martes, 25 de julio de 2017

Al final del camino - Capitulo 13 - Tú y yo somos uno

Y uniendo sus labios, sellaron con un beso su unión matrimonial. Se habían prometido amor eterno. Que nada ni nadie les separaría nunca; protección y amor eternos mutuamente. Ya eran uno del otro ante la ley y ante todos: amigos y compañeros que estuvieron con ellos en ese día trascendental para sus vidas-Se fueron de luna de miel tan sólo por pocos días, ya que el trabajo de Richard no podía demorarse.  Rose se consagraba a él en cuerpo y alma.  Nunca nadie hubiera sido más feliz que esta pareja.

Pero hay un refrán que dice: " no hay bien ni mal, que cien años dure.  Y ellos tuvieron sus altibajos en el transcurso del tiempo.Celebraban su segundo aniversario de boda y pensaron que había llegado el momento de buscar un hijo, de comenzar a formar la familia que ellos querían tener.  Y Rose quedó embarazada, y Richard siguió ascendiendo en el favor del público, pero el embarazo de su mujer era complicado, debiendo guardar reposo por conatos de aborto.

Richard comenzó a viajar solo.  Echaba de menos a Rose, a pesar de comunicarse con ella cada vez que tenía un tiempo libre.  Le preocupaba su estado, casi siempre en cama por el reposo.

 Deseaba ardientemente que pasaran los meses, no solo por tener en sus brazos a su primer hijo, sino porque terminara el suplicio de Rose al verse casi permanentemente atada a una cama.  Trataba de ayudar a Richard en lo que pudiera, y al mismo tiempo que pasara el tiempo más aprisa.  Corregía durante el día, lo que escribía.  No veía mejor manera de que el tiempo transcurriera más rápido y estar ocupada en algo que no la hiciera pensar constantemente, que aquella espera era interminable y desesperante.

En una de las presentaciones, Richard, coincidió con una vieja amiga, y fue una gran sorpresa para ambos.

- ¡ Daphne  ¿ Cómo tú por aquí ?
- Ya ves. Yo también me muevo bastante - dijo riendo- Me casé ¿ sabes?,   y mi marido es un hombre de negocios que viaja constantemente. Vi tu presentación y decidí pasar a saludarte.
-Espera un poco. Cuando termine, deseo charlar tranquilamente contigo
- ¿ Tienes algún problema?
- No, ninguno, pero me apetece que comamos juntos. Llama a tu marido y lo hacemos los tres
- Va a tener que ser comida para dos. Él tiene una conferencia en no sé donde, así que estoy disponible todo el día.

Se lo dijo insinuándose, y Richard pensó que se había precipitado al invitarla a comer.  Conocía sus intenciones y el resultado, pero ahora era distinto.  En otro tiempo hubiera tardado cinco minutos en estar en la cama con ella.  Pero ahora estaba casado y su mujer tenía en su vientre a su hijo. Además la amaba por encima de todas las cosas, y Daphne era solamente un recuerdo .Paseó la mirada por el cuerpo de ella, y comprobó que era espectacular.  Sus instintos le jugaban una mala pasada, pero inmediatamente volvió a la realidad y pensó que lo verdaderamente maravilloso era lo que Rose estaba gestando dentro de ella; el verdadero milagro de la vida.


Daphne estaba ante él provocativa, sugerente  y tentadora, pero él no pensaba ni por un momento en ir a la cama con su antigua ¿ novia ?  Ni siquiera sabía cómo catalogar la relación que habían tenido, y se dijo" "simplemente amantes".

Daphne le pidió que le acompañara hasta su habitación:

- Te prometo que no te haré nada - le dijo sonriente

El accedió, sin saber muy bien por qué pero lo hizo. Ya en la puerta, ella se aproximó hacia él y le besó, no con un beso de amiga, sino de amante.  Con  esos besos que ella reservaba para él cada vez que le veía.  En un principio, Richard sintió la llamada de la Naturaleza, pero también el rostro amable de su mujer,.  Puso sus manos sobre los hombros de ella y la retiró suavemente.

- No Daphne, lo nuestro ya pasó.  Hoy mi vida es otra.  Amo a mi mujer y pronto seré padre.  Mi vida es estable y feliz.  No voy a romperla ni por tí ni por nadie. Seamos simplemente amigos; que cada vez que nos veamos nos apetezca charlar tranquilamente, pero nada más.  Y ahora creo que será mejor que me vaya. Que seas feliz Daphne.

Y dando media vuelta, la dejo perpleja en la puerta de su habitación, con la furia reflejada en el rostro. ¿Cómo se había atrevido a rechazarla ? Era una mujer hermosa, y sin embargo su mujer era vulgar y ahora gorda y deforme.  No comprendía ese amor que ahora sintiera por su antigua amiga Rose, tan insignificante, tan timorata.

Richard, mientras abandonaba el hotel, pensaba en lo que acababa de vivir,  y  vio el rostro sonriente de su mujer y los inconvenientes que estaba teniendo para darle ese hijo y pensó que Daphne no merecía ni un sólo instante de su pensamiento.

Se dio cuenta que, al rechazarla,   ella torcía el gesto, pero le daba igual quedar mal con ella.  No quería resucitar viejas vivencias.  Ahora tenía una mujer,  que adoraba,  a su lado y a punto de ser padre.  llevaba una vida tranquila y feliz.  No lo echaría todo a perder por acostarse con alguien que en otro tiempo significó algo, pero eso pertenecía al pasado, y adoraba su presente.  Pero también conocía sus reacciones, y temió que tergiversase lo ocurrido, por eso pensó poner en antecedentes a su mujer cuanto antes.  Le contaría la verdad, y por otra parte él había obrado correctamente; no tenía nada de lo que arrepentirse.

Y decidió volver a casa inmediatamente; revisó la agenda y comprobó que aún tenía un compromiso ineludible, y contrariado habló con su asistente para que anulara todo lo que aún tenía pendiente. Volvería, quería volver cuanto antes a su casa.  Esa noche habló largamente con Rose y valoraba cada palabra de cariño que ella le decía.  Estaba próximo el alumbramiento y deseaba que fuera cuanto antes, no sólo por tener a su hijo en brazos, sino por liberar a su mujer de las molestias.  Aquella noche durmió intranquilo. Sentía en su interior una especie de desasosiego que le intranquilizaba; era como un presentimiento y eso le impedía conciliar el sueño.

El teléfono repiqueteó a una hora tempana, y extrañada la señora que acompañaba a Rose, atendió la llamada. Una voz femenina se escuchaba al otro lado del hilo telefónico.

- Deseo hablar con Rose, por favor.
- De parte de quién.  La señora está descansando. ¿ Puede llamar más tarde ?
- Desde luego. Dígale que la ha llamado Daphne. Soy una antigua miga suya y deseaba verla.
- Muy bien se lo diré en cuanto se despierte.
- De acuerdo.  Adiós. - Y colgó el teléfono tras una sonrisa poco tranquilizadora.


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