miércoles, 19 de julio de 2017

Al final del camino - Capítulo 3 -Chica bonita, chico listo

A la hora convenida,  Richard estaba  en la sala de espera del notario; un rato antes había llegado Rose Gibson , que estaba hablando con la secretaria del despacho, ultimando los detalles.  Una hora más tarde, la operación había culminado con éxito.  Invitó a Rose a tomar un café, si no tuviera prisa. Y no la tenía, así que se dirigieron hacia un pub cercano.  Ella tenía una charla amena, acostumbrada a tratar con el público, no le costaba ningún esfuerzo entablar una conversación.  Además era una chica perfectamente preparada para el trabajo que desarrollaba, y todo ello facilitaba el que, unas personas desconocidas, entablaran un conato de amistad. Le agradaba aquella chica y por su charla pensó que quizás estuviera demasiado sola en aquel lugar, con poca gente de su edad, y había encontrado una oportunidad de charlar con alguien más acorde a ella..  No era una chica de las que denominan  " a la caza ".  Posiblemente su carácter abierto y simpático la hiciese extrovertida sin más ánimo que el tener un rato de charla con alguien recién llegado de la capital.  De vez en cuando, miraba su perfil perfecto. Su rostro vivaracho al igual que sus ojos grandes de un azul intenso.  No era demasiado alta, pero sí grácil con bonita figura. Su cabello era largo y de un color castaño, que a veces a la luz, tenía reflejos cobrizos.


- Para ser la primera vez, te has fijado mucho en todos los detalles - le comentó su Pepito grillo interiormente.  Y él sonrió.

- ¿ Puedo preguntarle de qué se rie? Quizá ha sido por mi charla. Si, ya lo sé: hablo mucho. Me lo dicen mis amigas
- ¿ Tiene muchas amistades en el pueblo?
- La verdad es que no demasiadas. Dos viven aquí y otra en el pueblo de al lado.
-¿ Se ven con frecuencia?
- ¡ Oh, no demasiado ! Por el trabajo, ya sabe.  De todas formas, aquí hay pocos sitios en los que divertirse.  Alguna vez que otra damos una escapada hasta Londres.  Algún fin de semana

Ambos guardaron silencio y pasados unos minutos , volvieron a comentar la adquisición de la nueva vivienda del escritor


Tenia casa, y muebles en ella, pero nada más.  Tenía que vestirla y no tenía idea de dónde hacerlo y qué era preciso para comenzar a vivir en ella.  Mientras tomaban una cerveza, él manifestó sus dudas y ella se ofreció a ayudarle. Al cabo de una hora estaban en un establecimiento comprando sábanas, toallas, mantas, colchas... en fin todo lo preciso..  Y a continuación se dirigieron a un supermercado:  tenían que abastecer el frigorífico.

-No sabes lo que te agradezco esta ayuda que me prestas.  Además de estar desorientado, no tenía idea de lo que se precisa en una casa.  En la mía de Londres, se encarga una mujer mientras yo estoy de viaje.
-¿ Estás casado? - le preguntó Rose
- No, qué va. Es una señora que tengo para que atienda la casa y a mi. Viajo mucho, así que no, no tengo compromiso alguno.  Y creo que tardaré en tenerlo
- ¿ A qué te dedicas ?
- Soy escritor
- ¿ Famoso ?
- No.  Dijéramos que estoy comenzando a ser conocido, aunque después de mi última novela, creo que perderé lectores
- ¿ Por qué dices eso?
- Porque ha sido malísima.  Por eso estoy aquí; necesitaba distanciarme.  Mi editorial me presiona un poco, y yo no tengo tanta prisa como ellos en ganar dinero.
- Eres muy sincero.  No  es normal en los tiempos que corremos, en el que todos aparentamos más de lo que somos.
- Se me ocurre una idea: te invito a cenar. Cocino bastante bien ¿ te apetece?  Así charlaríamos con calma.  Eres mi primera amiga aquí


 Rose aceptó.  Le caía bien ese hombre y además se había sincerado con ella. Buscaría su nombre en Internet y comprobaría si le había dicho la verdad sobre la fama.   Hasta aquel lugar  no llegaba con facilidad la vida de los famosos en cualquier terreno, su cara no le era desconocida, por eso pensó que había sido muy modesto al decir que comenzaban a conocerle..    Debido al poco tiempo para preparar una cena más lujosa, optó por unos aperitivos, exquisitos, pero más informales.  Ya habría tiempo de invitarla con todo lujo de detalles.  Ella tuvo también que colaborar en los preparativos, pero mientras lo hacían  contaban anéxcdotas y se reian por cualquier cosa.

Eran dos extraños que acababan de conocerse, sin embargo habían congeniado a la primera; eso sería pronóstico de amistad, y ambos lo necesitaban.  Ante una copa de vino Rose le explico que se aburría mortalmente en aquel lugar, demasiado tranquilo para su espíritu inquieto, y quizá algún día levantara el vuelo y se iría a vivir a una gran ciudad. El, sin embargo, a primera vista se encontraba a gusto en aquel sitio: había hallado lo que buscaba, de manera que pensó en establecerse la mayor tiempo del año, en aquel pueblecito

Y transcurrió la cena entre charla y charla y llegaron sin darse cuenta hasta la madrugada, en que decidieron despedirse.  Él como buen caballero, la acompañó hasta su casa:  regresaría a la suya dando un paseo.

Mientas volvía, pensaba en la velada  que acababan de tener y cómo la casualidad hizo que surgiera esa corriente de simpatía, sin conocerse, sin saber nada el uno del otro, pero sin embargo la sobremesa había sido con afinidad de caracteres, Estaba complacido con su primer día de estancia en el nuevo lugar que había elegido para vivir.

Tardaron varios días en verse. Richard, ya instalado, se metió de lleno en la elaboración de su próximo libro.  Los preliminares, la investigación , todo el planteamiento, le llevaba mucho tiempo, pero había encontrado el lugar idóneo en el que poder concentrarse, sin interrupciones ni ninguna otra cosa que alterara ni su trabajo ni su vida.

Durante ese fin de semana, pensó en tomarse un descanso.  Llamar a Rose y tener una cita con ella; lo habían pasado muy bien juntos aquella noche y deseaba repetir la experiencia.  Quedaron en casa de ella.  Sería la anfitriona y otro día saldrían a un restaurante o a cualquier otro lugar.

Era su segunda cita con ella, y en ésta , al igual que en la anterior, la conversación se basó en ellos mismos.  Es como si tuvieran necesidad de conocerse. Rose le preguntó por su libro,  y él,  si seguía en pie su proyecto de salir en busca de alguna aventura.  Rieron juntos, y en un momento determinado se miraron.  Era como si se hubieran visto en aquel preciso instante, aunque no hiciera mucho tiempo  que había ocurrido.  Se hizo entre ellos un silencio espeso, y fue él quién lo rompió:



- Me gustas Rose.  Me gustas mucho.  Eres una mujer inteligente, simpática y además muy bonita
-¡ Richard ! No me esperaba esos piropos.  Te lo agradezco, pero se que no es verdad.  Eres un adulador y estas acostumbrado a tratar con mujeres atractivas y que además, estoy segura, te perseguirán. Yo estoy aquí, y lo mismo que el lugar, soy una novedad, sólo eso.
- ¿ Por qué te subestimas? No debes hacerlo.  Estoy seguro que serías capaz de desempeñar cualquier trabajo que te propusieras. ¿ Qué habías pensado ser cuando estabas estudiando?
-Ni yo misma recuerdo.  Lo mismo un día quería ser abogado, que al día siguiente deseaba ser policía.  A los pocos años, lo que impera es la fantasía de lo que lees. O sea que tenéis que tener cuidado con lo que plasmáis en vuestros libros, porque podéis cambiar la vida de la gente.

Él sonrió, pero esa opinión de la chica caló hondo. Tenía razón no se podía escribir cualquier cosa, porque los libros pasan por muchas manos  e influyen en la perspectiva que cada uno tiene  de lo real y lo fantástico.  Se aproximó a ella, y depositó un ligero beso en sus labios, y acarició de pasada su mejilla suavemente.

- Tienes razón. No nos damos cuenta de lo influenciable que puede ser la gente.
- Oye..., estoy muy a gusto contigo, pero creo que debemos concluir esta sobremesa.  Se ha hecho muy tarde
- ¿ Tienes prisa ?  Mañana no hay que madrugar, y nuestra charla se está poniendo muy interesante
-¿ Pretendes flirtear conmigo?
- Sólo si tu quieres. No trataré de seducirte si  eso a lo que te refieres. Tendrá que ser de común acuerdo entre los dos, y créeme, por mi parte lo estoy deseando.
- Vas muy deprisa.  Demasiado, pero te diré que tú también me gustas..., mucho. Y sí,  quiero que me seduzcas. No creas que hago esto por costumbre, no te equivoques.  Pero es algo instintivo que ha surgido y no hacemos daño a nadie, sólo a nosotros mismos si es que...
- ¿ Si es que nos enamoramos? ¿ Es eso lo que has querido decir? El amor, querida niña, no se improvisa de un momento a otro.  Es una atracción que en determinados momentos y con determinadas personas, surge y experimentas- respondió él
- ¿ Es eso lo que quieres experimentar con una chica de pueblo? ¿Crees que las mujeres de un lugar pequeño son más fáciles de conquistar ?
 No, no he dicho eso. Sólo que es una chispa que en un momento dado salta y prende en un hombre y en una mujer, nada más
- Eres escritor, por eso piensas esas cosas.  Pero ésto no es algo de tus novelas, es la vida misma. Ni esto es Londres.  Siempre estás en el punto de mira de todo el mundo
-¿ Acaso tienes problemas con tus citas?
- Vivo aquí y dependo de mi trabajo para ello, y sé que si cometiera alguna inconveniencia lo sabría todo el mundo
- Nunca imaginé que aún la gente se ocuparía de la vida de otros.. Estás sentada a mi lado y ha surgido esta conversación, porque algo ha ocurrido, al menos en mi.  Pero no te asustes; te he dicho antes que es algo entre una pareja, no en uno solo. Tienes razón, hace poco que nos conocemos, y probablemente estoy pisando a fondo el acelerador, pero creo que...




Y no terminó la frase.  Rose había avanzado hacia él y le estaba besando apasionadamente.  No era una fantasía de sus libros, era real y ocurría en ese momento.  Tenía entre sus brazos a la chica más cautivadora que había conocido, pero también la más desconocida.  Todo había sido fácil hasta ese instante, pero debía ir con cuidado, para que ninguno de ellos resultase lastimado

Y respondió al beso de ella y la atrajo hacia sí, pensando que aquel beso iniciativa de Rose, era la autorización para lo que vendría después.  Y sus manos atrajeron su boca hacia la de el y acariciaba su espalda.  Pero de pronto Rose, se apartó bruscamente, dejándole perplejo ¿ qué pasaba?  ¿Qué había hecho mal?  Había sido ella la que dio pié en primer lugar, y ahora...


Rose se levantó de un salto, y cogiendo la chaqueta de él. la dirigió hacia Richard, diciendo sin palabras que debía irse. Él la tomó y sin decir nada, salió de la casa.  No sabía bien lo que había ocurrido y si el fallo estaba en él, o en ella.  Fue la primera que le besó, aunque él no hizo ascos a ese beso, al contrario se había entusiasmado, y por ese motivo no acababa de entender lo sucedido.

-Hablaré con ella, mañana.  Cuando todo esté más reposado y entendamos lo que acaba de suceder.

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