domingo, 21 de enero de 2018

No fue un sueño, sino tú - Capítulo 25 y último - Y la rueda de la vida siguió su camino

En silencio, abrazados permanecieron durante largo rato. A Isabel se le cerraban los ojos de sueño.  Había sido una noche larga e intensa, pero inmediatamente se espabiló en cuanto Albert comenzó a hablar

¿ A dónde quieres ir de vacaciones? - dijo
- No quiero vacaciones.  Simplemente eran unos días .  Tenía mucho en lo que pènsar y necesitaba alejarme de tí.  No sabía el rumbo que debía tomar,  Pensé que al volver al lugar en donde todo comenzó, tendría las ideas claras y sabría lo qué hacer: si pedirte perdón y pasar página.  Si hablar contigo si aún seguías queriéndome,,,  En fin. estaba muy confusa y pèrdida.
- Nos hemos pedido perdón.  Vamos a volver a ser una familia, así que ya hemos reflexionado, pasado página y creo que es lo mejor que hemos podido hacer
-No quiero vacaciones si tú no las tienes.  Quiero que estemos juntos, con Stella.  Eso es lo que quiero
- Pero yo te prometí un viaje, sólo que si no es urgente te pediría que esperases un poco.  Tengo pendientes casos urgentes que requieren cirugía.  Después de solucionarlo, iríamos donde tú quisieras.
.-Cariño, no hay prisa.  Mientras estemos juntos, todo está bien.


Regresaron a casa felices , pensando en lo distinto que había sido el viaje de ida.  Stella se llevaría una gran alegría, pues a pesar de ser pequeña, se daba cuenta de que sus padres no estaban como siempre, aunque ignoraba el motivo para que  ni siquiera se hablasen.  Lo primero que hicieron al llegar, fue ir a recoger a su hija al colegio, y la niña percibió que algo había cambiado en el rostro de sus padres:  estaban tomados de la mano y sonreían constantemente, cosa que hacía tiempo no habían hecho.

Y su vida transcurría con toda normalidad e Isabel se dedicaba por completo a atender a su familia.  Habían empezado una nueva etapa, superados los cinco primeros años de casados.  De vez en cuando Meredith acudía a su casa y comía con ellos, y todo transcurría con armonía.  
Las vacaciones tuvieron que esperar algunos meses ya que el trabajo de Albert era constante, pero no la importaba.  Cumplía con un trabajo estresante, pero muy importante y él se mostraba satisfecho con los resultados que obtenía en sus intervenciones.  Era admirado por sus compañeros por el cariño que mostraba a sus pacientes y la sonrisa siempre en su cara.  No tenía nunca ninguna mala palabra para nadie.  Sólo comprensión y compañerismo.  Y de ello la causante de su cambio había sido ella que le daba paz y sosiego y así se lo hacía saber cada noche y cada día.  
Ambos se mostraban orgullosos uno del otro, pero de lo que más orgullo sentían, era de que habían superado la barrera más difícil que se les había presentado: su separación.  Pero lejos de ser un obstáculo, les había unido aún más y su horizonte se presentaba diáfano, sin ninguna nube que lo enturbiase.


Una noche, cuando Stella ya dormía, Albert extrañado porque ella no mencionaba nunca la palabra trabajo, la preguntó:

- ¿ No te apetecería volver a trabajar ?

-¿ Tú quieres que vuelva a hacerlo?
- No se trata de lo que yo quiera, sino de lo que tú necesites
- Yo sólo necesito a mi familia. A tí y a Stella. De momento no voy a ir al laboratorio.  Me han llamado en repetidas ocasiones, pero les he dicho que no
- ¿ Y eso ? Antes te entusiasmaba 
- Y me sigue entusiasmando, pero tengo otras prioridades más importantes.  Mi lugar lo puede ocupar cualquier otro investigador, pero el ser esposa y madre, sólo yo puedo desempeñar ese papel.  Quizá dentro de un par de años, me lo vuelva a plantear, pero ahora definitivamente no.
-Siempre estaré de acuerdo con lo que decidas.  Nadie mejor que tú sabe lo que te conviene.
-Lo que me conviene es ir todos los días a buscar a mi marido a su trabajo, estar en casa cuando mi hija llegue de la escuela, y descuida no me aburriré.  En todo el tiempo que tenga libre, tejeré jersecitos y botitas para nuestro bebe
- ¿ Para nuestro bebe? ¿ Vamos a tener un bebe?
- Si esposo mio.  Ya lo hemos encargado y viene en camino
- ¿ Me lo puedes repetir ? ¿ Estás embarazada?
- Si, eso es lo que te quiero decir
- ¿ Por qué no me lo habías dicho antes?
- Porque ha sido hoy cuando el médico me lo ha confirmado.  En siete meses más o menos le tendremos en casa


¿ Cómo no me he dado cuenta antes de eso? ¡ Soy médico, por amor de Dios !- y ella reia feliz


La alegría de Albert era indescriptible.  Le gustaban los niños y por unas causas u otras, no había podido agrandar la familia.  Stella era mayor y reclamaba constantemente la presencia de un hermano, y por fin sus deseos se vieron cumplidos.  Ambos esposos se abrazaron emocionados y contentos.  Una vez más el amor había triunfado en sus vidas, que se colmaría con la llegada de ese hijo

- Tienes que cuidarte mucho - la decía Albert día a día

- Me cuido, cielo.  Me cuido.  Sólo que tengo un hambre atroz
- Lo sé pero has de comer cosas sanas para que nuestro chiquitín sea perfecto.  Me preocupas cuando tomas esas chucherías que nunca te gustaron y que ahora te vuelven loca
- Ya ves, así son las cosas - le respondía  mientras él acariciaba su vientre.

Y los días y los meses pasaron y nuevamente en ese hogar feliz se escucharon risas infantiles.  Cuando Albert junior fue un poquito mayor, decidieron que ya era hora de realizar el tan aplazado viaje.  Y de nuevo la preguntó dónde quería ir, y ella respondió

- Vayamos a Alcudia, a nuestra casa que aún no he disfrutado.  Ha pasado mucho tiempo y deseo bañarme en aquella hermosa playa
- Tu deseo será cumplido.


Y volvieron a España y juntos en la terraza de su chalet, admirando la hermosa puesta de sol, recordaron todos los momentos vividos desde que se conocieron.  Esos momentos que, en aquel entonces,  jamás imaginaron a donde les conduciría.  Los recovecos que tuvieron que sortear, y los angustiosos momentos que vivieron cuando se separaron, pero también la bella realidad que vivían en la actualidad.  
Necesitaban realizar ese viaje los dos solos, como si fuera una segunda luna de miel.  Vivir su momento, sin tener más preocupación que amarse, besarse y estar juntos.  Cuando regresaran a casa, tendrían tiempo de seguir con la vida diaria, pero ahora, y allí , era el tiempo de ellos y sólo a ellos les pertenecía.

Se besaron largamente iluminados por las últimas luces de un día maravilloso.  Y Albert, mirando a su mujer lleno de amor, la dijo

- Siempre te soñé, como estamos ahora, pero no fue un sueño, sino eras tú que me aguardabas en este recóndito lugar español.  Y yo acudí escuchando ese canto de sirena y me enamoré de aquella chica atrevida e insolente que me cautivó nada más verla.. Te quiero amor mio, y siempre te querré.  Por mucho tiempo que pase estaremos siempre juntos, porque nuestro destino nos condujo uno al lado del otro, y así quiero vivir.


Se besaron largamente y siguieron contemplando cómo el cielo iba perdiendo su luz, ahora adornado con fulgurantes estrellas brillantes que parpadeaban como si les guiñaran los ojos.-  Así permanecieron largo rato, disfrutando de aquella paz y tranquilidad que juntos disfrutaban.


                                                               F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Edición:  Octubre de 2017
Ilustraciones: Internet
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

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