martes, 16 de mayo de 2017

Miranorte - Capítulo 2 - Equipo de producción

Alba entró en casa y se olvidó inmediatamente de la noticia  que acababa de darle la farmacéutica

-¡ Hola Milagros! ¿ Cómo has pasado el día ?
- ¡ Hola niña !, bien ¿ y tú?
- Pues no muy bien, la verdad. La Vespa ha vuelto a  hacerme de las suyas
- Querida, vas a tener que jubilarla. La pobre tiene más años que yo
- No es eso.. es que... ¿ cómo voy arreglarme para ir al colegio en cuanto nieve?  Manolo ya se ha jubilado... no se cómo voy arreglármelas. Hoy ya ha comenzado a  hacer frio, y dentro de nada...
- Si.  Las nieves comenzarán a caer. Y si que es un problema
- He venido pensando por el camino.   La única solución es que pase la semana en Las Mimosas, y venga para acá el viernes por la tarde y regrese el domingo
- Pero hija... ¿ cómo vas a quedarte allí toda la semana?
- ¿ Y qué hago ?  No puedo renunciar a mi trabajo, es de lo que vivimos.  Así que tu me dirás
- Bueno, ahora no pienses en eso. Toma la merienda y después lo hablamos

Eran igual que una madre y una hija discutiendo los problemas del día a día.  Pero en verdad  es que  no sabía cómo solucionarlo.  Como sucedía cada invierno, las carreteras de segunda quedarían bloqueadas, no por la nieve, sino por el hielo.  Las máquinas quitanieves, sólo lo hacían por la general, pero ella transitaba por las del interior.  Hasta ese año, Manolo ,  el panadero que atendía a todos los pueblos,  la esperaba en la Plaza Mayor, y le acercaba hasta Las Mimosas, pero se había jubilado en el verano y se había ido a vivir cerca de sus hijos, a León.

En todo ese tiempo no se había detenido a pensar en ello.  Quizá había sido Celia con su noticia, quién le había recordado algo que debía  solucionar. No podía circular con la moto.  La pobre tenía averías para parar un tren y además con el hielo era inútil.

- Venga, toma el café y unas magdalenas que he hecho esta mañana.  Me han salido riquísimas- le dijo Milagros
- Gracias. Si que  tienen muy buena pinta.

Con  cuidado y pensativa, retiró el envoltorio de la magdalena y comenzó a mordisquearla lentamente.  No tenía apetito.  De golpe se le había quitado.  No tenía un sueldo muy grande.  El Ayuntamiento de Miranorte, cubría sus gastos a duras penas, y por tanto si tenía que mudarse a Las Mimosas , el gasto sería doble puesto que habría que mantener  los dos lugares.  Exhaló un suspiro y decidió que lo pensaría más tarde.  En silencio tomó su merienda, observada por la atenta mirada de Milagros

- Ah, se me olvidaba. Dios, ¡ qué cabeza tengo !  Esta mañana llamó Sara.  Por lo visto tenía algo que contarte.  La noté muy nerviosa. No sé qué la ocurrirá, porque con ella nunca se sabe.  Siempre está ansiosa...  me dijo que la llamaras  en cuanto llegases.
- Ahora la llamaré.  Creo que se lo que quiere contarme.  Me lo acaba de decir  Celia, que venía en mi busca para comentarlo.  Resulta que van a venir unos peliculeros para hablar con  Enrique, porque creo que van a rodar una película  en el pueblo
- ¿ Aquí ? Pero si va a nevar de aquí a nada.  Las rodillas no me dejan parar
- Según me ha dicho, es por la nieve por lo que vienen.  Están buscando pueblos que se ajusten a lo que quieren y parece ser que éste reúne las condiciones precisas.

Marcó los números e inmediatamente una voz muy alterada, respondió 
- Ay hija, ¡qué ganas tenía de que llegaras! No sabes lo que va a suceder
-Sara, tranquilízate, no es para tanto
- ¿ Tú que sabes?
- Me lo ha contado Celia.  Quiere que nos reunamos las tres en el bar y nos lo cuentes todo con detalle. ¡ Qué emoción ! Viendo a las estrellas del cine moviéndose por aquí ¡ No me lo puedo creer!
- Bueno aún no es seguro.  Mañana llegan para hablar con Enrique sobre el precio, y el hospedaje.  Salgo en media hora.  ¿ Nos vemos en el bar?
- De acuerdo. Allí nos vemos 

Y se despidieron

En menos de una hora, ya estaban las tres amigas sentadas en una mesa del viejo bar de pueblo ante unos refrescos.  Charlaban animosamente, y reían excitadas a medida que Sara iba relatando cómo había sucedido la llamada de la productora interesada en Miranorte.

- Pero ahora hay un problema: el hospedaje.  Me he pasado toda la tarde llamando a Pepe para saber cómo se podrían hospedar los peliculeros. Estoy deseando que llegue mañana para saber algo más. Pensándolo bien, no creo que podamos alojarles aquí. Únicamente si Enrique habla con los dueños de los chalets que sólo usan en verano, y pudieran alquilarlos. En fin ya os contaré
- Llámame enseguida, en cuanto puedas - le pidió Celia impaciente
- Y a mi..., bueno cuando llegue de las clases -pidió Alba

A continuación expuso a sus amigas el problema que tenía con su traslado durante el invierno.  Las amigas la escuchaban contrariadas,  al pensar que no podrían contar con ella durante la semana.

Y llegó el día tan ansiado por las chicas.  Sólo ellas y el alcalde, conocían lo que estaba a punto de suceder en el pueblo, que de lograrlo,  sería el mayor acontecimiento ocurrido en Miranorte en muchos años. 

 Dos coches todo terreno aparcaron frente a la fachada del Ayuntamiento, y un grupo de seis personas, entraron en el edificio, entre ellos iban dos mujeres con imagen de saber lo que traían entre manos.  Preguntaron a Sara por el alcalde, y ella misma, muy nerviosa, les condujo hasta él, que les recibió con una amplia sonrisa, saliendo a su encuentro.  Por mucho que Sara aplicaba el oído en la puerta, no podía escuchar nada.  Hablaban bajito, y todos en castellano, lo que indicaba que se trataba de alguna agencia española.  De vez en cuando se oía alguna risa, lo que le hacía pensar que todo iba bien .  Al cabo de tres horas, se abrió la puerta del despacho y un sonriente Enrique, estrechaba las manos de cada uno de los componentes de la expedición, saludando en primer lugar, como manda la buena educación, a las dos señoritas que integraban el grupo.

Cuando hubieron salido del edificio, el alcalde  se frotó las manos sonriente y se dirigió a Sara con satisfacción diciendo " hecho ".  Sara sonrió ampliamente contenta por las novedades que se avecinaban

- Ponme enseguida con Pepe.  Tengo que comunicarle las habitaciones que vamos a necesitar.  Después llamas a la agencia que se encarga de los chalets.  Vamos rápido... - , le indicó a Sara
- Ya voy, ya voy... ¿ Van a venir muchos?
- ¡ Ya te digo ! Lo menos sesenta. No sé cómo vamos a  arreglarnos, pero lo tenemos que conseguir. Nos lo pagan muy bien y necesitamos el dinero.  Así que hay que ponerse las pilas y empezar a funcionar ya.  También tengo que hablar con Alba para que me redacte unos bandos, unas hojas, vamos,  para informar a todos. Me han recalcado mucho que quieren tranquilidad.  Vienen a trabajar y no a divertirse.

Alguna vez, cuando tenía que comunicar algo importante, Enrique recurría a Alba y ella redactaba la noticia, y en la fotocopiadora del Ayuntamiento sacaba las copias necesarias.  Después las depositaba en el bar y todos tomaban un ejemplar.  Enrique había modernizado el pueblo, y ya no tenían pregonero, pues se había hecho mayor.  Durante años, Marcelino, había anunciado con una trompetilla, que debían prestar atención a la noticia.  Ahora dejaban el bando en una especie de buzón junto al mostrador del bar,  y de ese modo todos recogían un ejemplar.

En un principio, los más viejos del lugar protestaron porque se les olvidaba cogerlo, pero poco a poco y en vista de que no había otra forma de enterarse, lo fueron admitiendo,   y ya no había problemas.   Además, Alba, guiada por su más intima ilusión de periodista, comenzó a poner viñetas, adornando algo más las noticias que notificaba, y poco a poco se fueron haciendo populares, y hasta se impacientaban por saber qué es lo que editaban cada día.

- En cuanto comprendas que Alba está en casa, llámala.  Quiero hablar con ella urgentemente.  No tenemos mucho tiempo- ordenó Enrique  a Sara

Cuando comprendió que ya habría llegado de la escuela, llamó a su amiga, y le comunicó que el alcalde deseaba hablar con ella urgentemente.  Y extrañada por las prisas, se arregló un poco y en su moto, se dirigió hacia el Ayuntamiento a entrevistarse con el alcalde.  En cuanto llegó Sara,  la hizo pasar al despacho del edil:

- Pasa, pasa Alba ¿ Cómo estás ?- se dirigió a ella cordialmente extendiendo su mano
- Bien, gracias, señor alcalde ¿ Quería hablar conmigo, es referente a la escuela?
- No, nada tiene que ver con ello.  Seguro que sabes, porque te lo habrá comentado Sara, que esta mañana hemos recibido la visita de una agencia de producción de películas.  Han venido desde Madrid, porque parece ser que se han dado una vuelta durante este verano por la comarca y han encontrado que  Miranorte es,  que ni pintado,  para una película que quieren rodar .  He pensado que redactaras un bando avisando a los paisanos, pero recalcando que no deben molestar mientras trabajan. Que se queden en el bar,  o mejor , en sus casas.  Lo han pagado muy bien, y con ese dinero he pensado en hacer algunos arreglos que necesitamos en el pueblo.  Por ejemplo alquilar alguna maquina que limpiara las calles cuando vengan las nieves para que la gente mayor pueda salir,  siquiera al bar...,  u otras cosas...   Eso ya lo veríamos. ¿ Me has cogido la idea?
- Perfectamente, señor. ¿ Para cuando lo necesita?
- Para ayer... No pongas esa cara- dijo riendo viendo la expresión de Alba-.  Lo que quiero decir,  es que la cosa urge. El próximo lunes comenzarán a venir los operarios para instalar  todo , y dentro de quince días estarán aquí los artistas.  Permanecerán en el pueblo unos dos meses, si todo sale bien, claro.  Y eso espero. Ahora tengo que ultimar con Pepe el alojamiento.  Son muchas personas las que vendrán.  Será una buena inyección para el pueblo, y me refiero concretamente al bar, porque otra cosa no hay
- Bien me pondré con ello ahora mismo.  Sacaré un borrador para que lo vea, y si lo aprueba enseguida lo  fotocopiaré Dónde lo pondría..., ¿Dónde siempre?
- Creo que si.  Ya están acostumbrados...   quizá deberíamos hacer algo un poco más llamativo...  con alguna viñeta en color que hiciera referencia al cine, o algo así- comentó Enrique
- Me parece bien.  Algo diferente, más ameno.  Estoy de acuerdo con usted
- Pues ea. Manos a la obra. Y te  agradezco la ayuda que me prestas
- Bueno... tengo que hablar de algo referente al colegio, pero lo haré cuando todo esté ya encauzado.  No corre prisa de momento.   Me voy y me pongo con ello ahora mismo.  Buenas tardes
- Adiós Alba, y gracias de nuevo

Cuando pasó al lado de su amiga, le hizo una seña con la mirada y con la boca, como diciendo " luego" .  Enrique permaneció en la puerta de su despacho, y no le parecía correcto hablar de lo pactado delante de él, con su amiga.  A modo de saludo y para que la entendiera, dijo a Sara:

-¿ Nos vemos luego en el bar?
- Si, si, claro.  Como siempre
- Hasta luego, pues
- Hasta luego ¿Avisas tú a Celia?
- Claro, me pilla de camino. Chao
- Chao Alba

Sentadas en su mesa de siempre, en el bar, las tres amigas, se atropellaban en hablar a un tiempo, nerviosas por la próxima aventura de los cineastas en el pueblo.  En Miranorte, nunca pasaba nada, así que cualquier novedad que ocurriera, simplemente, era un gran acontecimiento.  Alba llevó un bosquejo de lo que enseñaría al alcalde, sólo que esta vez, en lugar de ser un solo folio, había hecho una especie de folleto de tres hojas, con personajes de películas conocidas, que había sacado de Internet. Con colores y párrafos que hacia referencia a lo que estaba a punto de ocurrir.

- Es sólo una idea.  A mi me ha gustado.  Luego me acercaré a su casa a ver que le parece. Y si le gusta mañana lo pondré en limpio y lo sacaré por el ordenador
- Amiga, eres muy lista.  Lástima que estés encerrada aquí.  Deberías irte a la capital.  Allí apreciarían tu talento- la dijo Sara muy orgullosa de su amiga
- ¡ Ay Sara querida !  Recuerda que de allí llegué y nadie me hacía  ni caso.  No sé que idea tienes tú de lo que es la capital
- Un lugar estupendo en donde puedes divertirte y a nadie el importa un pito lo que hagas o dejes de hacer- replicó Sara
- Estoy de acuerdo contigo- apostilló Celia-  Esto es un aburrimiento.  Y no te digo nada de que empiece a nevar y no puedas salir ni a la puerta de la calle
- Bueno, bueno.  No seáis tan quejicas

Y,  las tres rompieron a reír.



                                           Fotografía Internet

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