sábado, 10 de junio de 2017

Celtas - Capítulo 3 - ¡ Increible !

El conducia a Laura rozando a penas la cintura de ella. La condujo hasta el interior del pub y al verse, a la luz, ambos se quedaron asombrados, riéndose

-¡ No es posible, pero bueno!. Está decidido: eres un peligro para mí - Ella reia sin parar


-.Dios mio, qué casualidad. No me lo puedo creer...¡ Las escalerillas ! .Con lo grande que es el mundo y tengo que tropezarme contigo en tan breve espacio de tiempo. Por favor, discúlpame. No lo hago adrede.

Ambos fueron a sentarse en una mesa sin parar de reír.

-Yo creo que lo más correcto es que me presente, puesto que no puedo desembarazarme de ti. Soy George Mortimer, y circunstancalmente alcalde de esta ciudad
-¡ Vaya  ! he tropezado con un político y nunca mejor dicho.- Y ambos rompieron a reir de nuevo.
-Yo soy Laura Escribano.Acabo de terminar la carrera de Historia y vengo con una beca para presentar mi tesina sobre los celtas.
-Bueno-, dijo Georges- , ahora sí podemos ser amigos, pero por favor dime a las horas que sales a la calle para evitar que te vuelva a atropellar. Aquí se conduce por el lado contrario del continente. Al principio es un poco difícl, pero te acostumbrarás. ¿Tienes coche?
-No, pensaba alquilar uno, pero me lo voy a pensar. Me he llevado un susto tremendo.Prometo mirar bien por dónde voy.

Rieron juntos y pidieron algo para beber. Mientras les servían George la preguntó


-¿Cuanto tiempo vas a estar en mi pais?
-Un año, tengo de plazo un año. Así que tengo que darme prisa porque las investigaciones van a ser cuantiosas. No conozco el territorio, ni el idioma, en fin, ya me arreglaré.
-¿Tienes algún compromiso para mañana?
-No ¿ por qué?
-¿Te apetece hacer turismo? Yo, como puedes comprender,  me conozco todo ésto como la palma de mi mano. Además de ser el alcalde, mi familia ha vivido aquí desde hace más de doscientos años. Me conozco al dedillo todos los rincones, y quizá te sirva de ayuda.
-¡Sería estupendo ! pero no creo que deba abusar de tu amabilidad. Muchas gracias. Voy a hacerme con un plano de la zona y señalar en él  lo más importante,  o al menos lo que más me pueda valer.  Voy a solicitar un empleo que he visto esta mañana en el Ayuntamiento, y así tendré más presupuesto. Muchas gracias por tu ofrecimiento.
-¿Crees que me he ofrecido para quedar bien? No quiero obligarte pero mi ofrecimiento es incondicional, tu verás.
-De acuerdo, acepto. ¿A que hora quedamos?
-Vendré a buscarte pronto para que nos de tiempo a recorrer mucho territorio. Y ahora vamos a cenar¿quieres?
-¡Oh! desde luego, perdona no me había dado cuenta de lo tarde que era y te estoy entreteniendo. De nuevo perdóname
-No, te estoy invitando a cenar aquí ¿te apetece?
-La verdad, no sé qué decir.  Me siento algo abrumada por tu amabilidad
-Di si, sin más. ¿ De qué te extrañas ?  Hace un rato me decías que en tu país me hubieran invitado a tomar una cerveza, yo te invito a cenar
-¿Me habías entendido? Por Dios, no sé si se puede hacer más el ridículo que lo estoy haciendo yo en apenas dos días que llevo aqui...
-No te lo tomes a la tremenda es la novatada.  Y ahora, interpreto que aceptas mi invitación.  Por tanto voy a pedir la cena.



Mientras cenaban, tenían una conversación fluida, repleta de anécdotas de ambos.  Ella le contaba que era bastante despistada, pero que aquí no era normal lo que la ocurría en tan poco tiempo. Se encontraba extraña, aún.   No se había acostumbrado a su nuevo destino.  Él la escuchaba con atención y curiosidad. Era extrovertida, ocurrente y muy divertida.  En definitiva: se cayeron bien. 
Al terminar de cenar George la llevó hasta su casa.

-A pesar de todos los sobresaltos, quiero que sepas que he pasado una tarde estupenda. Muchas gracias George, hasta mañana.

El espero que entrara  y tardó unos instantes pensando en lo original que era aquella chica y se fué hacia su coche. Después de ponerlo en marcha partió hacia su domicilio.  A la mañana siguiente Georges llamó a la puerta y Laura ya estaba vestida para la ocasión y se estaba preparando un café.

-Hola, buenos días
-Buenos días Georges. Estoy haciendo café.¿Quieres uno antes de irnos o prefieres un té?
-No un café estará bien.  Lleva la máquina de fotos. Hay un paisaje increíble y muchos restos arqueológicos  Esta zona tiene mucha historia, te va a gustar mucho.

Terminaron su  café y salieron. Apenas se miraban se reían de las anécdotas que habían vivido juntos, admirándose de las casualidades ocurridas.  Tomaron la carretera y llegaron hasta cerca del lago Gowna en el condado de Longford. Allí hicieron una parada y él explicó a Laura algunas de las leyendas que por allí habían circulado sobre los druidas en tiempos de la antigüedad. Hicieron un descanso sentados en la hierba verdísima y sacaron algunas fotos del lugar. George la dijo:

-Déjame la máquina, voy a sacarte una foto

El encuadre era perfecto y el paisaje precioso. Enmarcó el rostro de Laura con un fondo de leyenda, y al cabo de un rato suguieron  el viaje rumbo a lo más emblemático del entorno: La mole de piedra junto al dólmen. ´



Llegaron al lugar, y la magia que desprendía dejó a Laura sin poder articular palabra.

-¿Quieres saber la leyenda que existe sobre el lugar?
-Desde luego, para eso estoy aqui. ¿Es celta lo que me vas a contar?
-Claro. Cuentan los más antiguos,  de los más antiguos,  que en este lugar se juraban amor eterno los primitivos  habitantes de la zona.Para saber si los amantes disfrutarían de su amor toda la vida, se ponian cerca del dólmen y si los rayos del sol caian sobre ellos, su amor sería eterno.
-¿Aqui?-  preguntó Laura señalando un lugar concreto
-No, un poco más allá. Casi al pie de la piedra;.   Aquí mira.

Y tomándola del brazo la colocó en el lugar exacto y a continuación sacó varias fotografías teniendo a Laura como protagonista.  Al terminar , George se acercó a ella para devolverle la máquina y en ese instante un rayo de sol dió sobre la piedra cubriendo con sus rayos a los dos amigos.  Ellos al contemplar el hecho se echaron a reir.

-Es asombroso-- comentó él.-  Desde que nos hemos conocido no hemos parado de reír, es estupendo.

Y se encaminaron hacia el coche para continuar la ruta.

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