Y hasta allí se dirigió, con bastante tiempo de antelación, incluso lo hizo antes que su jefe, con quién trabajaría codo con codo. Lo prefería así. Al entrar en el vestíbulo se quedó impresionada. Era un edificio muy grande, con muchos pisos y cada uno de ellos dedicado a un determinado despacho. Se vió pequeña comparando su oficina con la monstruosidad del edificio que les había hecho el encargo. Había algo que no comprendía ¿ Cómo una compañía tan fuerte como esta, precisaba de los servicios de una administración tan pequeña?
Siempre había soñado con trabajar en una financiera como esta, sin embargo el hombre propone y Dios dispone, y lo suyo, al querer ser independiente, la obligó a aceptar el trabajo más modesto, pero de gran importancia por su buen nombre entre las financieras. Nunca les faltaba trabajo por parte de ellas, lo que les daba garantías de continuidad y no sólo durante la época de las declaraciones de renta.
Suspiró profundamente y preguntó en recepción a donde debía dirigirse para incorporarse a su lugar de trabajo. La indicaron la planta octava, y allí de nuevo la mostrarían el despacho. Subió en el ascensor junto con otras personas y la dejó en la planta indicada. Había un largo pasillo y al final una puerta de cristal opaco con letras doradas muy grandes indicando el departamento en el que estaban: "Finanzas"
No veía a nadie por ningún lado, así que decidida empujó la puerta y a la derecha de ella, a unos pasos, de nuevo un mostrador con una señorita y ordenadores. A ella le preguntó, haciendo referencia a lo que había venido. Y por fin la condujeron hacia otra puerta al final de otro largo pasillo. El despacho estaba perfectamente acomodado con dos escritorios, un armario y un ordenador en cada mesa con fotocopiadora en un rincón. En las paredes diáfanas, impolutas, había unos cuadros de una marina, preciosos. Pero daba la impresión de que estaba oculto, o quizá lo hubiesen habilitado para el trabajo que iban a realizar, que sería lo más probable, para que nadie les interrumpiese. Probablemente, por eso estaba escondido, en el último rincón de aquél largo pasillo.
Encendió los ordenadores y en la pantalla apareció el fondo de escritorio con el logotipo de la empresa.
Hasta que no llegara su jefe no quería disponer de ninguno de los escritorios , así que se asomó la gran ventanal que tenían, desde el que se divisaba el paisaje de grandes edificios de la City. Consultó su reloj y pensó que aún tardaría William en llegar. Quizás ella había sido demasiado previsora. Esperaba impaciente, estaba nerviosa, y daba vueltas sin parar por la habitación. Al fin la puerta se abrió. La figura de un hombre alto, magníficamente vestido, con una amplia sonrisa, mitad galantería y mitad asombro, tendió su mano y se presentó a Rosemary.
— Buenos días señorita. Mi nombre es Anthony Morgan, director gerente de estas oficinas. Compruebo que aún no ha llegado William. No tardará. ¿ Quiere tomar algo ?
-—No, muchas gracias. Mi nombre es Rosemary Spencer. Cierto, no tardará es muy puntual, seguramente el tráfico...
Cinco minutos después, llegó William. Se excusó ante Rosemary y por ella supo que el director había estado allí.
Procedieron a tomar su sitio y comenzó a organizar su escritorio mientras William iba en busca del gran jefe para concretar lo que en verdad deseaba de ellos. Rosemary puso sus bolígrafos, la foto de sus padres que siempre iba con ella, sus gafas de cerca, el móvil y la botella de agua. El ordenador permanecía abierto en el fondo de escritorio. Imaginaba que no podría entrar a la red sin antes poner una contraseña, que habría de ponerse de acuerdo con William, ya que debía ser exclusivamente para ellos y además muy, muy secreta. Imaginaba que sería algo relacionado con la compañía, pero lo que más la extrañaba es que fuera una auditoría de la empresa misma. ¿ Qué ocurría, no se fiaban de sus propios auditores que necesitaban a alguien de afuera? Lo comentaría con William por si él pudiera aclararle algunas dudas.
Se impacientaba pues se demoraba en volver a su despacho. Creía que se alargaba la charla con el jefe supremo debido a que se conocían desde hacía tiempo y seguramente estaban poniendo al día sus novedades. Al cabo del rato regresó con una carpeta bajo el brazo y el semblante algo contraído. Por lo que le conocía, sospechó que algo le preocupaba y era relacionado con el trabajo que debían comenzar cuanto antes.
Se lo explicó muy por encima y lo primero que hicieron fue crear la contraseña que les conectase a ambos, pero que nadie más debía saberlo. La intrigaba el secretismo, pero fue mientras almorzaban que se lo contó, con la indicación de que nadie, bajo ningún concepto debía saberlo:
-—Es algo muy serio. Sospechan que hay una filtración de datos para la competencia, y no sólo eso, sino también desviación de grandes cantidades de dinero hacia paraísos fiscales. Por eso nos han contratado. Debemos averiguar quién es la mano que está meciendo la cuna. Es altamente secreto; bajo ningún concepto ha de haber filtración.
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Autora: rosaf9494quer
Edición : Abril 2021
Imagenes: Internet
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