viernes, 14 de febrero de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 6 - Sin palabras

    Al cumplir su horario, se quitó la bata , cogió su bolso y después de dejar su mesa en orden, dijo escuetamente " hasta mañana".  Ni siquiera se acercó a la puerta del médico que seguía en su consulta, sin pacientes, pero allí permanecía.  El no respondió a la despedida de ella ni se movió de su sitio.  Respiró aliviada cuando se vio en la calle.  Debía ir al supermercado a comprar algunas cosas que la faltaban y hacia allí se encaminó.  Estaba oscureciendo, la temperatura era suave, a pesar de que había cambiado a lo largo del día.

    Entró y repasó mentalmente lo que precisaba comprar mientras recorría los anaqueles.  metió en el cestillo todo lo adquirido y se dirigió a la caja para pagar la compra, y allí vio el anuncio de que se precisaba una cajera.  No lo pensó más y preguntó los requisitos que se pedían.  La indicaron que debía hablar con el encargado y fue en su búsqueda.  No se requería a penas nada para acceder a ese puesto. Todo estaba mecanizado, así que ni siquiera para el cambio tenía que hacer cuentas.  El sueldo era más bajo que el que tenía actualmente y las horas de trabajo también eran más.  Saldría perdiendo con el cambio, pero sin embargo ganaría en tranquilidad, aunque ésto último no la convencía mucho.  Pidió un plazo para despedirse del consultorio y extrañado el encargado la preguntó

- ¿ Está en el consultorio , y quiere cambiarse aquí?
- Ya lo ve.  me gusta variar de trabajo
- Si, pero es que éste no tiene nada que ver.  En fin, suya es la decisión. Si por fin viene con nosotros, hágamelo saber cuanto antes, para reservarla el puesto, aunque no creo lo cambie.
- Si tu supieras - dijo para sus adentros.

    Pero algo había que no la dejaba tranquila en su interior. Por momentos pensaba que era una decisión en caliente, porque estaba enfadada por el desafuero del médico, pero en realidad tenía un empleo con él bastante cómodo, y un horario que la permitía salir después de trabajar a dar una vuelta o al cine.  También el sueldo contaba, pero en la balanza de la indecisión,   pesaba más la antipatía que ambos sentían , que lo que tuviera de ventaja.  No obstante se lo pensaría antes de dejarlo.

    Y esa noche se lo pensó y lo decidió,  y al día siguiente, nada más verle, le planteó que abandonaba el trabajo

- Lo siento, pero me interesa más el nuevo que tendré.  No obstante puedo retrasar mi incorporación unos días, hasta que encuentre quién me reemplace

- Muy bien, no se preocupe. Ese es mi problema y no el suyo.  Si lo desea puede irse ahora mismo

    Se reafirmó más en su decisión al sentir la desconsideración de él. Ni siquiera le preguntó a dónde se iría, ni la clase de trabajo que sería.  No le interesaba nada en absoluto;  hacía bien con cambiarse.
Al día siguiente a las siete de la mañana estaba a la puerta del supermercado para su puesto.

    En el fondo le había dolido que Murphy no mostrara el más mínimo pesar por su abandono laboral ¿ Estaría deseando de que se fuera?  Era un hombre inescrutable, por tanto dejó de pensar en ello y se centró en lo que el encargado  la decía.  Y pasaron las semanas, hasta tres, desde su incorporación a su nuevo trabajo como cajera.  No era nada complicado, pero lo que más la molestaba era el horario: comenzar pronto, y terminar tarde.  Pero eso ya lo sabía, así que de nada valía quejarse.

    Era sábado a última hora de la tarde;  faltaba poco para que terminara su trabajo.  Al día siguiente descansaría, ya que estaría cerrado.  Echaba de menos la disponibilidad de tiempo que tenía en el consultorio, y porqué no decirlo: la tranquilidad, excepto cuando él se ponía hecho un basilisco. ¿ Se alegraba de haberlo hecho?  No quiso pararse a averiguarlo, entre otras cosas porque no podía entretenerse;  había cola esperando para pagar. Y por fin cobraría a la última persona que aguardaba.  Delante de ella estaba el médico que la miraba como enfadado.

- Buenas noches, doctor- le saludó
- Buenas noches -respondió escuetamente ¿ A qué hora sale ?
- Pues en diez minutos seré libre
- Muy bien, la espero a la salida.  Tengo el coche aparcado  frente a la puerta
-¿ Por qué ? - le preguntó extrañada
- Porque he de hablar con usted. Ahora no sería apropiado, aquí, con gente observándonos. La espero fuera.

    Pagó su cuenta, y sin decir nada más salió del establecimiento. Erin le siguió con la mirada y, efectivamente, tenía el coche muy cerca.

- Pero¿ qué demonios le pasa ahora?  ¡Es bien raro!

    Cerro la caja, recogió el importe monetario y los pagos por tarjeta y se dirigió a la oficina para entregarlo. Se quitó el uniforme, y retocó un poco su maquillaje y su cabello ¿ por qué lo hacía? Posiblemente porque su antiguo jefe era muy quisquilloso, y puesto que debía verle, no quiso causar mala impresión.  Y  efectivamente, apoyado en el coche, se encontraba esperando paciente que ella saliera.  La abrió la puerta gentilmente y la hizo sentarse dentro del coche.  No dijo nada hasta que él estuvo también a su lado.  Tenía el entrecejo fruncido, señal de que se avecinaba alguna bronca, aunque no tenía ni idea , ya que no trabajaba con él y no sería por algún error cometido.

- ¿ En serio le compensaba dejar mi consultorio para venir aquí de cajera? ¿ Realmente es así?

-No veo que tiene de malo ser cajera

- Efectivamente es tan digno como cualquier otro trabajo. Pero ¡ no es lo suyo !  Ni siquiera mi consultorio es lo suyo. Tantas horas de pié.  Entrar cuando a penas amanece y salir de noche ¿ en serio es mejor ?Hay otra causa y quiero saberlo

- Deseo ir a mi casa, si no le importa.  estoy cansada

- Si, si me importa ¿ Ha sido por mi ?

- Pues ahora que lo dice, en efecto, ha sido por su carácter, por su forma de tratarme, por regañinas que no vienen a cuento... ya no lo soportaba más.  Tiene un carácter muy cambiante y yo, francamente, no estoy para estas historias. Llegue a este lugar buscando paz y tranquilidad, pero me metí en la boca del lobo,porque nada de eso encontré en su trabajo.  Lo siento pero así es

- Dice que vino huyendo  ¿ de qué ?

- No he dicho que llegué huyendo, aunque en realidad así fue.  Pero eso ya no importa.  Si me hace el favor quiero ir a mi casa.

- Se me ocurre algo mejor:  la invito a cenar y después la prometo que la dejaré en casa sana y salva.-  Me molesta estar a mal con las personas, y con usted, tiene razón, he sido muy brusco y lo mejor de todo, es que no tiene culpa de nada.  Yo también necesito guardar  distancias, así que he decidido irme durante una temporada.  Posiblemente haga alguna especialización, pero lo más importante es que estaré lejos de aquí.

- ¿ Cerrará el consultorio ?

- No. Al cargo de ello se quedará un íntimo amigo mio.  ¿Volvería conmigo, es decir, con mi amigo a su antiguo empleo?  El se lo agradecería y ya no tendría que trabajar conmigo.

- ¿ Me lo está diciendo en serio ?

- Naturalmente.  Lo discutimos mientras cenamos ¿ le parece?

    Y sin decir más, puso el coche en marcha y se dirigió al centro de la ciudad a un restaurante que frecuentaba normalmente.  Erin no entendía nada. No le entendía. La volvía loca con sus cambios de carácter,  pero sintió que tuviera que alejarse. Echó la vista atrás y recordó lo que cambió en ese día en que Celine se personó en el consultorio ¿ Sería ella la causa ?  Probablemente aún la amase.  No sabía donde vivía, pero suponía que no muy lejos, ya que quería poner distancia ¿ entre ellos ?

    Les condujeron hacia una mesa y Peter pidió  un combinado mientras miraban lo que iban a cenar.  Erin no se atrevía ni hablar; en su memoria recordaba las veces que había pasado de una sonrisa a una regañina en cuestión de segundos, y esa actitud la perturbaba mucho por no saber a que atenerse.  Y cenaron con normalidad,quizá Erin estaba más relajada por efectos de la mezcla del vino y el combinado.  El estaba distendido lo que dio lugar a que ambos se confesaran mutuamente.

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