sábado, 17 de junio de 2017

Celtas - Capítulo 15 y último - Una espina llamada- Japón

Y sus vidas retornaron a la normalidad. Iniciaban una segunda etapa apasionada, como una segunda luna de miel. Al fín habían recobrado la estabilidad perdida.  Atrás había quedado Hiroto y su funesto recuerdo. Georges seguía siendo alcalde y Laura se ocupada de sus menesteres y de su familia.  Echaba de menos las excursiones con los alumnos de cuando estaba embarazada; quizá fue la época más feliz de su matrimonio.

Trataría por todos los medios de recobrar esa felicidad. En el pueblo eran queridos y respetados.  Y así poco a poco transcurrían sus vidas sin ninguna alteración.  Vivían en un lugar hermoso, apacible y allí seguirían viviendo.  Su intimidad funcionaba lo mismo que de recién casados.  Aguardaban poder realizar el viaje que tenían pendiente y que fue frustrado por Hiroto la primera vez que Georges le conoció y que tan negativos resultados tuvo para ellos. La experiencia adquirida aquellos días les había servido de escarmiento y Georges se mostraba más enamorado de Laura, si cabe.

Habían ido a buscar el segundo hijo y estaban locos de contentos al haberlo conseguido sin problemas.  Tenían pendiente el viaje, y tendría que ser inminente, antes de que el estado de buena esperanza de Laura avanzase.

- Mi amor tenemos el viaje pendiente ¿ dónde te gustaría ir ?
-Sé que vas a decir que no, pero es lo que deseo con todas mis fuerzas, y ha de ser enseguida, antes de que el embarazo  avance
- Muy bien dime dónde y tu deseo se verá cumplido
-¿ Estás seguro ?
- Cielo, soy un hombre de palabra que cumplo cuando la doy, máxime si se trata de tí

- Está bien.  Deseo que vayamos a Japón
- ¿ A Japón? Debes haberte vuelto loca. Está demasiado lejos. Muchas horas de avión, y tú estás embarazada. No. no quiero ir a Japón dime otro sitio
- Quiero Japón. Es una espìna que tengo clavada desde hace mucho tiempo. Y deseo entrevistarnos con ese horrible hombre que estuvo a punto de arruinarnos la vida.  Quiero demostrarle que nada de lo que insinuó es real.  Que nosotros estamos por encima de ello.
- Olvídate de ese tema, hazme el favor.  Me dan escalofríos cada vez que lo recuerdo, y lo necio y estúpido que fui.
- Por eso precisamente lo deseo hacer. He de escarmentarle para que no vuelva a hacerlo con otra joven incauta.  Así que concreta una visita. Como en plan de amigos. Ya no es político¿ no ?, muy bien.  Él se jactaba de que erais amigos, demuéstraselo. Concreta una comida o una cena:  el con su pareja y tú con la tuya. De esa forma quiero que sepa que no consiguió su objetivo y que  siempre estará lejos de ello.

Georges, a regañadientes, efectuó la llamada que Laura  le solicitaba, y un sorprendido Hiroto atendió su requerimiento.  En la forma de hablar del japonés se notaba que estaba contento, y Georges mucho se temía que no era por la visita a su país, sino que su mente retorcida  estaba satisfecha pensando en una ruptura con Laura.  Habían pasado los meses y no habían vuelto a verse ni hablar.  De ahí la sorpresa del japonés al escuchar la voz de Georges

- Le imagino frotándose las manos pensando que aún tendría oportunidad de conquistar a Laura.  Qué lejos está de ello - y rió divertido.  Su mujer le daría a beber el mismo licor amargo que él intentó con ella.

Y ase citaron en el restaurante más lujoso de Tokyo. Hiroto preparaba su segundo asalto.  Aún recordaba lo cerca que estuvo de romper el matrimonio del que creyera ser su amigo. No tenía pareja, pero consiguió  que le acompañara la misma chica que sedujo a Georges. Volverían a pasar una noche increíble.

Y al fin se encontraban delante del restaurante.  George estaba incómodo y sentía unas ganas irrefrenables de salir corriendo de allí; no se fiaba del japonés y sabía que alguna de sus argucias desplegaría, máxime pensando que estaba separado, quizás, de su mujer. Por contra, Laura, estaba disfrutando al imaginar la cara de sorpresa  al verla frente a él.Le había dejado las cosas claras en su conversación telefónica, pero estaba claro que no se daba por vencido.  Estaba radiante y apretaba la mano de su marido y él la miraba de reojo, asombrado de su atrevimiento.  A través del elegante vestido que había elegido, se notaba perfectamente su estado de gestación, y ella no trató de disimularlo con algún blusón, sino que remarcaba más su incipiente tripita.  Quería que se diera cuenta de que todas sus artimañas, habían resultado infructuosas.

Y allí estaba él, con la chica de porcelana.  bebían un cóctel  mientras recibían su visita.  Ambos habían sido puntuales, pero en el rostro de uno se notaba expectación, y en de los otros, revancha.

Avanzaron hasta la mesa en donde estaba el japones, que al ver a Laura borró la sonrisa de su cara.  De inmediato, como si se tratara de un imán, la  mirada fue directa  hacia su vientre.  Ella sonrió satisfecha fingiendo simpatía que estaba muy lejos de sentir, pero extrema satisfacción al comprobar que el japonés se había percatado de su estado de buena esperanza.  Pero a pesar de todo, tendió la mano hacia ellos con una amplia sonrisa que se convertía en una especie de mueca.  Laura no podía contenerse más y al estrechar la mano que la tendía, con la mejor de sus sonrisas dijo

-Como podrá comprobar entre mi marido y yo, no existe ningún problema.  Nos va muy bien, inmejorablemente bien, y ha sido gracias a usted.  Porque con su forma de comportarse nos dimos cuenta que nos amábamos más de lo que verdaderamente creíamos.  Así que esta visita se debe a nuestro agradecimiento por habernos unido más que nunca.  Y ahora perdónenos, pero no podemos quedarnos;  hemos de acudir a otra cita con unos verdaderos amigos.  Probablemente será en otra ocasión

Y dando media vuelta salieron del local ante el estupor del japones, y de la risa callada de la "muñeca de porcelana ".  Laura sonriendo,  y Georges observándola admirado, dijo a su marido

- Y ahora sí, disfrutemos de la belleza de Japón y regresemos cuanto antes a casa, con nuestro pequeño, a nuestro hogar. -  La acercó hacia él, depositando un beso en la mejilla de su mujer y exclamando

-¡ Eres increíble !
- Desde luego que lo soy. Igual que una leona cuando alguien se mete con mi gente.

Y riendo felices, tomaron un taxi y se dirigieron al hotel. Volverían  a su casa contentos y más unidos que nunca, una vez saldada la cuenta pendiente con Japón.


                                                   
                                                       F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Edición:  Junio de 2011
Ilustraciones: Internet

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