martes, 16 de enero de 2018

No fue un sueño, sino tú - Capítulo 11 -OMS

A todos extrañó la repentina vuelta de Albert al hospital.  Aún le quedaban dos días de vacaciones.  Al ser preguntado por ello, no se le ocurrió otra cosa más que decir que en España hacía mal tiempo y se aburría, algo que les extrañó sobremanera, pero nadie comentó nada.  Se reintegró a su trabajo como si tal cosa,, pero sus más cercanos colaboradores sabían, que algo había ocurrido porque no era el mismo.

No se mostraba tan cordial como siempre, y trataba por todos los medios de esquivar la compañía de sus compañeros.  Gustaba de pasear por el jardín del hospital en solitario, algo que antes, rara vez hacia.  Hasta las enfermeras que siempre andaban detrás de él llegaron a la conclusión de que al "doctor cañón" algo le había pasado en esos días.

Buscaba la soledad de su casa.  Rechazaba la compañía femenina, ,  y en varias ocasiones levantó el teléfono para marcar el número de Isabel,  cosa, que al final no hizo.  Trataba de olvidar su rostro  sin conseguirlo, hasta soñaba con ella.  No quería vivir así. Procuraba por todos los medios deshacerse de esa imagen.

 Llamó a Brigitte a ver si ella conseguía sacarle de la melancolía, pero ella tampoco pudo hacer nada por él, al contrario le hundió más en la miseria cuando le anunció que iba a casarse con su novio de siempre.  A pesar de pillarle desprevenido, en el fondo se alegró por ella, y ante la extrañeza por su llamada, arguyó que hacía mucho tiempo que no hablaban

- Te espero en mi boda ¿ vendrás ? - le pidió ella
- No lo sé.  Quizá no sea muy oportuna mi presencia allí, precisamente en tu boda.  No, no creo que vaya y pienso que debemos dar por terminada nuestra relación. A tu futuro marido no le agradaría saber que nos hemos acostado.  No, mejor no voy.  No quiero causaros problemas.  Bastante tengo yo con los mios
- ¿ Qué te ocurre ?
- Nada.  En realidad algo que tarde o temprano tendría que suceder, pero ahora no ha sido oportuno
- No te entiendo
- Me he enamorado de una chica, pero ella pasa olímpicamente de mi.  Pienso que me lo merezco por haber jugado durante mucho tiempo al ratón y al gato con el amor, y al final he sido cazado
- Pero eso es bueno, Albert
- Si ya lo sé, pero ella no me quiere.  Es así de sencillo
- No te creo.  No es posible, eres un bombonazo de hombre
- Puedes creértelo me ha rechazado de plano, así que no seré tan buena pieza.
- Necesitas volver a enamorarte, pero de alguien cercano que te conozca bien.

- No, ni hablar.  No volveré a intentarlo.  En el fondo agradezco mi soltería.  Ser libre para hacer lo que quiera con mi vida
- Te noto muy desesperado.  Nunca has hablado así.  Creo que te vendría bien un viaje, y conocer a alguna chica, que estoy seguro te haría feliz
- Ya veré.  De momento os deseo la mayor felicidad del mundo.. Que seas feliz, Brigitte
- Te llamaré algún día.  Posiblemente me contarás alguna novedad.  Verás que sí.

Por lo menos, se había quitado un gran peso de encima.  Brigitte era una mujer fascinante pero peligrosa.Se alegró de que al fin encontrara  la estabilidad con alguien.

El tiempo transcurría implacable, y aunque él había mejorado en su estado de ánimo, no terminaba de olvidar su fracaso amoroso.  Había noches que soñaba con aquellas caras difusas de las cuales no reconocía a una, que sonreía pero no terminaba de identificarla.  Se sumergió en el trabajo y poco a poco los sueños fueron pasando y los recuerdos también.  Fueron lentamente espaciándose.  Casi estaba a punto de organizar nuevamente su vida y comenzando  a salir con alguna chica de Administración del hospital y con alguna compañera, pero siempre levantando la barrera que dejaba bien a las claras que aquellas cenas, no eran otra cosa más que compañerismo.  Con alguna de ellas intimó más y hasta tuvieron relaciones sexuales, pero, a pesar de acostarse, después del acto, cada uno se iba a su casa.

Hubo una noche, que acababa de tener sexo con una chica , compañera del hospital, cuando los sueños volvieron a atormentarle, pero esta vez si pudo contemplar  el rostro de aquella mujer que se le aparecía  desde hacía tanto tiempo. Una secuencia rápida, dramática   y confusa que no entendía.  Había una carretera, un coche y... No recordaba nada más  Supo que aquella sonrisa sólo podía ser de una sola persona y era Isabel ¿ Por qué pensaba en ella ? Ahora que recobraba el equilibrio o simplemente lo tenía adormecido.  Se levantó de la cama.  No quería soñar con ella, no quería verla aunque fuese en un efímero sueño, que no  recordaría al día siguiente.   Se sirvió un vaso de leche  y nuevamente se acostó.  Miró el reloj y comprobó que faltaba poco para que el despertador hiciera sonar la alarma.  Se quedó tendido en la cama, pero no volvió a dormirse.


Cuando llegó ese día al hospital, una secretaria le hizo saber, que el director quería verle en su despacho la más urgente posible

- ¿ Ha ocurrido algo ?
- Espero que no - respondió la secretaria coqueta - Es simple papeleo.

Él no se dio por aludido, como si los mohines que la chica le dedicaba, no fueran con él.  Después del sueño que había tenido, no le apetecía nada el coqueteo de las mujeres.  Se cambió de ropa y antes de comenzar las rondas, acudió a la llamada del director.  Tocó en la puerta, y una voz al otro lado, le respondió:

- Adelante
- Buenos días, Morgan.  Me han dicho que querías verme
- Si, pasa un momento y siéntate.  Quiero hablar contigo sobre tu asistencia a un simposyum muy interesante, al que acudirán los mejores hospitales y especialistas del mundo.  Pienso que nos interesa
- ¿ Y has pensado en mi ?
- ¡ Claro ! Eres de los mejores especialistas, y además te vendrá bien un cambio de aires.  Te noto algo decaído
- No empieces.  Todos me dien lo mismo: no me ocurre nada.  ¿ Dónde se celebraría?
- En la Organización Mundial de la Salud.  Hasta ese nivel es importante
- Pero ¿ en qué sede ?
- En la Central, en Ginebra
- Te lo agradezco, pero no me apetece ahora viajar hasta allí. No me apetece
- No te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando
-¡ Venga ya, Morgan !

Tienes que ir.  Te entrevistarás con los mejores especialistas de todos los campos y te será de mucha utilidad cambiar impresiones con ellos sobre las nuevas técnicas que se están implantando. Sales pasado mañana.  Llévate un esmoquin por si acaso.  Suelen clausurar las asambleas de etiqueta
- ¡ Por Dios, Morgan ! No me obligues
- Vas a ir.  Es parte de tu trabajo, y además figura en tu contrato.  Toma aquí tienes los billetes y la reserva del hotel. Haz el equipaje y no olvides el pasaporte
- Demonios Morgan. Eres tozudo: no quiero ir.  manda a otro en mi lugar
- Te estoy mandando a ti y soy tu jefe superior.  Me lo debes.  Puedes tomarte el día de hoy y el de mañana si necesitas organizar algo

Dando un portazo, salió del despacho del director, murmurando por lo bajo sapos y culebras de él. No quería, no tenía ánimos.  Sencillamente le desagradaba sobremanera. Y menos estar todo el día hablando de enfermedades. " Menuda recuperación de ánimo voy a tener "- masculló.  Pero no le
quedó otro remedio que acudir a Suiza, y a la OMS

¡ Vaya una forma de empezar el día !- iba refunfuñando para incorporarse a su trabajo.  Le disgustaba en extremo aquel viaje; bueno en realidad cualquier viaje.  No tenía ganas de moverse de casa y mucho menos para asistir a conferencias interminables.  Saludos a quienes a penas se conoce, sólo por el nombre.  No estaba en la mejor situación para ser amble con alguien.  Ya conocía Ginebra.  Ya había asistido a otros encuentros, pero no le apetecían, ni ese viaje,  ni ningún otro.

Revisó que todo quedase en orden; había dado instrucciones a la señora que atendía su casa, que estaría dos o tres días fuera y que no era necesario que efectuara limpieza alguna. Dio un último vistazo a todo, y tomando su maleta y su attacher con la documentación, salió de su domicilio.  El taxi avisado, ya estaba en la puerta. Le condujo hasta Heathrow y en dos horas, se encontró sentado en su asiento en el avión, y en poco más de tres, estaría en suelo suizo.

Ginebra era una ciudad moderna y preciosa .  Las flores y los jardines bien cuidados reciban a los visitantes, y como fondo el lago Lemán  con su alto surtidor.  Bancos y comercios de relojes a lo largo de la amplia avenida.  El reloj de flores, etcétera, todo igual.  Nada cambiaba.  Hacía más de un año que había estado aquí, y para él todo ese paisaje, le era familiar y sobradamente conocido.  Una vez instalado en el hotel, salió a dar una vuelta para no acostarse tan pronto.  Al día siguiente debía estar a las nueve en punto en la sede.  Se sabía de memoria el protocolo: Las presentaciones, los conferenciantes, y las personalidades más destacadas en el campo de la investigación y medicina,  desde la última reunión,  de las mentes más pensantes del planeta.

Con puntialidad extrema, llegó a la sede central y allí fue recibido por el jefe de protocolo.  Saludó a varios colegas conocidos de otras conferencias, al tiempo que le entregaba una carpeta con la documentarión de lo que iba a consistir el encuentro.  Estaba escrito en inglés y francés.  Tenian un buffete para quién deseara tomar té o café, antes de entrar en el recinto .  Eso le indicó que la conferencia iba a ser largo, o al menos, seguro que a él se lo parecía.  Como novedad, ese año, estaba invitada la Industria Farmaceútica, y automáticamente su pensamiento volvió hasta Alcudia, a un rosto sobradamente conocido.  Apuró su café tratando de despejar su memoria  Saludó a otros colegas que llegaban en ese momento, y poco a poco todos fueron entrando en el hemiciclo






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