sábado, 15 de febrero de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 7 - Confesiones

    Poco a poco la conversación derivó en el terreno personal.  Era una situación propicia para descargar el peso que cada uno de ellos llevaba en su interior. Y fue Erin quién a las preguntas del médico, terminó confesando lo que le había llevado a buscar paz y orden en su vida,. pero además se dio cuenta que lo que estaba haciendo era huir  del que fuera su ex marido.  Aún sentía el miedo en su cuerpo cada vez que escuchaba un ruido extraño, o por la calle veía a algún hombre que ocultaba su rostro tras el cuello subido de su abrigo.  El intuyó algo raro en las pausas que Erin hacía para tomar aire, y suavemente trato de que de una vez descargara sus temores.

- ¿ Qué pasó ? - la preguntó.  Y como un torrente sin freno, Erin comenzó a relatar la breve historia de su casamiento con Liam

- Éra muy joven, los dos lo éramos.  Estábamos enamorados y ambos acabábamos de terminar nuestras carreras; deseábamos casarnos y formar nuestra familia.  Durante un año fuimos felices, al menos yo lo pensaba, pero luego comprobé que la infeliz, la soñadora, había sido yo.

  En el despacho en que mi ex trabajaba como abogado, entró una jovencita, becaria que aún estaba estudiando;  era su pasante.  El amor surgió entre ellos y despareció el mio.  Fue la primera de las que vinieron después.  Mi inexperiencia no se dio cuenta de ello hasta que fue demasiado tarde. Primero fueron las descalificaciones por alguna comida, o camisa mal planchada... en definitiva por una tontería.  Después vinieron los insultos y al final, algún empujón contra la pared, bofetones, hematomas, heridas injustificables y llanto, demasiado llanto por mi parte. Le pedía explicaciones y siempre era por mi culpa, porque estaba descuidada, porque no le atendía bien... excusas para irse de casa,  inclusive los días festivos,  en que habíamos quedado para ir al cine.

    Un día comencé a sospechar algo y a escondidas le vi salir del bufete con la joven. No era una compañera solamente, era algo más;  la besaba en las mejillas y la agarraba del brazo con demasiada familiaridad;  entonces supe la verdad.  Cuando llegó tarde, muy tarde, le recriminé su acción, y entonces se puso furioso y me agredió fracturando una mano.  Estaba claro que ya no podía ir más allá. Rápidamente cogí mi bolso y salí a la calle asustada y dolorida.  En mi bullía una idea: tenía que denunciar el maltrato.  Y hasta la comisaría más próxima me encaminé e interpuse una denuncia por agresión, infidelidad y maltrato.  La asistente social me indicó que no volviera a casa y que me buscara un abogado para tramitar un divorcio.  Declaré las veces que me había agredido, aunque no tuviera pruebas de ello, pero al ver la última agresión lo dieron por válido tras la confirmación del forense.

    No volví a mi casa,. Aquella noche dormí en la de una amiga.  No tenía ropa más que la que llevaba puesta .  Sin a penas dinero y con la cabeza hecha un caos. No podía ser lo que me estaba ocurriendo, pero era real.  Busqué a un abogado y un año después confirmaron mi divorcio.

    Me deshice del teléfono móvil porque me llamaba amenazándome y llegué a sentir verdadero pánico. Entonces fue cuando pensé en buscar un lugar remoto en donde no pudiera localizarme.  Debía comenzar la vida de nuevo pero rota en mil pedazos.  Empezar de cero y siempre con la alerta dispuesta.  Y pasé meses buscando un lugar para vivir que fuera ilocalizable, porque a pesar de la sentencia del juez de no acercarse a mí, su cara destilaba tanto odio, que estaba aterrada.  Y llegué aquí.  Estaba lo suficientemente lejos de donde él vivía como para que no  me localizara. Y eso ha sido todo. No es lógico que la víctima siempre sea la que ha de esconderse, porque suele acontecer que en ocasiones la cueste la vida a manos de su ex.  No es justo. Tenía mi casa, mi trabajo, mis ilusiones y todo lo he perdido, todo.  La desconfianza en el sexo contrario se ha arraigado en mi y dudo mucho que vuelva a creer en él. Y sé que no es justo,porque no todos son así, pero el miedo es más poderoso que la racionalidad.

    Peter la miró detenidamente, sorbió un trago y no dijo nada.  ¿ Qué podía decir ?  Nunca había sospechado que tuviera frente a él a una víctima de la violencia machista. Era una mujer preciosa, culta, amable .simpática y sin embargo a su ex marido no le parecía suficiente y deseaba borrarla.  Nadie manda en los sentimientos, pero debió hablar con ella, decirla que ya no la amaba y haber tomado, cada uno de ellos, un camino diferente, pero sin amenazas.  ¿ Como él ?

    Celine le dijo abiertamente que no le amaba, que su compromiso era papel mojado. Se reconoció en alguna parte del relato de Erin, pero sólo en una parte.  En la decepción sentida, y en el sufrimiento que le originó, pero no quiso retenerla bajo ningún argumento. Si ya no le amaba, de nada serviría ni razonamientos y más demostraciones de amor, porque ella no los vería.  Pero inevitable que ese mismo sentimiento se revelase contra toda lógica al verla de nuevo días atrás. No había tenido ojos para ninguna otra mujer desde que ella le rechazó.  Por eso se mantuvo distante de Erin, hasta grosero, porque algo le atraía de ella y no quería.  No quería volver a confiar  en un nuevo amor, distinto, diferente, porque siempre tendría la mosca detrás de la oreja.  No volvería a confiar en nadie y eso a la vez le exasperaba, porque tenía toda una vida por delante y deseaba con todas sus fuerzas volver a sentir ese gusanillo que se instala en tu interior cuando vuelves a enamorarte.  Pero de momento, se alejaría , porque no quería tropezar en la misma piedra. Si eso surgiera, la mujer elegida no le traicionaría, pero ¿ cómo saberlo? Tendrían que cambiar muchas cosas en su cabeza.
Le inspiraba mucha tristeza lo que ella acababa de narrar.  Imaginaba que sentiría lo mismo que él y de ahí su atracción e interés por ella.  Lo tenía decidido, poner tierra de por medio, porque desde que volvió a ver a Celine supo que tenía que hacerlo si quería olvidarla de una vez.

    Cierto era que había acudido a él, para hablarle de su padre ingresado en el hospital.  Pero también hubieron reproches por parte de ambos, lo que hizo saliera de la consulta del médico enfadada con él, al haberle reprochado su falta de asistencia a sus padres.

    Le dolio hablarla en esos términos, pero la soledad de Martha, únicamente consolada por Erin, fue lo que a su ex novia hizo soliviantarse.

     Y nada más  perderla de vista, su carácter cambió de nuevo volviendo a ser el hombre huraño en que se convirtió con su rompimiento. Y esa noche, analizando lo ocurrido , pensó que lo mejor sería poner tierra de por medio y tratar de dejar atrás todo lo vivido.  Posiblemente de haber sabido el drama vivido por Erin, se hubiera tomado las cosas de otro modo, pero ya no había remedio.  Tenía la plaza reservada, el pasaje comprado y el apartamento, en donde viviría, apalabrado. Lo lamentaba, porque había conmovido su relato, que en comparación con el suyo, era pecata minuta.
Confiaría a su amigo, que le reemplazaría en la consulta la amistad de Erin, y su protección en lo posible.  De momento era lo que podía hacer y confiar que no se diera el caso de tener más problemas con su ex.

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