jueves, 12 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 26 - Plan B

 Pero aún no  había terminado. Tras conducir al ex agente Morgan a comisaría, éste se exculpó cuanto pudo, pero los ingresos del banco y alguna que otra llamada telefónica, dieron el resultado que todos imaginaban: había sido comprado para tapar bocas y dilatar al máximo lo ocurrido. El panorama para él no era muy halagüeño, así que optó por cantar y dar nuevas pistas.

— Tienen un plan B que no sé en qué consiste. Seguramente en que el muchacho se escape. Juro que no sé más.

Esa declaración coincidía con las conversaciones grabadas  al intervenir los teléfonos ¿Qué podía ser?  ¿Una huida? De inmediato dieron orden al aeropuerto y a las aduanas marítimas por si se trataba de una escapada. Claro, si que lo que pretendían era escaparse por mar, lo tenían muy difícil. Había que detenerle ya, sin esperar a más.  Tenían bastantes pruebas que le incriminaban. Y hacia su casa se dirigió una patrulla con la orden de detención, que con  resistencia y mil excusas, lo consiguieron.  Después vendría el interrogatorio  del cuál poco o nada sacaron en limpio. Pidió un abogado y consiguieron retenerle el mayor tiempo posible mientras el juez dictaba orden de detención inmediata.  Al menos ya le tenían encarcelado.

Alex seguía preocupado y, una vez que todo estuvo organizado en Miami, tomó el primer vuelo que hubiera para Maryland.  Pero sería largo, muy largo, comparado con la impaciencia que sentía.  En su interior sentía una zozobra, como si algo se les hubiera pasado y no acertaba a encontrar lo que era. Durante todo el trayecto no paraba de repasar mentalmente todo lo averiguado, pero había algo que volvía una y otra vez a su cabeza: el plan B.

¿Qué significaba? No habían averiguado nada más ¿Sería poner dinero a salvo? Una huida no era, puesto que estaba apresado él y el agente que le ayudó a tapar el homicidio. Entonces ¿Qué era? Mandó un mensaje a su mujer para que tuviera cuidado.  No estaría tranquilo hasta que la tuviera delante.  Por experiencia sabía que los delincuentes tienen una mentalidad fuera de lo común y son listos como el hambre.  Aquello significaba algo y no lo sabía y estaba en vuelo y fuera de su control.  No viviría tranquilo hasta que llegara a casa.

Hacía un día precioso y Fionna se sentía mejor. Habían pasado los tres meses y habían desaparecido, como por arte de magia, las inoportunas náuseas matutinas.  Se sentía optimista; dentro de unas horas Alex estaría con ella. Y todo sería más fácil estando él en casa.  Sonó el teléfono y atendió la llamada. Se trataba de Rosalind que la invitaba a comer fuera  para que la espera fuese más liviana

— Iremos con Amy ¿Te parece?  Alfred tiene trabajo y llegará por la noche a casa .y Freddy está en la guardería. Podríamos ir a buscarle después de comer ¿Lo hacemos ?

— Me parece estupendo. Salgo a buscaros de inmediato.  Hoy me encuentro muy bien y no tengo guardias, así que sí, lo haremos.

Conduciendo su coche canturreaba una canción que a los dos les gustaba y que Alex la vociferaba  mientras se duchaba: I want to know what love is.  Paró en un semáforo y miró por el espejo retrovisor a ver si su pelo estaba en su sitio.  Se dio cuenta de que otro coche estaba muy pegado a ella, algo que no la gustó, es sabido que muchas veces te despistas y  chocas con el de delante. Pero éste estaba parado, pero quizá demasiado cerca. El semáforo ya estaba en verde y arrancó aminorando la marcha, por averiguar si la adelantaba, pero no era así: seguía detrás de ella. 

Respiró aliviada, cuando vió la casa de Rosalind frente a ella.  Aparcó rápidamente y comenzó a tocar el claxon todo lo fuerte que pudo y repetidas veces. El coche que iba detrás de ella, pasó de largo y Fionna respiró tranquila, pero al mismo tiempo la intranquilizó.

— Estoy demasiado metida en los casos de Alex— se dijo— Todo lo que veo son posibles delitos  ¡Estoy loca! Sólo llevábamos la misma dirección

 Pero recordó las palabras de su marido "ten cuidado". Se bajó del coche al tiempo que Rosalind se reunía con ella. No la quiso decir nada del susto que había pasado.  Por primera vez, Amy  sonrió al verla, algo que agradeció grandemente y la acarició su cabeza con cariño.

— ¡Menos mal! Parece que me va tolerando . O quizás es que Rosalind le ha dado recomendaciones antes de salir— se dijo

Ambas mujeres se saludaron y Rosalind dio el nombre del restaurante al que irían  contentas.  A él se dirigieron, parloteando como cotorras: ambas estaban satisfechas de que todo se fuera solucionando, y se referían concretamente al hermetismo de Amy con ella.

No pararon de charlar durante la comida, y a ratos también intervenía la niña. Era una conversación principalmente basada en los niños, para que ella se integrara y no se sintiera aburrida. Por primera vez Amy preguntaba directamente a Fionna, algo que nunca había ocurrido, y ella se sintió alegre: se lo diría a Alex en cuanto pudiera hablar con él.  Se alegraría enormemente y todo sería más fácil con el bebe que sería su hermano o hermana ¿Qué querría ella?  Se lo preguntaría cuando se encontrara más relajada frente a la niña; sería una forma de hacerla partícipe de su  maternidad.

Fionna abonó la cuenta y salieron dispuestas a recoger a Freddy de la guardería y  esperaría a que fuera la hora de ir a buscar a Alex al aeropuerto. El coche lo tenían aparcado en la acera de enfrente, así que se dirigieron al semáforo para cruzar. En ese momento un coche venía en su dirección a una velocidad más alta de lo que correspondía . Fionna en cuestión de segundos se dio cuenta de  que era el mismo que la había estado siguiendo.  Con suma rapidez, su instinto, hizo que diera  un tirón de Amy hacia atrás, al tiempo que con el mismo impulso de sus reflejos, ella cayera al suelo.  A los gritos de Rosalind y el llanto de Amy, la gente que estaba cerca se arremolinó junto a Fionna.  El coche dio un volantazo y salió a toda velocidad de allí, pero chocando con otro vehículo que venía en dirección contraria para entrar en otra dirección, quedando ambos coches destrozados.

Rosalind desesperada pedía ayuda a una ambulancia, mientras apretaba contra ella, la cabeza inerte de Fionna y trataba de sofocar el llanto de su hija. 

Los que presenciaron todo, estaban prestando declaración a los agentes de policía tanto en donde se encontraba Fionna como en donde ambos coches chocaron. Era un ir y venir de las ambulancias y Rosalind no hacía más que repetir: "está embarazada, está embarazada".  Amy se apretaba contra su madre sin parar de llorar.

Con Alex no podía comunicarse puesto que estaba en vuelo; llamó a su marido que de inmediato se personó en el hospital al que fue conducida Fionna.  Estaba pálido, sólo abrazaba a su mujer y a su hija. No tenía palabras para consolar a la niña.

—Ve a la guardería,. Íbamos a recoger a Freddy cuando ha ocurrido todo.  Les he llamado advirtiéndoles de lo ocurrido. Ve a buscarle. Llévate a Amy y cuando sea hora recoge a Alex en el aeropuerto: llega esta noche desde Miami. No sabe nada de lo ocurrido ¡Dios mío, que no la pase nada! Ha sido terrible, y todo muy rápido, pero ella lo vió venir.  Gracias por siempre Fionna; estaré en deuda contigo. Salvó a Amy de un atropello mortal.

— Cálmate cariño. Se pondrá bien. 

— Le debo la vida de Amy, si no llega a ser por los reflejos de Fionna, estaría bajo las ruedas de ese maldito coche. Ha sido ella la que ha llevado la peor parte.  Me quedaré aquí hasta saber cómo está y que Alex llegue.  Ve con cuidado, hay un loco suelto que va a por nosotros.

— No te preocupes, ese no cometerá más atropellos. Se lo ha llevado la policía.

El avión procedente de Miami, tomó pista.  Le extrañó que fuera Alfred quién estuviera allí y no Fionna como le había prometido.  Después de saludarse, con mucha discreción, Alfred le contó lo sucedido.  La cara de Alex estaba blanca como el papel. Su mujer estaba ingresada en el hospital por  ¿un accidente?

A su cabeza llegó una letra: B. Ese era el plan B. Secuestrar o peor aún, matar a su mujer o a su hija.  Y entonces lo entendió todo.  Echó cuentas y pensó que lo que pretendían era secuestrarla y de esta forma hacer presión sobre él y que de nuevo el caso se quedara eternamente  dormido en el cajón de cualquier desaprensivo policía para siempre, o prescribirlo. Pero por pura casualidad, les salió mal.

El médico le informó que Fionna estaba bien, aunque con bastantes magulladuras, pero que el bebé seguía adelante.

— La hemos dado un ligero sedante para tranquilizarla, ya que se encontraba en estado de shock cuando volvió en sí.  Preguntaba insistentemente por un tal Alex ¿Es usted, su marido? Y,  también por Amy. Eso la alteró un poco.  Ahora descansa, pero debido a su estado, hemos preferido dejarla en observación. Si todo sale bien, como esperamos, mañana podrá irse a casa.

Al despedirse del médico, Alex se derrumbó en una silla  cogiéndose la cabeza con ambas manos.  Le daban escalofríos al pensar que podía haber perdido a cualquiera de ellas por motivos de su trabajo; no se lo podría perdonar nunca.  Hasta la salita de espera en la que se encontraba entró como una tromba Rosalind, quién le informó de todo lo ocurrido. Ambos se abrazaron y Alex rompió a llorar.

Más calmados entraron en la habitación en donde dormitaba Fionna.  Tenía una venda en el brazo y algunas gasas en uno de los lados de su cara. Emocionado la besó en la frente y muy despacio, sin apenas rozarla  acariciaba su cara. Un nudo agarrotaba su garganta. Había estado a punto de perderla a ella, y a su hijo. Los ojos se le empañaron y no podía apartar la mirada de su rostro.

—Alex, está bien. La debemos el haber salvado a Amy.  Gracias a ella y con riesgo de su vida, tuvo reflejos para protegerla.  Nunca lo olvidaré.

— Salgamos fuera y me explicas todo lo ocurrido. Alfred me lo ha contado muy por encima, pero he saberlo todo. Ese hijo de... no va a salirse con la suya.

En la salita Rosalind le explicó todo lo que ella sabía, que unido a lo averiguado, era la pieza que faltaba. Llamó por teléfono a jefatura de Nueva York,  y a su amigo, al que tenía plena confianza, y le dio una orden tajante:

— Detén a toda esa maldita familia

— ¿Qué pasa, que te ocurre? Te noto muy alterado

— Han estado a punto de matar a mi hija y a mi mujer, o secuestrarlas, no sé bien. Está en el hospital. En cuanto la den el alta, cuando estemos en casa, te llamaré y te contaré lo ocurrido.  Ahora no puedo, tengo tanta rabia dentro de mí, que sería capaz de hacer una barbaridad. En Miami está todo listo.  Posiblemente les trasladen mañana o pasado a Nueva York. Procuraré pasarme lo antes posible para entregar toda la documentación y dar por finalizado este caso. Pero ahora, detén a todos los implicados. No son tan inocentes como parecían; estaban al corriente de todo.  Date prisa, las noticias corren como la pólvora; que no se escape nadie.

—  Ahora mismo doy la orden. Tómate el tiempo que necesites.  Ya les tenemos, y créeme de esta no saldrán tan fácilmente.  Están todos, y todos, por una u otra causa, van a pasar en chirona una larga temporada.  Cuida de tu familia; ya has cumplido sobradamente. Paso la orden de detención a Maryland para que  detengan al conductor  causante del suceso. Están todos dispersos pero todos a buen recaudo. Me hago cargo de todo, Alex, no te preocupes está todo controlado.  Ocúpate de tu familia. Has hecho más de lo que podías.  Creo que tu trabajo ha terminado.

Después de dar más detalles del suceso, se saludaron despidiéndose. Ahora sería Nueva York quién tomara las riendas de todo el asunto, puesto que allí se produjo la muerte y el incendio y sus posteriores ramificaciones. Controlaba que todos estuvieran retenidos y las órdenes de los respectivos jueves, impedían que les pudieran poner en libertad. El juicio saldría bastante después, pero eso ya no les correspondía a ellos, aunque alguno tuviera que ir a declarar.  Lo importante es que el caso se había esclarecido y cerrado por la parte policial.


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