miércoles, 17 de enero de 2018

No fue un sueño, sino tú - Capítulo 16 - Sinceridad

La tarde se la hizo interminable.  La espera de la llegada de Albert era pesada, y sus nervios comenzaban a traicionarla.  Hubiera salido a dar una vuelta, pero desconocía la zona y le daba miedo perderse.  Deseaba que él llegara a casa, aunque creía que no sería pronto, dado que en las operaciones surgen problemas, y quizá se prolongase más de la cuenta..

Había puesto la mesa con dos velas que encontró en un mueble del salón. Pensó que era probable que él las hubiera usado en alguna cita  anterior.  No quería, no debía pensar en eso.  Sabía que existía una vida anterior a ella, pero lo borraría de su cabeza en cuanto supiera a qué atenerse.  Pero la imagen de Brigitte se coló en su memoria.  Eso sería otra cosa de la que tenían que hablar.  Quería conocer todo lo que había sido su vida.  No sólo por celos ni curiosidad, sino por conocerle mejor.


Ya era de noche, cuanto el tintineo de unas llaves en la puerta, la despertó de un ligero sueño que había echado acurrucada en el sofá del salón. Sentía frio; no se había tapado con nada, simplemente se quedó dormida por aburrimiento.  Se incorporó rápidamente, se alisó el cabello y salió al encuentro de Albert.  Él la contemplaba desde la entrada, recreándose en ella.  Le parecía imposible tenerla allí, ¡ tanto como lo había deseado !  Se acercó y la besó, se besaron.  Sonreían un poco azorados.  Era una situación anómala.  No eran, aún, novios, al menos oficialmente.  Pero entonces ¿¿que´clase de relación tenían ?

- ¿ Cómo has pasado la tarde ? - la dijo él
- Bueno...  Te he echado de menos, pero he estado entretenida haciendo cosas
- ¿ Has deshecho el equipaje ?
- No Aun no.  No sabía...
- ¿ Cuál sería tu habitación? ¿ Es eso ?-  Ella movió afirmativamente su cabeza
- Creí que lo sabías. Has de ser tú quién elijas
- Bien, pues creo que ha llegado el momento de sentarnos a hablar - respondió mirándole de frente.-
- Me parece bien . Creo que eres tú la que tiene dudas, así que empieza.  Te prometo contestarte con la mayor sinceridad, aunque sean cosas escabrosas.  Estoy de acuerdo.  Quiero que seamos algo más, pero para eso debemos tener plena confianza el uno en el otro y no tener secretos.  Así que si.  Yo también lo deseo.
- Espero que comprendas mi actitud.  No sé nada de ti, de tu anterior vida, y eso me produce incertidumbre. y muchas dudas, porque no entiendo cómo ha pasado todo esto
- Es muy sencillo: me enamoré de ti sin proponérmelo.  En un primer momento pensé que eras insolente con el incidente de Dúrex, pero en el fondo me hizo gracia.  Después, curiosidad y finalmente  amor y deseo.  Pero fue al verte herida en el autobús, cuando tuve más claro que no era curiosidad por tu rebeldía y sentido del humor, sino que habías despertado en mi un sentimiento que no había conocido e inmediatamente supe que eras la mujer de mi vida.  Es así de sencillo

- Pero no pertenezco a tu mundo.  No soy una chica de ciudad,  nunca ha salido de mi pequeño lugar.   Pocas veces he ido con chicos, porque algo me decía que no debía hacerlo, pero la verdad es que no me gustaban.  Y menos cuando se ponían románticos y buscaban otra cosa que no estaba dispuesta a darles.
Me fijé en ti desde el principio.  Y lo cierto es que no pasas desapercibido nunca.  Pero el día que me metí en tu casa y os vi en el mar bañándoos desnudos, en la playa...Me sentí decepcionada.  Di media vuelta y me marché, pero algo en mi interior me decía que eras libre de hacer lo que quisieras con quién quisieras, pero no me gustó.  Además esa chica es diferente a todas, diferente a mi
- Te refieres a Brigitte ¿ verdad ? -
Ella dijo sí con la cabeza y los ojos fijos en el suelo- Fue una aventura ocasional y lo que viste fue... sólo una experiencia sin más. Aún no habías entrado en mi vida, aunque si me habías impactado.   Me parece bien que sepas todo sobre mí; así que te lo contaré todo, sin ocultar nada, porque tampoco hay nada que ocultar.
 Soy hijo único de una familia acomodada.  Mis padres murieron en accidente cuando yo tenía catorce años   .Meredith, mi tia, hermana mayor de mi padre, me educó y he convivido con ella hasta que fui a la Universidad.  Mañana la conocerás.
En la universidad salí con bastantes chicas, y después también:   no soy un monje.  Pero todo eso forma parte de mi pasado.  Ahora tengo los pies en el suelo; ya no soy un jovencito veinteañero y deseo que tú seas mi compañera.  En eso se resume mi historia.  Bastante simple, aunque no lo creas.
- ¿ Clarisse ?  Fue alguien en tu vida, puesto que te impactó tanto
-Ella fue un amor de verano, como se suele decir.  Lo que me impactó fue el verla muerta al cabo de tantos años.  Nada más. Creo que el viaje a España por ese motivo, fue trascendental en mi vida.
- No ´sé, Albert.  Tal y como lo cuentas parece todo muy normal, pero algo me dice que no lo es tanto. ¿ No has tenido nada en el hospital?  Allí te conocen como el doctor cañón.  Lo he descubierto esta tarde cuando dejé la maleta en tu consulta.
- Lo sé.  Hasta mí llegó ese apelativo, pero no he tenido nada con nadie de allí.Algún café que otro.  Nada más.  No mezclo el trabajo con el placer. Oye, no te obligo a nada- dijo algo molesto -.   Deseo estemos  juntos, pero nunca voy a obligarte a hacer algo que no quieras.  Si tienes alguna duda, dílo ahora; es el momento oportuno.  Creo que... debemos cenar ya.

- Te has enfadado - dijo ella observando que él estaba disgustado
- No estoy enfadado.  Me desconciertas eso es todo.  Comprendo que vaciles.  Yo lo tengo muy claro; pero tú no tanto.  Sentémonos a la mesa
 De pronto cuando entré en casa y vi que habías preparado la mesa, que habías estado cocinando, tuve la sensación de hogar, y no de un frio apartamento de soltero.

Ella no dijo nada. Le había contado su verdad, pero seguía con miles de dudas o posiblemente fuera miedo ante lo inesperado, ante esa situación que nunca creyó se diera.  Le amaba, de eso estaba muy segura, pero él seguía intimidándola y eso hacía que no tuviera la suficiente confianza como para tener una intimidad que él esperaba, y aunque ella también lo deseaba, sentía timidez tan sólo de pensarlo.  Se desesperaba porque no sabía como conducirse para que no la interpretara que era una buscona encaprichada del " doctor cañón "..

No hablaban.  La cena que debiera haber sido feliz, se desarrollaba con tirantez algo que molestaba  a ambos.  ¡Habían puesto tantas esperanzas en el encuentro ! que les entristecía que todo se hubiera torcido en su desarrollo.  Albert sabía que tenía que quitar hierro a la frialdad que reinaba y comenzó a contarle cómo se había desarrollado la operación y  comentaba alguna que otra anécdota que habían vivido.  Por fin había arrancado una risa a Isabel.   Y la miró con admiración:

- Es preciosa, y con su sonrisa es capaz de derretir el polo.  Ten paciencia, Albert.  Todo es nuevo para ella.

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