viernes, 18 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 13 - Lo extraño en el amor

Cómo explicarle lo que me llevó hasta él, no sabría por dónde empezar, puesto que ni yo misma entendía aquello que me ocurría.Sólo sé que allí me sentía tranquila y a gusto. Sus miradas intensas a veces parecieran querer decir algo, pero no terminaba de hacerlo. Notaba que estaba incómodo con aquella situación y eso me ponía nerviosa. Mientras sorbía el vino me miraba intensamente, como queriendo leer en mi cabeza. Esta actitud me desconcertaba bastante.  Le creía enfadado por haber sido tan inoportuna.  Algo flotaba en el ambiente que me intranquilizaba, y es que había sido muy ilusa al creer que le conocía, y estaba visto que no era así, que lo que yo deseara no necesariamente podría compartirlo él.

- ¿ A qué has venido Beth ?

Esa pregunta me pilló desprevenida, y tenía razón ¿ a qué había acudido a su casa?   Dejó la copa encima de una mesita, y se levantó lentamente yendo, despacio, hacia mí.  Se inclinó hasta casi rozar nuestras caras. Su proximidad, su aliento me daba de lleno en ella y hasta mi llegaba el perfume que seguramente usara después de una ducha al arreglarse, varonil, intenso.

 -Debe estar furioso, pensé , he frustrado la cita de hoy.

 Ya no aguantaba más, iba a levantarme, pero él seguía inclinado hacia mi  y no me atrevía a empujarle suavemente para hacerme sitio y poderme levantar. William me agarró de los brazos y me izó hasta que nuestras caras se juntaron y nuestras bocas también. Y fue el abrazo más profundo y desgarrador que le pude dar; ahí estaba lo que deseaba, lo que estuve deseando desde aquella noche.  La situación no había variado, sin embargo él estaba dispuesto a traspasar la línea roja que hasta hacía unos días no quiso ni pisar. ¿ Por qué aquella noche lo cortó en seco ? ¿ Qué había cambiado, y qué era lo que producía el cambio ? Todo quedó claro lo que ambos deseábamos y necesitábamos. No se precisaban palabras. Me cogió en brazos y me llevó a su dormitorio.  Todo sucedía como a cámara lenta.  Yo sabía que debía reaccionar, decir sí o no, pero decir algo.  Pero me era imposible hablar. Lo deseaba, toda yo lo pedía, pero me daba miedo que para él fuera simplemente un trámite de los muchos que debía tener a menudo.  Sin duda  sería una conquista a lograr por cualquier mujer de su entorno ¿ Cuál era su entorno?

Pero no fui alguien más. Yo lo percibía así.. Extremadamente cariñoso y amable.  Yo no sabía cómo proceder en una situación como esa, pero él me conducía lentamente, con caricias que eran la primera vez que yo recibía y notaba que mis venas ardían pero no deseaba que aquel fuego se extinguiera, al contrario que fuera más intenso. Me quitó la ropa despacio, poco a poco.  Yo no quería abrir los ojos.  Me parecía irreal todo lo que estaba ocurriendo ¿ Cómo había tenido el valor de hacer ésto ?.  Me tendió dulcemente en la cama y el también se desnudó. Abrí los ojos como platos; era un perfecto Adonis, con un cuerpo bien esculpido. No podía apartar la vista de él, y no era por morbo, sino asombrada al contemplar la figura desnuda de un hombre por primera vez, y entonces me rendí a él completamente.

Pero en su entrega, y a pesar de no tener experiencia, notaba que algo pasaba por su cabeza que no entendía, pero era algo que le torturaba. A pesar de todo,  fue increíble.   Me invadió un frenesí nunca antes sentido y le abrazaba fuertemente para que su cuerpo no se separara del mio. Y no sé si eso sería lo normal en una pareja que se une, pero en él notaba la misma sensación que yo estaba sintiendo. A penas hablaba, sólo repetía mi nombre pegada su boca a mi cara : Beth, Beth, Beth...  Nadie me llamaba así sólo él. Al escuchar mi nombre en su boca, sentí algo especial que me sacudía por dentro.  Era mitad  emoción, pero sentía que lo pronunciaba con desgarro y no con amor absoluto. No entendía aquello, no entendía a los hombres.  No sabía nada de lo que ellos pudieran sentir en un acto como el que estábamos realizando;  daba por sentado que era el amor lo que imperaba entre la pareja, pero también pensé qui quizá estuviera fingiendo algo que no sentía.

Había hablado muy claro con él y le había confesado que nunca había estado con ningún hombre. ¿ Sería por compasión por lo que ahora me hacía el amor?  Yo lo entendía como algo dulce, con palabras ardientes si se quiere, pero sobretodo con amor, y él daba la impresión de que lo hacía casi por obligación y eso además de lastimarme anímicamente, me daba infinita tristeza.  No debía estar pensando en esas cosas en aquellos momentos, pero sin embargo es lo que percibía de él´.  Sentí como una liberación cuando todo termino y se tendió a mi lado.  Me reafirmaba en lo que había percibido, al ver sus mandíbulas apretadas y sus ojos cerrados, mientras respiraba  profundamente.  No era eso lo que yo deseaba en un momento tan importante en la vida de una mujer joven e inexperta,  en su primera vez.  Y pensé que estaba acostumbrado a ello y la palabra lástima, una vez más se repetía insistentemente en mi cabeza

Cubrí mi cuerpo  y me levanté con una sensación agridulce.  Para haber sido mi primera experiencia como mujer, creo que no ha sido muy afortunada, extraña, incómoda por su parte.
Él extrañado me preguntó dónde iba sujetándome de la mano.  Pero no quería permanecer allí.  Puse un pretexto y me levanté, cogiendo mi ropa y  yendo al cuarto de baño para vestirme. En cuanto a mi, la experiencia había sido satisfactoria, pero llegó un momento en que me dí cuenta de que había sido un error.  Todo era muy artificial,  como muy rutinario  para él, aunque para mí fue extraordinario, no por el acto en sí, que también, sino por haberlo hecho con la persona de la que me había enamorado. Y recordé las palabras de Meredith a una de mis preguntas

- ¿ Cómo sabes que estás enamorada?
- Lo sabes, sin más. Cuando te enamoras de alguien, sabes en el acto que darías tu vida por esa persona, y que tu amor será para toda la vida.  No  hay libros que te expliquen por qué sucede, ni nadie que pueda darte instrucciones de como sentirte en ese estado que te hace flotar.  Lo sientes, lo sabes...

Y así me sentía yo, pero no correspondida, sino una entrometida que había estado donde no debía estar en un momento que no debió ocurrir.  Pero había ocurrido y como él dijo también:  una vez hecho no hay marcha atrás.  Y mientras yo pensaba todo eso, no me di cuenta de que estaba a mi lado y me observaba seriamente. Le dí la espalda en un acto reflejo, no quería que  viera como me vestía, pero tampoco me atrevía a decirle nada, así que permanecí de espaldas a él hasta que terminé.  No pronunció ni una sola palabra; trataba de acariciarme y acercarse a mi, pero con un ademán de la mano, se lo impedí.
No le hice ningún comentario a su comportamiento extraño en esa situación extraña, aunque solo lo fuera para mí, por la  circunstancia que lo motivo. El siguió sin moverse cuando salí de la habitación y de su casa.

En ningún momento había tratado de detenerme, ni de hablar conmigo, y eso me reafirmo más que todo había sido un puro fingimiento, como una obligación, o un favor que quiso hacerme en unos momentos de tensión para mí.  Parece ser que los hombres tienen ese privilegio, y no me gustó en absoluto.  Lo concebía de otra forma y no tan fría, y hasta comercial como había ocurrido.  Sólo faltó que le hubiera dejado unas libras en la mesilla de noche para tener el cuadro perfecto.

Y entonces me sentí dolida y avergonzada.  No le volvería a ver en mi vida.  No podría volver a mirarle a la cara porque en el caso de que sucediera encontrarme con él, pienso que recordaría esta noche, y yo sé seguro que nunca la podré olvidar. Era una mujer adulta, pero desprotegida totalmente ante este mundo tan banal y desconocido para mí.  Nadie me preparó para  ello, y lo lamentaré toda mi vida. Me sentía  la más infeliz en la tierra, cuando debía ser todo lo contrario.  Salí de su casa lo más rápido que pude.  En la calle llamé a un taxi que me llevase a mi casa y encerrarme en mi habitación, y allí llorar por todo, hasta por haber nacido

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