martes, 20 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 12 - Mesa y mantel

 La discreción, el deber y agradecimiento, no la dejaban vivir. Comprendía que era una situación muy difícil. Seguramente la familia estaría reunida y no deseaba entrometerse. Pero al mismo tiempo algo la decía que lo correcto era hacerlo.

Al llegar a su casa, extrajo de su bolso el teléfono móvil y buscó el icono en el que había dejado su número privado. No creía  fuera a soltar algún exabrupto por la llamada. Pensaba que debía hacerlo siquiera por cortesía. 

Tardó un instante en contestar, y por el tono de su voz, dedujo que todo estaba mal, muy mal:

— Perdón señor Morgan si le molesto, pero deseaba saber cómo estaba su madre.

Él tardó en responder, pero al fin, con voz cansada, respondió:

— No te disculpes. Agradezco tu llamada. Necesitaba escuchar una voz amiga. Mi madre falleció anoche. Tranquila y en paz, rodeada de su familia. Pero... se ha ido.

— Lo lamento muchísimo. Sé por lo que está pasando y me gustaría ayudarle, pero no sé cómo. ¿He de informar en la oficina ?

— No hace falta. Acabo de hablar con Henry.Él os informará a todos. Te agradezco la llamada; necesitaba escuchar tu voz. En cuanto reciba sepultura, volveré al trabajo.


— Descanse durante unos días. Haga un viaje fuera de ese entorno. Le costará asimilar la pérdida, Por la oficina todo va bien. Hágame caso: sé cómo se siente.

-No sé cómo me siento. Vacío y como si estuviera solo en el mundo. Mi madre era especial para mí; siempre lo fue. Tú también eres especial. Lo digo por la llamada y... en fín por todo, aunque sé que me tienes miedo. Y no lo entiendo, porque sería incapaz de hacer daño, a sabiendas, a nadie, y mucho menos a tí. Eres importante.

No sabía qué decir, ni qué argumentar. ¿ Era una declaración? No lo pensaría si fuera  la primera vez que se lo insinuara, pero lo había dejado claro con anterioridad. Ella deseaba estar allí junto a él, pero eso si que sería una intromisión, puesto que no tenían ningún lazo que les uniera y además era una extraña para el resto de la familia. Pero sí sería más amable con él cuando regresase. Le iba a costar meses superar la pérdida; ella tenía esa experiencia y aún, a pesar del tiempo transcurrido,  no lo había superado.

Al día siguiente, Henry, de Recursos Humanos informó a los empleados que la madre del director había fallecido. Que ese había sido el motivo del viaje repentino y que tardaría unos días en volver.

Rose lo escuchaba apenada, pero no fue una sorpresa para ella, puesto que lo había sabido de primera mano. Pero a pesar de conocer la noticia desde la noche anterior, aún la sobrecogía la forma en que se lo comunicó y lo afectado que le notó. Posiblemente tendría más afinidad con la  madre que con el padre . Además la enfermedad que se la llevó, también debió ser dura. 

Mientras escuchaba todo, se le vino a la cabeza la imagen de su madre. Iría a visitarla en ese fin de semana. Sólo nos damos cuenta de lo que les necesitamos cuando les perdemos. Aprovecharía que la de ella estaba viva.

La diría cuánto la quería y que deseaba que vivieran ambas juntas y no separadas. Pero sabía y respetaba la intención de su madre. Estaba apegada a esas cuatro paredes que formaban su hogar, el que había compartido con su marido, y juntos había formado esa familia de tres.

Todos lamentaron las noticias que, Henry, les estaba dando referente a la madre de su jefe. 

Todos le apreciaban y, al desconocer lo ocurrido en su vida privada, les pilló de sorpresa. Rose permanecía callada, puesto que ya sabía lo sucedido.

En ese fin de semana viajó hacia Irlanda . Sentía que debía demostrar a su madre el inmenso cariño que la tenía. Ella era toda la familia que le quedaba. Y fue una sorpresa para su madre,  porque no la esperaba. La vió bien, aunque algo más delgada y en su cara se reflejaba un halo de tristeza. 

La puso al corriente de todas las novedades surgidas en su vida, y lo emocionada que estaba en su nuevo trabajo. Era lo que había ambicionado desde que estudió la carrera, y al fin sus sueños se habían cum,plido.

No comentó nada a lo sucedido a su jefe. Sabía que si lo hiciera avivaría la tristeza en ella y deseaba con todas sus fuerzas que, al menos durante el fin de semana, olvidase su soledad.

A fuerza de ruegos, la convenció salir a comer fuera de casa y quién sabe si pudiera llevarla a un cine, aunque era mucho suponer. Consiguió que volviera a arreglarse como cuando salía con su padre y, ese simple deseo, hizo que brotara unas lágrimas en los ojos de su madre. Sin duda echaba de menos otro tiempo.


Rose charlaba animada y ambas  disfrutaban de la conversación. Era la primera vez que salían juntas desde que su padre faltara y, aunque sabía que su madre hacía de tripas corazón, intentaba por todos los medios distraerla.

Esperaban el postre y con él tomarían un Baileys, bebida que  encantaba a las dos, y además se sentirían algo "más alegres".

A sus espaldas, entraba en aquel instante un hombre alto que hizo desviar la atención  de la madre de lo que ella charlaba en ese momento.

Rose cortó la conversación al comprobar que no la estaba prestando atención, y que algo o alguien retenía su curiosidad:

— ¿ Qué te ocurre? ¿ Qué miras con tanta curiosidad?

El interés despertado por su madre, hizo que Rose volviera la mirada, y entonces le vió, aunque él no había reparado en ella. Estaba hablando con el maitre pidiendo una mesa. Iba solo, sin pareja ni nadie que le acompañara. Le encontró algo desmejorado y de su rostro se había borrado el gesto de amabilidad que siempre mostraba. Ahora tenía las mandíbulas contraídas y el gesto hosco, muy distinto a lo amable que fue hacía unos días.

- Es mi jefe, mamá — dijo

— Hija mía es guapísimo. ¡ Menuda planta tiene !

— Sí, lo es. Me extraña que esté aquí. Sé que su familia vive en Irlanda, pero pensé  que quizás en Dublín.

— ¿ No decías que se había muerto su madre?

— Así es. Por eso es que me extraña que ande por aquí. Estaba muy afectado cuando le llamé para interesarme por ella

— Llámale. Invítale a nuestra mesa

— Si nosotras hemos terminado. Igual desea estar solo

— Vamos. Llámale. Si se da cuenta que estamos aquí y no le hemos saludado, lo tomará a mal.

Pero no tuvo necesidad. Anthony paseaba la mirada por el salón cuando ella se levantó para ir a su encuentro.

— Señor Morgan ¡ qué sorpresa ! Nosotras estamos en aquella mesa. ¿ Desea acompañarnos?



— Muy amable Rose, pero no deseo interrumpir

— No lo hace. Y le presentaría a mi madre. Casi hemos terminado. No interrumpe nada

— Se lo agradezco. He decidido seguir sus consejos. En casa me ahogo. Bueno imagino que  a tí te pasó igual. De acuerdo no hagamos esperar a tu señora madre.

Y tras las presentaciones,se sentó y los tres disfrutaron de la charla de Anthony, que como ya sabemos es variada e interesante. Al menos había olvidado la muerte de su madre, siquiera por unas horas. Rose le miraba con curiosidad, en su cabeza aún resonaban las palabras de su madre ¡ Qué guapo es ! Y nuevamente, había dado de lado los formalismos y la había tuteado. Fórmula que ella no  adoptaría; era pronto y además su jefe. No. Seguiría como hasta ahora, al menos hasta que él no se lo pidiera.

RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora< rosaf9494quer

Edición: Abril 2021

Ilustraciones: Internet


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES