jueves, 16 de julio de 2020

Una casa en el campo - Capítulo 16 - Ante Sarah

Y se dio ese plazo, no de dos días sino de tres, aprovechando el fin de semana. Llegó hasta la puerta y esperó durante unos minutos hasta serenarse.  Sabía que era una situación muy violenta, especialmente para ella, pero por su hijo haría todo lo que fuera necesario.  Bebió un poco de agua de una botella pequeña que llevaba en el salpicadero y se dirigió a la puerta principal.  Tocó el timbre y a los pocos segundos una sirvienta abrió

- Buenos  días ¿ Qué desea? -, la preguntó

- ¿ Puede avisar a la señora de la casa, por favor ?

- ¿ De parte de quién ?

- De Perl Morrison. Dígale que es urgente que hable con ella

- Espere aquí, por favor
Ni siquiera la invitó a pasar y pensó, no desacertadamente, que había recibido órdenes expresas para hacerlo. No se escuchaban voces ni movimiento alguno. Apareció nuevamente la sirvienta  y dijo:

- Lo siento, la señora no está en casa. Si quiere dejar alguna tarjeta, gustosamente se la entregaré

- No, no hace falta, muchas gracias.

 Y dando media vuelta volvió hasta su coche, no sin antes ver cómo un visillo de la primera planta se cerraba rápidamente ocultando a la persona que estaba tras los cristales.  No estaba defraudada, contaba con ello, pero sí sintió pena por su hijo; sabía que nunca sería aceptado en esa familia.

En el interior de la casa, los padres de Maxwell comentaban la visita que acababan de tener:

- Lo que te había dicho- comentó Sarah-.   Ella  es una aprovechada que quiere endosar a Maxwell el embarazo que está teniendo. Ni siquiera la he recibido, pero si me he fijado en el volumen de su vientre y es el de una embarazada.. A mi no me engañó nunca.  Lo que siento es que nuestro hijo haya tenido que irse tan lejos de nosotros.

- ¿ No te has parado a pensar que probablemente esté embarazada de él ?  Ya ves, está liado con otra mujer sin ánimo de formar familia.  Deberías haberla recibido

- Ni hablar.  Te digo que es una lagartona que vio un filón en Maxwell.  Vaya bendita de Dios.

A miles de kilómetros de allí, Maxwell se preparaba para ir a la cama;  había tenido un día intenso de trabajo y estaba cansado.  A su lado dormitaba Meredith.  Se rebulló al percibir el movimiento de él al introducirse en la cama, pero no se despertó, algo que él agradeció:  no le apetecía tener sexo en ese momento.

  Conducía y al mismo tiempo lloraba. La dolía el desprecio de esa familia por ella; tan sólo Thomas había sido cariñoso y comprensivo. Y pensó cómo reaccionaría cuando supiese que estaba a punto de morir si la ciencia no lo remediaba.  La angustiaba la situación de su hijo; si no fuera por él no la importaría morir. Estaba deprimida y la dimensión del problema la sobrepasaba.  No tenía a nadie con quién hablar, con quién desahogarse: sólo lo hacía con el ser que llevaba dentro, como si pudiera escucharla.  Se abrazaba a su vientre y así permanecía horas y horas.  Pero lo cierto es que su cabeza no dejaba de funcionar ni un minuto. Y pensó en Maxwell ¿ dónde estaría? ¿ qué estaría haciendo en esos momentos? Quizá amando a otra mujer, murmurando a su oído las mismas palabras que a ella le dijera. Pero poco le duró el amor; si hubiera sido verdadero, hubiera propiciado un acercamiento, pero nada de eso había hecho, al contrario, se marchó a vivir al lugar mas lejano que encontró, para, ni siquiera, poder  encontrarse, siquiera por casualidad.

Habían sido días complicados y se desvelaba, pero no podía tomar nada por si ello perjudicara al bebe.  Se hizo una infusión de tila para ver si templaba sus nervios, bastante alterados.  Se sentía muy molesta, y para colmo los riñones la dolían bastante.  Ella imaginaba a qué se debía esa molestia, ajena totalmente a su bebe, ya que a pesar de tener ya cinco meses de embarazo, aún era muy pequeño.  No quiso pensar en ello, y trato por todos los medios de dormirse.  Pero su cabeza seguía funcionando, cada vez con más cosas pendientes por solucionar.

- Debería pedir la baja. Cada vez estaré con más molestias y tendré dificultades para ejercer mi profesión.  Los enfermos no deben pagar lo que a mí me pase.  De ahora en adelante, se complicará mucho la cosa. ¿ Y si llamara a Perkins.
 Se mostró muy cariñoso y solícito conmigo.  Al menos tendría a alguien que conoce en profundidad mi problema y sabría darme algún consejo, al menos que me alivie la tensión que tengo constantemente. También está Thomas, pero él será mi último recurso.  Está muy involucrado en el tema y no puedo abusar de su amabilidad.  Lo dejaré para última hora, cuando no tenga más remedio de hacerlo.  Quizá cuando ingrese para dar a luz.  Me gustaría contar, al menos con alguien de su familia. alguien quién recogiera al bebe en sus brazos.

Ya de madrugada, se quedó dormida. Estaba rendida de dar vueltas en la cama sin poder descansar, al no encontrar la postura indicada que fuera la  más cómoda.  Sabía, por su trabajo, que algunas mujeres debían dormir casi sentadas para respirar mejor¿ Es lo que la esperaba de ahora en adelante?

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