miércoles, 12 de julio de 2017

Cuando no lo esperaba - Capítulo 4 - Un libro, una ilusión

Charles invitó  a Elise a que les acompañara a comer en un restaurante. Al día siguiente volvería de nuevo a sus tareas docentes, pero deseaba obsequiar a su tía y a Elise.  Partiría a Paris.  Daría un ciclo de conferencias referente a literatura inglesa. Posiblemente el regreso a Inglaterra se demoraría, ya que tenía en proyecto viajar hasta Bruselas para un simposio de escritores, aunque él no se consideraba como tal, pero se debatirían ideas muy interesantes.

Los jóvenes charlaban amigablemente.  Charles contaba los proyectos que tenía y quizá en un año ó dos, se tomaría un respiro para tratar de escribir el libro que tenía en mente, pero sin  tiempo para desarrollar y plasmarlo en una galerada

- Eres un cerebrito - comentó risueña Elise
- No ... qué va.  Soy normal, pero me esfuerzo en aquello que me interesa.  Mi trabajo de docente me gusta mucho, porque veo el interés que los chicos ponen en mis disertaciones, pero también me gusta escribir y,  eso hasta ahora, no he podido hacerlo. Y a propósito de escribir... Tia Agnes, ahora podrías realizar tu sueño..., tu libro
- Querido Charles ¿ cómo se te ocurre algo así? ¡ Si no veo casi !

- Pero ahora tienes a Elise. Díctala y ella lo escribe en el ordenador y te lo puede ir leyendo para hacer las correcciones

- ¡ Eso  sería estupendo ! - apostilló Elise -.  Además me vendrá muy bien como prácticas para cuando yo termine mis estudios
- ¿ Qué estás estudiando?
- Pues ahora la verdad es que nada.  He decidido tomarme un año sabático
- Pues eso no está bien. ¿ Cuánto te queda hasta terminar?
- Dos años... Eternos dos años
- Hazme caso. Empieza cuanto antes. No te arrepentirás..


Al terminar la comida, dejaron en su casa a Elise y se despidió de ella, puesto que saldría a la mañana siguiente a una hora muy temprana.  Posiblemente iría en el tren que atravesaba el Canal de La Mancha y así conocería ese trayecto, ó bien iría en avión,  por su rapidez.  Se dieron un beso en la mejilla y Elise se despidió de Agnes como tenía por costumbre, con un beso en la frente.

Y volvieron a quedarse solas. A esperar alguna llamada de Charles.  En la mente de Elise, había cuajado la idea que diera a Agnes,  su sobrino

- ¿ Por qué no? Cumplirías tu deseo sin esfuerzo alguno. Me dictas las ideas y yo las traslado al ordenador, y no te preocupes si nos equivocamos, el borrador se puede rectificar cuantas veces quieras. Anda, Agnes.  Anímate.  Sería estupendo y a mi me vendría muy bien.
- Tanto tú como Charles, estáis locos... Pero creo que vamos a  hacerlo. Total no perdemos nada por intentarlo.  He estado madurando la idea esta noche en que me desvelé y no podía dormir. ¡ Total va a quedar entre nosotros !
- Me alegro de ello, querida amiga. Nos lo vamos a pasar estupendamente  a la vez que aprenderé.

Y se pusieron manos a la obra.  Poco a poco y día tras día, iban cubriendo las hipotéticas hojas de un libro , en la pantalla del ordenador. Al día siguiente repasaban lo escrito con anterioridad y corregían lo que hubiera lugar.  Siempre había algún detalle que se les había escapado, lo que proporcionaba un momento de algarabía en las dos mujeres.  Su complicidad era patente. Estaban a gusto las dos, tanto es así, que planificaron sus vacaciones de verano juntas,  no se separarían.

Puntualmente, Charles llamaba y era puesto en antecedentes de los avances de la historia de Agnes. Elise hablaba con él brevemente, y le pedía orientación para dar más verisimilitud a la historia.  Había días en que la inspiración volaba de la cabeza de Agnes, y entonces era Elise la que aportaba las ideas, puliéndolas entre las dos.

En el libro, además de la ficción, miss Owen volcó parte de su propia historia y por ella, Elise, conoció  que en su juventud estuvo a punto de casarse, pero el enlace se frustró y desde entonces, ella guardó su recuerdo en el corazón y fue incapaz de amar a otro hombre.  Luego ocurrió el accidente y consagró su vida  al sobrino, al que adoraba y por él,  era correspondida de igual manera.

Pasaron el verano en las islas Canarias ." Tienen un clima estupendo. Aún recuerdo los veranos que pasé de pequeña", comentaba Agnes.  En Tenerife pasaron quince días maravillosos, no privándose de ninguna excursión. Elise era su lazarillo. Se tenían cariño y la muchacha veía en Agnes a esa madre que tanto echaba a faltar y que hacía tiempo,  no veía.

Los padres de Elise se habían divorciado hacía años, quedándose a vivir con su padre, ya que la madre, al poco tiempo, se había casado de nuevo y su padrastro no terminaba de caerle bien.  Pero echaba de menos los consejos maternos y las charlas que entre madre e hija suelen tener las mujeres.  Por eso se volcó en Agnes, además de que la señora era cariñosa y siempre le aconsejaba bien.

Y estuvieron de regreso.  Llegaron satisfechas, con un ligero color tostado por el sol y hasta rejuvenecidas.  Les había sentado bien el cambio de ambiente y venían con ideas renovadas para proseguir con su vida diaria.

Elise había tenido algún "moscón " a su alrededor, pero ella no había aceptado ninguna cita, en parte por no dejar sola a su amiga y en parte porque ningún chico de los que se le acercaron cubría sus expectativas.

-Aún no estoy preparada para ello - , es la respuesta que daba ante la insistencia de Agnes para que saliera alguna noche a divertirse.

Charles seguía en Paris.  Allí había establecido su cuartel general, y había viajado, además de a Bruselas, a Viena,  Budapest, Praga...,  y asistía a cuantos simposios se le ofrecía. También había conocido a Giselle, una vecina de apartamento, la clásica parisina coqueta, muy femenina  y muy voluble.  Le gustaba aquella chica, tan distinta de las exquisitas y rígidas muchachas inglesas.  Se lo comunicó a su tía

- Posiblemente vayamos a verte en un fin de semana
- Me gustaría mucho conocerla. Ya va siendo hora de que te asientes y crees una familia.
- ¡ Eh, eh...! no corras tanto.  Sólo es un ligue- respondía él riendo

Elise escuchaba la conversación con una sonrisa en los  labios, mientras corregía alguna página que comentaría con Agnes.

El siguiente curso se aproximaba y por fin volvió a matricularse en la universidad. Terminaría, esta vez,  si, su carrera. Lo había decidido: sería escritora. Agnes aplaudió su idea y apoyó cuanto pudo su decisión.  La propuso fuese a vivir con ella ya que pasaban juntas casi todo el día

- Me harás compañía y tendrás más tiempo para estudiar.

Y así lo hicieron.  Una tarde al regresar de la universidad encontró a Charles y a Giselle en el salón. Iban a pasar el fin de semana con ellas.  Aunque mostró su alegría, vio algo en Giselle que no terminaba de convencerla, sin embargo a Charles le vio más entusiasmado con la chica, de lo que él mismo creía.  Durante la cena estuvo silenciosa. Hablaba lo justo, dejando que los visitantes comentaran su vida en Paris.

Ella trabajaba en una multinacional como secretaria e indudablemente era muy bonita y simpática. " No me extraña que le haya vuelto loco", comentaba para sí.

Se retiró pronto a su habitación. Creía que tía y sobrino querrían hablar de los proyectos que tenía y si seguiría viviendo en Francia

- Te echo de menos, mi chico querido. Pero comprendo, que ahora será más difícil que vuelvas.  Tienes a alguien que te retendrá ¿ Vivís juntos?

- Si, tía.  Somos pareja, aunque ello no significa que de momento pensemos en casarnos.  No es necesario firmar unos papeles para tener una familia. No, de momento estamos bien así.
- Ella ¿ sabe lo que piensas?
- Desde luego. Es algo que planteamos desde un principio.  Son de ideas muy avanzadas y lo encuentra normal.
- ¿ Tú la quieres?
- Si tía.  De lo contrario no viviría con ella
- Bien, hijo. Si eso te hace feliz, yo también lo soy. Y ahora si me perdonas, voy a retirarme. Ha sido un día muy emocionante y estoy algo cansada. Ya tenéis preparado vuestro cuarto
- Descansa tía. Nosotros también vamos a acostarnos.  También estamos cansados. Buenas noches
- Buenas noches, querido chico.  Hasta mañana

Y cada uno, tras despedirse, se dirigió a sus aposentos. A Charles le aguardaba Giselle. A Agnes, las dudas, y a Elise, la sorpresa por lo imprevisto.

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