viernes, 30 de octubre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 13 - El comienzo

 Alex sonrió distendido.  El primer paso estaba dado, aunque había omitido un dato muy importante: Amy. Pero por esa noche era suficiente, aunque debió decírselo y no esperar a más, por su propia tranquilidad.  Pero debía  comprobar que todo marcharía como había pensado, y que ella aceptaba esa relación.  Era algo importante lo que había planteado y lo haría paso a paso; dejaría que ella pensara en su propuesta y a continuación ponerla al corriente de todo, cuando llegara el momento de decirla que se establecerán en Maryland.  Antes de concretar nada se lo diría, pero necesitaba tener la certeza de que ella estaría a su lado.  Tenían que tratar también  el trabajo de Fionna, el lugar en que iniciarían su vida, a poder ser cerca de su hija, ya que mayormente ese era el motivo de todo el resto planteado. De ser así, ella tendría que abandonar el suyo y establecerse en otro lugar. No era un granito de anís lo que tenía aún pendiente por proponer. Tenía miedo de asustarla y le dijera que no.  Seguramente se haya precipitado al hacerse ilusiones sin haber planteado todas estas cuestiones, que al hacerlo es fácil que se produjera un no por respuesta.

Iban en el coche de Alex. La dejaría en casa. Apretaba su mano con dulzura pero con firmeza, ella le miraba y sonreía, pero sabía que la cabeza de Fionna no dejaba de funcionar, y es que lo planteado esa noche, en esa cena, era de una gran envergadura: nada más y nada menos que formar una pareja con perspectivas de futuro, y eso que la palabra matrimonio no se había pronunciado, pero lo había dejado entrever. 

La mente de Fionna era un maremágnum de interrogaciones que se agolpaban unas y otras sin obtener respuesta. Tenía infinitas dudas; todo era atropellado y había algo que intuía que no le había dicho ¿Por qué de repente tantas prisas? ¿Porqué esa declaración de intenciones sólo pensando en él? ¿Qué era no que no la estaba contando?

Se sobresaltó al escuchar de golpe la llamada del teléfono. Se lo había advertido, pero pensando como estaba  lo había olvidado. Atendió la llamada, y como lo había anunciado, se trataba de Alex. Un Alex eufórico, como si todo estuviera solucionado, cuando en realidad todo estaba igual, pero más embrollado. Él lo tenia muy claro, lo que haría y lo que quería, pero... ¿Y ella? Si aceptaba sus condiciones tendría que dejar su trabajo para establecerse en otro lugar ¿En cual? ¿ Por qué?  Recordó que Gladys renunciaría a su trabajo, también, en cuanto se casaran pero por voluntad propia; sabía que Murray no había puesto ninguna  proposición  sobre la mesa, sino que fue ella quién lo decidió.

— Seguramente también esté cansada. ¿Será tan agotador como para renunciar a algo para lo que te has preparado durante años? 

Dándole vueltas a su cabeza se preguntaba si ella sería capaz de hacerlo y, ella misma se respondió:

— Si estuviera enamorada, si . Renunciaría a todo por él, pero siempre y cuando fuese correspondida de la misma forma ¿Y lo soy? Ha sido una cena muy perturbadora con lo que me ha desvelado.  Intentaré dormir y mañana seguiré con mis dudas. Que las tengo y muchas.

Al otro lado del hilo telefónico se escuchaba la voz de Alex preguntando si estaba ahí:

— Fionna ¿Estás ahí?— en ese momento se dio cuenta de que no le había respondido.

— Si, si. Perdona estaba distraída y no me he dado cuenta...

— ¡Vaya, lo siento! Dije que te llamaría para desearte buenas noches ¿Ha ocurrido algo en tan corto espacio de tiempo que te ha distraído?

— No, no. Lo siento, es que...

— ¿Qué te ocurre? Te noto distinta a la persona que he dejado hace poco más de media hora

— Alex, me he dado cuenta de que en nuestra historia hay muchas lagunas que me confunden, que me pregunto y no tengo respuestas. Me gustas, es cierto y creo que podría amarte como deseas, porque eres educado, aunque no siempre, al menos conmigo y, ya sabes a lo que me refiero. Cariñoso, gentil... Pero creo que no me has dicho todo y eso me preocupa. Me has propuesto algo muy importante y las dudas, al quedarme sola, han comenzado a martillarme el cerebro. Necesito saber todo, absolutamente todo, por escabroso que sea. Necesito tener confianza en tí para llegar a buen fin. Me has explicado tus planes, pero omites los míos y sería renunciar a todo lo que forma parte de mi vida. Es como dar un salto en el vacío sin tener red.

—Lo entiendo ¿Te has acostado ya?

— No aún no. Hace nada que nos hemos separado

— Bien pues voy a tu casa y te cuento todo lo que quieras saber. Es cierto hay algo que no sabes. Pensé decírtelo más adelante, pero creo que ahora ha llegado el momento. Deseo que confíes en mí. Que entre nosotros no haya secretos, esa será la única forma de que lo nuestro funcione.  Salgo para allá. Nos vemos ahora.

A Fionna no le dio tiempo a responder cuando sintió el clic de haber cortado la comunicación ¡Lo sabía! !Había algo que  ocultaba! Creía recordar que Gladys  se lo contó en alguna ocasión, pero necesitaba saberlo por él.

El portero automático sonó estridente en el silencio de la noche. Por el visor comprobó  que era Alex, y esperaba inquieto a que le abriera la puerta. Cuando  abrió, en su cara había cambiado radicalmente; ahora se le veía preocupado, y eso  la tranquilizó. ¿Qué ocultaba?

— Pasa— le dijo

Era  la primera vez que acudía a su casa, pero no se fijaba en nada. Efectivamente estaba preocupado ante lo que debía confesar, y que muy pocas personas conocían en profundidad


—¿Quieres tomar algo?— le preguntó Fionna

 — No. Quiero que te sientes frente a mí y hablemos, eso es lo que quiero. Dime qué te preocupa

—Me preocupa que no sabemos nada uno del otro, que todo esto es muy precipitado, que no me atrevo a tomar una determinación porque es muy serio. Y además, creo que hay algo que no me has dicho y ese secretismo no me gusta, porque se trata de nuestras vidas. No puedo darte una contestación hasta que lo tenga todo claro.  Porque tú si lo tienes, pero yo no.

—Bien, pues allá voy. Me  enamoré de una compañera en Cuántico, llegamos muy lejos y el resultado fue una criatura en camino.  Nos casamos demasiado pronto, demasiado jóvenes. Recién salidos de la academia, y ella embarazada. Tuvo que renunciar a su trabajo debido a su estado. Mi sueldo no alcanzaba para los gastos inminentes que se avecinaban con el hijo que íbamos a tener. Comenzamos a tener enfrentamientos y después de nacer la niña decidimos que así no podíamos seguir. No solo por nosotros, sino también por nuestra hija: mejor quedar como amigos, ya que no existía amor.  Y así lo hicimos.  Pasado el tiempo, ella se volvió a casar, pero vivían lejos de Nueva York, y eso significaba que no podría ver a mi hija todo lo que deseaba. Tenía todo el derecho a reconstruir su vida, pero yo era el que salía perdiendo, porque había de conformarme con algunas vacaciones que tuviera para desplazarme a verla. Ya conoces que estuve en Londres y en ese tiempo la vi pocas veces, ya que es un viaje largo y mi trabajo estaba allí y, no se contemplaba viajar todas las semanas, así que me tuve que conformar con verla  una vez al menos cuánto mucho. Me perdí toda su infancia, porque fueron dos años en Inglaterra, y luego a mi vuelta  y con el cambio de cargo, no tenía ni un momento libre

— Entonces...¿Eso ha sido lo que te ha llevado a tomar esta decisión? ¿Dónde viven?

— Si. No quiero mentirte. La niña tiene ya más de cinco años años, y a penas me conoce. Me ve como a un extraño y eso me duele. Por eso he pensado en renunciar a todo e ir a vivir a Maryland, estar cerca de ella.

— O sea, que soy un experimento. Deberé dejar mi vida en Nueva York, mi trabajo, y acompañarte en esa aventura. Entiendo que desees estar cerca de ella, pero deberás buscar a alguien de por allí, porque no estoy segura de que lo nuestro resulte. Yo seré un pretexto, una intrusa entre tu hija y tú. Viviré como de prestado. Además,  he de renunciar a mi trabajo Son demasiadas cosas. Debiste empezar por ahí.  Creo que sería una locura. Tarde o temprano la historia se repetiría. No Alex, debes mirar hacia otro lado. Ah, y ya conocía parte de la historia, pero tenía que saberlo por tí, y de no ser por esta llamada, posiblemente no me lo hubieras dicho. Creo que te has precipitado. Tienes mucha confusión en tu cabeza y no ves que sería una locura.  Debemos romper antes de que sea demasiado tarde.

— No por favor.  Estoy seguro de lo que voy a hacer, y comprendo que tengas dudas y estés confundida. Por favor, no me hagas esto. Sé que te quiero y tu me querrás también, pero ¿Qué puedo hacer? Me pones entre la espada y la pared. No me apetece nada vivir en Maryland, dejar el trabajo, buscar otro nuevo... Pero además de todo eso, perderte.  Creo que merezco un poco de felicidad y sé que si no es contigo no la tendré

— No digas eso. Seguro que entre todas las amistades femeninas que tienes encontrarás a quién esté dispuesta a seguirte hasta el fin del mundo

— ¿Lo crees de verdad? No existe ninguna ¿Crees que puedo tener amistades formales, con el tipo de vida que llevo? Hoy aquí, mañana Londres, y quién sabe si a la semana próxima en Moscú.  Mi proyecto es pedir un traslado y vivir en paz; crear mi familia sin perder el contacto con mi hija. Sé que te estoy pidiendo demasiado, que soy quizás un egoísta, pero es así como te quiero tener: cerca. Yo sí te quiero Fionna. No sé cómo, ni cuándo, ni porqué, pero ha ocurrido y eres mi oportunidad. Si no es contigo no será con nadie. Me iría a Maryland y trabajaría en lo que fuera, pero al menos tendría cerca a uno de mis amores.  Porque te quiero a tí, pero también a ella ¡Por Dios, es mi hija! No me pongas en esa disyuntiva, por favor, porque no me dejas elección: con ella tengo un deber y he de sacrificarme si renuncias a ser mi mujer, sintiéndolo mucho, pero es mi deber como padre.

Ella se quedó muda de repente, sólo le miraba, pero, a pesar de comprenderlo, también tenía que pensarlo seriamente y a lo que ella renunciaría, que también contaba.

— Déjame pensarlo.  Necesito tiempo

— Está bien, lo entiendo. Piénsalo detenidamente. Ahora creo que debo irme. ¿Te llamo mañana o prefieres que no lo haga?

— Yo te llamaré con la respuesta. Mientras tanto, no creo oportuno que me llames y nos veamos.

— Está bien. Sea como quieras.

 La dio un beso en la frente y salió de la casa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES