempo.  Habían pasado muchos años desde que se casaran y sin embargo seguían estando enamorados.  Cada vez que Maxwell miraba a su mujer, una lucecita se encendía en sus ojos.  A pesar de los años, la seguía deseando y no era difícil sorprenderles en alguna ocasión besándose como si fueran dos amantes furtivos.

No lo habían tenido fácil, pero su  amor era  tan fuerte que pudieron romper con las barreras que les surgiera.  Ella nunca tendría un amor como el de ellos. En primer lugar porque no estaba interesada en ningún chico en especial.  Salía  de copas con algún amigo, pero nada más.  Se trataba de una noche, simplemente y eso lo dejaba muy claro desde el principio.

Poco a poco el verano iba pasando y con él sus vacaciones, de manera que retornaron a Londres antes de lo pensado para ayudar a Jasna a preparar su marcha al continente.  No había tenido noticias de Goran, de manera que ignoraba si sería su profesor o no.  Fue al integrarse a su puesto de trabajo cuando se enteró que seguía en Usa y, que por el momento, allí permanecería.  Sintió en su interior una punzada de decepción  ante el panorama que se les avecinaba con el nuevo profesor. 

 Era mayor que Goran, pero también, al parecer, de un carácter más afable que el suyo.  Nadie sabía nada de él, pero tampoco la interesó grandemente. En el fondo pensaba que había tomado una sabia decisión para su futuro. Merecía ampliar su campo ya que como profesional era excelente y siempre tenía afán de averiguar más cosas que pudiera aliviar el dolor de las gentes.

Y así el calendario desgranaba sus hojas lentamente y su vida volvía a estar volcada en sus estudios.  Era su segundo de residencia y aún le faltaban dos más para  ser definitivamente una especialista como ginecóloga.  Probablemente se inclinaría más por la rama de obstetricia. En fin, aún quedaba mucho para tomar decisiones.

En Nueva York, Goran se había instalado en un apartamento y deseaba que su padre pasase largas temporadas con él.  Se hacía mayor,  América estaba muy lejos y André necesitaría, no tardando mucho, a alguien que le cuidase.  Tenía un buen sueldo, un buen trabajo, y era considerado como un excelente profesional en su campo.  Pero recordaba que a esas alturas del calendario, debería estar  dando clases en Belgrado y, ella  en su grupo.  Había hecho buenas amistades  no sólo en el hospital, sino entre sus vecinos, pero en ningún momento se borraba de su cabeza la imagen de Jasna.


Se había enamorado de ella pero sin esperanza alguna, ya que ella le detestaba, y siempre estaba con Nikola que le suponía novio suyo.

 Fue por eso por lo que tomó la decisión de cruzar el charco.  Recordaba su dulce sonrisa, sus increíbles ojos azules, el color de su cabello entre dorado y castaño claro.  Su silueta bien formada y su inteligencia.  Hubiera querido estar a su lado para hacer de ella una profesional de renombre, y no es que el compañero que le sucediera no fuera excelente, pero él la conocía mejor, y sabía donde "pincharla" para sacar el máximo provecho de ella. 

 Pero ni siquiera sabían las direcciones en donde enviar alguna carta para no romper el finísimo hilo que les uniera.  Cansado de añorar lo imposible, decidió que debía dar un giro y se inscribió en un club, que sería una forma de entablar amistades, y también con sus compañeros de trabajo que le miraban de una forma extraña como si se tratara de alguien exótico.  Al darse cuenta, Goran se reía y hacía como que no se daba cuenta de ello.

Poco a poco se fue habituando a su nuevo estilo de vida y se adentraba en los círculos más selectos de la sociedad americana.  Allí formó sus amistades, masculinas y bastantes femeninas. Quería resarcirse de su añoranza por Jasna y, poco a poco la fue aparcando en su corazón  mostrando interés por alguna chica  encantada de  acaparar al médico que  se abría paso en la profesión.

De nuevo las Navidades.  Jasna no se reuniría con su familia durante esas fiestas. Sus padres y su hermana viajarían a Nueva York en unas pequeñas vacaciones que se tomarían al no reunirse con Jasna por motivos laborales. Stephanie, las pasaría con su hermana y Jasna, la noche de Navidad, seguramente ayudaría a traer al mundo a algún bebe. 

 El día de Nochebuena iría a Bania Luka y pondría unas flores en las tumbas de su familia.   Después visitaría a André y regresaría para entrar en su guardia del hospital. Esas serían sus fiestas; nada en especial y lejos de casa.

Se instalaron en el céntrico hotel en la Quinta Avenida.  Nada más llegar, por defecto profesional, Maxwell encendió el televisor mientras Fionna ordenaba en el armario la ropa que habían llevado.  Es algo que hacía siempre que visitaba otro país, aunque no prestara mucha atención al programa. 

 Pero esa noche, sí lo hizo;  se sentó y miró atentamente la pantalla del televisor.  En ella aparecía alguien con un nombre y apellido sobradamente conocidos para él.  Le presentaban como un extraordinario ginecólogo y obstetra serbio que estaba desarrollando su profesión en uno de los mejores hospitales de Nueva York

" Y ante ustedes el ya famoso ginecólogo Goran Tarnoviç que nos acompaña en este debate"

— ¿Qué miras con tanta atención? — le pregunto Fiona

—¿Sabes quién es?  El hijo de André. ¿Recuerdas que Fionna le tuvo como profesor? Bien, pues no exageraba. Está ejerciendo en el Monte Sinaí.  Me gustaría saludarle. Claro que probablemente este programa esté grabado. Llamaré al canal para que me informen. Me extraña que no haya viajado a Belgrado. Más tarde llamaré.  Y ahora daos prisa o no veremos nada—gruñó metiendo prisa a Fiona y Ana.

Al final consiguió su dirección, pero también le anunciaron que esa noche la pasaría en el hospital, asistiendo varios partos que tenían anunciada su llegada.  No era religioso y desde hacía tiempo no participaba en ese ritual. Sólo se acordaba de su padre, que estaría solo al igual que él. Sin embargo Jasna estaba seguro que viajaría hasta Londres y se reuniría con su familia.

Por eso quedó muy sorprendido cuando, al terminar el debate en televisión, le entregaron una nota en la que había un nombre y una observación: "Le visitará en el hospital ". Anexó un número de teléfono para comunicarse con esa  persona si lo creía conveniente. 
 Maxwell en Nueva York ¿Estaría Jasna con él?  Tenía que salir de dudas antes de  ir rumbo al trabajo. y por ello llamó al número que Maxwell le había dejado. Después de saludarse se atrevió a preguntar por ella, pero supo que sólo estaban ellos dos y Ana.  Ocultó como pudo su decepción y quedaron en verse  el día 26, cuando saliera de sus guardias.  Irían a Cipriani y Maxwell se encargaría de reservar la mesa.

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