jueves, 15 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 7 - Una velada agradable

 Ambos estaban sorprendidos al verse frente a frente. No es que se vieran por primera vez, pero había sido   en situaciones muy distintas, aunque su anterior cita, fue agradable. Había pasado algún tiempo. La expresión de ella era de timidez, la de él de sorpresa, agradable, muy agradable.

Seguía sin saber el porqué de la atracción hacia ella. No es que tuvieran mucha confianza, ni tampoco frecuencia para verse. Todo derivaba de los quince días que estuvieron en su oficina desentrañando la trama tejida  para la malversación de fondos. Pensó que posiblemente era admiración por la sagacidad de esa muchacha y la inteligencia que poseía y de la cuál no era consciente.

Estaba guapísima, elegante, muy tímida. Llevaba un vestido sencillo, pero al mismo tiempo elegante, porque precisamente la elegancia radica en eso: la sencillez. No llevaba joyas; creyó que no las tendría. Unas perlas pequeñas en las orejas y un pequeño collar también del mismo material, de una sola fila  en el cuello. Se había maquillado ligeramente, resaltando los ojos. En general estaba preciosa.

Anthony, quizá no esperaba que resultara tan bien ¿ Por qué ? En realidad más o menos arreglada la vió una sola vez: en esa noche que cenaron juntos.  Pero en esta , se la veía magnífica. 

Era como si, ahora,  presintiera que sería una reunión de "negocios", ya que iba a proponerla se uniese a su empresa. Ya veríamos al final de la reunión si ella aceptara.

Se saludaron estrechando sus manos. En la de él, al sentir la de ella, notó que estaba algo temblorosa. Pensó que sería porque no tenían mucha confianza y era algo violento para ella. Además pensaba que no era una reunión de amistad, sino de negocios; algo más frío.

Anthony estaba encantado de la vida de volverla a ver. Ni él mismo entendía el porqué de esa impaciencia por iniciar la conversación, no de lo que les había llevado a ese restaurante, sino porque presentía que iba a ser una reunión trascendental, e ignoraba el porqué. 

La miraba de vez en cuando de frente, y no podía evitar recordar la imagen de ella en el aeropuerto, tan desgarradora. Instintivamente acariciaba el anillo. Era un gesto que, seguramente haría en más de una ocasión, pero que le unía a ella desde que supiera que le había reconocido por él.


—¿ Te apetece una copa ? - la preguntó para romper un poco la tensión que ambos tenían.

— Sí, por favor. Lo que tú tomes estará bien - respondió

Anthony la miró sonriente . La veía tímida, nerviosa. No sabía que imponía tanto a esta muchacha. Trataba por todos los medios que se relajase. Lo que deseaba era que ambos disfrutaran de la velada. Él deseaba estar con ella; le era simpática y en cierto modo la estaba agradecida por el buen trabajo que hizo.
Iba a pedirla que se integrada en su financiera, no porque le fuera simpática, sino porque era una mujer muy valiosa e inteligente, y admiraba a las personas que  no eran superficiales, sino responsables de la tarea que les encomendó y que gracias a ellos, recuperaron en parte todo lo evadido.

No sabía cómo hacérselo notar. Pero también tenía sus dudas al respecto. ¿ La admiraba sólo y exclusivamente por su valía como profesional, o como a una bonita mujer?

Precisamente no es que le faltaran mujeres a su alrededor, pero quizás ella, por ser más comedida, le atraía bastante más, que las sofisticadas amigas que tenía. Sabía que personas como ella, la frivolidad no entraba en su  forma de ser, y eso es lo que más valoraba: la verdad. La opinión certera de lo que pensaran sin mirar que estaban hablando ante un gran emprendedor. Porque era cierto que lo era, y con bastante dinero, pero él sólo lo había conseguido, ya que su familia se oponía a ello. Su destino estaba más en las altas esferas, pero no mercantiles o financieras, sino en la política.  Pero él se negó en redondo; no ambicionaba tener poder, sino que lo que consiguiera pudiera ayudar a alguien, pero no a incrementar el capital, sino a distribuirlo mejor y más equitativamente.

El camarero, depositó las copas en la mesa y tras unas palabras para romper el hielo, se dispusieron a elegir el menú. Ella declinó elegir nada: se lo dejó a él.

— ¡ Qué nerviosa está ! En lugar de pasar una buena velada, parece un suplicio para ella. ¿ De qué debo hablar para que no se sienta incómoda? Espero que  con   un coctel se abra un poquito más. Espero encontrar las palabras adecuadas para ganar su confianza. ¡ Por amor de Dios ! Somos de la misma edad... Aunque reconozco que no es la primera vez que me ocurre.  En fin, a ver cómo se me da 


Y efectivamente como lo había pensado, ella,. al terminar su copa, se la veía más relajada, algo que hizo suspirar a su compañero de mesa. Suspiró aliviado. Era la primera vez que le ocurría algo a sí , y esta forma de comportarse, influía también en él, que no sabía por dónde empezar.

Apenas se conocían, simplemente del trabajo y, por tanto era difícil conocer sus gustos personales con el fin de poder comentar algo de... música, cine, teatro... por ejemplo.
Era la primera vez que le ocurría estar cortado por una mujer; era todo lo contrario. Se vanagloriaba de tener una charla envolvente que agradaba a las mujeres, pero claro, que esta situación era diferente.

Era él quién estaba sugestionado por esta sencilla muchacha que le miraba a hurtadillas y sonreía, posiblemente algo envalentonada por el alcohol que contuviera el entrante.

Buscaba en su cabeza rápidamente algo que le hiciera iniciar la charla. Sabía que una vez roto el hielo todo sería más fácil. A pesar de la violencia del comienzo de su encuentro, deseaba estar con ella. Sabía que en algún momento la sonsacaría algo para conversar . Estaba asombrado de verse en esa situación: era la primera vez que le ocurría. Desconcertado decidió abordar la situación y al mismo tiempo dar pie para que ella  también se desbloqueara. Era una mujer de difícil carácter, o al menos así lo veía

— Te noto incómoda ¿ Es por mí ? ¿ Qué te ocurre ? Creí  que pasaríamos una noche agradable, pero pienso que estás aquí sentada, frente a mí, obligada. Es más creo que saldrías corriendo ahora mismo. ¿ ¿Tan antipático te resulto?

Ella abrió los ojos desmesuradamente ante la petición de Anthony.

— ¡ No, en absoluto ! Me impones mucho respeto, pero al mismo tiempo te admiro. No suelo salir con antiguos clientes; eso es lo que me ocurre.

— Pero yo no soy un cliente. Pretendo ser tu jefe. Aunque en realidad esto último no resulta muy bien. Si te intimido como amigo, no quiero ni pensar cómo será siendo jefe. No me como crudo a nadie ¿ ¿sabes?



— Lo siento si  he dado esa impresión. Nada más lejos de la realidad. Solo que... Tienes una personalidad arrolladora y yo soy... bueno ya me ves

— Cierto, te veo. Y por eso mismo es que estamos sentados en un restaurante uno frente al otro. Me interesas, pero no sé si será acertado lo que voy a proponerte. Quiero que trabajes para mí, para mi empresa. Eres una de las personas más capacitadas que conozco, y  procuro rodearme de los mejores profesionales. Aunque en algunas ocasiones no he tenido mucho éxito. William te debió decir algo.

— Me lo dijo, pero debía esperar a que fueras tú quién me lo propusiera. Y bien, me interesa; ahora deseo saber en qué condiciones he de trabajar y en concepto de qué

— Eres muy profesional y eso me gusta. Estarás en la sección de finanzas, en mi departamento haciendo consultas sobre inversiones. Es decir: mi mano derecha. Necesito en ese puesto gente de confianza.

—  Pero apenas me conoces. No sabes si seré...

— ¿ Buena? Si lo serás. Lo sé. Tengo confianza en ti y en mi "ojo clínico". Fija tú misma el salario

— Eso no puedo hacerlo. No seas tan confiado con la gente, o seguirás llevándote sorpresas.

— ¿ Qué te parece si te pasas por la oficina y sobre el terreno terminamos de discutir el tema? Disfrutemos de la noche; seamos dos amigos y olvidemos el trabajo, siquiera por un día

— De acuerdo, me parece bien.

— Bien, pues relajémonos. 


  RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora< rosaf9494quer

Edición< Abril 2021

Ilustraciones: Internet

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