domingo, 18 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 10 -Morgan & Asoc.

 De nuevo se integraba en esa compañía, aunque en la actualidad sería perteneciendo a ella y no como "busca anomalías". Después de pasar por Recursos Humanos para firmar el contrato, fue acompañada hasta su nuevo destino.

Era una dependencia perteneciente a Finanzas, en la que trabajaban cuatro personas contando con ella.  Una estancia amplia, luminosa. Con un gran ventanal con vistas a los impresionantes edificios  dedicados , en su mayoría a oficinas y demás. Cada uno de los empleados, como sucediera cuando estuvo  anteriormente,  tenía a su disposición  un escritorio individual, un ordenador y archivos. En uno de los rincones estaban situados los armarios de cada uno de ellos con sus iniciales para guardar   sus objetos personales. En la parte central de la estancia había otra puerta que se comunicaba directamente con Anthony Morgan. Diríamos que eran sus más directos colaboradores, que gozaban de su máxima confianza.

 El escritorio de Rose, vacío, estaba a la derecha de dicha puerta. Y allí se instalaría. Fue presentada a sus compañeros y procedió a organizar lo que sería su trabajo. Y como la vez anterior puso a la izquierda del ordenador, una fotografía enmarcada de sus padres. De momento no tenía nada más que los elementos de oficina que pudiera  utilizar.: bandeja de documentos, grapadora, taladradora, soporte para celo y una bandeja con bolígrafos, rotuladores y abrecartas. Y un pequeño florerito con una rosa blanca, al igual que en el resto de mesas de las compañeras femeninas. Sonrió al comprobar lo meticuloso de esos detalles.

El ordenador estaba apagado. Pulsó el encendido y salió el logotipo de la compañía. Parecía que había retrocedido en el tiempo y había vuelto al primer día que trabajó allí.

 Frente a ella, estaba el  interfono por el que seguramente se comunicaría con el despacho del "gran jefe " y el teléfono con un sin fin de letras y números que seguramente corresponderían a las distintas secciones de la empresa.

Saliendo de esa estancia, y ya en el pasillo, había otra habitación dedicada a los descansos en donde estaba situada una cafetera y una máquina de refrescos y dulces.

Lo revisó todo sin que se le escapara ningún detalle. Le parecía mentira volver a pisar aquél lugar, al que no imaginaba volver, y esta vez como empleada en plantilla y no como investigadora.

Desde el  despacho del director general no se escuchaba nada. ¿ Estaría insonorizado?—se preguntó— o quizá no estuviera.

Los que eran sus compañeros volvieron a su  trabajo, después de las presentaciones.  Ella se sentó en su sillón y esperó, sin saber cuál era su trabajo. Uno de los compañeros, le facilitó una especie de listín en el que se reflejaban las siglas de los teléfonos de cada departamento.

Iba a pulsar la correspondiente a Recursos Humanos, cuando la chicharra de su teléfono sonó de improviso. Se escuchó la voz de él, que la pedía entrase en su despacho.

Sería la primera vez que se vieran como jefe y empleada en su propio ambiente. Estaba muy nerviosa, pero estas situaciones se darían frecuentemente, ya que trabajaban prácticamente juntos. Tomó un bloc y un bolígrafo y, dando unos toques en la puerta, al otro lado se escuchó la voz rotunda diciendo.

— Pase

Ella carraspeó ligeramente y empuñando el picaporte abrió la puerta.

Estaba en mangas de camisa con los puños remangados. La corbata aflojada. Significaba que estaba enfrascado en algo que reclamaba su atención.

— ¿ Está instalada ? ¿ Tiene todo lo que necesita ?

No levantaba la cabeza para  hablarla, gesto que la ponía más nerviosa. Denotaba que estaba enfadado con ella y la violencia sería algo bastante desagradable.

— Sí lo tengo todo, menos unos pequeños detalles

— Bien, pues dígame

— No sé cuál va a ser mi trabajo. La clave para entrar en el ordenador... en fin. De momento eso es

— La clave será secreta, es decir como la otra vez. Sólo nosotros dos la sabremos, al igual que usted no sabrá la de sus compañeros. Su trabajo va ser revisar los inversores, es decir el mismo trabajo que ya realizó. Llevará la cuenta de algunos y si se da la ocasión tendrá que hablar con ellos para mejorar su inversión. Creo que no tendrá problemas, en definitiva es lo que estudió. Si tiene alguna duda, lo hablará únicamente conmigo: con nadie más. No tengo que decirla que es altamente secreto. No quiero que se repita lo de la otra vez.

— Le estoy muy agradecida por la confianza que me demuestra. Me esforzaré al máximo.  Gracias.

Anthony se la quedó mirando, y al cabo de un instante dijo:

— Sea bienvenida. Si tiene algún problema hable conmigo directamente. Dentro de un instante, y por el ordenador, le facilitaré el número de clave que habrá de utilizar siempre que tenga que transmitirme algún mensaje. Sólo conmigo. También el número de mi teléfono móvil, por si tuviera que decirme algo fuera de la oficina. Anote ambas cosas en un lugar que sólo usted conozca y que pueda localizar si se le olvidara. Si hay que cambiar algo, lo hablará conmigo solamente. ¿ Entendido ?

-—Si, desde luego

— Bien pues ahora vaya a su sitio y procedo a enviarle los datos. Si tiene alguna duda, la repito de nuevo: hable conmigo. Con nadie más

— Perdone, pero si acaso usted estuviera ausente ¿ cómo puedo contactar ?

— Le he dicho que la pasaré el número de mi teléfono. Si se da la ocasión llámeme a la hora que sea y ya lo solucionaremos. ¿ De acuerdo ?

— Si señor, entendido

-— Bien puede irse

Como dos extraños. Sin una sonrisa, Sin apenas mirarla. Como si fuera la primera vez que se vieran. Como si no hubiera existido aquella conversación. Frio y hermético. 

Seguro que la vendrían miles de dudas a la cabeza que, ahora por los nervios no sabría. Le había dejado muy claro que con nadie, excepto él, debía saber nada de lo que ella hiciera. En fin, trataría de resolver sobre la marcha.

Cuando salió del despacho, con miles de dudas, tenía sobre su escritorio un dosier en el que se veía claramente: Confidencial. ¿ Sería ese el trabajo que la había indicado. Se sentó y procedió a abrir la carpeta. Efectivamente, eran los informes sobre los que tenía que trabajar. Carraspeó discretamente, y se dispuso a comenzar su jornada.

Encendió el ordenador, y ante ella estaba un número de clave y el de su teléfono. Ambas cosas las anotó en su móvil y en otra zona más, con a su vez otra clave,   difícil de identificar y, como le había indicado los borró de inmediato. Haría una prueba para ver si era todo correcto.

Pulsó el número interior de él y su respuesta fue inmediata con su voz y con su imagen

-—Lo siento, es una prueba por ver si lo hacía correctamente

— Está bien, no se disculpe. Es lo correcto. Ahora marque el móvil

Y al igual que con el ordenador, su voz saltó desde el móvil a su cabeza. Sutilmente, le había dado su número ¿ Qué esperaba una llamada particular? ¿ Lo había hecho con esa intención?

— ¿Tiene alguna duda? Que seguro tendrá

— Cuando he salido tenía sobre mi escritorio una carpeta ¿ Quién la dejó allí?

— Di la orden cuando vino a mi despacho. No se preocupe. Póngase con ello  en cuanto pueda. La llevará unos días acostumbrarse a su nuevo cometido, pero es una chica lista. Lo captará enseguida. La repito si tiene alguna duda, llámeme a la hora que sea.

— ¿ Incluso de noche?

— ¿ Qué es lo que no ha entendido? Si le digo a la hora que sea, pues se entiende que es también por la noche

—- Perdón. No le molesto más

— No me molesta. Prefiero que me pregunte mil veces a cometer errores.

— Gracias lo tendré en cuenta.

Esa extraña conversación la violentó aún más. No la tuteaba, como por otra parte era normal, tratándose de un superior a un subalterno. Pero pensó en la última vez que estuvieron juntos lo distinto que se mostró: simpático, accesible e incluso sugiriendo algo. Lo desechó de inmediato: eran imaginaciones de ella..

Y se enfrascó en su tarea  concienzudamente.

   

RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora: rosaf9494quer
Edición:Abril 2021
Ilustraciones: Internet

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