jueves, 9 de julio de 2020

Una casa en el campo - Capítulo 7 - Despedida

Y así transcurrieron sus vacaciones y como cada vez que llegaban a su fin,  tenía que escuchar la nueva declaración de amor de Mitch, que mecánicamente  repetía cuánto la había querido desde niña, y la consabida respuesta de ella:  No, Mitch.  Y de nuevo emprendió el regreso a la vida normal, ya que este periodo de descanso no lo era para ella, sencillamente era un extraordinario. Se incorporaría al trabajo dos días después.  Repasaba mentalmente lo ya sabido: que la aguardaría  otro largo año, hasta que volviera en busca de paz.  Siempre se repetía la misma historia, nada la alteraba, y siempre regresaba con un poco más de desánimo por la monotonía que viviría.

Y al fin vuelta a lo mismo, a lo habitual: las sirenas de las ambulancias. El abrir de improviso una puerta y tras ella una camilla con algún herido, gemidos, lamentos y alguien que discute porque no le estuvieran atendiendo todo lo rápidamente que quería.  El barullo de siempre, a lo largo del tiempo que llevaba trabajando allí, pero durante sus días de vacaciones, se había desconectado de todo ello, y ahora, al volver a lo cotidiano, era como si todo la sorprendiera, como si fuera nuevo para ella.  Pero no lo era, y bastó la voz del jefe de equipo  para volverla a la realidad: la necesitaban en quirófano. Y  fue una noche larga, pero como todo, también terminaba. Tendría todo ese día y el siguiente, hasta la noche, para descansar del ritmo frenético de lo vivido en su primer día de trabajo. Y como ya era habitual siguió la misma ruta.  Desayunaría en la cafetería y al llegar a casa, se metería en la cama para dormir todo lo que el cuerpo la pidiese.

Y los días transcurrían y con ellos los meses.  Annie se había trasladado a vivir con su novio y estaban pensando en casarse para la próxima primavera.  El tema de Maxwell había quedado relegado al último tramo de su memoria.  Ni siquiera se preguntaba qué tal le iría; no se habían vuelto a ver ni a tener noticias suyas, por lo que dió carpetazo a esa amistad, que a penas comenzada había finalizado.  Salió en un par de ocasiones con un médico residente, pero en plan "amigos". Eso lo había dejado muy claro:  no quería complicaciones en el trabajo, así que no llegaron a nada más que alguna cena o tomar una copa al salir del trabajo, como compañeros exclusivamente.

Estaba en la cafetería desayunando cuando una alta figura se puso delante de ella.  Alzó la mirada y como si hubiera sido transmisión de pensamiento, Maxwell estaba allí, mirándola y sonriendo, pero también acompañado de una joven.


- Espero te acuerdes de mí - la dijo al tiempo que extendía su mano para saludarla

- ¡ Maxwell, cuánto tiempo ! Lo cierto es que te he recordado, pero el tiempo... ya sabes. Las vacaciones, en fin: la vida

- Te presento a mi prometida Lorraine

- Mucho gusto.  Ha sido toda una sorpresa.  La última vez que nos vimos estabas bastante deprimido. Ya veo que lo has superado todo. ¿ Cómo te encuentras ?

- Muy bien. Estamos aquí porque hoy me harán el último chequeo y espero que todo esté correcto. Como verás he dejado las muletas; ahora uso de vez en cuando un ligero bastón.  Sabía que estarías aquí y hemos entrado a saludarte.

-Os lo agradezco. Acabo de salir de una guardia y en cuanto termine me voy a casa.  Hemos tenido una noche muy complicada.

Siguieron charlando un poco más, y al fin se despidieron.  Perl les vió alejarse. Iban cogidos de la mano como cualquier pareja, y efectivamente él había recuperado su altura normal y su apostura también.   La sorprendió que tuviera novia, claro que habían pasado muchos meses y la vida seguía abriéndose camino.  Se le quedó mirando, y como si hubiera sido una llamada, él, también volvió la cabeza, encontrándose sus miradas durante unos instantes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES