domingo, 14 de mayo de 2017

El susurrar del viento - Capítulo 6 - Un plan perfecto

Se sentaron uno frente al otro. Un whisky para él, un café para ella. Durante unos instantes se miraron sin pronunciar palabra. Les separaba la mesa del comedor. Sean alargo una mano y apretó la de Lucía, al tiempo que la dedicaba una vaga sonrisa.  Fue ella, la que decidió romper el hielo.  Ese espacio detenido en el tiempo  en el que sólo se miraban, sin atreverse a pronunciar palabra,  carraspeando y sin saber qué decir, por dónde empezar.  Quizá porque tenían miedo de lo que pudieran sentir y decir en esos momentos.  Sean bebió un sorbo de su vaso y a continuación comenzó a hablar.




- Verás, tenía ganas de que nos sentáramos así, como estamos ahora, tranquilos.  Tenemos muchas cosas que hablar; hemos pasado mucho tiempo de espaldas uno con el otro, y eso no es bueno para nadie.  Sé que nuestra situación es tirante, pero al menos deseo que tengamos una amistad sincera.  Tenemos una hija y habremos de comunicarnos necesariamente, máxime ahora, que está entrando en la adolescencia.  Esa etapa tan difícil para los jóvenes, y especialmente para las chicas
- Ves... eso también nos diferencia.  Yo tuve una adolescencia en que mi única preocupación era encontrar pronto un trabajo y aliviar en algo las dificultades que teníamos.  Yo era una chica pobre, pero no lo he olvidado.  Creo que ahora les facilitamos demasiado las cosas; les protegemos en exceso porque no queremos que ellos padezcan lo que nosotros vivimos. Claro, todo esto para tí es chino: tuviste la inmensa suerte de nacer en una familia acomodada, por no decir rica
- Te equivocas. Mis padres lo pasaron también mal.  Ellos no venían de una familia rica, y todo lo que tuvieron se debió a que trabajaron mucho y duramente.  Pero no es de eso de lo que quería hablarte.  Tu estás sola aquí, yo también estoy solo, y nuestra hija nos necesita a ambos. Se me había ocurrido que volvieras a América...
- ¿ Qué ? ¡ Te has vuelto loco !  En primer lugar no estás solo.  Vives con una mujer de la que estás enamorado; ella te quiere y tú también.  No debes quejarte.  Además ¿ dónde trabajaría, donde viviríamos ? No, de ninguna de las maneras.  Aquí estamos bien
- En primer lugar yo no estoy enamorado de Moira.  Sabes de sobra que siempre te he querido, y así será hasta el fin de mis días.  En segundo lugar podrías trabajar en la Cooperativa, y a mi me harías un gran favor porque me aliviarías un montón de trabajo
- ¿ Trabajaríamos juntos ?  ¿ De verdad me lo estás proponiendo?  ¿ Has pensado en lo peligroso que sería ese contacto a diario ?
- ¿ Por qué peligroso ? Somos adultos, y además estamos casados.
- No Sean. No estamos casados; es cierto tenemos un documento que lo acredita, pero es solo eso: un documento.  Llevamos años sin convivir, y además está Moira ¿ qué harías con ella ? ¿ le dirías " anda vete, ya no te necesito" ? Porque yo con ella... ni agua, vamos
- Moira no tiene nada que ver en ésto. ¿ Has pensado lo que significaría para Carmen tenernos a los  dos juntos? ¿ Es que no piensas en ella ?
- ¿ Te has planteado que yo podría tener a alguien en mi vida que no fuera ella ? Dime,¿ tan vulgar me ves como para no tener otra pareja ?
- ¿ La tienes ?
-Naturalmente que no, y tu lo sabes. No,  rotundamente no.  Sería una locura y la comidilla de todo el lugar.  Ya lo fui en su día y no quiero repetir la experiencia




- A mi me importa un pito lo que diga la gente.  Se trata de nuestras vidas, no la de ellos. Yo te sigo amando, y lo sabes.  No tienes ni idea el calvario por el que he pasado cuando me dejaste.
- Reconócelo Sean, es un tremendo disparate. No te entiendo ¿ qué es lo que pretendes?
- Sé que lo nuestro es difícil, pero no he perdido la esperanza de que algún día volviéramos a estar juntos de nuevo.
- Pero está Moira; aunque no sea santo de mi devoción, no podría vivir sabiendo que estoy haciendo daño a otra persona. Rotundamente no, y creo que debemos zanjar aquí la cuestión
- ¿ Qué has hecho de la Lucía dulce y sensible que conocí, de la que me enamoré?  No te conozco.  Eres fria y calculadora, y no te importa hacerme daño a sabiendas de que lo estás haciendo.
- ¿ Es así como me ves, fria y calculadora ? Razón de más para no aceptar. No tienes ni idea de nada, de las horas amargas que viví hasta tomar esa decisión.  De las noches en vela y del dolor profundo que me causaste.  No, no quiero volver a vivir aquello
- Pero vivir ¿ qué ? Porque todavía no se qué me reprochas
- Te acostaste con ella cuando yo más te necesitaba. Eso es algo que ninguna mujer perdona.  ¿Crees que no lo averiguaría ? ¿ Crees que pensaba que estabas en el bar cuando llegabas de madrugada? Me hacía la dormida.  Nuestro sexo no era el mismo, y hasta a veces creí que lo hacías por salir del paso. ¿ Sabes ahora por qué me fui ? Dime ¿ Son elucubraciones mias, o era cierto que te liaste con ella ?
- Nooo. No me lié con ella.  Me acosté sólo una vez porque tu me rechazaste, y fue por castigo hacia ti, por rabia y por celos, y por un dolor que creia ya olvidado.  Algunas veces en sueños nombrabas a Peter  ¿Cómo crees que podía sentirme yo ?
- Algunas veces soñaba con él, eso es cierto, pero no soñaba como si fuera su novia.  Era otro sentimiento distinto y casualmente sucedía cuando Nancy y yo hablábamos de él.  Me causó un gran impacto conocer su muerte, pero pasado un tiempo de quién me enamoré fue de ti. Y sólo Dios sabe que te amé como nunca he amado a nadie; que te pertenecía con los cinco sentidos, sin pensar en nada ni en nadie, sólo en ti que me amabas de igual manera. Hasta que...escuché aquella conversación y comencé a atar cabos sueltos...
- Y llegaste a la conclusión de que te estaba siendo infiel ¿ no ? ¿ Por qué no hablaste conmigo? Hubiéramos hablado y explicado todos nuestros resquemores.  Nos estábamos alejando; tuvimos una crisis de pareja, como les sucede a muchos.  Pero nunca, óyelo bien, nunca, he dejado de amarte, de sentir que debía protegerte, respetarte, e intentar que volvieras a mi lado.  Pero no estoy muy seguro de lograrlo nunca.  Estoy cansado Lucía, desde que te vi en aquella fotografía, me he pasado la vida luchando por ti, primero por tratar de consolarte de la pérdida de Peter, después en enamorarte y cuando lo consigo... ¡ Cielo santo, estoy cansado ! No puedo luchar más.  Tienes razón es una utopía.  Definitivamente no vas a volver ¿verdad?

- Es muy difícil tomar una determinación tan tajante.  No con todo lo que me has dicho.  Necesito tiempo y pensar en ello
- ¿ Quieres decir que te lo plantearás ?
- No lo se, Sean.  Tendré que hablar con Carmen.  Ella también cuenta
- Desde luego, nunca pensé dejarla al margen. Después de hablar con ella ¿ querrás que hablemos de ello los tres juntos?
- Me parece bien.  Es lo justo; eres su padre.
- Gracias, cielo por esta nueva oportunidad
- Hacía mucho que no recibía un cumplido de ti
- Tienes razón. Ha sido una relación distante y fria.  A veces te veia tan lejana que no me atrevía a decirte nada, ni siquiera a estrechar tu mano
- ¿ Por eso lo has hecho esta noche ?
- Si.. Tenía la necesidad física de tocarte, de sentir tu piel.  Lo he pasado muy mal en el notario y tú estabas cerca de mi,..,  ahí.  Y yo te necesitaba.  No necesitaba a Moira, que ni siquiera pensé en ella, te necesitaba a ti.
- Por favor, Sean. Dejémoslo ya
- ¿ Por qué ? ¿ Acaso te estoy molestando con estas confesiones ?
- No, en absoluto.  Por primera vez en mucho tiempo percibo que soy parte de ti
- Eras toda de mi ¿ Cómo siquiera lo dudas?

Se levantó de su asiento, y se dirigió hacia donde estaba Lucía.  Tomó su cabeza  entre las manos y la besó tan profundamente, con tanto anhelo, que ella correspondió sin pensarlo.  El beso se deshizo, cuando el timbre de la puerta retumbó en toda la casa.  Al separarse, se miraron fijamente; algo había cambiado entre ellos.  En ese beso se habían transmitido todos los sentimientos ocultos desde hacía mucho tiempo.  Sus corazones habían latido al unísono.  Sus cuerpos se habían unido y notado su cercanía.  El abrazo había sido intenso, habían retrocedido en el tiempo, cuando su pasión les desbordaba.  Habían pasado los años.  Eran  casi adolescentes  cuando se conocieron, pero aún eran jóvenes y el amor que sentían, encendía sus cuerpos y su sangre.



- Oh...  Creo debe ser Carmen - dijo Lucia separándose bruscamente de él- Voy a ver quién es.

Sean no dijo nada.  Respiraba con dificultad, tragó saliva y recompuso su figura.  Sentía gran excitación por lo ocurrido hacía unos instantes.  Su mujer no era tan inmune a sus caricias, y una esperanza se abría paso lentamente.

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