jueves, 27 de febrero de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 18 - Huida a ninguna parte

   Los días pasaban lentos, quizá no tanto como a Peter le parecían.   Había transcurrido más de una semana desde el suceso, y la situación de Erin, aunque estable, en poco había cambiado. Seguía con los calmantes, pero ya estaba en planta, aunque aún nadie la había hablado del resultado de la agresión.  Peter permanecía a su lado . Había pedido excedencia en el hospital,  al menos por unos días, y el consultorio era atendido por Dylan que debía multiplicarse.

    Por el pueblo se habían corrido las voces, ya que los tres integrantes del consultorio médico, eran conocidos por todos ellos.  Nadie se explicaba lo ocurrido al ver cómo la policía recababa algún tipo de información, con nulo éxito.



   Registraban  la casa de Erin, y ni siquiera habían  obtenido alguna pequeña huella  tras haber  reconstruido lo que posiblemente ocurriera.  Nada que les aportase alguna novedad. Ahora empezaba para la policía el trabajo más arduo:  buscar una aguja en un pajar.  Nadie sabía dónde vivía el ex de la herida, que era el único sospechoso.   Debían esperar a que ella estuviese en condiciones y que aportara nombres y domicilios para poder tirar del hilo que les condujera al que con toda seguridad sería el autor de los hechos.  Pero  ¿Quién era?  ¿Cómo se llamaba ? ¿ Dónde vivía ?  Peter había aportado todos los datos que obraban en su poder. Y tampoco podían consultar los registros de la policía, sin tener una cara y un nombre, al menos.

    De repente se dieron  cuenta de que en el certificado de divorcio figuraría su nombre. Acompañado del sargento Smith, se dirigieron al dormitorio de Erin.  Seguramente allí tendría guardados los documentos, algo que les pudiera dar alguna luz para,  a partir de ahí,  comenzar las pesquisas, o alguna fotografía por la que pudieran conocer su rostro y hacer indagaciones. Y efectivamente allí estaba su nombre: Liam Murray, pero en  el domicilio  que figuraba, ya no vivía desde hacía mucho, según le informó la casera.  De nuevo partir de cero, una y otra vez.  Tampoco vieron ninguna foto de él.  Seguían sin tener nada o muy poco.

  - Pero... Erin interpuso una denuncia por maltrato, y eso originó su divorcio -  comentó Peter

  - ¡El juez que les concedió el divorcio.  En sus archivos deberían figurar los datos de ambos cónyuges, domicilio en aquél entonces y lugar de trabajo ! - comentó el sargento con él

   Al fin, ¿ verían alguna luz ?  Para ello, deberían trasladarse hasta Dublín a ver si de una vez arrancaba el caso positivamente por algún lado.

   Erin ayudada por Peter y una enfermera, fue levantada de su cama y sentada por primera vez,  desde el suceso,  en un sillón en la misma habitación del hospital.  Estaba más delgada y su cara demacrada, señal de lo que  estaba pasando.  Quería mover las piernas, pero le era imposible,  como si pesaran una tonelada cada una, y además, al intentarlo un fuerte dolor le partía la espalda en dos.

  - Mi vida, es muy pronto.  Aún no puedes hacerlo.  Ten calma, poco a poco

    La decía paciente Peter, ocultándola el verdadero motivo de su imposibilidad para moverse.  Ella imaginaba algo, pero no se atrevía a preguntarle abiertamente.  ¿No quería o no soportaría la verdad?
Peter la daba evasivas.  Sabía que el momento llegaría, pero no tenía valor para hablar abiertamente con ella, aunque sabía que no lo podría retrasar por mucho tiempo.  Temía que se viniera abajo y el desánimo la hiciera abandonarse a su suerte.  Aún quedaban momentos muy duros que soportar, pero él seguiría a su lado; jamás la abandonaría pasase lo que pasase.  Se casarían y reharían su vida como lo tenían planeado.  Sabía que no sería lo mismo, y que tendrían muchos obstáculos  que esquivar, pero  juntos lo harían.

   Mientras tanto, Peter investigaba los adelantos que se producían en lesiones como las de Erin. Averiguaba qué especialista y en dónde,  podría ayudarles.  Estaba dispuesto a ir hasta el último rincón de la tierra para lograrlo.

  - Una oportunidad entre mil, Peter, eso es lo que Erin tiene de volver a andar.  Y eso tras un calvario de rehabilitación. - Le dijo el especialista que la operó

  - Sé que lo logrará- respondió él

  - Pero ¿ querrá ella pasar por ese calvario?  No podemos retrasar más el diagnóstico.  No lo he hecho ya por consideración a ti, porque comprendo lo difícil que es, pero cada día me pide que la diga algo, y ya no sé qué más excusas poner.  Quiero que estés presente cuando se lo diga, te va a necesitar. Peter, lo siento, será esta tarde cuando haga el recorrido.


   Sabía que habían tenido mucha deferencia con ellos.  Que era su obligación atender la solicitud del paciente de saber la verdad, y que por Peter lo habían retrasado, pero no podían demorarlo más, y temía ese momento.  Mentalmente se preparaba para ello, pero también creía que, cuando llegase, todas las palabras pensadas, se borrarían de su cabeza. Y es que ya era muy difícil quitarle el miedo por lo ocurrido, y además decirla que podría ser  una inválida para toda la vida.  Debía tener fuerzas para apoyarla.  Le necesitaba ahora más que nunca, y no podía, ni debía fallar. Decirla que su vida cambiaría radicalmente, que siempre necesitaría a una persona que la ayudase, y que la rehabilitación sería a base de sufrimiento y dolor, y eso si con suerte se recuperara total o parcialmente.  Todos los argumentos de consuelo, chocaban con la realidad pura y dura.  Renunciaría a todo.  Él sería su compañía permanente, y para cuando estuviera trabajando, contrataría a una enfermera que no sólo la hiciese compañía sino que la ayudara en todo cuanto ella precisase.

   Pero también tenía una palabra en mente que rondaba sin cesar:  depresión.  Tenían que contar con ella también, y sobretodo hacer para que no tirase la toalla,. para que llegase a ser una mujer normal.  Que nada la impidiera ser ella misma, a mantener sus ilusiones, aunque sabía que ésto sería poco menos que imposible, pero en lograrlo pondría todo su empeño

    Escuchaba atento cualquier abrir y cerrar de puertas que se produjera en el pasillo en que la habitación de Erin estaba situada.  Y cada vez las escuchaba más cerca, y sabía que eso significaba que el médico se acercaba a ellos y con él venía el diagnóstico que debía darles.  Peter  estaba preparado para escuchar la sentencia, pero ¿ podría encontrar las palabras que la ayudasen, que la consolasen y la reforzasen?  Tenía que encontrarlas, y lo haría cuando, después de escuchar al médico, se quedasen solos ellos dos.  Y contemplase sin poder hacer nada, el llanto y la desesperación de ella. En eso consistía el matrimonio, aunque ellos aún no lo fueran oficialmente, pero en sentimientos era su compañera mientras viviese. Si, si lo estaría, y la abrazaría cuando llorase desesperada, y esperaba calmarla a base de besos y cariño, con ese cariño que le estaba desbordando y que nunca creyó poder sentir por alguien.  Y por fin, la puerta se abrió y la figura blanca del médico se paró en el dintel buscando el rostro de Peter.  Ambos sabían lo que buscaba el doctor, y él le respondió afirmativamente con la cabeza.  Entró y se sentó en el borde de la cama, tomando una de sus manos, pues la otra la tenía Peter entre las suyas.

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