sábado, 15 de julio de 2017

Cuando no lo esperaba - Capítulo 11 - Té y simpatía

Gisele supo ganarse poco a poco la simpatía de Agnes, y hasta su cariño.  Era amable y educada con ella y, por fin Charles volvió a reir y a ser el muchacho alegre que recordaba, antes de su partida a Francia.

De igual modo, Elise fue distanciando sus visitas.  Una vez finalizado sus estudios, encontró trabajo en una editorial. Gisele pasó a ser la correctora de Charles, aunque le resultaba pesado y monótono el trabajo.

Elise llamaba por teléfono a Agnes para interesarse por su salud, que últimamente no andaba en su mejor momento, pero eludía al máximo sus visitas a aquel domicilio. No la gustaba Gisele por motivos obvios: Charles.  Pero también la encontraba demasiado absorbente.  En cuanto a él, estaba totalmente entregado a la voluntad y caprichos de la francesa, con lo cual, apenas hablaba con él.

Había pasado el tiempo y Gisele seguía en Londres, en casa de Charles y su convivencia era, nuevamente, efectiva.  Agnes echaba de menos a Elise. La compañía de Gisele la resultaba agradable, pero no era lo mismo.  Le leía algún periódico, o alguna hoja de una novela, pero sólo durante un rato, por lo que el resto del día apenas si hablaba con ella.  Había organizado la vida en esa casa en base a su propio bienestar. Por las mañanas, gimnasio. Antes del almuerzo, lectura con Agnes, y por las tardes corrección con Charles, salida a pasear, o al cine, o a cenar en un restaurante y discoteca.

- Gisele - le decía Charles- yo no puedo salir todos los días. Tengo que trabajar y tú me distraes mucho y no puedo concentrarme. Además estás muy retrasada con las correcciones, y necesito ponerme al día.  De lo contrario tendré que buscarme otro ayudante.  Tengo que terminar el libro, me lo están reclamando y he de aprovechar el tiempo que dispongo después de las clases. Dejemos las salidas para los fines de semana  ¿te parece?

Ella, con un mohín, cedía a regañadientes.  Y de esta forma transcurrieron los días, y los meses. La vida seguía rutinaria en casa de Agnes, pero ella había entrado en un estado de melancolía permanente, algo que desagradaba a Gisele pues  se quejaba de que siempre estaba triste.  Ella, por el contrario estaba cada vez más dinámica.

Tenía amigas del gimnasio y cada jueves se reunía con ellas para tener una comida de chicas. Empezaba a aburrirle la tranquila vida que llevaba en Londres. Charles tenía poco tiempo para compartirlo con ella.  Entre la universidad y el libro, a penas salían de casa.
Se quejaba a sus amigas, y éstas no paraban de darle consejos

- ¿ Por qué no te tomas un descanso? Ve a Paris por unos días. Olvida la monotonía de la vida diaria- le dijo una de ellas
- Quizá lo haga.  Me aburro soberanamente. Con él a penas hablo; siempre está trabajando. Y Agnes, cada vez esta más taciturna . No comprenden que soy joven y muy vital.  Necesito algo más que corregir unos renglones y leer un libro a una mujer acabada

- Por favor, no hables así de Agnes. Sacrificó su vida por atender a Charles. Eres injusta con ella
- No, si yo le reconozco su sacrificio, pero... ha sido su vida y no la mía. La mía es con Charles...  De haber sabido todo esto, me hubiera planteado el volver con él
- ¿ Es que no le amas?
- Si, claro... pero... Somos muy diferentes

Siguieron charlando y relatando su disconformidad con la tranquila y acomodada vida que llevaba en Londres.  Esa noche propuso, durante la cena, pasar unos días en París

- Llevo aquí mucho tiempo.  Necesito dar una vuelta por el apartamento.  No estaré más de una semana
- No me agrada en absoluto que te marches, pero haz lo que creas más conveniente- la dijo Charles

Agnes, se limitaba a escuchar.  Para sus adentros pensaba que esta chica no le convenía era inquieta y ambiciosa y no respetaba en absoluto el trabajo de su sobrino. Inconscientemente recordó a Elise y lo distinta que era, pero Charles estaba loco por Gisele, y ni siquiera, en todo este tiempo la había mencionado, para nada.

La ausencia de Gisele se prolongaba ante  el enfado de Charles. Bien es cierto que hablaban a diario bien por teléfono o por Skype, pero no era igual que el tenerla en casa.  La echaba de menos, y sus reproches comenzaron a ser frecuentes, hasta desembocar en riña.

Él veía más claramente, que el abismo de sus vidas, cada vez se hacía más grande y pensó que ella no volvería, y de nuevo le haría pasar por el infierno de su abandono.


Gisele regresó a Londres, pero no para quedarse, sino para recoger sus pertenencias y plantear a Charles, nuevamente, su separación definitiva

- De nuevo lo has vuelto a  hacer.  Otra vez me rompes el corazón, pero esta vez será la última.  Puedes contar con ello. Si te vas, olvídate de mi.  Ahora será para siempre.

Y la vio alejarse de su vida definitivamente.  En el fondo sabía que había vuelto con él  pero que no se quedaría mucho tiempo, como así fue.  Nuevamente la amargura, ya conocida, invadía su vida.  No tenía ganas de escribir, y a duras penas seguía con sus clases en la universidad.  Los alumnos comprobaban que su carácter se había vuelto taciturno.  No era el profesor amable y asequible  que había sido hasta entonces.

De la editorial le reclamaban constantemente la edición del libro que se retrasaba en demasía.  Su vida se había trastocado desde la partida de Gisele.  Nunca debió  volver con ella, lo había hecho justo cuando se recuperaba de su primer abandono, y éste hacía que acudieran a su memoria las heridas pasadas.

Los fines de semana, daba largos paseos por el parque cercano.  Meditaba sobre lo qué hacer con su vida.  Deseaba ir a otro lugar a vivir, pero el estado de Agnes le preocupaba.  Llevaba una temporada que no se encontraba bien, y pensaba que también había influido su situación con Gisele.  Lentamente reemprendió la vuelta a casa, pero antes decidió entrar en una cafetería y tomarse un café.

Al entrar se situó en la barra y echó una mirada alrededor mientras servían lo pedido.  En una mesa, junto a un ventanal, se encontraba Elise leyendo algo.  Hacía tiempo que no se veían, y se detuvo unos instantes analizando a la chica que permanecía inmersa en su lectura.  Seguía tan bonita como siempre  ¿por qué no le caia bien?  No terminaba de entenderlo.  Decidió ir a saludarla .

- Buenos días Elise, ¿ cómo estás ?
- ¡ Charles ! ... bien, estoy bien ¿ Y tú, y Agnes... Gisele ?
- Agnes está bien y Gisele ha vuelto a Paris

Y así siguieron charlando, y supo que Agnes la echaba de menos y le preocupaba su estado de ánimo que no era bueno

- Iré a verla en cualquier momento, si no te importa- dijo a Charles
- ¡ Claro que no ! ¡ Cómo va a importarme  !  Mi tía te quiere mucho. La darás una gran alegría. Estoy pensando...  ¿por qué no comes hoy con nosotros?  Sería una sorpresa maravillosa
- ¿ Tú crees ?
- Desde luego. Decidido comeremos juntos

Después su conversación versó sobre sus respectivos trabajos. Estaba escribiendo otro libro.  Ella era  segunda editora de una importante empresa y todo le iba bien. Sin darse cuenta habían pasado dos horas charlando sin cesar de ellos mismos, y pareciera que se había roto una muralla existente entre ambos. Charles abonó la cuenta y salieron del local rumbo a casa.  Agnes se llevaría una  gran alegría.

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