lunes, 2 de julio de 2018

Niall y Daphne - Capítulo 4 - Un paraiso para dos

Y salieron al día siguiente contentos y riendo felices. Eran unas pequeñas vacaciones de ellos solos que desde hacía tiempo tenían pendientes.  Los chicos se habían quedado en casa de Gerard y ellos gozaban de dos días en completa soledad.  Tomaron la carretera y Niall conectó la radio y seguía la canción que escuchaban, cantando a pleno pulmón.  Se le veía feliz, ¡ tan feliz ! que Daphne olvidó por completo lo vivido el día anterior en la cafetería del hospital..  Aproximadamente unas tres horas, les separaba de ese paraíso sólo para ellos..  Reclinaba la cabeza en el hombro de él y posaba su mano sobre su rodilla.  Necesitaba el contacto de ella, la necesitaba constantemente y sabía que la tenía, que le amaba con la misma intensidad que el sentía.

Al fin la hermosa costa atlántica de Irlanda. Niall fue directo al hotel que había conocido de pequeño, y allí estaba,  en pié, regido por los hijos de los dueños que lo dirigían  cuando él estuvo.  Pidió una habitación, la mejor que tuvieran..  También  champán y que les sirvieran algo de comer en su habitación.  Buscaba intimidad con su mujer y nada mejor que su habitación para descansar o hacer lo que quisieran.  El champán para brindar por esta escapada.  Pensaría un viaje más largo para las vacaciones de verano; se lo había prometido hacía tiempo y ya era hora de cumplirlo.

Tenían una terraza que daba directamente al mar y sólo se escuchaba el rumor del agua y el graznido de las gaviotas, sobretodo al anochecer.  Se respiraba paz y tranquilidad.  Tenían la impresión de estar ellos solos en el universo. Mientras Daphne contemplaba por primera vez aquel paisaje, Niall la abrazaba por detrás y le daba ligeros besitos en el cuello satisfecho de haber podido sorprenderla.  Se merecían estas cortas vacaciones, los dos.

Ella se giró poniéndose frente a su marido, enlazó los brazos alrededor de su cuello y le besó dulcemente en los labios.  Se sentía amada por aquél hombre que tenía frenta a si.  Sabía que nada ni nadie se interponía entre ellos.  Que siempre se pertenecerían, aunque estuvieran alejados uno del otro, que no había más amor que el que ellos expresaban .  Y que era rotundamente feliz, aunque su felicidad durase lo que un fin de semana y luego todo volviera a perder la magia y se instalara nuevamente el quehacer diario.  Pero mientras durase ese encanto del que ahora disfrutaban lo aprovecharía al máximo.

Durante la cena, creyó oportuno hablar de lo que había pensado en su vuelta al trabajo.  Deseaba algún puesto sin complicaciones, algo que no la robara el tiempo de atender a su familia, pero que al menos aliviara la espera, el regreso del hospital de Niall.  El lo entendió perfectamente y hasta pensó que había tardado mucho en proponerlo.  Aceptó el trabajar en la clínica, No quería ocupar el puesto de nadie, ni perturbar la buena marcha del local, sino simplemente una tarea durante algunas horas que le diera la sensación de que era útil en algo que no fuera llevar la casa.  El rió y le dio su palabra de que la buscaría algo en lo que ocuparse:

- Pero ahora, tenemos algo que hacer, muy importante y para lo que aquí estamos, así que creo debemos ponernos a ello.  Daphne sabía a que se refería; ambos deseaban lo mismo y ambos se expresaron abiertamente sin tener miramientos de que alguien pudiera escuchar los ruidos que emitirían.  Estaban solos, en el hotel y en su especial paraíso.

Comieron tranquilamente, brindaron, rieron,  se acariciaron e hicieron el amor.  Era como una segunda luna de miel.  A media tarde decidieron dar una vuelta por la playa. Harían una hoguera y cenarían allí.  Pidieron en el hotel les prepararan un picnic y hacia la playa se dirigieron.  Todo era romántico a la luz del  fuego encendido.  Sólo el rumor del agua alteraba el silencio.  Daphne acurrucada junto a Niall, miraba el horizonte lejano a la tenue luz del atardecer.  No hablaban, no necesitaban decir nada.  Estaban juntos disfrutando de su cercanía, saboreando la proximidad el uno del otro, todo en paz, sin nada que lo alterase.  Él se inclinó sobre ella y besándola la dijo quedamente:

- Te quiero, te quiero, y siempre será así.

Y sin darse cuenta, volvió a su cabeza la situación parecida vivida hacía pocas horas en la ducha de su casa. ¿ Por qué recalcaba tantas veces que la quería ?  Siempre se lo había dicho, pero nunca con tanta insistencia.  Era como si ella no creyera en sus palabras o acaso él hubiera hecho algo de lo que cabían reproches. Un rostro se coló en su mente y una situación vivida..  No quería pensar en nada ni en nadie.  Sólo estaban ellos dos y para olvidarse de ello, se incorporó y beso a su marido ardientemente. Este la tumbo en la arena y la hizo suya a la luz de la luna que comenzaba a asomarse.
Estaban sentados, ella entre las piernas de él y reclinada en su pecho. mirando al frente.

- No sé a penas nada de ti, y quiero saberlo todo. - dijo Daphne
-¿ Que no sabes nada de mi? ¡ Pero si hemos vivido juntos desde que nacimos !
No, amor.  Hemos vivido en la misma casa, pero tú en una y yo en otra en la que no se me permitía pasar de la cocina. Quiero saber cómo fue tu niñez mientras disfrutabas de tus ausencias en vacaciones. Con quién te reunías, cuáles eran tus amigos.  Qué chica te enamoró por primera vez. A quién besaste...
- Mis vacaciones de niño eran como las de cualquier otro chico. Y cierto, me enamoré por primera vez de una chica que vivía en mi misma casa, pero a mil años de distancia. Besé por primera vez a Susan, una compañera de instituto cuando tenía quince años y he de decirte que cuando posé mis labios sobre los de ella, no besaba a Susan sino a tí.  Era un joven- viejo, romántico y enamorado que devoraba libros que contasen historias de amor difíciles.  Me hice hombre a los diecisiete años en un burdel. Después... fue contigo.  Durante mis años de ausencia, fueron muchas chicas  las que pasaron por mi vida, pero ninguna de ellas caló en ella.  Todas fueron aves de paso, circunstancialmente.  Sólo tú permaneciste en mi cabeza.  A eso se resume todo.  Ya lo sabes.  Y ahora me toca a mi ¿ Cómo fue tu niñez?

- Mi vida se resume en pocas palabras: la muerte de mi madre. Mi soledad desde niña. Me enamoré de un muchacho que vivía en la Casa Grande que no pude pisar nunca por mandato de mi padre, ni siquiera el jardín en donde vosotros jugabais. ¿ Sabes que conocí el piso de arriba cuando mi padre murió y tus padres me hospedaron en el cuarto de invitados? Después el internado y su rigidez. Una carrera absurda que elegí y que agradeceré siempre a tu familia y que me hizo encontrarte.  Trabajo. Mis primeras vacaciones y el encuentro con alguien al que amaba desde el mismo instante de mi nacimiento.  Me casé con él, tuve dos hijos y ahora estamos de vacaciones. Punto

El la miró detenidamente. Pensaba que una mujer tan dulce y cariñosa no había tenido siquiera niñez. Vivió su adolescencia en solitario, con las miles de preguntas que surgen a esa edad.  Ni siquiera una amiga en la que confiarse.  Sintió pena por ella y se hizo la reflexión de que la compensaría de toda esa soledad como podía hacerlo y era amándola con todas sus fuerzas.  No había reproches, ni pena , ni rencores en su vida.  Sólo agradecimiento y amor a manos llenas.

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