lunes, 9 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 23 - Tú y yo

 Sus vidas comenzaron a caminar nuevamente.  Se habían convertido en cómplices de su propia vida, y aunque había veces que Fionna se impacientaba con respecto a Amy, bastaba un gesto, una mirada de Alex, para recuperar la compostura.  Pasó el tiempo, y los meses ayudaban a que todo fuese más normal. Fionna le anunció que estaba embarazada, algo que produjo una enorme alegría en toda la familia; inclusive en la acaparadora Amy, que parecía se iba volviendo más asequible para Fionna.  Ni qué decir tiene que Alex no cabía en sí de gozo; iba a ser padre de nuevo y lo estaba viviendo con la máxima intensidad, esperando impaciente el momento que tuviera entre sus brazos a un nuevo hijo ó quién sabe si otra hija suya, y de ella.  Esta vez todo era diferente. Sus vidas eran más tranquilas, más hogareñas, y cuidaba de su esposa como si tuviera que estar entre algodones durante todo el día.

Alex seguía una pista que probablemente le condujera a la resolución del caso que durante tanto tiempo estaba aún sin cerrar. De vez en cuando, Fionna asomaba su cara al despacho de él, sin hablarle para no distraerle. Pero en esta ocasión la extrañó la quietud de su mirada en una fotografía de prensa y en otra de estudio.   Se acercó lentamente hasta él, sin hacer ruido. Tenía curiosidad por saber lo que miraba con tanto detenimiento. Permanecía quieta detrás de él, pero tan absorto estaba, que ni siquiera se dio cuenta.

 De repente Alex lanzó una pregunta al aire para él mismo:

—¿ Cómo no nos hemos dado cuenta antes? Era evidente, pero mirábamos hacia otro lado y no pensamos que el asesino estaba cerca.

—¿ Has dado con la clave?

—¡ Ah, estás ahí!  Perdona tan metido en ello estaba, que no me he dado cuenta. Pero ya que estás aquí, mira estas fotografías y dime qué ves en ellas. Míralas detenidamente

Fionna miraba una y otra, y nada encontraba que las hiciera sospechosas de nada. A simple vista parecían las mismas y sin embargo no lo eran. Una era de un recorte de un periódico y la otra una prueba recogida en el registro de la casa.  Ella por mucho que las miraba no veía nada extraño, sino personajes unos riendo, otros serios y, otros ni una cosa ni otra, sino con la mirada perdida en no se sabía qué. Era natural que no lo viera, no estaba acostumbrada a escudriñar cualquier atisbo  que indicara que alguien había cometido algún delito.  Pero Alex tenía vista de águila y costumbre de analizarlo todo, y él vió algo extraño, que para otros, pasaría inadvertido, pero que le puso en estado de alerta y probablemente en el camino de averiguar en donde habría estado alguien,  y si fue un delito lo encontrado en aquel edificio, o se trataba de un  mendigo en busca de abrigo.

— Perdona, no veo absolutamente nada extraño

— Mira

 Y poniendo su dedo sobre uno de los personajes la hizo notar su forma de mirar a otro de los allí presentes:

— Fíjate bien y ahora mira en esta otra

Ella agudizó más su vista y comprobó que a pesar de ser tomas distintas, las miradas de una determinada persona era la misma y en una misma dirección. Se trataba de un hombre de unos veintipocos años que miraba con extraños ojos a la cara de uno de los presentes ¿ Quienes eran uno y otro y, por qué esa mirada? Posiblemente alguien entendido en el lenguaje corporal o un psicólogo pudiera aclararlo, pero ella sólo veía que uno miraba al otro.

— ¿Qué pasa?— preguntó con curiosidad

— La foto enmarcada nos fue entregada por la esposa del señor del centro, de ese a quién va dirigida esa mirada tan curiosa. Resulta que el personaje en cuestión era su marido, desaparecido y  aún hoy no justificada su ausencia y, que además, sospechamos que es la víctima del incendio. El otro es un sobrino que no congeniaba mucho con él.

— ¿ Y eso qué tiene que ver?  En algunas familias ocurre eso.

— Si, pero da la casualidad que ese muchacho salió del pais  inmediatamente después de comenzar la policía a indagar los hechos de identificación del cadáver. Es un sobrino de la esposa del desaparecido y, que precisamente, no se llevaba muy bien con su tío.  Ni siquiera esperó a la confirmación de quién era la víctima.  Lo hemos tenido delante durante tanto tiempo que dirigimos las pesquisas en otra dirección sin siquiera reparar en ese detalle.

— Me vas a perdonar, pero no entiendo a la familia, ni siquiera a la esposa ¿Se conformaron con las explicaciones que les distéis ? ¿Ni siquiera exigieron la certeza de si ese cadaver encontrado era su marido? Eso nunca lo entendí. ¿ Cuántas visitas hicieron a la jefatura?

—Lo cierto es que muy pocas, por decir algo.  No puedo precisarlo con exactitud, ya que yo estaba en Inglaterra cuando ocurrió todo esto, pero en el registro de visitas, tan sólo figuran tres. Y es algo muy raro, habiendo desaparecido de la noche a la mañana y no hubo ni llamadas, ni cartas ni ningún tipo de comunicación con su familia.  No lo entiendo. ¡Como no hubiera alguien que quisiera taparlo para darlo por olvidado!  Alguien que contase, además, con algún cómplice dentro de la policía. Pero ahora lo veo más claro que el agua.  Cielo, he de viajar a Nueva York; será cosa de un par de días o tres, pero he de volver a visitarles ,y con la idea que tengo, tratar de encajar todas las piezas y darlo por cerrado definitivamente. Hablar con los inspectores que llevaron el caso a ver si recuerdan algo más concreto.  Casi todos los asesinatos ocurren dentro de la propia familia.  No entiendo cómo se les pasó por alto todo esto. Pero claro, a mí también se me pasó. En fin.  A ver si de una vez resolvemos este rompecabezas.

Voló a Nueva York. Las recomendaciones que hizo a Fionna no se acababan nunca y ella reía satisfecha por los cuidados de su marido:

— No cojas peso, descansa, come fruta, nada de carne cruda ni fiambres tampoco,. Llama a Rosalind si tienes alguna duda sobre algo.  Te dejo en la puerta del frigorífico una nota con los números del médico. Ve al hospital si te sientes mal...

— Ya. Alex para por favor. Soy médico, trabajo en un hospital, sé lo que he de hacer. Ve tranquilo y soluciona de una vez el dichoso caso "Fuego", pero has de saber que le tengo en un rinconcito de mi corazón

— ¿Y eso? ¿ Asunto de qué?— respondió él

- Porque por él te conocí. Y por cierto, te odié bastante en esos momentos. Anda ve y soluciónalo para que al fin puedas vivir tranquilo.

La besó acariciando su cara y abrazándola como siempre lo hacía. A regañadientes llamó a un taxi para llegar  al aeropuerto.  Le esperaba un largo viaje, durante el cuál repasaría toda la información que llevaba en su portafolios, y cada vez estaba más seguro de que lo que pensaba era lo acertado.

— Veremos a ver, una vez sobre el terreno y después de entrevistarme con la familia, si todo está tan claro como lo pienso, o en verdad hay que cerrarlo de una vez.

Una vez más, sentado en el avión, repasó  todos los apuntes que había hecho de las dudas y sus posibles conjeturas, y cada vez tenía más claro que, alguien en la policía tenía interés porque este caso quedase en uno de los cajones del escritorio de algún inspector con la etiqueta de "sin resolver", un problema más a los añadidos.

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