jueves, 13 de febrero de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 5 - Celine

    Erin pasó su brazo por los hombros de Martha y ambas se dirigieron a la habitación que ocuparía, pasado un par de días, su marido  Patrick, una vez saliera de la sala de reanimación.  Fue a la cafetería por algo de comer para Martha.  La enternecía esa mujer cariñosa y dulce e indefensa.  Y pensó lo triste que era encontrarse sola en situaciones tan difíciles, y sin embargo había tenido suerte con Peter, que la trataba con cariño.  Ella se había visto aún más sola que ella, porque no tuvo a nadie que la ayudara, o cuanto menos, que comprendiese  el problema al que se estaba enfrentando.  Todos creyeron que eran imaginaciones de ella.  Verdaderamente, Martha tenía mucha suerte de contar con él.

     No la dejaría sola. pensó que con alguien  a su lado, al estar acompañada, ella se sentiría más respaldada y la haría que durmiera un poco.  Gracias a la influencia de Peter la permitirían lo hiciera en la cama del acompañante en la habitación de su marido;  ella dormitaría en un sillón.Creía que estaría más tranquila a la mañana siguiente cuando pudiera verle, aunque fueran cinco minutos.  Después Erin iría a su casa, se cambiaría de ropa y se dirigiría al consultorio a cumplir con su trabajo.

    Ya de madrugada, Peter entró en la habitación sigilosamente, y contempló desde la puerta cómo dormían las dos mujeres.  Agradeció desde lo más profundo de su ser, el comportamiento generoso de Erin
     No todos lo hubieran hecho, y eso a pesar de que no se conocían.  Sonrió levemente y despacio, sin hacer ruido, extrajo del armario una manta y se la echó por encima.  Se tapaba con una chaqueta,y sin duda debía sentir frío.
     Había una tenue luz del día cuando se despertó.  Comprobó que tenía una manta y pensó que habría sido alguna enfermera quién se la echara.. Fue hacia Martha y vio que dormía tranquila.  En una hoja de papel escribió un mensaje advirtiéndola que tenía que abrir el consultorio dado que el doctor estaba de guardia.  No sabía cuándo la terminaría, ni el modo de comunicarse con él, y se acordó del busca. Le escribió un mensaje  y despacio salió de la habitación.  Pensó  desayunar  en la cafetería así no tendría que entretenerse nada más que ducharse y cambiarse de ropa.  Estaba poco concurrida, ya que era muy temprano y aún no habían comenzado los relevos.  Pidió un café caliente y una tostada. Daba vueltas  con la cucharilla al café, distraída cuando de reojo, vio algo verde que estaba frente a ella

-  Quería darle las gracias por lo que ha hecho por Martha. Es alguien muy especial para mi. Además se ha quedado con ella toda la noche. Muchas gracias de nuevo.  ¿ puedo sentarme y desayunar con usted ?

- Desde luego.  Estaba destemplada y el café caliente me viene muy bien.  Quizás abra el consultorio un podo más tarde. Iré a mi casa a cambiarme de ropa, y después iré

- Tómese su tiempo.  Estaré allí cuando haga el relevo

- Bueno...  Pues ya me voy.  Nos veremos luego, entonces

- Si.  Allí nos veremos

    Erin salió deprisa, mientras lo  ojos  de él, la seguían ,  pensando que quizás estuviera siendo demasiado seco  con ella.  Y un plan se abrió paso en su cabeza. Seguro que sería una magnífica ayudante una vez que aprendiese algunas cosas básicas.

    Todo lo deprisa que pudo, se cambió de ropa y de nuevo partió hacia el consultorio. Aprisa conecto el contestador y comprobó que no tenía avisos y respiró aliviada.  Encendió el ordenador y conecto con el programa de consultas:  todo estaba en orden. Entró en el despacho del médico, e igualmente revisó que todo estuviera en orden. Peter aún no había llegado.   Ser sentó en su sitio tras el mostrador, y respiró aliviada.  Era puntual por naturaleza y no la gustaba el retraso, claro que éste había sido por fuerza mayor.  No tenía nada que hacer, y parecía que aquél sería un día tranquilo.  Por fin se escuchó el teléfono

- Consulta del doctor Murphy, dígame
ç
- ¿ Es Celine ?

- No señora, soy Erin.  Celine ya no trabaja aquí

- ¡ Oh, por Dios ! ¿ Y ahora cómo hago ?

- Si me explica lo que desea, quizá yo pueda ayudarla

- Estuve hace tiempo en la consulta y el doctor me recetó unas pastillas pero se me ha olvidado cada cuánto tiempo he de tomarlas

- Veré si puedo ayudarla.  Dígame su nombre y apellidos,por favor

- Clarissa Morgan Smith

- Un momento.  No cuelgue. Buscaré su historial -.  Entró en el ordenador, y efectivamente allí estaba Clarissa.  Revisó rápidamente su historia médica, y vió que lo recetado era simplemente paracetamol:  padecía de artrosis

- Clarissa, ya lo he localizado;  ha de tomarlas cada doce horas.  Una en el desayuno y otra en la cena, pero siempre ingiriendo comida con ellas

- Gracias querida, ha sido muy amable

    Al girarse de nuevo a su posición habitual, vio, por el rabillo del ojo que alguien la observaba. Se asustó durante una fracción de segundo, pero sonrió llevándose la mano al pecho cuando comprobó que se trataba del médico, que la miraba fijamente con gesto ceñudo

- Patrick y Martha,  ¿ están bien ?  Me ha asustado

- ¿ Con quién hablaba ?

- Era Clarissa Morgan
 preguntándome por unas pastillas

-¿ Y se las ha dado?  Esa señora está enferma y usted no está autorizada a decirle nada de su historial. ¿ Me entiende?

    ¿ Qué le había ocurrido ? En nada se parecía el amable hombre del desayuno, al de ahora desabrido y hasta mal educado.  Ni siquiera le había dado tiempo a explicarle que no era receta lo que quería, pero daba igual.  Sin duda no terminaban de conectar, por mucho que ella tratara de hacer mejor su trabajo, era inútil, a sus ojos todo lo hacía mal.  Ni siquiera había tenido un periodo de adaptación al tratarse de un trabajo al que ella no estaba acostumbrada.  Guardó silencio.  Ni siquiera diría el por qué había llamado.  Seguiría con lo que estaba haciendo y pedía mentalmente, que pasara pronto la mañana. No hablaría con él nada que no fuera  del trabajo, y eso si la preguntaba.  Era odioso y antipático,por muy bueno que le pareciera a Martha. Si seguía por ese camino, estaba segura que terminaría en alguna bronca.  Ella no estaba para maltratos, aunque fueran psicológicos,  ni de él ni de nadie.  Así que se detuvo un instante de lo que estaba haciendo y pensó que lo mejor sería buscar otro empleo.  No le soportaba y tarde o temprano discutirían por cualquier insignificancia.  Y de pronto recordó lo contado por Martha la noche pasada.  Y lo vio claro:  amargado.  Estaba amargado por su amor fracasado, pero ella no tenía la culpa, y tampoco la extrañó que rompiera si era tan antipático como lo estaba siendo con ella.

   Alguien entró en el consultorio.  Se trataba de una mujer joven que preguntaba por el médico

  - He estado en el hospital y me han dicho que había venido hasta aquí. ¿ puede avisarle que Celine desea hablar con él ?, por favor

- ¡ Vaya, la famosa Celine ! -repitió para sí

    Pulsó el botón del interfono y la voz rotunda del médicos se escuchó

  - Si.  Dígame
  - Doctor hay aquí una señorita que pregunta por usted. Su nombre es Celine

    Hubo entonces una pausa, pero se oía la respìración agitada de él

- Muy bien.  Hágala pasar

- Puede pasar. Es en la...

    No pudo terminar la frase; iba a indicarla a qué consulta debía entrar, pero se la anticipó la visitante, y se dio cuenta de que esa mujer había sido su novia y no había resultado  ya que ella le dejó por otro.  Seguramente querría hablar con él sobre sus padres.  No prestó más atención a la anécdota y siguió con lo que estaba haciendo.  En la consulta había silencio, y de vez en cuando se escuchaban susurros de palabras pronunciadas por él. Y a medida que pasaba el tiempo, las voces se escuchaban un poco más altas, hasta que de repente, se abrió la puerta bruscamente y Celine salió de la consulta sin decir ni adiós.  Erin la miró curiosa y dirigió su mirada hacia la puerta de la consulta que permanecía abierta.  Se levantó para cerrarla, y de pronto, la voz agria del médico la detuvo

- Déjela abierta. Que entre el aire

    No entendía nada, pero tampoco dijo nada.  Se dio media vuelta y volvió a sentarse en su sitio y seguir trabajando

- ¡ Menos mal que estábamos solos, sin pacientes !   El encuentro ha debido de ser tremendo.-murmuró

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