viernes, 21 de febrero de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 12 - Un plan perfecto

    Recorrió la zona tras conocer dónde vivía Erin. Nada podía salir mejor.  Con las primeras luces del día se dirigió hacia el lugar y comprobó que, efectivamente, la zona estaba sola y a su alrededor no había casas, por tanto sería el lugar perfecto para sorprenderla.  Y volvió al hotel sin que nadie le viera.  Volvería a salir cuando comprendiera que estuviese el hombre en la recepción.  Y así lo hizo,


-Dígame lo que le debo.  He tomado una botella de ginebra del minibar.  Y ahora sigo mi camino

- Vuelva pronto, señor - le dijo el hombre acompañándole hasta la puerta y viendo como se metía en el coche, arrancaba y tomaba la carretera rumbo al lugar destinado por él.

    Era un ser astuto y bastante previsor. Continuó carretera adelante bastantes kilómetros.  No sabía a donde ir, así que seguiría su camino hasta encontrar una gasolinera.  Tenía que hacerse notar en todos los lugares por los que pasaba, de este modo no le identificarían con lo que pensaba hacer. Y echó gasolina y efectuó algunas compras para que el empleado se fijara en él.  Le hizo algunas preguntas referente al lugar y hasta gastó bromas.  El caso era que se fijara  en su rostro.  Anduvo  más kilómetros y en un recodo de la carretera, aprovechando que nadie pasaba, dio la vuelta y se encaminó nuevamente hacia Dunfanaghy .  No podía volver a dormir en el mismo hotel.  Buscaría un lugar solitario y lo haría en el coche, después esperaría, esperaría hasta encontrar el modo apropiado para hacerse presente ante ella.  Decidió entrar en un restaurante y situado en un lugar apartado, pidió algo para cenar.  Allí nadie le conocería  y al menos comería algo ya que durante todo el día no había probado bocado.  Se llevaría algo para comer en el coche por si de madrugada le entraba hambre.

    Por el cristal de la ventana en el que estaba sentado, vio entrar a una pareja que charlaba animadamente.  Reconoció de inmediato a la mujer.  Ella ni siquiera se fijo en él, además se había dejado crecer el pelo y la barba, así que sería muy difícil que le identificase.  Les vio charlar seriamente y como él ponía una de sus manos sobre las de ella, que le sonrió.  Debía tener calma y no moverse de allí hasta que ellos terminaran de cenar, ya que corría el riesgo de que al llamar al camarero y levantarse  para salir, ella girase la cabeza y a pesar de todas las precauciones tomadas, le reconociera, así que pidió una copa para dilatar su marcha, que haría detrás de ellos, a distancia, para pasar desapercibido.

    Se impacientaba y el tiempo se le hacía eterno.  Los otros seguían hablando y debía ser importante  porque el rostro que tenían ambos era de preocupación.  Y por fin llamaron y abonaron su cuenta.  El la daba su mano y ella  aceptaba.  La ira recorría su cuerpo y tenía unas ganas enorme de levantarse y liarse a palos con el intruso que tocaba lo que era suyo.  Se contuvo y unos minutos después  de que ellos salieran, lo hizo él.  Sabía donde ella vivía, así que no tenía prisa  por seguirlos, porque ellos se metieron en un coche y tomaron la dirección de la casa de ella.  No quería ni pensar  si pasaran la noche juntos;  no sabía si tendría paciencia para aguantar  llevar a cabo su bien trazado plan.  Desde una distancia considerable y oculto, con las luces de los faros apagadas, vio como se despedían y entraba, sola, en casa. El hombre tardaba un rato en marcharse, pero al fin lo hizo al ver que una de las ventanas de la casa se encendía y ella saludaba con la mano al que esperaba fuera.

    Le vio como se iba en su coche en dirección contraria a la que habían traído, es decir regresaba a no sabía donde.  Y vio cómo la luz encendida de la casa se apagaba.  Ya tenía todas las comprobaciones a punto, pero decidió no intervenir ahora; aún le faltaba un cabo suelto y era regresar a su casa para hacer acto de presencia por si acaso las cosas se ponían mal .  Había dejado constancia suficiente de su presencia tanto en los lugares en los que había estado y también en el habitual.  Tenía una coartada perfecta.  Y se fijó el día de su intervención, que sería dos días después.  Llegaría directamente a casa de Erin;  ya sabía sus horarios de trabajo y contaba también con algún paseo que pudiera dar con el tipo ese .  Tendría que tener cuidado y para ello viviría en el campo oculto a la vista de todos, y después emprender el viaje de regreso urgentemente, para conseguir que la coartada fuese perfecta.

    ¿ Pensaba que podría tener alguna repercusión, lo que pensaba hacer?  Quizás interviniese la policía  Debía contar con todos los supuestos, de esta manera nada podía salir mal.  Preparó un bolsón con algo de ropa y salió decidido a llevar a cabo lo que fuera que fuese hacer.

    Mientras tanto, ajena  a los planes que se hacían respecto a ella, pero a sus espaldas, Erin seguía con su vida normal.  Pero al día siguiente de su cena con Peter, le daba vueltas a su cabeza referente a las insinuaciones que él la hiciera.  No se centraba pensando una y otra vez en lo mismo.  Hasta el propio Peter hubo de llamarla la atención porque la hablaba y no le prestaba atención.

    Analizaba una y otra vez lo que hablaron y el interés que él mostrabas por su seguridad, que nunca antes había expresado.  Su forma de mirarla, su ternura al sonreirla...   eso significaba algo que ella imaginaba ¿  Sentía lo mismo por él ?  Y supo que si la gustaba y mucho. ¿ Sería enamoramiento?  Nunca hasta ese momento se lo había planteado, pero ahora se hacía una pregunta ¿ podría ser su novia ?, y al instante se respondió ella misma:  si, lo sería y además encantada de la vida. 

    La inquietaba un poco su repentina forma de ser, el cambio tan radical que había experimentado desde que se marcho.  Tendrían que hablar sobre eso más profundamente.  Eran muchas cosas de repente para pensar. El tenía la experiencia anterior, así que debería andar con pies de plomo para no hacerle pasar por otro mal trago si una vez iniciada su relación, se diera cuenta de que era una relación fallida. Merecían ambos ser felices, pero le daba miedo los caracteres tan fuertes de ambos ¿ congeniarían? Ella pondría, al menos, toda su buena voluntad en que así fuera.  El era un buen hombre y al parecer la quería.  Sonrió al pensar en ello ¿ por qué no podía ser?  Era guapa, así que no sería extraño que se hubiera enamorado de ella, pero ¿ desde lejos ?  Porque el cambio lo ha tenido fuera, ¿sin vernos?.
Y pensando, pensando, se quedó dormida hasta que el despertador hizo su trabajo.  Era hora de levantarse.

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