miércoles, 31 de mayo de 2017

El otro lado del mundo - Capítulo 22 - Una cruz junto al camino

Giovanni encontró a su hijo sentado en un lugar apartado de la terraza en la cafetería del complejo turístico.  Pensativo, giraba el vaso de zumo de mango, una y otra vez, mirándolo fijamente.  Algo había ocurrido que le perturbaba; siempre hacía lo mismo cuando alguna preocupación ocupaba su cabeza.  Se acercó a él.   Las cosas no habían salido todo lo bien que debieran.  No obstante decidió abordar el tema y tratar de ayudarle en lo que fuera que le preocupaba.

. Aless ¿ qué ocurre ?
- Nada, papa.  No te preocupes
-Si, si me preocupo. En lugar de verte contento por el objetivo alcanzado, te veo triste y malhumorado ¿ qué pasa?  ¿ Es que no has podido hablar con ella ?
- Si papa.  He hablado y sencillamente, no resultó. Ella se olvidó de mi al día siguiente de salir de Taormina.  He decidido terminar las vacaciones en Sidney.  Salimos mañana mismo
- Pero si la presentación es dentro de cinco días
- No importa. Nos da igual estar aquí que en la ciudad. Así la conoceremos.  Y ahora no quiero seguir hablando de esto. En Recepción me han facilitado la dirección del lugar en donde está enterrada Anna; les he contado, en parte, una mentira, pero no me ha costado trabajo me lo dijeran.  Era muy querida entre los empleados.  Debió ser una buena mujer
- ¡ Y tanto que lo era ! - respondió Giovanni - Antes de irnos desearía visitar su tumba...
- Ya lo se. Tomaremos un taxi y nos conducirá hasta el lugar. Lo tengo todo planeado. Si lo deseas iremos ahora mismo.  No tenemos otra cosa que hacer

Y así lo hicieron.  Un Giovanni emocionado, no pudo evitar unas lágrimas ante la lápida inscrita con el nombre de Anna. Su fecha de nacimiento y el lugar. Al lado derecho la de su esposo y al contrario la de su hijo.  Todo había resultado distinto a como pensaron cuando iniciaron su relación.

 Alessandro se había apartado para que su padre pudiese expresar sus sentimientos como quisiera. Respetaba aquel amor profundo que durante toda su vida, había llevado en su interior.  Lo comprendía perfectamente; él estaba en parecidas circunstancias.  Por otro lado, le dolía la situación de su madre, aunque Loredana, fuese en parte culpable de aquel amor fallido.  Pero era absurdo culpar a nadie, porque todos lo eran excepto Anna.  ¿ Cómo hubiera sido su vida si no se hubieran separado? Probablemente ni Bella ni él existirían, o no se hubieran conocido.

Inmerso en sus pensamientos, no se dio cuenta de que Giovanni le daba un toque en el brazo

- Cuando quieras, hijo, podemos regresar.
-¿ Estás bien, papa?
- Si, Aless. Estoy bien. ¿ Sabes? Me encuentro bien. La he pedido perdón y sé que ella me ha perdonado. Me encuentro en paz conmigo mismo, pero apesadumbrado por ti.  No deseo que mi historia se repita.

De regreso al hotel pasaron por un lugar con una cruz bajo un árbol en el que había sembrados unos rosales. Al mirarlo con curiosidad, el chófer del coche que les llevaba, les explicó que en ese lugar se había matado el esposo de la dueña del complejo, que si bien ahora era regentado por su hija y su nieta, fueron la señora Anna Maria y el señor Lyan, quienes lo iniciaron.  Aless sintió pena por la nonna, que no había tenido una vida fácil y que su final se precipitó por la tristeza de perder al hombre que fue el amor de su vida, y no el que estaba sentado a su lado en el taxi.  Comprendió el padecimiento de su padre al fingir un amor a su madre, que estaba muy lejos de sentir. Pensó que el rechazo de Bella, había sido como una especie de venganza del destino por algo que ellos no tenían culpa, pero ya se sabe que es caprichoso.

Alessandro deseaba estar el menor tiempo posible en el complejo. Tenía los billetes para Sidney y antes de acostarse dejaría el equipaje listo: saldrían por la mañana temprano.  Pensó en ir hasta la playa y dar un paseo.  Seguramente, así no tendría oportunidad de coincidir con Bella.

- Voy a dar una vuelta ¿ vienes papa ?
- No hijo, prefiero dormir una siesta y ver la televisión.  Tengo emociones encontradas y deseo calmarme. Ve tú donde quieras.  Cuando me levante estaré en la cafetería,  si acaso deseas buscarme.  No tengas prisa en volver estoy bien y a gusto aquí.  Si no fuera porque todo se ha truncado, éste sería un sitio excelente para vivir.  Tranquilo, hermoso,  apacible. Si me gusta.  Éste sería un buen retiro.
-Pero adoras Taormina, y no creo que mamá estuviera muy contenta con venir a vivir aquí.
- Es un decir, hijo, es un decir.
- Bueno, pues si no vienes, te dejo tranquilo.  Nos vemos más tarde.
-Ve con Dios, Aless.  No tengas prisa.  Diviértete.

Alessandro salió aparentemente tranquilo, pero su padre sabía que no era así.  Decidió esperar un rato, por si volvía, y trazó un plan: tenía que hablar con la muchacha, y explicarle el motivo de que no recibiera noticias de su hijo con anterioridad. Y dicho y hecho.  Sabía, porque así se lo dijo Alessandro, que ella estaba en la oficina, y hacia allí dirigió sus pasos.  Haría todo lo posible por solucionar el malentendido surgido a raíz de su enfermedad. Era lo único que podía hacer, ya que sin quererlo, había sido el causante de todo el embrollo.,

Y Giovanni salió decidido a poner en claro todo lo ocurrido. A un botones solicitó le indicase la dirección de la oficina, y hacia allí se encaminó.  Una señorita muy amable, le indicó que la Directora no podía recibirle por estar con una visita

- Está bien. Aguardaré
-Le aseguro que va a tardar
- No tengo prisa.  Aquí se está muy bien
- ¿ Puede decirme el motivo de su visita? Quizá yo pueda solucionarlo
-No, no creo., Es algo personal.  De familia
- ¡ Oh !, en ese caso, veré qué puedo hacer - Dio unos golpes en la puerta y entró.

Tardó poco en volver a salir, y lo hizo algo incómoda.  Posiblemente recibiría una reprimenda de parte de su jefa por haberla interrumpido. A él no le importó. Había de solucionarlo antes de partir hacia Sidney: no había tiempo.

- Puede pasar - dijo la secretaria. Y así lo hizo
- Buenas tardes, Bella,  Espero se acuerde de mi
- ¡ Claro que me acuerdo señor D'Tella. Ignoraba que hubiera venido con Alessandro. De haberlo sabido, hubiera sido yo quién hubiese pasado a saludarle. Fueron muy amables conmigo cuando estuve en su casa. ¿ Ha venido también su señora?
- No ella no. Está algo mayor - dijo riendo y en broma
- La visita ha sido toda una sorpresa para mi. ¡ Qué casualidad que hayan venido a parar aquí !
-No, Bella. Es así como se llama  ¿no ? No es casualidad, hemos venido a propósito para verla. Aless porque quería darle una serie de explicaciones que aclararía todo este tiempo de silencio, y yo porque deseaba visitar la tumba de su abuela.  La historia es larga y compleja, pero le diré que yo soy el novio que la dejó para casarse con otra chica rica.

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