lunes, 24 de julio de 2017

Al final del camino - Capítulo 11 - Una sugerente invitación

Subieron en el ascensor totalmente en silencio.  Ella con la cabeza baja, que levantaba de vez en cuando y él mirándola sin pestañear.  Deseaba penetrar en su cabeza y averiguar qué la había movido a hacer aquella invitación.  Se notaba a todas luces que estaba incómoda, entonces ¿ por qué ? ¿ Qué quería demostrar y a quién ? Llegados a la planta que ocupaba su apartamento, salieron.  Richard detrás de ella, puesto que no sabía dónde vivía.  Ante la puerta, rebuscó en su bolso las llaves.   Ella abrió la puerta, dándole paso. . Lo que ocurriera de puertas adentro sería cosa suya, de los dos. Allá él con las explicaciones que debiera dar, si es que las daba. .

 Le parecía que quería dilatar la entrada, posiblemente arrepentida de su invitación, hecha demasiado deprisa, según el criterio de Rose.  Recordó cuando tiempo atrás, él hizo esa sugerencia, y fue rechazado automáticamente.  Mucho tenían que haber cambiado las cosas, para haber sido ella la que lo plantease..


Una vez dentro, , encendió las luces. Él miraba alrededor observando toda la estancia.  Era muy personal, muy de Rose. Cómoda, acogedora, impoluta.  Mientras tanto, ella fue a su dormitorio a dejar el bolso.

- Podía haberlo dejado en una silla - Pensó Richard, a sabiendas que  deseaba dilatar el momento en el que ella misma se había quedado atrapada.  Por fin, apareció nuevamente, bastante nerviosa, algo que le causaba risa disimulada

- ¿ Quieres tomar algo ? - Él decidió seguir la corriente, pero al mismo tiempo gastarle una broma, algo que la pusiera más nerviosa aún de lo que estaba.  Por un lado sentía lástima por su azoramiento, pero por otro, le agradaba ese juego y llegaría al límite, hasta conseguir que ella se abriera a él de una vez. Se sirvieron una copa. Richard sonreia levemente, en cambio Rose, cada vez estaba más  tímida.

Dado que ninguno de los dos se decidía a cortar el hielo, fue él quién quiso tensar más la cuerda, y fingió que estaba enfadado:

- ¿ Para ésto me has hecho subir? ,¿ para tomar una coa y ya está?   Ella balbuceaba sin saber qué decir. Había sido una estúpida ¿ cómo se había lanzado en plancha?
- Yo... creí que...
-¿ Creíste qué ? Ya me lo hiciste otra vez.  Creo que te burlas de mi; te has pasado de la raya
-No, Richad, no era esa mi intención
- Está bien.  Debo irme

Ella abrió mucho los ojos. Tenía miedo de volver a perder esa oportunidad.  Al día siguiente él seguiría su ruta y posiblemente no se volverían a ver. Le quería y le deseaba, pero su timidez  impedía tomar la iniciativa, y sin embargo lo había hecho invitándole a subir.  Richard dejó la copa sobre la mesa e hizo intención de irse.

- Necesito  ayuda con la cremallera.Quédate, por favor. Lo siento - No se puede ser más estúpida que yo - se dijo- Es una excusa pueril, de novela rosa,

No obstante, se quedó frente a él esperando su reacción.  Richard  se giró para mirarla .  Veía en su rostro la timidez y la vergüenza por el rato que estaba pasando, y entonces dejó de fingir, y adelantándose unos pasos, la dijo:

 - Da la vuelta ¿ quieres que baje el cierre ?

Ella dijo si con la cabeza y él  la agarró por la cintura y la besó apasionadamente.  Rose, vencida al fin, correspondió a su abrazo y le devolvió los besos ardientes que Richard la dedicaba..  Ninguno de los dos fingía. Expresaban lo que sentían, una vez rotas las barreras existentes entre ellos.  Rose sabía perfectamente cuales eran sus sentimientos hacia él, pero Richard, estaba algo confundido: era la primera vez que iba a estar con ella, y las caricias, los besos, no eran simples fingimientos, sino que le brotaban desde dentro, desde lo más profundo de su corazón.  Y eso, precisamente, le confundía; se acordó de Daphne y automáticamente la borró de su cabeza.  Deseaba vivir lo que ocurría allí, en aquel apartamento y en aquél instante , con aquella mujer y no con otra..  Tendría que analizar despacio esos sentimientos, que no eran de amistad precisamente.

Ella suspiraba y gemía entre sus brazos con los ojos entornados.  No quería dejar escapar ninguna sensación de lo que estaba viviendo.. ¿ Fue su deseo de siempre, o por el contrario había surgido?  No,  no era un simple encuentro.  Sabía que lo había deseado desde siempre, desde la primera vez que le rechazó. Pero, había pasado el tiempo, y el suyo también.  Ahora estaba prometido a una amiga y seguramente terminarían casándose.  Pero ahora, allí, en su cama, era todo de ella y apuraría hasta el último instante.  Después se marcharía y ¿ cuándo volverían a verse?  Tardarían mucho tiempo, si es que volviese a ocurrir, y para entonces era probable que estuviera casado, y con suerte fuese padre.

Le veía dormir a su lado, y contemplaba su rostro, ese rostro que ella amaba en silencio desde hacía tanto tiempo, y que ahora sabía perfectamente que no era de simple amistad, pero había llegado tarde por su torpeza e intransigencia.  Meditaba sobre lo volubles que son los hombres y sus sentimientos. Se habían acostado, y la había hecho el amor con pasión;  todo eso era perfecto, pero... ¿ qué lugar ocupaba la novia en su vida?  Ella no sería capaz de, estando enamorada, irse con otro hombre.  Claro, que ellos son diferentes, máxime si se lo sirven en bandeja como ella había hecho.  No hizo más que aprovechar la ocasión. Seguramente que para Richard, había sido una aventura de una noche, insólita, pero sólo eso : una aventura.  Semejante a la que tuvo Daphne con él,  cuando se conocieron, y que terminó en algo más profundo e importante.

Tomando un café, aguardó a que él se despertara. Y lo hizo, y lo primero fue buscarla.  Se acordaba perfectamente de la noche que habían vivido.  Sus ojos se cruzaron; los de él, sonrientes, los de ella preocupados.

- Ven aquí - la dijo señalando el hueco de la cama que ella había ocupado

Rose, obedeció yendo lentamente a su encuentro.  Se tumbó a su lado y nuevamente Richard expresó lo que había sentido la noche anterior, y que ella interpretó como que aún tenía ganas de más sexo. Pero lo que él había descubierto no era otra cosa, más que había estado siempre enamorado de ella.  Que amaba a esa chica de carácter algo complicado y que ella sentía lo mismo por él.  Las palabras pueden engañar, mentir en determinados momentos, pero las sensaciones, los sentimientos no pueden ocultarse cuando la pasión se desata.  Y ella le había correspondido largamente; se habían unido, no sólo sus cuerpos, también sus sentimientos.

- No te dejaré ir - dijo Richard

Lo dijo  suavemente en su oído.  Ella le mió fijamente y sonrió con tristeza, a sabiendas que cuando salieran de esa cama, todo habría sido un momento de debilidad.  Richard tenía una carrera por delante y una mujer que le aguardaba en Londres.  Y recordó que vivia en Birmingham precisamente para no verle.  Y ahora estaba en su cama haciéndola el amor de nuevo.

Y de nuevo él la acariciaba con ternura, con amor que ella interpretó en deseo, muy diferente a lo que ella sentía. Cerró los ojos, de los que se escaparon unas ligeras lágrimas que él no llegó a percibir.  No quería lástimas ni compasión. Sabía que no obtendría su amor ya entregado a otra mujer.  Seguiría su camino y ella el suyo.  Estaba acostumbrado a esos encuentros, pero ella no. Ahí estaba el amor de su vida y no se daba cuenta de todo lo que había significado para ella todos los sentimientos que desbocados e incontenibles les habían arroyado en aquella noche mágica.

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