viernes, 13 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 27 - Una gran familia

 Al fin pudo abrazarla y dejar a un lado la preocupación que había sentido durante todo ese tiempo que estuvo fuera.  Desde que iniciara las pesquisas, algo extraño atenazaba su interior.  Creyó que era la preocupación por su familia y después pensó que había sido un presentimiento por algo que les amenazaba y no lo sabía,  Al ver a Fionna dormida en la cama del hospital, supo que eso había sido  el sinvivir de días pasados. Pero ya todo había pasado, es decir cada delincuente estaba  donde le correspondía y, el fiscal  junto al juez, veían la fecha para el juicio. Tanto Alex, Fionna y Rosalind, serían llamados a declarar, más por trámite que por otra cosa, ya que todo estaba atado y bien atado, y con las pruebas pertinentes.

En la televisión y en las primeras páginas de los periódicos, salieron fotografías de lo ocurrido hacía tanto tiempo y el nombre de Alexander Sandeap figuraba entre ellos, pero no su fotografía por expreso deseo del interesado. Quería vivir en paz con su familia y lejos del mundanal.

Volvieron a su vida normal y dejaron pasar los meses, hasta que una mañana Fionna rompió aguas mientras estaba en casa de Rosalind y,   Alex trabajando. Estaban ellas dos solas, pero al menos Rosalind sabía que había que hacer.  Lo primero fue avisar a su ginecólogo quién  dio instrucciones para su traslado de inmediato al hospital. Ambas estaban nerviosas, pero supieron controlarse y como autómatas  ordenaron sus ideas sobre lo que tenían que hacer. Fionna llamó a Alex que de inmediato se trasladó a casa de Rosalind para recogerlas.  Rosalind  a Alfred para que se ocupase de los niños, porque Fionna la necesitaba; su marido supo de inmediato a que se refería.  Y la corta familia que componían esas dos parejas, estaban nerviosas y alteradas por el acontecimiento que estaba en curso:  pronto habría un bebé más en la familia.

La más tranquila era la parturienta, a pesar de que tanto Alex como Rosalind, ya habían pasado por esa experiencia.  El parto se presentaba largo. Tenían horas por delante, pero los nervios no sólo no se aplacaban, sino que cada vez iban en aumento.  De nada servía que los médicos informaran al padre que todo era normal:

— Es primeriza. Y les cuesta un poco más, pero tanto la criatura como la madre, están bien.

Pero eso a Alex no le bastaba.  La veía sufrir y eso era superior a él, que sólo podía acariciar su frente y tratar de disimular la preocupación que sentía y aguantar los improperios de su mujer por  hacerla pasar por este trance.  

— No es justo, tu también colaboraste, pero el dolor sólo es para mi. Nunca más me vuelvas a hacer esto.

Alex no respondía, sabía que era motivado por lo que estaba sucediendo.  Hasta que todo se aceleró en cuestión de minutos y al fin Mildred vió la luz por primera vez. Sus padres se abrazaban, reían y lloraban a un tiempo, olvidados ya los dolores de tan larga espera. Lo más entrañable fue la visita de Amy para conocer a su hermana. 

Era la víspera de darles el alta, cuando Rosalind y Alfred se presentaron en el hospital con sus hijos.  Freddy, demasiado pequeño para entender que tenía otra "medio" hermana, no obstante, todo lo miraba con curiosidad.  Amy se acercó hasta la cama en donde Fionna reposaba con su hija en brazos.  Sin decir nada a nadie, se subió al lecho, se abrazó a Fionna y después acarició a su hermana.  Sus padres la habían explicado sin muchos detalles, que Fionna le había salvado de ser atropellada, y era la mama de su hermana. Y todas esas reflexiones debieron madurar en su cabeza y por primera vez, expresó que quería a Fionna y a Mildred lo mismo que quería a Freddy.

La emoción sorprendió a los adultos que no esperaban la reacción de la niña. Se miraron Alex y Fionna que sonreían felices.  Después miraron a Rosalind y ésta se abrazó a Fionna.  Ambas mujeres rompieron a llorar de alegría abrazando a su vez a los niños.  Los hombres no podían disimular su emoción, se miraron y decidieron que irían a tomar un café mientras ellas hablaban de sus cosas. Pero lo cierto era que ellos también estaban emocionados y se hacían los fuertes.

La dieron el alta al tercer día de dar a luz. Alex fue a recogerlas para llevarlas a casa. Iban tan felices que parecían que paseaban sobre una nube.  Fionna sentía el miedo de su inexperiencia, pero había encontrado una hermana en Rosalind y ella la orientaría; también contaba con la ayuda de Alex que se había convertido en todo un padrazo.

Nada se percibía desde el exterior de la sorpresa que les aguardaba en cuanto abrieran la puerta.

Rosalind, Alfred, Freddy, les esperaban. Pero también Murray y Gladys, y al frente una tímida Amy portando un gran ramo de rosas, que tímidamente se lo entregó a Fionna dándola un abrazo y otro a su hermana.  Todos rompieron a aplaudir.  Conocían los esfuerzos que habían hecho para que la niña comprendiera que nadie robaba amor a nadie, al contrario se incrementaba.

Todos bebían, comían y alegres departían anécdotas. Amy miraba con curiosidad cómo Fionna amamantaba a Mildred y como la bebita succionaba su comida. No recordaba que también su hermano se había alimentado de esa forma, pero en su mente infantil lo vió como natural:  era su mamá. Pero quizá pensó que Fionna era distinta y por eso le asombraba que su hermana comiera del mismo modo que hizo su otro hermano.  No comprendía como los tres, de repente, eran hermanos cuando tenían papás y mamás distintos.  Pero ya habría tiempo de explicarla eso, si es que ella no lo preguntaba antes.

Fue un día inolvidable y de nuevo otra etapa que comenzaba.  Por la noche, después de acostar a la niña, el matrimonio, se comunicaba como lo hacía antes, sólo que ahora tenían un tema en común y era su hija.

— Cielo, quiero decirte algo a ver qué te parece

Dijo una noche Fionna, después de haber pensado mucho lo que le iba a proponer

— ¿Qué es eso? — respondió Alex

— Voy a dejar el hospital.  Me dedicaré a mi familia y, cuando Mildred sea un poco mayor, entonces pensaré si vuelvo; pero no al hospital, sino que  tendré una consulta.  De esta manera no tendré guardias y podremos disfrutar todos juntos de la familia, porque supongo que tendremos otro hijo, cuando haya pasado un tiempo ¿Qué te parece?

— Me parece extraordinario.  Te tendré sólo para mi, pero ¿no lo echarás de menos? Estás acostumbrada a ese trabajo y el ser ama de casa y con bebés es muy distinto.

— Lo sé, pero lo haré si tú lo apruebas

— Sabes que sí, que te apoyo siempre. Haz lo que sea que te haga feliz, porque siéndolo tú lo somos todos ¿Verdad Mildred?

 Y el bebé miraba a su padre y agitaba sus manitas y sus pies como si le entendiera y ese gesto tan infantil,  les encendía el alma.

Amy comenzó a frecuentar más a menudo la casa de Fionna y Alex con el pretexto de que quería ayudar a Fionna. Nunca más volvieron a tener problemas con Amy, al contrario a medida que se hacía mayor era una gran ayuda  para atender a Freddy junior y a Elba, sus hermanos, además de Mildred.  Todos formaban una familia muy unida que celebraban las fiestas juntos, y juntos sufrían y juntos se reían contemplando las travesuras de sus hijos: dos Rosalind y Alfred. Tres Alex y Fionna:  una gran familia.

Todo comenzó muy rocambolescamente, con bastantes altibajos en sus vidas, pero supieron encontrar el equilibrio, comprensión y amor para ser felices, amándose unos a los otros. A compartir las malas rachas y a celebrar las buenas, es decir a vivir en armonía con lo que la vida les había deparado.

Hasta aquí la historia de una pareja que comenzó con mal pie, con indiferencia y, que poco a poco, supieron encontrar su camino, amándose incondicionalmente . Pero como todas las parejas del mundo desde que existimos, tuvieron sus altibajos, pero sólo con amor se pueden vencer los obstáculos por grandes que éstos sean.


                                                      F    I    N

Autoría: 1996rosafermu

Ilustraciones: Internet / Cincuenta sombras

Edición Septiembre de 2020

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS.

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