viernes, 5 de julio de 2019

El diario de Fiona -Capítulo 37 - Y llegaron las vacaciones

Todo siguió igual. Seguían distanciados sin saber el motivo de esa enemistad que ambos mantenían.  ¿Sería su venganza porque su madre rechazara a su padre cuando eran jóvenes?  Le parecía absurdo, pero el carácter de Goran era bastante extraño y muy posiblemente fuese su forma de reaccionar.

 El tiempo transcurría monótono y se avecinaban las evaluaciones de su primer año de residencia.  En un par de días les darían las puntuaciones y al fin podría ir de vacaciones.  Regresar a casa bajo el manto protector de la familia y dejar atrás los malos rollos, las enfermedades y las prisas.  Nikola se había enamorado de una enfermera y por tanto había solicitado reemplazar a algún médico; no tomaría vacaciones y permanecería al lado de su novia.

Todos se reunirían en la cafetería como despedida de curso. Quizás volvieran a encontrarse en septiembre, aunque muchos de ellos habían expresado el deseo de ser sólo médicos de familia.  El profesor Tarnoviç era muy exigente y el curso era duro, muy duro.  Habían tirado la toalla. ¿Qué haría Jasna?  Desde luego no renunciaría;  se había trazado una meta y la seguiría hasta el final.

Goran citó a todos sus alumnos en la sala de reuniones.  Quería darles algunos consejos y desearles la mejor de las suertes.  Todos se encaminaron hacia allí comentando los avatares sufridos a lo largo del año.  Jasna y Nikola se habían hecho buenos amigos y comentaban todo lo acaecido durante ese tiempo;  ambos seguirían en el siguiente curso.  Corrían rumores de que cambiarían de profesor, al parecer por un puesto ofrecido a Goran como jefe de equipo en un prestigioso hospital de Estados Unidos.  Sólo era un rumor, pero con visos de realidad.

En su interior, Jasna lo lamentaba, a pesar de su falta de comunicación con él.  Había sido un excelente profesor.  Puede que estuviera cansado de "pelear" con los alumnos y desease pasar a la medicina efectiva, en contacto directo con la enfermedad.

Sentados en la mesa dispuesta para la ocasión todos celebraban haber aprobado el curso con mejores,  o no tanto, las  notas, pero era algo que habían conseguido no sin gran esfuerzo.  Sería una comida informal con brindis por el nuevo destino de los que no seguirían y, éxito en el siguiente curso de los que se quedaban.  En un rincón de la cafetería, sentado en la barra se encontraba Goran observándoles y sonriendo ligeramente. De pronto Nikola llamó la atención de sus amigos indicando en dirección a Goran

— Creo que deberíamos invitarle para  unirse a nosotros.  En definitiva ha sido un excelente profesor y le debemos nuestro agradecimiento.

Todos aceptaron por unanimidad, excepto Jasna que permaneció en silencio.  Nikola se levantó y fue en su dirección para invitarle  de parte de todos.  En contra de sus principios, el profesor aceptó haciéndole un hueco junto a Jasna, que refunfuñó por lo bajo ante la situación que se presentaba.  No le hacía ninguna gracia tenerle tan cerca, pero no podía oponerse.  Total serían un par de horas más para aguantarle.  Al tomar asiento Goran miró a su compañera de mesa y a penas la dirigió un saludo


— Señorita O 'Sullivan

— Profesor —replicó ella

Todo era distendido y divertido y, por primera vez, Jasna comprobó que el profesor sabía sonreír y, hasta contaba chistes  y anécdotas ocurridas durante sus estudios de medicina.  También él había sido residente, aunque pareciera mentira.  Había momentos, en que sin querer, al tomar los cubiertos se rozaban sus manos. Goran las dejaba quietas, por el contrario Jasna, las retiraba  rápidamente, gesto que no pasaba desapercibido para él. A penas hablaban entre ellos.  Era una situación difícil, porque se veía a las claras que no se soportaban.  De improviso, Goran la preguntó

—¿Volverás el próximo curso?

— Si, desde luego.  Esa es mi intención.  Ha sido  duro para mí.  Una experiencia totalmente nueva:  fuera de casa, sin hablar el idioma.  Todo extraño, pero gratificante.  Si, si volveré

— ¿Irás de vacaciones a algún sitio?

— No lo sé muy bien, probablemente.  Mi familia suele ir a Canarias o a Mallorca.  Alquilan una casa y allí pasamos Agosto

— Sitios maravillosos, cualquiera de ellos.

— Vamos a España desde que era  muy pequeña.  Hasta me atrevo a hablar español  un poquito

—Yo pasé un año entero en Madrid, así que domino el castellano a la perfección. Los idiomas se nos dan bien a los eslavos

Ella le miró  sin decir nada.  Desde luego a ella no, pero claro era eslava a medias. No le quitaba la vista de encima y eso la ponía muy nerviosa.  Era como si quisiera decirla algo y no terminara de decidirse

No  lo podía creer. Estaba manteniendo una conversación con él. Con el hermético, antipático y siempre profesor.   Jugueteaba con el pie de la copa y hacia ella dirigió su mirada.  Aún mantenía vino en su interior, a penas lo había probado.  Luego entonces no sería porque se le subiera a la cabeza.  Se le veía relajado y hasta sonreía, muy lejos del cotidiano papel de profesor.  Probablemente  desdoblaba su personalidad según las circunstancias.

La sobremesa iba decayendo y poco a poco emprendieron la marcha. Jasna se levantó al tiempo que lo hacía Goran

— Te acompaño a casa— la dijo con resolución

— No hace falta.  Cogeré el autobús

— Tengo el coche aparcado en el hospital.  No tardaremos nada. en llegar

— ¿Sabes que? Prefiero ir andando. Me apetece caminar

— Bien, pus igualmente te acompaño, si no tienes compromiso, claro

  De repente se escuchó diciendo:

— No en absoluto.  Está bien.  Aunque con sinceridad no sé de qué podríamos hablar.  Hemos estado trabajando juntos durante meses pero no nos conocemos en absoluto

— Tienes razón. ¿Sabes? No soy tan hermético en el día a día, pero en  el hospital soy diferente.  Me tomo mi trabajo con mucho interés y no quiero confianzas que puedan tergiversar las cosas

— Ya lo he comprobado, pero hay una medida para todo.

— Me interesas mucho.  Eres buena, pero quiero que seas la mejor.  Por eso te exijo más que a ninguno

—¡Oh! Me sorprende tu declaración.  Creí que era torpe y que por ese motivo me tenías rabia

— ¿Yo?  No te tengo rabia.  Ni a ti ni a nadie.  Me gusta tu compañía, pero has de reconocer que eres muy distante.  Me encantaría invitarte alguna noche,  que no trabajáramos. Salir a divertirnos.  Yo tampoco tengo muchos amigos aquí.   Siempre sales corriendo y me rehúyes

— Somos un par de cretinos 

 Es lo que se la ocurrió decir, al no saber cómo interpretar sus palabras


¿La estaba pidiendo una cita?  ¿La invitaba a salir?  Pero no sabían nada uno del otro.  Probablemente sería una galantería por la amistad de nuestros respectivos padres. ¿Tendría novia? 

Y entonces le miró de frente y observo su rostro que examinaba sin querer las piedrecillas que encontraban a su paso.  La luz de alguna farola reflejaba su cara algo taciturna, pero no tanto como otras veces ¿Sería verdad que estaba a gusto a su lado?
   Nunca terminará de entenderle.  Tenía un carácter hermético, imposible de averiguar cómo era en realidad.

—Cuéntame algo de ti— la dijo de improviso— ¿Cómo llegaste a Inglaterra?  Lo cierto es que no pareces  haber nacido en Serbia

— ¿Por qué lo dices? Creo que eso ya lo sabes, por tu padre.

— Por el color de tu cabello.  Es de tono rojizo, más anglosajón que eslavo

Mi padre es castaño tirando a rubio y mi madre era rubia. He ahí la mezcla.

— Cierto, lo sé todo referente a ti,  pero es una forma de entablar conversación. Ya te lo he dicho:  me interesas mucho

Jasna relató todo lo que ella conocía de su propia vida y cómo había llegado a ser medio inglesa , pero creía que predominaba su mitad serbia.  Era algo que siempre perduraba entre las gentes que habían nacido allí, de lo que se sentían  muy orgullosos

— Y eso fue todo. Pronto me integré en el colegio, en el instituto y en la universidad.  Fui una alumna modelo.  La llegada de mi hermana fue la que determinó  el ser médico.  Mi madre estuvo muy grave a la hora del parto, casi se nos va y, decidí ser ginecóloga para ayudar a otras mujeres.  Pero lo quise hacer aquí, en donde nací y en donde mis raíces están enterradas, sin olvidar a mis padres a los que adoro y a los que agradezco todo lo que soy.  A veces pienso que de no haber encontrado a mi padre, y quedar huérfana, posiblemente me hubiera criado en un internado.  Así que si,   se lo agradezco a todos. Y si  mis planes se cumplen, aquí ejerceré.

— He de decirte que me has sorprendido, aún más.  Conocía por mi padre vuestra estancia en Sarajevo y después en Bania Luka. Vuestra marcha a Londres y después silencio hasta que vinisteis siendo tu muy niña.  Una historia muy interesante, si no fuera por lo triste  de cómo  ocurrió todo.

— Y ahora te toca a tí.— respondió Jasna

— Como sabes, mi padre fue detenido por " colaborador ". Lo cierto es que era una excusa para encarcelarle.  El sólo prestaba ayuda sin mirar si eran serbios, croatas. musulmanes, o de cualquier otra etnia.  Hasta la guerra habíamos convivido mas o menos bien, pero se vió que sólo eran apariencias y se desató el horror y la muerte entre todos nosotros.  Mis padres hacía poco que se habían casado y mi madre estaba embarazada de mí cuando pasó todo.  Tuvo que criarme como Dios quiso, sola, ya que a mi padre le soltaron años después de que todo terminara, y al poco tiempo mi madre murió.  No volvimos a ver a tu padre ni a saber nada de él, hasta que nos visitasteis cuando eras pequeña.


— ¡Dios mío qué triste todo ! Odio las guerras y el daño que producen a las gentes inocentes.  Truncan sus vidas y sus recuerdos. Yo lamento no recordar a mi madre ni a mi abuela, ellas murieron de enfermedad derivada de los padecimientos.
¿Por qué te hiciste médico?— preguntó Jasna

— Creo que más o menos  que por tus mismos motivos ¿El por qué me centré en la mujer? Ocurrieron muchas violaciones y eso en mi mente juvenil tomó forma y quería ayudarlas, aunque no tenía edad para ello, pero fue la semilla que me hizo tomar esa determinación

Sin darse cuenta llegaron frente a la pensión en la que vivía Jasna.  Allí se detuvieron para despedirse.

—Me gustaría  volver a verte antes de tu partida.  Como despedida

—A mi también me gustaría. ¿Es cierto que el próximo curso ya no estarás aquí?

— No lo sé.  Es interesante y se me abren muchas posibilidades, pero me gusta la enseñanza y sé que echaría mucho de menos mi país.  No sé cómo ha llegado a saberse la noticia.

— Me encantaría tenerte como profesor el curso próximo.  Ahora ya hemos roto el hielo y todo es diferente. Pero tienes razón, es una gran oportunidad para tí.  Entonces ... ¿Nos vemos mañana?  Pasado tomo el avión

— De acuerdo mañana paso a buscarte.  A las doce; he de aprovechar las pocas horas que aún te quedan de estar aquí.

— Buenas noches Goran.  Ha sido un placer conocerte

— Lo mismo digo Jasna— Y besando su mano la vio entrar

  ¿Qué había ocurrido? ¿Cómo era tan diferente en su trato?  Nunca hubiera imaginado esta cercanía habiendo estado durante todo el curso sin dirigirse la palabra.  Parecía un buen hombre, sensato y consciente de lo que deseaba hacer con su vida.  Una lástima no haberlo averiguado antes.  Esa  noche sería difícil conciliar el sueño.  Goran Tarnoviç había dejado una profunda huella en Jasna

A la hora citada, Goran estaba frente a ella. Tuvo que reconocer que en las distancias cortas ganaba.  Se mostraba distendido y hasta le pareció más atractivo .  Una amplia sonrisa iluminaba su rostro, y su mirada recorría sin parar  la cara de Jasna, que hasta se sentía algo cohibida.

  La llevó al mejor restaurante de la ciudad, y la enseñó algunos lugares emblemáticos de Belgrado. Unas veces la tomaba de la mano y otras del brazo, con bastante familiaridad, que la tenía algo confundida.  Ni por lo más remoto había imaginado cómo se comportaba en las distancias cortas.  ¿Sería así siempre o lo era sólo con ella? ¿Por qué   Hacía casi un año que se vieron por primera vez, pero lo que se dice conocerse, a penas unos días.  Era cortés y educado, muy distinto al antipático y prepotente Goran del hospital.  No conocía el motivo, pero el caso era que no se sentía incómoda como en alguna ocasión sucediera.  Muy al contrario, lo estaba pasando fenomenalmente;  era divertido, en definitiva: era otra persona.

Pero las horas transcurrieron y su salida también. Eran cerca de las once de la noche y al día siguiente debía tomar un avión, y estar con anterioridad en el aeropuerto.  Lamentaban tener que despedirse, pero debían hacerlo.  El la miro más profundamente; Jasna no sabía qué pensar

— ¿A qué hora tomas el avión?

— He de estar a las nueve en el aeropuerto

— Bien a las ocho pasaré a recogerte

— No hace falta.  Llamaré a un taxi

— Te llevaré yo.  Y ahora te dejo libre para que organices lo que tengas que organizar

— Siempre tan cuadriculado ¿verdad?

— No sé a que te refieres, no me gusta que te marches, pero has de hacerlo.  Hasta mañana

Y depositando un beso en su frente  hizo que entrara en el portal.  Goran al perderla de vista, dio media vuelta y se encaminó hacia su coche cabizbajo

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