domingo, 20 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 20 - Hacer el amor

Y se miraron sin palabras, pero transmitiéndose lo que deseaban y ella comenzó a lanzar las señales que Michael necesitaba.  Y ella no se resistió y sus sentimientos afloraron y su entrega fue total y absoluta. Michael no se lo podía creer, y Elizabeth tampoco ¿ Cómo había ocurrido ? Hasta hacía poquísimo tiempo ni siquiera sabían de su existencia y ahora estaban ahí uniendo sus cuerpos, sus corazones, y quién sabe si no sería el preludio de unir sus vidas.  Michael la adoraba con la juventud recobrada; era un sueño para él, por fin alcanzado. Y para ella era casi nuevo todo lo que estaba viviendo.  Era el mismo ritual pero diferente, como diferentes lo eran ellos. No recordó en ningún momento otros tiempos, otras personas, sino que sabía muy bien quién era la persona que en ese momento la hacía el amor, con tanta ternura y tanta delicadeza, que sólo buscaba la satisfacción de ella por encima de todo, con suma ternura, para no dañarla, ni perturbar sus sensaciones.

 A pesar de su falta de experiencia, sabía que estaba siendo amada, adorada por ese hombre que ahora estaba a su lado, y algo,  dentro de ella la decía que era  un amor sincero y verdadero.  Que en todo momento sentiría su protección y su amor, y que  deseaba lo mismo que él a ella.  Y que difícilmente después de esta noche, podrían separarse  .  ¿Qué hechizo le había dado a beber para haber cambiado su vida tan radicalmente? Para hacer que se olvidara de todo, de todos, y hasta del mundo. Con los ojos entornados, él la miraba, buscando en su cara alguna señal que le indicara que ella sentía lo mismo que él.  Que así serían sus relaciones íntimas y que si eran satisfactorias, no había ganado la guerra, pero si una de las batallas más importantes en la vida de una pareja.  Su amor era sincero e infinito y quería transmitírselo;  había esperado mucho tiempo a ese amor por el que pierdes la cabeza y arriesgas todo a una carta.  Nunca le había sucedido con nadie, ni con su mujer, pero esta chiquilla indefensa y vulnerable, le había ganado con su dulzura y su soledad y no estaba dispuesto a renunciar a ella.  Haría todo cuanto estuviera en su mano para demostrárselo y si tenía que trasladarse a vivir a Londres porque ella no podía dejar la empresa, lo haría sin dudar, porque ahora su prioridad era vivir junto a ella para siempre.

Era una noche que nunca hubiera imaginado se desarrollase de esta forma, a pesar de que ambos lo deseaban, sino que fueron los dos a un tiempo, sin pedirlo pero con ese acercamiento tan especial que tienen dos almas conectadas.  Y se abrazo a ella fuertemente, como si fuera a escapársele y ella se recostó en su pecho.  Y así permanecieron durante un rato, sin hablar, sólo sintiendo los latidos de sus corazones.  Habían encontrado su alma gemela y no la dejarían escapar.  Michael  estaba de vuelta de muchas y  cosas y apreciaría mejor lo que tenía con ella,  y Elizabeth había vivido gran parte de su vida en soledad, y ahora, al fin tenía a alguien que la quería por ella misma. Y asintiendo levemente con la cabeza a sus reflexiones se quedó dormida entre sus brazos.

El no dejaba de mirarla, no tenía sueño, no quería perderse ni uno solo de los minutos  en que estuviera junto a ella.  Era imposible de comprender a cualquiera que no fuese él , el milagro producido al ver una revista insignificante, en un lugar insignificante, pero que había cambiado su vida totalmente, y no había hecho más que empezar, porque a partir de ahora sería todo más hermoso y distinto.  Estaba convencido de que sería su esposa;  ahora si. Y esperaría el tiempo que le pidiera, el que fuera necesario y haría todo lo que le condujera a ella para no separarse nunca.  Había conocido lo que era el verdadero amor junto a Elizabeth, la verdadera felicidad al estar juntos. El verdadero placer de pertenecerse, y lo agarraría fuerte con ambas manos para que no se le escapara. Había vuelto a la ilusión de los veinte años con ansias renovadas, pero con la experiencia de los cuarenta y pico que tenía, y habiendo conocido la otra cara de la moneda.  Había corrido sus juergas de juventud y tenia la experiencia suficiente como para conocer el verdadero amor, que en esta ocasión pasaba por su lado y debía cogerlo con fuerza, porque otra ocasión difícilmente volvería a tener.


Y el nuevo día le encontró despierto.  No se atrevía a moverse para no despertarla.  Ella se había quedado dormida apoyada en su brazo.  Repasaba mentalmente la historia de su vida que ella le contara y una oleada de ternura le invadió al pensar en esa niña de cuatro años y a la adolescente y después adulta mujer, que había crecido sola en internados con miles de preguntas sin respuesta. Con dudas que nadie le aclaraba.Lanzandola al mundo sin saber nada . Y sin embargo era un torrente de amor por dar y recibir.  merecía todo el amor del mundo, el que había recibido en contadas personas, pero él estaba dispuesto a dárselo a manos llenas, porque él mismo tenía una capacidad enorme de amar.  Tampoco él había tenido mucha suerte en el amor.  Muchas aventuras si, pero amor  de la intensidad que ahora sentía, poco o nada, inclusive el que le dió la que fuera su esposa, comparado con lo que ahora tenía fue simplemente un capricho que duró poco.
Ella se rebulló en la cama y se pegó más a él, descansando en su pecho la cabeza. Michael sonrió, la beso y trató de dormir. Había sido su primera noche juntos y sabía que daría la vida por ella si fuera necesario. ¿ Qué magia había obrado para haberse enamorado de esa forma tan profunda?  Era más cerebral, nunca lo hubiera imaginado, pero es que Elizabeth era especial y dedicaría su vida, si fuera necesario a darle todo el amor que la faltó en su joven vida.

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