La discreción, el deber y agradecimiento, no la dejaban vivir. Comprendía que era una situación muy difícil. Seguramente la familia estaría reunida y no deseaba entrometerse. Pero al mismo tiempo algo la decía que lo correcto era hacerlo.
Al llegar a su casa, extrajo de su bolso el teléfono móvil y buscó el icono en el que había dejado su número privado. No creía fuera a soltar algún exabrupto por la llamada. Pensaba que debía hacerlo siquiera por cortesía.
Tardó un instante en contestar, y por el tono de su voz, dedujo que todo estaba mal, muy mal:
— Perdón señor Morgan si le molesto, pero deseaba saber cómo estaba su madre.
Él tardó en responder, pero al fin, con voz cansada, respondió:
— No te disculpes. Agradezco tu llamada. Necesitaba escuchar una voz amiga. Mi madre falleció anoche. Tranquila y en paz, rodeada de su familia. Pero... se ha ido.
— Lo lamento muchísimo. Sé por lo que está pasando y me gustaría ayudarle, pero no sé cómo. ¿He de informar en la oficina ?
— No hace falta. Acabo de hablar con Henry. Él os informará a todos. Te agradezco la llamada; necesitaba escuchar tu voz. En cuanto reciba sepultura, volveré al trabajo.
-No sé cómo me siento. Vacío y como si estuviera solo en el mundo. Mi madre era especial para mí; siempre lo fue. Tú también eres especial. Lo digo por la llamada y... en fín por todo, aunque sé que me tienes miedo. Y no lo entiendo, porque sería incapaz de hacer daño, a sabiendas, a nadie, y mucho menos a tí. Eres importante.
No sabía qué decir, ni qué argumentar. ¿ Era una declaración? No lo pensaría si fuera la primera vez que se lo insinuara, pero lo había dejado claro con anterioridad. Ella deseaba estar allí junto a él, pero eso si que sería una intromisión, puesto que no tenían ningún lazo que les uniera y además era una extraña para el resto de la familia. Pero sí sería más amable con él cuando regresase. Le iba a costar meses superar la pérdida; ella tenía esa experiencia y aún, a pesar del tiempo transcurrido, no lo había superado.
Al día siguiente, Henry, de Recursos Humanos informó a los empleados que la madre del director había fallecido. Que ese había sido el motivo del viaje repentino y que tardaría unos días en volver.
Rose lo escuchaba apenada, pero no fue una sorpresa para ella, puesto que lo había sabido de primera mano. Pero a pesar de conocer la noticia desde la noche anterior, aún la sobrecogía la forma en que se lo comunicó y lo afectado que le notó. Posiblemente tendría más afinidad con la madre que con el padre . Además la enfermedad que se la llevó, también debió ser dura.
Mientras escuchaba todo, se le vino a la cabeza la imagen de su madre. Iría a visitarla en ese fin de semana. Sólo nos damos cuenta de lo que les necesitamos cuando les perdemos. Aprovecharía que la de ella estaba viva.
La diría cuánto la quería y que deseaba que vivieran ambas juntas y no separadas. Pero sabía y respetaba la intención de su madre. Estaba apegada a esas cuatro paredes que formaban su hogar, el que había compartido con su marido, y juntos había formado esa familia de tres.
Todos lamentaron las noticias que, Henry, les estaba dando referente a la madre de su jefe.
Todos le apreciaban y, al desconocer lo ocurrido en su vida privada, les pilló de sorpresa. Rose permanecía callada, puesto que ya sabía lo sucedido.
En ese fin de semana viajó hacia Irlanda . Sentía que debía demostrar a su madre el inmenso cariño que la tenía. Ella era toda la familia que le quedaba. Y fue una sorpresa para su madre, porque no la esperaba. La vió bien, aunque algo más delgada y en su cara se reflejaba un halo de tristeza.
La puso al corriente de todas las novedades surgidas en su vida, y lo emocionada que estaba en su nuevo trabajo. Era lo que había ambicionado desde que estudió la carrera, y al fin sus sueños se habían cumplido.
No comentó nada de lo sucedido a su jefe. Sabía que si lo hiciera avivaría la tristeza en ella y deseaba con todas sus fuerzas que, al menos durante el fin de semana, olvidase su soledad.
A fuerza de ruegos, la convenció salir a comer fuera de casa y quién sabe si pudiera llevarla a un cine, aunque era mucho suponer. Consiguió que volviera a arreglarse como cuando salía con su padre y, ese simple deseo, hizo que brotara unas lágrimas en los ojos de su madre. Sin duda echaba de menos otro tiempo.
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Autora< rosaf9494quer
Edición: Abril 2021
Ilustraciones: Internet
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