jueves, 27 de julio de 2017

Al final del camino - Capítulo 16 y último - Recorriendo el camino

Reclinó la cabeza en el respaldo del sillón y se dispuso a esperar que las horas pasasen y Rose fuese trasladada a planta.  Eso sería una buena señal, además de poder estar junto a ella.  Aunque sólo pudiera tomar su mano, pero estaría cerca.

Hacia las tres de la madrugada, fue trasladada a  la planta de Maternidad. Seguía dormida, pero a Richard no le importaba.  Su rostro era de color ceniciento; le había crecido la barba y profundas ojeras rodeaban sus ojos. La enfermera le hizo el comentario, de nuevo, que debería descansar.  El dibujó una sonrisa en su cara agradeciéndola su buena intención, pero su puesto era aquel, junto a su mujer.


Después de instalar los aparatos y observar el buen funcionamiento de los mismos, les dejó a solas. Richard la miraba como si aún no se convenciera de que estaba allí, dormida, pero el buen color reflejaba que se estaba recuperando.  Arrimó una silla a la cabecera, y tras besar su  frente y  la mejilla, tomo la mano que tenía libre de vía, y la acarició suavemente.

No dejaba de mirarla. Se sentía muy unido a ella; reclinó la cabeza en la cabecera, junto a Rose, y comenzó a hablarle, como si ella pudiera escuchar.

- Nunca en mi vida he vivido tanta angustia como la de ayer. Te vi salir de casa, alegre, contenta-  Me dijiste que ibas a la peluquería; deseabas arreglarte el cabello, estar preparada para cuando dieras a luz.  No podía dar crédito, cuando un policía me llamó y me anunció lo ocurrido.
Creí volverme loco, cuando al llegar aquí, me dijeron la gravedad de vuestra situación. ¿ Cómo había sido posible ?  Hacía  un rato habías salido de casa, rebosante de salud, y cuando llegué me dijeron que podría perderte.
En los momentos de soledad, ante la puerta del quirófano, recordé nuestro primer encuentro, y los siguientes. También nuestro distanciamiento y el volvernos a encontrar.  Hemos recorrido un largo camino, con desvíos, bifurcaciones, obstáculos que nosotros mismos nos impusimos,   ignorantes de que estábamos destinados a estar juntos.  Tuvimos altos y bajos, encuentros y desencuentros,  pero...  al final de todo ese camino nos aguardaba la unión.  Nuestra unión  para siempre, porque al final de mi ruta, de mi camino,  pasase lo que pasase, siempre estabas tú.  Te quiero Rose, más de lo que yo mismo imaginé nunca. Y pese a que deseo tener más hijos contigo, no los tendremos.  No volveremos a pasar por un trance semejante. No amor mio.

Mientras hablaba, unas lágrimas silenciosas recorrían sus mejillas, sin dejar de mirar a su mujer.

 A las seis de la mañana, subieron al pequeño del nido.  Protestaba, y la enfermera le dio un pequeño biberón de suero, para que se lo diera.  Sería la primera vez que padre e hijo estuvieran tan juntos.  El le miraba extasiado; le había tenido en brazos al nacer, cuando se lo mostraron, pero ahora en unas pocas horas su color, su rostro había cambiado. ¡ Dios mio, es precioso ! Decía emocionado contemplando la cara del bebe, que movía la cabeza de un lado a otro buscando algo que comer.   Supo que aquel pequeño ser, sería el centro del universo creado por Rose y por él. Creado con inmenso amor. Con ese amor que siempre sintió por su madre, aunque su ceguera le impidiera ver el momento en que su corazón la perteneció.  Que nada ni nadie podría apartarle de la familia recién estrenada. Y que le estaría eternamente agradecido a Rose, por haberle dado la satisfacción que ahora, en ese instante,  experimentaba: la más bella sensación del mundo, la de saber que pasase lo que pasase  siempre  estarían unidos por ese hijo, que tanto costó llegar al mundo, pero que les había hecho completamente felices. Y le dio su primer biberón, y se estrechó aún más la conexión paternal.  Mirándole sabía que le defendería con su vida, si fuera preciso, de todo y de todos. Que aquel pequeño cuerpo, era sangre de su sangre y carne de su carne.  Apretó la mano de Rose y sonrió emocionado. Deseaba compartir con ella todo lo vivido, y sonriendo besó a su hijo:  allí estaba su familia, la que ellos habían creado, con infinito amor.  Todo era perfecto; ahora sólo faltaba que Rose se despertara para compartir su felicidad con ella.

Hacia media mañana Rose comenzó a despertarse.  Paseaba su mano por la cama, aún con los ojos cerrados. ¿ Qué buscaba? Cuando dio con ello sonrió abiertamente al comprobar que él estaba allí.

- Richard, lo siento
- Eh, eh, amor mio ¿ Qué es lo que sientes?
- Todo lo ocurrido, lo siento. ¿ Y el bebe? - Richard tras besar su frente, se acerco a la cuna del niño y le depositó en los brazos de la madre




No pudo contener su emoción, rompiendo en un llanto suave, pero emocionado, mientras Richard les besaba y acariciaba a ambos.  Quería disfrutar cada segundo de ellos; les tenía a su lado, era lo que importaba, y borró de su memoria los amargos momentos vividos

  Y cuando todo hubiera pasado, y el recuerdo de la angustia se hubiera desvanecido, escribiría un libro basado en las vivencias y sentimientos experimentados en aquella amarga y larga noche.  Sería su mejor obra porque en ella plasmaría toda su pelea por Rose, hasta saber que no habría fuerza humana de separarle de aquella mujer, que pese a todo, aún le pedía perdón ¿ Por qué ese sentimiento de culpa ?- Perdóname cariño - dijo Rose a su marido
-  Por qué insistes tanto en que te perdone ? ¿ qué tengo que perdonar ?
- Te mentí. No iba a la peluquería. Iba al médico.  Tenía que hacerle algunas peguntas referente a ...  nosotros
- ¿ A nosotros ? ¿ Qué ocurre con nosotros  ¿ Por qué lo ocultaste ?
- Quería saber si podíamos tener sexo
- ¡ Por amor de Dios! ¿ Por qué no me lo dijiste? Me importas tú antes que nada, y no estabas en condiciones ¿ Creíste acaso que Daphne tenía algo que ver ? ¡ Rose ! Te deseo muchísimo y  lo sabes, pero no cuando no se puede, y antes no se podía, o al menos no debíamos tenerlo. No he recurrido, ni recurriré nunca a nadie que no seas tú. Tú eres mi brújula, mi norte y mi sur.  El resto es todo secundario.  Mientras estaba esperando que los médicos me dijeran cómo estabais tú y el niño, me hice una promesa: no tendremos más hijos.
- ¡ Richard, eso no puede ser. Yo si quiero tenerlos. No siempre voy a tener un accidente de coche estando embarazada

- No correremos riesgos. No tienes ni idea de la angustia vivida esta noche pasada.
- Bueno eso es algo que trataremos en su momento - dijo Rose acariciando el rostro de su marido
- Rose, mi vida. Nuestras vidas, nuestro romance ha tenido fases bastante azarosas. Rodeos, girábamos en un mismo círculo sin saberlo, hasta que al final encontramos nuestro punto de partida. No lo cambiaría por nada. ¡Te quiero tanto !
- Vas a hacerme llorar
- No, no. Para llorón ya tenemos a nuestro hijo.  Creo que reclama la comida. Llamaré a la enfermera.

Todo era armonía, paz y felicidad en sus vidas, y así fue en los días, y meses sucesivos.   Y como si fueran un sólo pensamiento Richard comentó con ella que estaría bien criar al niño en un ambiente más relajado que el de Londres.   Y ambos, al unísono, pronunciaron una palabra que para ellos era mágica :  Porthleven  y acordaron que aquel lugar era un sitio mejor para todos, lejos de la bulliciosa y agitada vida de Londres, lo suficientemente  alejada de la capital, pero cerca para desplazarse a cualquier otro lugar que su trabajo exigiese  Para él sería fantástico tener paz y silencio a su alrededor mientras escribiera, aunque con un bebe, poco silencio podría tener.  Pero no le importaba era el sonido mágico de la vida.    Para ella, sería el paraíso, cualquier sitio en el que pudiera estar junta toda la familia. Y así lo hicieron, volvieron al lugar en donde todo comenzó. De momento la casa de Richard sería suficiente, pero Rose, tenía en mente otro plan.   Había transcurrido el tiempo suficiente  para poner encima de la mesa lo que bullía en su cabeza.  Una noche, planteó a su marido que  deseaba ser madre, pero Richad no quiso ni oír hablar de eso.

- No, ni hablar. Con junior es suficiente. No volveremos a pasar por ese calvario- . dijo malhumorado a Rose
- ¿ Es que mi opinión no cuenta? Quiero ser madre de nuevo, y tú también lo deseas ¿ no es cierto ?
- Te deseo a ti.  En todo momento, pero cada vez que lo recuerdo, tiemblo como una hoja
- Dicen que el segundo es más fácil - le respondió sonriendo-
- No me mires así. No esgrimas tu arma secreta
- ¿ Y si lo hiciera ?

No tuvieron tiempo de más. Richard sucumbió a los encantos de Rose y olvidó la prevención que hasta entonces había tenido, y tuvieron una noche especial, como la de sus primeros tiempos de casados. Y así fue en días y noches sucesivas. Adoraba a su mujer, mucho más que el primer día. Junto a ella, gozaba de paz y un hogar estable y feliz, y la amaba y la adoraba a diario, hasta que ...  Pasado un tiempo después de aquellas noches de pasión, Rose le anunció que nuevamente serían padres.

Junior ya contaba con dos años, todo había vuelto sobradamente a su lugar y estaba preparado su cuerpo para una nueva maternidad.

  Sería un embarazo normal; podría seguir con su vida diaria, sin impedimentos de ningún tipo y al saberlo de boca del médico se sintió plenamente feliz, completa como mujer y madre.  Aquella misma noche, se lo anunciaría a Richard,  y aunque en un principió sonó su alarma, la abrazó con fuerza emocionado.

- Mañana hablaré personalmente con tu médico.  No me fío mucho de que no me hayas mentido en algo con tal de salirte con la tuya- fue lo que la respondió.

Y abrazados rieron felices. Y Richard volvió a pasar el mismo terror de la llegada al mundo de Junior, pero en éste, había podido permanecer al lado de su mujer, tomando su mano, ayudándola con la expulsión, y besándola cuando su segundo hijo, hizo la entrada en este loco mundo.  Ahora el círculo estaba completo. Era su segundo final de trayecto, y aún habría más camino por recorrer, hasta un tercero,  pasados otros dos años.

Un día Richard recibió una llamada mientras firmaba un nuevo libro. Se la pasó su asistente personal:

- Si dígame
- ¡ Vaya Richard ! ¡ Dichosos los oídos que te escuchan !
- ¿ Daphne ?
- La misma.  No te asustes. Sólo te llamo para felicitaros.  He sabido que habéis sido padres nuevamente. Al final va a resulta que mi amiga no era tan sosa como parecía. Consiguió casarse contigo y cargarte de hijos. ¡ No está nada mal la jugada !
- Déjalo ya. Te recuerdo que estás hablando de mi mujer, y no voy a consentirte la faltes al respeto. No Daphne, ya no. Fui un cabeza loca, lo pasamos bien cuando estuvimos juntos, pero no tiene ni punto de comparación con la gratificación que siento estando al lado de Rose. Vive tu vida y en verdad deseo que seas feliz con tu marido. Sienta la cabeza de una vez y procura no vivir de recuerdos.  Encuentra tu sendero. Posiblemente esté al lado del hombre con el que te casaste. El mio estaba junto a ella y seguiré en esa senda hasta el final de mis días. Siempre estará Rose al final del camino.
- Es una mujer afortunada, al ser amada de la forma en que tú lo haces. Sed felices, lo merecéis. Y descuida, procuraré seguir tu consejo y mirar hacia la persona que tengo a mi lado. Adiós Richard. Besos a tu familia.


Cortó la comunicación y pidió permiso y disculpas  a la persona que tenía frente a sí , esperando para la firma del libro:

- Discúlpeme un segundo. He de hablar con mi mujer
- ¿ La ocurre algo ? - le preguntó la señora de mediana edad que esperaba y que sin querer, escuchó el diálogo que había mantenido,a pesar de que se había retirado de ella.
- No señora, gracias. Sólo decirla que la amo
- Hágalo pues, no lo demore. Eso es lo más importante de la vida.

Sonrió, y se apartó a un lado.  Pulsó en su teléfono el privado de su casa. Al oto lado una voz cantarina le respondió:

- ¿ Te ocurre algo ?
- Nada en absoluto. Soy plenamente feliz, y deseaba decirte que te quiero. Y ahora voy a seguir con la firma de mi libro
- ¡ Richard, estás loco !
- Cierto, lo estoy y lo seguiré estando mientras viva. ¿ Sabes que te quiero, verdad?
- Si. Lo sé, y yo también te quiero.  Lo he hecho desde siempre
- Pues es lo que necesitaba saber. En un par de horas vuelvo a casa. Y ahora déjame, tengo a una paciente señora que espera su firma, y me está sonriendo. No te preocupes, es sexagenaria.
- ¡ Oh Richard ! No estoy nada preocupada.  Pero ni se te ocurra mirar a otra

Y ambos rompieron a reír.  Al cabo de dos horas, Richard entaba en casa jovial buscando a su mujer  que sentada en el suelo jugaba con sus hijos. La besó la abrazó y de nuevo la dijo. Te quiero, Rose, y así será siempre.




                                                         F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Edición: Abril de 2017
Ilustraciones: Internet

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