jueves, 18 de mayo de 2017

Miranorte - Capítulo 6 - El secreto de Milagros

Al llegar a casa,  Milagros la encontró bastante alterada.  Las mejillas estaban rojas y las aletas de la nariz se abrían y cerraban acompasando su respiración, con excesiva rapidez.

- ¿ Qué te pasa, estás enferma ? - la dijo mientras una de sus manos se posaba sobre su frente
- No, no.  No te preocupes...  He tenido un incidente con Alberto y ...  bueno con el artista también - explicó
- ¿ Qué tiene que ver el artista ?
- Nada, en realidad, ha sido una tontería.  Creyó que mi discusión con Alberto fue porque él me había ofendido,  quiso averiguar porqué, y... entonces le mandé a freír espárragos
- Pues no te conocía yo esa faceta tan grosera. ¡ Encima que el chico se preocupa, tu...!  En fin, ya eres mayorcita para saber cómo tienes que gastártelas.  Esta tarde te llamó una tal Marta. Dice que la llames cuanto antes
- Ah, vale.  Ahora la llamo- dijo a Milagros, mientras se despojaba de las prendas de abrigo

Marcó el número de Marta, y enseguida la chica respondió

-  Dígame
- Marta, soy Alba.  Me ha dicho Milagros que me has llamado ¿ ocurre algo?
- No, nada. Es referente al rodaje.  Me dicen que si podemos contar con tu casa para el próximo lunes. Se que es algo precipitado, teniendo en cuenta que hoy es viernes y por la noche, pero hija me lo acaban de decir
- No pasa nada.  No te preocupes.  ¿Dices que dejemos todo tal cual?
- Si, si.  No toquéis nada,. Tendremos que mover algo...  cambiar algunas cosas, pero todo se quedara tal cual lo tenéis.  Cuando volváis, va a  parecer que no ha pasado nada.  La necesitaremos para unos tres días.  Os hemos reservado dos habitaciones en el albergue.  Podéis disponer de ellas a partir de ahora mismo
- Eres muy eficiente. Mañana haremos las maletas y, si te parece bien, el domingo a media mañana nos  mudaremos.
- Me parece de perlas. Tendrás que venir a recoger el cheque a las oficinas
- ¿ Qué cheque ?- preguntó extrañada Alba
- Lo que te van a pagar por el alquiler
- ¿ Nos vais a pagar?

- ¡ Claro mujer !  Somos una productora  muy legal.  Hay que justificar todos los gastos y tendrás que firmar el recibí. Hija, Hacienda siempre está con la lupa sobre nosotros, y hay que tener justificantes de todo.  Me apetecería quedar  y tomarnos un café.  Tengo ganas de charlar contigo.  Me fuiste muy simpática
- Tu a mi lo mismo.  Estoy liada con el trabajo, pero le pediré permiso a Juan.  No hay mucho que hacer si no vais vosotros.
- ¿ Y por qué  trabajas ahí ?
- Me comprometí con él a cambio de que me cediera el coche durante el invierno. Yo viajo en una antigua Vespa, pero con las nevadas no podía hacerlo, y tengo que dar clase a diario en Las Mimosas
- Ya entiendo. Bueno pues pídele permiso.  Seguro que no te lo niega, además es cuestión de un rato solamente.  Eso si no te quieres quedar al rodaje
.- Nooo...  Bueno...  No quiero abusar
- Hija me lo has dicho de una forma, que creí que te pasaba algo con nosotros
- No con vosotros no me pasa nada. Douglas es muy simpático, pero ayer tuve una discusión con Paul por una tontería, y me es muy violento encontrarme con el
- ¿ Discutiste con Paul?  Pues ya es difícil.  Es la persona más pacífica que he conocido.  En fin, eso es cosa vuestra.  Entonces dime ¿a qué hora y cuándo vas a venir?
- Te vuelvo a llamar en un momento y te lo confirmo.  Llamaré ahora a Juan y le diré lo que me has dicho, y así me voy directamente desde aquí
- Me parece perfecto.  Mañana empezamos a las siete, así que si vienes a las nueve o así, estaremos en pleno rodaje
- Puedo dejarlo para otro momento, si os viene mal
- No, en absoluto. Las oficinas no tenemos nada que ver con el equipo de filmación.  Vamos,  lo que quiero decir, que no tenemos que estar en el plató
- Bueno pues te vuelvo a llamar dentro de un minuto ¿ vale ?
- Vale.  Hasta ahora pues
- ¿ Van a pagarte por la casa.  Es eso lo que he escuchado?- pregunta Milagros extrañada
- Parece ser que si,.  Que es lo que se acostumbra. Iré mañana y el domingo nos mudamos al albergue. Tenemos que dejar todo tal cual está.  Ellos se encargan de volverlo a dejar igual, si acaso tienen que mover algo.
- De acuerdo. Tendremos como unas pequeñas vacaciones.  Llama a Juan lo primero, y después tenemos que hablar
- ¿ Tenemos que hablar? ¿ De qué ?- dijo Alba
- No te alarmes, no es nada importante. Sólo que es algo que se me ha ocurrido mientras os escuchaba la conversación
- Muy bien.  Llamo a Juan y a Marta con la respuesta, y después hablamos

Habló con Juan para su permiso y volvió a llamar a Marta para quedar con ella. Solucionado todo, ambas mujeres se sentaron una frente a otra

- Bueno, Mila ¿ qué es eso que teníamos que hablar?- dijo Alba
- Verás niña. Quieres dejar los estudios.  Estás cansada y desanimada.  Lo comprendo,  porque tienes pocos alicientes que te estimulen a seguir adelante, pero... ¿ lo has pensado bien?  ¿ Has sopesado el sacrificio que has hecho hasta ahora, y que si lo dejas no te habrá servido de nada?
- Si Mila, lo he pensado.  De todas formas ¿ crees de verdad que algún día terminaría  periodismo?  Lo elegí, porque cuando era adolescente lo idealizaba todo, y esa profesión me parecía lo mejor del mundo, la más interesante.  Pero ahora... no lo es tanto
- ¿ Vas a seguir dando clase a niños pequeños, es eso lo que prefieres?
- Naturalmente que no.  Mi carrera es para profesora de instituto, pero aquí es lo que hay
- Pues vuelve a Madrid
- No allí no.  Aún no estoy preparada. Todavía añoro a mi madre...  mucho, muchísimo
- Vende ese piso.  Instálate en otro más pequeño que en nada te recuerde tu vida con ella.  Empieza de cero.  Eres joven, muy guapa, y no debes encerrarte en un pueblo pequeño, en donde ni siquiera hay gente de tu edad. ¿ A qué aspiras? Está  claro que con Alberto, nada. ¿ No quieres casarte? No te cases, pero al menos emprende alguna relación con algún chico. Diviértete.  Vive la vida ahora que eres joven, porque pasa muy rápido,  y antes de que te des cuenta... la juventud habrá huido y estarás sola
- No estoy sola.  Te tengo a ti
- Verás mi niña, tengo que decirte algo
- Mila me estás preocupando. ¿ Te pasa algo ?
- Escucha lo que voy a decirte e intenta entenderlo.

Tragó saliva, aspiro aire, y tomando las manos de la muchacha, Milagros comenzó su relato

- Cuando tenía dieciséis años e iba al instituto, a mi misma clase, acudía un chico asturiano.  Alto, guapo, simpático, que a todas las chicas nos traía locas.  Yo era bastante lista y sacaba buenas notas, sin problemas, pero me di cuenta que a él, yo no le era indiferente.  Y tramé un plan:  le pediría ayuda con las matemáticas, que en realidad las tenía atravesadas..., y él era un lince.  Aceptó y comenzamos a estudiar juntos.  Cuando hacía bueno, estábamos en el jardín del colegio, y cuando no, acudíamos a la biblioteca.  Pasó el tiempo, terminamos el bachillerato, él comenzó el COU y yo estudié idiomas y taqui-meca para trabajar en la oficina de mi padre, que tenía una empresa constructora.
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 El marchó a Valladolid, a la universidad,  y yo trabajaba con mi padre.  Le echaba de menos, pues me había enamorado de él como una tonta.  Regresaba a León por vacaciones y siempre venía a buscarme.  Salíamos juntos y éramos muy felices hasta que tenía que regresar.  Quería ser ingeniero. Es una carrera dura y larga.  Yo estaba impaciente por formalizar nuestro noviazgo. Me cansaba de esperar año tras año para verle solamente durante unos días, porque en el verano se iban al Pais Vasco.  Su familia era de clase media alta, y la mía, simplemente de clase media.

Una tarde, la víspera de irse de vacaciones, no se por qué motivo,  entablamos una absurda discusión.  Íbamos a ir al cine, pero no llegamos a entrar, porque el enfado subía de tono por momentos.  Resumiendo: nos fuimos cada uno por su lado y no nos volvimos a ver más.  El terminó al cabo del tiempo su carrera y se fue a vivir a Bilbao.  No regresó a León.  Supe por una amiga, de esas "compasivas" que todos tenemos, que salía con una hermana de un compañero de clase, que iban en serio, y que en cuanto terminara la carrera se casarían.

  Yo me puse hasta enferma, porque siempre esperaba que en algún momento regresara, o me escribiera una carta y volveríamos a ser novios, pero no lo hizo.  Yo por despecho salía con chicos, pero ninguno me gustaba y terminé por aburrirme de ellos y dejé de salir. Mi vida se volvió amarga, difícil,   dura.  No contaba con la comprensión de mis padres que de vez en cuando me organizaban algún encuentro con un hijo de sus amigos.  Hasta que tuve unos años, y dinero ahorrado para independizarme.

 Viví en Madrid y allí tuve amigas, compañeras de trabajo, pues dada mi experiencia en la construcción, me coloqué en una empresa de las más fuertes de la capital.  Fueron unos años felices y divertidos, hasta que fallecieron mis padres y entonces tuve que volver para hacerme cargo de los bienes que había heredado.

 Un día junto con una antigua amiga, decidimos hacer una excursión por los picos de Europa y llegamos hasta aquí.  El pueblo tenía más vida y más gente joven.  Era pequeño, como ahora, en eso no ha cambiado, pero formábamos pandilla chicos y chicas. Juan, los padres de Celia , de Sara y Enrique, Domingo, pobre, murió muy joven... y otros que ya ni siquiera vienen por aquí.  Y aquí me quedé.

 Vendí el negocio y decidí que el dinero es para gastarlo, así que las rentas me permitían vivir cómodamente. La verdad es que aquí pocas cosas puedes hacer. Los días transcurrían tranquilos y dentro de lo que cabe, felices.  Pero yo no conseguía olvidar a José Luis.

 Pasó el tiempo y tu apareciste por aquí.  En cuanto me propusiste vivir juntas me diste una alegría.  Ya no teníamos edad de andar de corre calles. Unos se habían casado, otros marchado de aquí, en fin que cada uno organizó su vida.  ¿ Recuerdas el día que fuimos a Las Mimosas para ir al cine, tus amigas, tu y yo, y que luego yo no entré con vosotras?, bien, pues ese día después de dar una vuelta por los comercios, me senté en una terraza a descansar.  Un hombre bien plantado, se sentó en otra mesa frente a mi, y entonces...  volví a verle.  Nos mirábamos los dos.  El,  indeciso, yo segura de  quién era, hasta que levantándose muy educadamente, vino hacia mi .  La emoción me ahogaba la garganta y era como si el tiempo no hubiera pasado.  Pero,  sí había pasado.

 El seguía guapetón,  muy apuesto. Su cabello era gris, casi blanco. Seguía siendo alto, pero tenía una pequeña barriguita.   Su sonrisa era la misma.  Nos dimos un beso en la mejilla, y enseguida comenzamos a contarnos cómo habíamos vivido durante esos años.  El había enviudado hacía cinco años y se había jubilado.  No tuvo hijos y vivía de las rentas.  Viajaba con frecuencia.

Al cabo de un rato, en que pusieron al día sus vivencias, José Luis, dijo a Milagros

- Por casualidad, sin saber porqué,  carretera adelante llegué  a Las Mimosas.  Decidí tomar un café en esta cafetería después de comer...  y así nos hemos vuelto a ver después de tanto tiempo-  comentaba sonriente

Alba asombrada por el relato de la vida de Milagros, no encontraba palabras

- Pero de esto hace un año más o menos ¿ No os habéis vuelto a ver ?
- Si nos vemos a menudo.  Hemos vuelto a retomar nuestra relación. Sentimos que el tiempo ha retrocedido. Que nuestras ilusiones perdidas, las hemos recuperado y nuestros deseos de estar juntos son tan intensos como lo eran en aquellos tiempos.  Me ha pedido que nos casemos y que vivamos en el lugar que yo desee
- ¡ Pero Mila ! ¡ Casarte !
—  Pienso que ya no será lo mismo. Los años... no pasan porque sí...
- ¿ Por qué piensas eso?
— ¿ Porque  somos mayores? Mi niña querida... es una idea que tenéis los jóvenes. Que cuando llegamos a una determinada edad, ya no tenemos sensibilidad y no experimentamos los mismos deseos que la juventud. Y eso no es cierto.  Amamos igual que cuando tenemos veinte años, solo que de una forma distinta, de una manera más reposada. Pensáis que nuestra sexualidad está apagada, y no es cierto.  Cambia, es verdad, es más lenta, más tranquila, pero la sentimos.  Las caricias,  las sentimos igual que cuando somos jóvenes.  Nuestra vida no se acaba al cumplir los sesenta, al contrario, es más placentera.  Por lo general a esa edad, si tenemos hijos, ya son mayores y viven su propia vida y nosotros la disfrutamos plenamente, con la misma intensidad e ilusión.
- Mila...  nunca hemos hablado de estos temas...  nunca me imaginé...  Tu nunca has faltado en casa... ¿entonces?
- Mi querida niña... Para eso están los hoteles
- ¿Pero nunca ha venido a casa ?
- No. Porque yo no he querido que lo hiciera.  No quería cotilleos a mi costa. En cuanto sales para trabajar, nos reunimos,  y para cuando vuelves,  todo está normal
- ¿ Por qué no me lo has dicho antes?  Te has sacrificado por mi... ¡ Oh, Mila ! Y ahora dime ¿ vais a casaros ?
- Si mi niña. Queremos hacerlo para antes de Navidad.  Pasaremos esas fiestas en nuestra luna de miel. Voy a echarte mucho de menos, pero creo que de esta manera, tu también emprenderás el vuelo. Te lo debí contar antes, pero..,.  no me atreví ...  No sabía como iba a ser tu reacción
- ¡ Mila ! ¿ Aún no  me conoces ?  No soy una mojigata, y comprendo perfectamente lo que me has contado.  ¿ Sabes ? me alegro.  Eres joven aún y tienes derecho a vivir tu vida.  Quizá con el dinero que me den, me haga un viaje. Si creo que si.  Al no estar tu por Navidad, las pasaré en Nueva York.  Siempre he querido ir.   Bien, pues ahora lo haré.  Aprovecharé las vacaciones de Navidad . ¡ Oh Mila !- la dijo emocionada tomando las manos de su amiga que se había convertido en toda su familia

Las dos mujeres se abrazaron emocionadas.  Nunca hubiera imaginado que,  Milagros, siempre tan callada y tan ecuánime, que  su juventud hubiera sido tan frustrante.

- Les diré a Sara y a Celia, si quieren acompañarme.  Con ellas lo pasaré muy bien. Voy a proponérselo.  Por cierto las llamaré mañana.  Hace días que no se nada de ellas.

Casi no probaron la cena. Se fueron a dormir muy tarde comentando todas las revelaciones que Milagros la había hecho. La costaba conciliar el sueño, y daba vueltas y vueltas en la cama sin poder dormirse

- La verdad es que ha sido un día completito.  No ha faltado de nada. ¡ Vaya Milagros enamorada!  No me lo hubiera imaginado en cien años que viviera. ¡ Pobrecilla !.  Nunca comentó nada, nunca se quejó de nada.  La echaré de menos, pero tiene derecho a vivir la vida . Y parece ser que él nunca la olvidó. Pero ¿ por qué no volvió a buscarla? En lugar de eso se casó... ¿ Yo le habría perdonado ? No creo...Claro eso es muy fácil decirlo cuando a ti no te atañe directamente. Pero ¿ de qué hablo ? si estoy que no vivo por alguien que a penas conozco, y que tampoco voy a tener oportunidad de conocer. Por eso no me he atrevido a confesarla mi secreto, porque me pondría de tonta...

Era entrada la madrugada cuando consiguió dormirse.  Soñaba con miles de cosas incoherentes y difusas que la intranquilizaban y que no la permitían descansar.  Era de noche todavía, cuando sobresaltada se despertó.  No quería volver a dormirse no fuera a soñar de nuevo.  Estuvo un rato mirando al techo, tratando de recordar su sueño, pero casi se le había  borrado de la memoria. Al poner los pies en el suelo, sintió un escalofrío

- Debe hacer un frío que pela.  La casa está helada. ¡ Claro, anoche apagamos la calefacción ! ¡ En que estaríamos pensando ! bueno pues en todos los acontecimientos.

Tras una ducha rápida para entrar en calor se vistió con un jersey grueso.  Mientras eso hacía se asomó a la ventana.  El cielo estaba gris y se escuchaba el rugir del viento.. El camino estaba totalmente helado.  Se frotaba ambas manos para calentarlas.  Milagros aún no se había levantado, así que fue a la cocina  para preparar el desayuno. Puso la cafetera, calentó la leche y sobre la mesa puso también un plato con magdalenas que el día anterior había horneado Mila.  Miró el reloj y se dio cuenta que era más tarde de lo que pensaba.  Apresuradamente, apuró el último sorbo de café y regresó a la habitación para ponerse el abrigo.  Unos golpes sonaron en la puerta de entrada

- ¿ Quién será a estas horas ?

Miró por la ventana del salón y se quedó sin habla al ver quién era el que a esas horas llamaba .   Su corazón la dio un vuelco, y se quedó sin saber qué hacer: si abrir o no hacer caso.  Por fín se decidió, y abrió la puerta a Paul;:


- Estaba indeciso.  No sabía si debía  venir.  Es muy temprano para un sábado.  Iba camino del rodaje vi luz en tu casa, y entonces me decidí.  Espero no ser inoportuno.  Veo que ya te ibas, pero necesito hablar contigo.  Posiblemente no te vea en todo el día y la verdad es que no he parado de pensar en lo de ayer.  Lamento muchísimo lo que ocurrió.  Yo solo quería saber si estabas bien.  De verdad que no quiero entrometerme en nada, pero te vi llorar en la calle, y también discutir con tu novio, y...
- No es mi novio... y tienes razón.  Me porté muy mal  contigo.  No tenías la culpa de nada y lo pagaste tu.  Lo siento. De verdad que lo siento.  Habrás pensado que estoy loca, pero estoy pasando por una de esas rachas de indecisión, y..  Pero pasa.  Hace frio para estar en la calle.
- No, no quiero entretenerte- responde Paul
- No... ¿ Quieres un café ? Lo acabo de hacer...Perdona, tengo que hacer una llamada para decir que voy a demorarme

Y marcó el número de Marta para anunciarla que llegaría algo más tarde de lo acordado.  La volvería a llamar cuando saliera de casa.

-Bien...  y enseguida me voy. No quiero ser impuntual
- Yo voy también para allá.  Había quedado con Marta. La he llamado para decirla que me retrasaré
- Puedo llevarte
- No gracias. Tengo que ir en mi coche.  Luego voy a trabajar y regreso por la noche, así que me lo tengo que llevar.
- Me gustaría invitarte a algo para sellar la paz entre nosotros, pero tendría que ser mañana. Hoy no sé a que hora terminaremos. El día ha amanecido complicado. Estupendo para la película, pero horrible para nosotros.
- Ya... Tenéis un trabajo duro...  a ratos
- ¿ Por qué a ratos ? Es bonito, pero a veces muy pesado.  Son muchas horas en plató para a lo mejor filmar una escena de cinco minutos
- Ya, pero también lo pasáis bien cuando hacéis escenas subiditas de tono
- Cómo se nota que no eres de la profesión. Créeme, son incómodas para ambos.  No siempre las haces con la persona afín a ti.  Igual acabas de tener una bronca con ella, pero la escena requiere amor y hay que hacerlo.  Piensa que cada uno tenemos nuestra vida privada y ese es nuestro trabajo, pero es sólo trabajo.  Cuando salimos de los estudios, cada uno regresamos a nuestra casa sin pensar en lo que hemos hecho.  Aunque a veces nos sale tan mal, y teniendo que repetir al día siguiente, que no dejamos de pensar en ello.  ¿ Estás nerviosa? ¿ Te pongo nerviosa? ¿ Por qué ?
- No estoy acostumbrada a hablar con todo un actor de Hollywood
- ¿ Puedo preguntarte algo?
- Claro ¿ qué quieres saber?- responde ella
- Ayer...  no entendí nada de lo que me dijiste, pero creo que todo iba dirigido hacia mi. ¿ Por qué ?  A penas hemos cruzado cuatro palabras, pero tu bronca de ayer era de antología.  Siento curiosidad por conocer qué te ha enfadado de mi
- En realidad...  no se qué decirte...  es complicado...  no lo entenderías, porque ni yo misma lo entiendo
- ¡ Vaya... además enigmática !  Quizá algún día me lo aclares.  Referente al beso...  lo hice sin maldad. Te vi tan ... en fin, ya te he dicho cómo te vi.  Te pido perdón nuevamente. ¿ Sabes que has sido de las pocas personas que me han abroncado?  Normalmente soy yo quién gruñe.  Bueno, es muy agradable tu compañía, pero lo siento.  Tu tienes que acudir a una cita y yo a trabajar. ¿ Podemos ser amigos? - y dicho esto, la tendió su mano

Alba, aún con la sorpresa en el cuerpo, tímidamente extendió su mano, que fue estrechada por Paul cariñosamente, con una sonrisa que la dejo deslumbrada y más nerviosa todavía.



 El salió de la casa, y Alba se sentó en el sillón.  Trataba de digerir la visita que había recibido. No le parecía un chico "tonto", como le había calificado el día anterior, parecía muy normal, como cualquier chico de su edad.  Nada engreído, a pesar de ser tan famoso.  Quizá las bromas con Nancy, no habían sido más que eso, bromas entre compañeros de trabajo.  El corazón la golpeaba fuertemente en el pecho.  Se pasó una mano por la frente y respiró hondo.  No se había dado cuenta, que Milagros se había levantado y la observaba curiosa desde la puerta.

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