La salida de las dependencias de investigación estaba llena de batas blancas a un lado y a otro del pasillo por el que debía salir en dirección a su hogar, el investigador más popular y célebre: Alexander Burton.
Estaba algo más delgado. Siempre cogido del brazo de su mujer que no le soltaba. Detrás de ellos iban Fred y el ayudante, emocionados por la gran ovación que le tributaban sus compañeros, que extrañados murmuraban de donde habían salido la esposa y el pariente de Burton. No querían indagar más, no lo querían saber. Todos iban con mascarillas, ya que la pandemía aún estaba en su apogeo, y todos volverían a encerrarse en casa, y ahora con mayor motivo: tenían que proteger a Alexander: se había convertido en una cobaya experimental.
Se introdujeron en el coche de Fred, otro día volvería a por el de Alex. Lucy llevaba su cabeza reclinada en el hombro de su marido y no soltaba su brazo. Tenía miedo, estaba aterrorizada e intranquila, por mucho que los médicos que examinaron a Alex, antes de darle el alta, la aseguraran que todo había pasado y podía hacer vida normal. Siempre estaba alerta al menor síntoma, siempre lo estaría, siempre tendría miedo.
Fred riendo, tocó el claxon repetidas veces cuando llegaron frente a la casa, y todos salieron a recibirle con alegría y entusiasmo. Coraline con el niño en brazos corrió hasta Fred, también ellos se habían sacrificado, al tiempo que Alex cogía a su hijo por primera vez en mucho tiempo. Estaban contentos, mucho, pero también de alegría se llora y todos lo hacían.
Fue una comida muy alegre y divertida, y no hubo forma de que Alex dejara al niño dentro de su corralito.
- Dejadme que disfrute de él. Sé que lo malcrio, pero creo que merece la pena.
- Esta bien - dijo Lucy, tomando entre sus manos la cabeza de Alex, besándolo con infinita ternura.
Y pasaron los días y poco a poco la pandemía fue remitiendo. La vacunación general estaba apunto de llegar, sería durante el siguiente otoño y lo harían para todos. Sólo los científicos estaban al corriente de lo que aquél investigador había hecho. Sus compañeros le propusieron para el premio Nobel de Concordia, pero él lo rechazó; no quería boatos, sólo trabajar para ayudar a la gente y vivir tranquilo con su familia.
Habían pasado los días suficientes y Lucy le recordó que le habían dicho los médicos:
- Puedes hacer tu vida normal ¿ Me entiendes ? Normal
Alex sabía lo que significaba, y lo deseaba con todas sus fuerzas y aquella misma noche, de su alta definitiva, lo pusieron en práctica con todo el ardor de la difícil situación por la que habían pasado desde hacia un año. Y nueve meses después nació una preciosa niña, y a su nacimiento asistió Alexander Burton, y estuvo en el paritorio con su mujer, ya que con su primer hijo no pudo. Y a punto de darle un mareo cuando Lucy se quejaba en el momento de la expulsión.
Y dio las gracias a su mujer por los hijos que le había dado y por el amor expresado en tantas veces y que ambos compartían. Y durante el Otoño, la población sana fue vacunada obligatoriamente y se salvaron muchas vidas, aunque el público en general, nunca supo por qué se había erradicado esa enfermedad y debido a quién. Pero a ellos no les importó, al contrario estaban felices de guardar su anonimato.
F I N
Autoría: 1996rosafermu
Edición : Marzo de 2020
Ilustraciones: Google
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