domingo, 8 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 22 - El regreso

 Faltaba un día aún para  finalizar   sus vacaciones, pero decidió partir de regreso a su casa. No quería más tropiezos con William. Pararía en algún motel de la carretera y allí apuraría el tiempo restante de libertad.  Nuevamente acudieron a su memoria los recuerdos de uno y otro; de los problemas que la aguardaban nada más entrar en casa ¿ Habría cambiado algo? Desde que se fuera no había llamado ni una sola vez a Alex, y su teléfono estaba fuera de cobertura, por tanto él tampoco había contactado con ella.Ni siquiera se había ocupado de cargar su batería. Le suponía preocupado y pensando mucho en lo que había sucedido, o por el contrario sería el principio del fin.

Pero no se había borrado de su cabeza lo ocurrido con William. De no haber tenido ese instante de claridad  ¿hubiera aceptado sus caricias? En definitiva ¿ Se hubiera acostado con él?
 Le había pillado en un momento de baja autoestima y no deseó tentar a la suerte. Cuando volviera a ver a Alex, no le podría mirar a la cara ¿ Y si él hubiera hecho lo mismo? No se lo perdonaría nunca, aunque ya conocemos las excusas que los hombres suelen dar en casos como éste: "Tú no estabas y necesitaba amor humano" 
¿Y qué pasa con las mujeres? ¿Acaso ella no lo había necesitado?  Pero pudo más el amor que tenía a su marido que cualquier otra tentación.

Reflexionó sobre lo que verdaderamente sentía, y creía haber obrado bien y con sentido común. Sintió que valía más permanecer al lado de su marido que pasar el resto de su vida añorando lo que pudo ser y no fue. Así misma se daba  el consuelo de que la niña crecería y quizá comprendiese que amaba a su padre y que no sería un obstáculo entre ambos. 

Suspiró profundamente y se dijo que habría de tener paciencia y esperar a que el tiempo lo pusiera todo en su sitio. E imaginó a Alex delante de ella, abrazándola, diciéndola cuánto la había echado de menos, y cuánto la quería.  Esas palabras junto a las caricias, la compensaría de esa semana sin él. 

Decidió seguir carretera a delante y aunque llegará de noche a su casa, sabía que los brazos de su marido la estarían esperando. Aceleró el coche. De repente se sentía impaciente por llegar cuanto antes, y se dio cuenta que, con sólo pensarlo la sangre volvía a correr veloz por sus venas.

Ni siquiera paró en alguna gasolinera para   tomar un bocadillo. Se sentía impaciente por llegar a casa. 

Anochecía cuando paró frente a la entrada estaban apagadas las luces, y tan sólo se percibía algún reflejo. Imaginó que estaría trabajando en su estudio, quizá tratando de matar el tiempo. No pudo evitar que un nudo se hiciera en su garganta, y tocó el claxon repetidas veces para que él supiera que había vuelto, que estaba allí aguardando que abriera la puerta y la apretara fuerte en un abrazo contra su cuerpo. Ignoraría lo cerca que había estado de haber cedido a una tentación, no porque siguiera enamorada de William, sino porque se sentía sola y desamparada de él. Sólo le deseaba a él. Su amor rotundo y sin fisuras. Sus noches ardientes de pasión en que abren su corazón, fuera de todo fingimiento y, por ello sabía que la amaba y que juntos superarían este obstáculo que se había cruzado en su camino. Que la mejor forma de demostrarle cuánto le amaba, era siguiendo el ritmo de su hija, y no plantearle problemas, que por otra parte estaba segura se solucionarían cualquier día.

Volvió a tocar el claxon con fuerza e insistentemente. De repente la puerta se abrió y él apareció en el umbral, con una sonrisa que le partía la cara en dos ¿ Cómo había dudado siquiera que necesitaba a alguien que no fuera él ? 
 Avanzó a paso ligero hacia ella y la abrazó como ella esperaba, con ese abrazo fuerte, rotundo, estrechándola contra su cuerpo.  Besaba su cara y se apartaba para verla, como si temiera que lo que estaban viviendo era un sueño y no real.  

Tomados por la cintura, entraron en su casa, una casa que ahora le parecía distinta, con tan sólo haber faltado de ella unos días. Como había supuesto, él estaba trabajando. La volvió a coger en brazos y comenzaba a girar siendo los dos como si de dos chiquillos se tratara.  De repente se paró como si recordara algo:

— No creas que me he olvidado que ni siquiera te dignaste llamarme ni una sola vez para saber donde estabas.  Te fuiste de muy mala manera y estaba preocupado. Que lo sepas: estoy muy enfadado contigo.

— ¿En serio? Entonces tendrás que explicarme a qué ha venido este recibimiento tan caluroso

—¿ Ha sido caluroso?  Pues no me he dado cuenta— dijo riendo y volviéndola a abrazar

— No tienes ni idea lo que te he echado de menos. Las noches tan largas y aburridas que he pasado. He estado muy preocupado por la forma en que decidiste ese viaje.  Espero que hayas encontrado respuestas a lo que te preguntaras, porque no pienso pasar ni un día más sin tí. He tenido también mis reflexiones, y entiendo por qué lo has hecho.  Nos ha pillado a los dos fuera de lugar; es algo que no esperábamos, pero te ruego que tengas paciencia.  El tiempo pasa rápido y en algún momento ella se dará cuenta de que podemos vivir todos en armonía como una familia. Por favor te pido que  ignores su comportamiento tan hostil y  sigas igual que lo estabas haciendo.  Sé que te la vas a ganar, es como un presentimiento. Pero no vuelvas más a dejarme porque tú eres muy importante para mí, lo más importante.

— Alex, todo irá bien, estoy segura. He reflexionado sobre  lo que la ocurre y, es que tiene celos. Es muy pequeña todavía y no puede comprender que puedas quererla a ella y a  mí. No te ha tenido durante mucho tiempo, y ahora le da miedo volver a perderte.  He pensado mucho durante estos días y creo que he visto las cosas más claras.  En el lugar donde estaba, me encontré con alguien que fue importante en mi vida durante cierto tiempo. Pero al verle de nuevo y comprobar que seguía lo mismo,  que produjo nuestra ruptura por la misma causa,  decidí que mi sitio estaba al lado de mi verdadero amor, del hombre de mi vida. De quién me entiende y me tolera y yo le amo y le tolero. Supe que quería estar a tu lado para siempre.

— ¿Te propuso algo?— dijo muy serio

— Abiertamente no, pero lo insinuó, y no me gustó nada. Le dejé plantado; mi sitio está aquí a tu lado, contigo y con mi familia. Amy me querrá algún día, ya lo verás.

El apetito lo habían perdido, tampoco tenían hambre.  Tan sólo deseaban una cosa: desquitarse de esa semana de ausencia. No le preguntó por el trabajo, no le preguntó por nada, ni por nadie. Sólo quería que fueran ellos dos, solos.  Era la noche del reencuentro, la más importante, la primera de su primer bache, de su primer altercado. Afortunadamente ya superado.

La tomó de la mano y como si la leyera el pensamiento, juntos se encaminaron al dormitorio. No necesitaban más palabras, ni mas indicaciones; ambos deseaban lo mismo. Se pertenecerían una vez más y se resarcirían de los días en que habían estado separados.  El mundo podía naufragar, pero estando ellos juntos, saldrían nuevamente a flote.  De golpe a su cabeza llegó la ocurrido con William, es decir lo que pretendía que ocurriese, pero esa noche quedó todo claro y borrado para siempre.

— Mañana será otro día— se dijo—. Hoy es mío y yo seré suya tan apasionadamente como queramos.  El resto puede esperar.



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