lunes, 27 de julio de 2020

Una casa en el campo - Capítulo 34 - Discrepancias

Como compensación a su ayuda, Maxwell la invitó a comer. Ella aceptó encantada, no así Helen que torció el gesto.  Dió gracias que Charlotte no se dio cuenta, de lo contrario crearía una atmósfera poco grata. Acababa de hacerles un favor, era una buena amiga.  Pero Helen no entendía de esos protocolos. No se acostumbraba a ver una mujer en su casa que no fuera Ruth, a la que admitía por haberla visto desde muy niña; además era mayor.  En  cambio Charlotte...  era guapísima y de la misma edad que papá ¿ Eran celos ? Posiblemente así lo sintiera.  Nunca había visto a su padre comiendo con una mujer.  Su vida se había formado con los dos en solitario, y todo lo que fuera más de dos, sería una multitud.  Echaba de menos a su madre, a pesar de no haberla conocido. Miraba a su padre con ojos egoístas de hija, negando el   derecho a poder salir con una amiga, sin más trascendencia que la amistad.  Nunca le había visto en plan conquista.  Sólo su madre debía ocupar el lugar que le correspondía, y ninguna otra.


No conocía el verdadero motivo de su llegada al mundo ni por qué sus padres no se habían casado. No lo sabía o no quería saberlo.  El caso era que sólo Ruth era la única mujer con la que siempre contaba ¿ por qué en esta etapa de su vida no había recurrido a ella ? además siendo enfermera, seguro que se lo hubiera explicado mejor que esa coqueta y rubia mujer, que a todas luces estaba encaprichada de su padre y se notaba que lo que hacía, era para ganárselo. Por eso no le caía bien; sin embargo su padre, estaba encantado con ella  ¿qué historia tenían ellos dos?

En cuanto terminaron la comida, con una excusa fue a su habitación, no quería verles juntos.  Herían su sensibilidad y pensaba que Maxwell faltaba a la memoria de su verdadera madre, a la que adoraba sin haberla conocido.  Varias veces, entraba en el estudio de su padre, cuando él no estaba y buscaba la carpeta en la que había guardado los dibujos que hiciera a Perl, y durante un largo rato, se quedaba viéndola.  Para ella era una desconocida, pero la idolatraba como si se tratara de una virgen ¿ Por qué murió tan pronto?  No recordaba nada , sólo que desde que su memoria alcanzaba, siempre había visto triste a su padre contemplando esos mismos dibujos, y hasta a veces le escuchó hablar con ella a la vez que lloraba silenciosamente.

Sin duda se amaban ¿ Porqué no se casaron ?  Llevaba los dos apellidos, luego entonces había sido una hija buscada por ambos y no rechazada ¿qué misterio tenían ? No podía imaginar la verdad de todo, y por ignorarlo, es que no se preocupó de hacer esas mismas preguntas a su padre, la única fuente que podría contarle la historia al completo.  Pero de pronto recordó a su tío Thomas y a Lorraine.  Ellos también sabrían algo.  En cuanto tuviera oportunidad se lo preguntaría.  ¿ Por qué de repente le había entrado esa curiosidad por saber algo sobre sus padres?  Ella no lo sabía, pero lo cierto es que toda esa inquietud, estaba motivada por la presencia de Charlotte cerca de él.



Tumbada en su cama y mirando al techo, hacía un resumen de todos su pensamientos, y todos  conducían a una sola conclusión. Charlotte estaba enamorada de su padre, aunque él no diera el más mínimo síntoma de corresponderla, algo que la hizo sonreír, con una risa  diabólica: se alegraba de que su padre permaneciera soltero.

Salió de su habitación cuando escuchó las voces de despedida:  ella se marchaba.  Miró el reloj y comprobó la hora: ¡ toda la santa tarde dando la lata !, pensó enfadada. 

- ¡ Qué pesada ! ¡ Son las ocho de la noche, y está en casa desde esta mañana ! 

Pensó malhumorada, y más furiosa se puso, cuando Maxwell llamó a su habitación para que fuera a despedirse de Charlotte ¿ Por qué  no se olvidaba de ella ?  Y a remolque cumplió con la norma básica de la buena educación, pero la mirada de su padre, furibunda, la hizo comprender, que cuando regresara después de acompañarla hasta su casa, tendrían ambos una discusión por su absurdo comportamiento

- ¿ Qué quiere, que le haga una alfombra de flores? - se dijo interiormente.- No me cae bien, no lo puedo evitar.


 Mientras recorrían la distancia que ambos domicilios separaban, Maxwell, se disculpó del comportamiento que había tenido su hija. Charlotte sonrió y trató de quitar hierro al asunto:

- Maxwell, has de tener paciencia.  Te lo avisé: tu hija se está haciendo mayor.  Nunca ha conocido a alguna amistad femenina cerca de ti, y confunde todo. Se siente traicionada por ti, porque su concepto es siempre juntos, vosotros dos solos. Tan sólo Ruth es admitida  porque sabe el cargo que desempeña en la familia, pero a nadie más.  Tendrás que aclararle que necesitas relacionarte con personas de tu edad y quién sabe si dormir fuera de casa alguna noche.  Eres un hombre joven y atractivo y nada tiene de particular que tengas alguna aventura.  Seguro que Perl lo entenderá; han pasado muchos años; debes mirar al futuro y no encerrarte en ti mismo. Le has guardado el duelo que corresponde, y la seguirás amando mientras vivas.  Pero también existe otra clase de amor tan hermoso como el que sientes por quién fue tu verdadera esposa, aunque no llegarais a formalizar vuestra unión.  Siempre existirá Perl  a través de su hija, de esa hija que te adora y teme perderte.

- Todo eso es muy fácil - respondió él - pero desde mi perspectiva no lo veo tan claro.  Me debo a mi hija, y después...

- Después Perl ¿ no ? ¿ Estás seguro que a ella le gustaría eso?  Pregúntaselo. Bueno ya hemos llegado. Pese a todo, he pasado un buen día.  Ya nos veremos

Ella abrió la puerta de su casa y Maxwell se quedó pensativo. La vida estaba pasando por él, y nada ni nadie lo alteraba.  Todo seguía lo mismo que hace años, cuando ella se fue.  Pero el tiempo ha pasado, y dentro de poco  Helen tendrá sus amigos y probablemente se enamore. ¿ Qué hará él cuando ella tome el rumbo de su vida?  Desechó la idea que llegó a su cabeza.


- No, ni pensarlo. Nunca

Perl de nuevo entraba en su vida derribando todo a su paso, pero ésta vez encarnada en su propia hija. Y recordó la última vez que la vio, la forma en que salió de su casa: enfadada, con el rostro crispado.  Y él ni siquiera volvió la cabeza. Ni siquiera imaginaba que sería la última vez que se vieran y además enfadados.  Y sintió dolor en lo más profundo, porque ella siempre estaría en su vida. Nunca amaría a otra mujer.  Y analizó el sentimiento que le unía a Charlotte que no era otro que simplemente cariño debido al tiempo que hacía que se conocieron.  Era una buena amiga, pero sólo eso, nada más.

Era de noche y hacía una luna llena preciosa. Antes de entrar en su casa, echó la mirada hacia el cielo para contemplar el hermoso espectáculo que se le ofrecía.  La luna grande, blanca, completa, y a su alrededor las estrellas rutilantes.  Y le llegó el aroma a Dama de Noche que tenía sembrada. .  El farolillo de la entrada estaba encendido, y se detuvo antes de abrir al fijarse que la planta  estaba totalmente florecida; y giró la cara hacia los rosales y también lo estaban.  Desde que diera orden al jardinero de restaurar el jardín, no se había detenido a contemplarlo, y creyó recordar que el obrero le indicó que no entendía por qué no florecían.

- Algún fertilizante ha obrado el milagro - se dijo y entró llamando a voces a Helen
 

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