viernes, 26 de octubre de 2018

La Dama de la rosa - Capítulo 17 - El triunfo-

Trataban por todos los medios de no desconectarse uno del otro, pero a veces el trabajo les impedían llevar una vida como la que habían llevado hasta ahora.  Connor tenía interminables horas de prácticas y ensayos, además de la adaptación de la banda sonora de la película.  Fueron tres meses de intenso trabajo. Por las mañanas iba al estudio de grabación, y por las tardes prácticas al piano.
Mientras tanto Anya andaba  de acá para allá con sus entrevistas.  Algunas de ellas bastante complicadas por el carácter de la persona a la que entrevistaba. Y no siempre quedaban satisfechos con el trabajo y tenían que repetirlo.  Ella conocía ese mundo y sabía lo difícil que era llegar a un acuerdo con la persona a quién fotografíar, que siempre se creen estar  más informadas que el propio profesional.  Había que derrochar grandes dosis de paciencia y persuasión, pero esa tensión se reflejaba en su vida privada.  Llegaba a casa cansada, nerviosa y de mal humor.  Menos mal, que Connor la tomaba en brazos como si fuera una niña y escuchaba pacientemente lo sucedido con el "cerebrito " de turno y trataba de relajarla. 

Connor daría su primer concierto en la sala Wigmore Hall con obras seleccionadas de Frederick Chopin.  Estaba nervioso como si fuera un principiante, a pesar de que tenía seguridad en sí mismo, pero hacía tiempo que no estaba de cara al público y repasaba mentalmente todos los movimientos que debía ejecutar.  Sabía de memoria las partituras a interpretar, de eso no tenía duda, pero esperaba que los nervios no le traicionaran. Sabía que entre el público asistente estaría Anya y ante ella debía quedar bien, era su objetivo. 

Ella preparó su vestido meticulosamente, se maquilló y se peinó con esmero.  Era un día importante para él y quería no defraudarle. Estaba tan nerviosa como Connor, pero no lo aparentaba; sabía lo que representaba para él,  esfuerzo y el trabajo que había realizado hasta conseguirlo.  

Pero todo sucedió como estaba previsto. Gran asistencia de público, la sala llena y máxima expectación.  Tuvo un éxito rotundo.  El público no le había olvidado, y al contrario, estaba ansioso por volver a  escuchar su interpretación del repertorio.

La gente se agolpaba ante la puerta de entrada al camerino, con sus programas en la mano para que fueran firmados por él.  Anya estaba en un rincón, no quería apartarle de su público.  Era su noche y había triunfado; merecía ese reconocimiento.  Ella le tendría, cuando se quedara libre, durante toda la noche y al día siguiente.  Desearía que fuera su abrazo el primero que recibiera como felicitación , pero era imposible abrirse paso hasta él, así que esperó pacientemente a que terminara de atender a su público.

Connor la buscaba con la mirada insistentemente, y la vio en un rincón, aguardando, sola, su turno.  Anya hizo una seña con la mano para que estuviese tranquilo, pero él necesitaba su abrazo y  se abrió paso hasta llegar a ella.  Y no le importó tomarla por la cintura y besarla apasionadamente, ante los aplausos de todos los concurrentes.  Los reporteros disparaban sin cesar tratando de sacar la mejor foto posible, que publicarían al día siguiente en sus respectivos periódicos y revistas.

Cuando al fin estuvieron solos, fueron a celebrarlo a un restaurante de super lujo.  Pero su celebración la harían cuando llegasen a casa, en su habitación. Connor necesitaba descargar la tensión de nervios que había tenido durante todo el día.  Aguardaría hasta que aparecieran las críticas en los diarios de la mañana, pero esa noche, sólo estaban ellos dos.  Deseaba dedicar el triunfo a Anya que había sido paciente día tras día hasta que él consideró que estaba listo.

Ella también tenía sus días malos con los reportajes, pero cuando terminaba su jornada laboral los disgustos los dejaba en el estudio y nunca se los llevaba a casa.  Su hogar era para estar con Connor, nada más.

Irían a ver un apartamento que deseaban comprar en South Kensington, en la zona más selecta de Londres.  En ese barrio habían vivido parte de los parientes de Connor, y él mismo,  pasó una temporada cuando llegó para estudiar durante un año en el conservatorio de Londres.  Anya no conocía a penas la ciudad, y ese barrio menos. Le pareció una zona maravillosa, bella y tranquila para vivir, justo lo que necesitaba Connor para sus composiciones.

Los reportajes que ella hacía eran bastante celebrados por las revistas especializadas.  Era una fotógrafa excelente y buscaba siempre la belleza del personaje, en  su naturalidad,lejos del boato y espectacularidad que tuviera.  En el círculo de Connor, había varios músicos conocidos desde hacía tiempo, así que no les faltaban invitaciones, salidas, cenas y... poca intimidad.

¿ En qué momento comenzaron a fallar ?  No lo supieron, sólo el trabajo tan absorbente de cada uno, los compromisos, las salidas fuera de Londres, quizá fuese el detonante de que su relación se resquebrajase. Unas veces eran las ausencias de Connor de gira por diversas ciudades, otras, los desplazamientos de Anya incluso fuera del país, comenzaron a ser frecuentes y cada vez menos se reunían para comer juntos .  Los días, algunas veces eran agotadores, y sin darse cuenta, ante el cansancio, dejaron de tener la dosis de intimidad que siempre habían compartido.

Y poco a poco, el ardor, el furor de estar juntos se fue calmando y aunque seguían amándose, no era lo mismo. El trabajo había tomado el puesto de la confianza y de la sexualidad.  Pasaban los días y sus encuentros fueron pospuestos para el fin de semana.  No era por falta de deseo, pero casi nunca coincidían a la hora de ir a la cama, o bien tenían que planificar el trabajo antes de acostarse, o bien llegaban demasiado tarde, cuando alguno ya se había acostado.  Y entonces, un día, sin pensarlo, sin motivo aparente, con una discusión inoportuna, saltó la chispa que prendió  convirtiéndolo en un desastre.

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