domingo, 26 de julio de 2020

Una casa en el campo - Capítulo 33 - Adolescencia

Y todo se fue cumpliendo paso a paso. Charlotte se instaló en Burton y desde allí dirigía las galerías que estaban a su cargo, sin problemas. Observando que el tiempo allí era más largo; podía hacer más cosas y todas relajadamente. Y también, alguna noche cenar con su vecino más apreciado.

Y a su debido tiempo, había conocido a Helen que se convertía en una adolescente preciosa, pareciéndose a la madre, excepto en el cabello, dorado y brillante, como su padre. Seguían con su relación de amistad, pero poco a poco, las visitas mutuas eran más frecuentes y más cercanas, pero sin conseguir la intimidad que ella deseaba.


Padre e hija seguían dependiendo una del otro. La chica había empezado la secundaria y comenzaba a tener amigos y amigas.  Y como vaticinara Charlotte en su día, varios chicos se rifaban el estar con ella, y eso hacía que Maxwell estuviera siempre alerta. Las advertencias de su amiga se iban cumpliendo poco a poco. Y con la primera a la que tuvo que enfrentarse fue el primer desarrollo de Helen.

Estaba muy asustada y llamaba a gritos a su padre, que corriendo al ignorar lo que pasaba, fue derecho a su cuarto alarmado en extremo:

- Papa, papa, corre ven

- Helen ¿ que te pasa?

- Papa ¿ voy a morirme como mama?

- ¿ Por qué dices eso?  Me has dado un susto de muerte ¿ qué te ocurre?

- Mira

Hizo a un lado la ropa de la cama y una mancha de sangre quedó al descubierto.  Maxwell, no sabía qué decir.  No tenía ni idea de cómo reaccionar ante esa situación.  Ellos habían sido dos hermanos y nadie le dijo nada de cómo actuar en ese caso, con una chica, aunque sabía perfectamente lo que ello significaba. Pero sólo una mujer sabe qué decir, cómo hablar a una hija que se hace mujer ante su vista.  Y recordó las palabras de Charlotte:

- A esto, entre otras cosas, se refería-,  pensó

Y como mejor pudo, la explicó lo que significaba y lo que debía hacer de ahora en adelante. Pero no tenía ni idea de lo que una jovencita necesitaba para su protección en esos días, aunque sabía que existían productos para ello.  Y optó por llamar a Charlotte para que fuera ella la que la explicase toda la parafernalia que seguiría, entre otros detalles, que sólo las mujeres saben

Era muy temprano y aún Charlotte no se había levantado.  Cuando sonó el teléfono se sobresaltó, máxime al escuchar la voz alterada de Maxwell pidiéndola ayuda:

- Ya está aquí, acaba de venir

-¿ Quién ha venido ? No sé a qué te estas refiriendo

- Ven en cuanto puedas.  Debes hablar con ella

-Lo primero cálmate. Voy en cuanto me levante.  Enseguida estaré allí

Charlotte, mientras se dirigía a  casa de Maxwell, iba pensando qué palabras emplearía para hablar con la muchachita que a penas conocía, ya que no era muy dada a ello.  Notaba su distanciamiento, era como si la quisiera ignorar. Como si le molestara su amistad con el padre,  como si la viera como rival, aunque no tenía ni idea de la clase de amistad que mantenía con  Maxwell, de todo punto inofensiva.  Recordó cuando ella estuvo en la misma situación, sólo que fue en un internado, y con  su compañera de cuarto y su mejor amiga, en aquella época, quién la puso al corriente de todo:  de lo que debía y no debía hacer. No era su hija, aunque desearía que así fuera, pero una barrera infranqueable se alzaba entre ellos, principalmente por esa joven a la que tenía que instruir como convertirse en mujer, siendo a penas una niña . Y se acordó de Perl y sintió pena infinita por ella; se estaba perdiendo toda su vida, todo lo que una madre disfruta. La cruel realidad la volvió al momento actual y pulsó el timbre de la puerta.

Un nervioso Maxwell abrió de inmediato, y rápidamente la puso en antecedentes de lo ocurrido:

- Tranquilízate. No es nada. Lo que significa es que tu hija deja de ser una niña, y has de cambiar el chip, porque ahora es que comienza la etapa más dura y preocupante, aunque creyeras que al dejar de ser bebe, todo sería más fácil.  ¿La has avisado de mi presencia aquí ?

- Si y no le ha gustado nada. Dice que contigo siente vergüenza, que mejor con Lorraine. Me ha parecido que tú estabas más cerca y mejor cara a cara que por teléfono. Así que eso es lo que hay.

-¿ Dónde está?

-En su habitación

- Bien, pues pregúntala si puedo subir.  Será mejor guardar un poco de protocolo hasta que vayamos conociéndonos más.

Maxwell subió para hablar con su hija referente a porqué había venido Charlotte.  La joven torció la boca: no la apetecía nada contar sus intimidades a una extraña, además  no gozando de su simpatía

Pero la conversación fluía en boca de Charlotte; no en vano era una mujer, además de adulta, había viajado por medio mundo, aunque nunca había tenido que verse en esta situación, ni siquiera con sus sobrinas, que para eso ya tenían a su madre.  Y pensó que debía iniciar la conversación, hablando precisamente de Perl.  Y poco a poco, ambas se fueron relajando y al final la tensión había desaparecido y todas las dudas de Helen, desveladas.  Al verlas bajar, Maxwell, respiró aliviado. Y comenzó a ver a Charlotte con otros ojos, e inconscientemente, la dio la razón: una mujer sola, se desenvuelve en cualquier situación, pero un hombre no, en determinadas cosas, como había sido ésta acaecida en ese día.

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