sábado, 17 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 9 - Sensaciones contrapuestas

 Emprendió el regreso hasta donde había aparcado el coche. Iba dándole vueltas en la cabeza a su declaración y a la respuesta que había recibido que, por inesperada, le había sorprendido. Nunca había obtenido un rechazo tan frontal como el que acababa de tener.

Estaba acostumbrado a que las mujeres se acercaran a él. Era un presuntuoso al pensar que siempre sería así. No se dió cuenta hasta ese momento, de que hay mujeres que prefieren una comunicación en primer lugar, conocerse y, si llegan a un acuerdo, iniciar una relación. Pero para eso se necesitaba estar enamorado ¿ lo estaba ? 

Sentía atracción hacia ella por su inteligencia, su sensatez y por la extraña manera en que la conoció.  ¿Era simple admiración por su eficiencia. Agradecimiento por haberle salvado del desastre de la pérdida de muchos millones? Todo eso ¿ era suficiente?

No, no lo era. Simplemente era una manera de conseguir la atención de una mujer peculiar muy distinta a la que normalmente frecuentaba. Y reconoció que tenía razón: iban a trabajar juntos, y por mucho que hubiera sido él quién tomo la iniciativa de la relación, sería ella la criticada, la "trepa" a costa de meterse en su cama.  Porque en realidad lo que deseaba era eso. ¿ Era eso lo que deseaba, o es que una cosa llevaba a la otra?

Sin darse cuenta, había llegado hasta su coche. Se metió en él, y, aún tardó un rato en arrancar. El rechazo de Rose Marie, le había descolocado. Sería mejor volver a su vida, a la anterior a que ella apareciese .

Pero ella, también estaba sorprendida  por la declaración de Anthony. Ni por lo más remoto lo hubiera imaginado. Cierto era que, a pesar de ser muy educado, con ella se mostraba cortés, quizá demasiado. Lo que nunca imaginó es que pudiera causar  admiración. Se consideraba una mujer práctica, pero de lo más corriente. Alejada en extremo de las mujeres que él debía  frecuentar. Se dió cuenta de las dudas que había tenido ante su pequeño guardarropa para elegir el vestido que fuera adecuado para la cita que tenía esa noche. Si hubiera una segunda, cosa que no creía, tendría que repetir el mismo modelo, ya que no había otro adecuado para eso.

Él era un hombre elegante, que se desenvolvía en las altas esferas y, por consiguiente sus compañías femeninas, van acordes con su estilo.

— Mírate. Tienes dos vestidos, unos vaqueros, tres faldas y alguna que otra blusa y jersey. ¿ En serio cree que puedo ir con él a esos restaurantes como en el que hoy hemos cenado? Desengáñate: te está tomando el pelo, o quiere que te acuestes con él. Y si eso sucediera, se cansaría de ti a la segunda vez. Has estado fenomenal al rechazarle de plano. No es hombre para ti.

— Pero el caso es... Me gusta ¡ claro que me gusta ! ¿ A quién no? Pero de ahí a... Mucho me temo que en ese empleo voy a durar poco, muy poco.

Y esa sensación, la disgustó. Había pasado una noche estupenda.

 Hizo que olvidara su estatus tan distinto al de él. Al principio estaba nerviosa, violenta. Creyó que iban a hablar de trabajo y no de vida privada. Pero consiguió que se olvidara que estaba cenando con su futuro jefe, hasta que...

Al llegar a este punto, movió la cabeza negativamente, lamentó al mismo tiempo el cariz que había tomado el final de esa noche extraordinaria, mágica, a la que no estaba acostumbrada. Sabía que se moriría de vergüenza cada vez que le viera, porque sabía que le había sentado fatal su negativa.

— De haber dicho que sí, seguro que a estas horas, estaríamos los dos en la cama haciendo... Bueno lo que se hace en estos casos. Eso es lo que él buscaba. Pero ¿ por qué yo ? Me gustaría conocer a alguna de sus "elegidas". Seguro que son mujeres elegantes, con clase... Bueno, dejemos el tema. He de centrarme en el lunes.

El lunes había llegado demasiado pronto, según los nervios de Rose. 

Se esmeró en su atuendo, en el que, por otra parte, no había mucho en lo que elegir. Y se puso un traje de chaqueta de color gris y una blusa blanca. Se maquilló un poco y peinó su cabello con esmero. Echó una última mirada al espejo, y decidió que se había terminado el ritual. Tendrían que verla a diario y viendo lo extenso de su guardarropa, tendría que echar mano de lo que poseía, así que hoy era una excepción. Cogió su bolso y miró el reloj. Iba con tiempo suficiente para ser puntual en su primer día de trabajo.

Por su parte Anthony, se había levantado malhumorado. No había dormido bien y eso repercutía, no sólo en su cansancio, sino también en su humor. Sabía perfectamente a qué se debía.

— Evitaré por todos los medios el verla. Aunque creo que hoy, será inevitable. ¿ Me pesa haberle ofrecido el puesto de trabajo? Por un lado sí, en la parte afectiva, con su rechazo. Pero por otra, no, porque necesito profesionales de su valía a mi alrededor. No quiero que vuelva a ocurrirme lo pasado. Procuraré evitar su presencia al máximo, más por incomodidad de ella que por mi.

-Pero va a ser difícil trabajando prácticamente en el mismo despacho. Pienso que será cuestión de acostumbrarse. Dejar pasar unos días, y después... Ya veremos. Vayamos paso a paso. Afrontemos el día de hoy; después ya se verá.

Tragó saliva, insufló aire a sus pulmones, detenida ante la fachada del edificio que sería a partir de hoy, su lugar de trabajo.

Tenía que personarse en Recursos Humanos y de allí,. una vez formalizado su contrato, la destinarían a su planta, o despacho en el que trabajaría.


Según la indicó, tendría que personarse en la planta cuarta y allí la acompañarían  hasta la que sería su lugar de trabajo. Así lo hizo y, tras esperar unos minutos en el vestíbulo de la planta, salió Henry, el director de Recursos Humanos.
La saludó amablemente, pues ya se conocían del tiempo que trabajó en esas oficinas. En aquella ocasión supo que era pariente de Anthony, por lo que tenía un ligero parecido con él.

Amablemente la tendió la mano en un saludo afectivo. Hizo que se sentara en su despacho. La explicó en qué consistiría su trabajo y las condiciones del contrato.
Todo eso ya lo sabía porque el mismo Anthony se lo explicó en la cena que tuvieron. Nada nuevo que no supiera. Procedió a su firma  y nuevamente la acompañó hasta su lugar de trabajo. Sería en la planta octava , anexa al despacho  de Anthony. Y eso era lo que la ponía más nerviosa. Por fuerza tendrían que verse, aunque pensó que se acostumbraría a ello. Decidió no volver a pensar en la declaración. Su sueldo era bueno y confiaba  en que no tendría contacto directo con él, ya que a lo que ella estaba destinada era simplemente contrastar datos entre otras cosas.
Para su trato más directo, estaba la secretaria particular de él: Susan. Ya la conocía de la otra vez, y había charlado en un par de ocasiones con ella  cuando estuvieron por primera vez. Al menos tenía una cara conocida. a su lado.

Así transcurrió su primer día. Se le había hecho corto, ya que la tarea encomendada absorbía toda su concentración. A él no le había visto, a pesar de que sabía que estaba en su despacho y que de vez en cuando reclamaba la presencia de Susan. Pero ni siquiera en la cafetería cuando bajo a comer, coincidió con él.

Respiraba tranquila, pero no sabía si eso sería a diario, o que Anthony eludía su encuentro. Ya se vería en el transcurrir de los días.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora< rosaf9494quer

Edición> Abril 2021

Ilustraciones< Internet


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