martes, 16 de enero de 2018

No fue un sueño, sino tú - Capítulo 14 - La propuesta de Celia

Y poco a poco se fue recuperando, pero seguía sin comprender el porqué seguía a su lado.  No explicaba aquella protección que él sentía; eran ¿ amigos ? Ni siquiera  ese lazo se había consolidado. Albert había salido de su vida meses atrás, sin siquiera tener una llamada  o una despedida.  No es que la molestara tenerle a su lado, sentirse mimada por él, al contrario.  Pero no quería volver a concebir esperanzas en algo que no podía ser. ¿ Era lástima al verla sola, en un país extraño, sin poderse entender con nadie por no hablar su lengua.?  Además,  ella era insignificante con respecto a la categoría de la que él gozaba.  Como mucho, la vería como a una hermana pequeña.  Pero no quería eso, no quería su compasión.  Lejos estaba de sospechar lo que hacía que él se mantuviese a su lado.

Y por fin llegó el alta. Tendría que hacerse una revisión al cabo de unos días, pero no era necesario que permaneciese en Ginebra. Al entregarla el informe, se la encomendó a Albert:  él se encargaría de la revisión.  Tras unas últimas recomendaciones, salieron del hospital.  Se hospedarían en el mismo hotel hasta su partida ¿hacia dónde ?  Ni siquiera habían hablado de ello. ¿ Cuándo creería que era oportuno hacerlo ?

- ¡ Uy, este hombre me saca de quicio   - es lo que se repitió así misma.

Albert sabía que tenía que hablar, que hablar con  ella sobre su futura relación, que pretendía no fuera de amistad, pero le daba miedo su reacción.  La encontraba distante, hasta con frialdad hacia él, y eso le dolía y le hacía pensar en su proposición:  quizá no fuese lo más acertado.

- Aún ha de olvidar lo ocurrido.  Pero mi impaciencia es grande.  No puedo vivir con esta incertidumbre, y además he de regresar a Londres y plantear mi situación.  Si me acepta, lo dejaré todo.  Si desea vivir en Londres, seguiré en el hospital; pero  si no quiere, lo dejaré todo y trabajaré en donde ella quiera vivir.  Me he replanteado ls cosas mientras hemos estado en el hospital, y he llegado a la conclusión de que lo que más me importa es ella y no deseo separarme nunca más.  Creo que debo dejarla  espacio, no agobiarla.   Quizás insinuarle algo de lo que siento, y comprobar su reacción, pero será a mi regreso de Inglaterra.  He de dejarla pensar en ello.  Nuestra relación es de todo menos regular.  Con bastantes altibajos y en un plano muy distinto al que ella imagina.


Y después de pasar unos días en Alcudia, partió hacia Londres con un laberinto de emociones en su cabeza, sin aclarar las ideas y sin saber cómo enfocar la situación tan extraña que tenía con Isabel.

Llamaba varias veces al día para conocer su estado, algo que extrañaba a la chica, pero a la vez la halagaba.  No podía ser interés por amistad, debía sentir algo más, pero debía ser él quién la dijera lo que sentía.  No deseaba volver a caer en una idea, que, posiblemente estuviera sólo en su cabeza y para nada en las intenciones de Albert.  Y comenzó a incorporarse a la farmacia; en principio un par de horas, pero en casa se aburría mortalmente:  le echaba de menos.  Mucho, más de lo que ella pensaba, y esa sensación, era justo la que no quería sentir, y comprobó que nuevamente Albert ocupaba  el sitio que en su corazón nunca habían abandonado.

Se sentía indecisa, insegura respecto a él, y una tarde abrió su corazón a  Celia, que la escuchaba atentamente.  Le contó su comportamiento en el accidente, la preocupación que sentía por ella y las diarias llamadas por teléfono.  Y que no terminaba de entender su forma de proceder.  Y Celia la sonrió y le dio un consejo, tal y como ella lo veía:

Esta loco por ti ¿ Qué más necesitas saber?  Yo en tu lugar tomaría el primer avión que fuese a Londres y me presentaría en el hospital.  Por muy buen amigo que sea, nadie haría lo que él ha hecho por tí.  Y si de verdad le amas, ve a por él.  No seas tonta. Esgrime las armas que las mujeres tenemos y no le pierdas.  Te ha demostrado su interés por tí. Olvídate de la farmacia y ve tras él.


Isabel la escuchaba con los ojos muy abiertos, como si se diera cuenta en ese momento de lo que su amiga la decía.  Era algo evidente para la amiga, e inseguridad para ella.  ¿ Y si no fuese cierto lo que Celia percibía? ¿ Y si después de estar en Londres descubría que tenía otra mujer en su vida y la rechazaba? ¿ Y si interpretaba como amor lo que era sólo generosidad  de una persona buena?.  Retorcía sus manos sobre el regazo, incapaz de ver el lado positivo de todo ello.  Celia se dio cuenta y entonces la dijo contundentemente:

- Si tienes dudas conquístale, acuéstate con él.  Y entonces sabrás si lo que siente por tí es verdadero o sólo una pose.
- ¡ Celia ! ¿ Cómo puedes decirme eso ? ¡  No me  lo puedo creer  !
- ¿ Qué te he dicho, que te acuestes con él ?  Es algo infalible a lo que ningún hombre se resiste, pero es la prueba evidente si te quiere para compartir la vida con él, o sólo eres una aventura pasajera.  Soy mayor que tú., he tenido novio y estoy a punto de casarme.    Créeme, sé lo que te digo. Ve a Londres .  No te arrepentirás, si es que le amas como él a tí.

Por la noche reflexionó sobre lo que la amiga la había dicho y tomó una decisión: seguiría su consejo.

- Estaré alerta a cualquier reacción de él.  Si es cierto que me ama lo aceptaré.  Si por el contrario soy un capricho pasajero, volveré aquí..  ¡Ni siquiera sé dónde vive, ni cómo se llama el hospital ! ¿Dónde voy a buscarle'?  Se supone que será una sorpresa.  No puedo preguntarle la dirección, pero...  Si eso es: el informe médico de Ginebra.  Allí viene reseñado dónde habrán de hacerme las revisiones ¿ Por qué pusieron esa dirección?  Lo lógico es que hubiera sido el de aquí. Basta ya de especular.  No quiero pensar más, o me volveré loca.

Apagó la luz, y trató de quedarse dormida.  Al día siguiente haría las gestiones.  Tenía que hacerlo ya, antes de arrepentirse. Y dos días después, aterrizaba en Heathrow, con el corazón golpeándola en el pecho.  Con miles de dudas en su cabeza, pero con la esperanza más desbordante de que iba al encuentro del amor de su vida.


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