jueves, 9 de agosto de 2018

Amores menores, grandes amores - Capítulo 11 - La gran boda

  Llegado a este punto, Kylie no quiso seguir recordando.  Eran recuerdos demasiado vivos , que aún hacían daño.  Para distraerse encendió la televisión, y repasaba el correo.  De este modo volvió al presente.  Entre las cartas que tenía en su escritorio, habían varias de editoriales.  Conocía de memoria lo que en ellas se decían:  " deseamos entrevistarnos y llegar a un acuerdo con usted para la publicación de ...".  Ahora sí se lo solicitaban, pero entonces, no sólo no la atendían, sino que ni siquiera respondían a su solicitud..  Decidió tomar algo, un bocadillo, quizá, y meterse en la cama.  Comenzaba a dolerle la cabeza.  Charlaría un rato con Ann, y quedarían citadas para comer cualquier día de la semana. Vivía con su novio,  un abogado, socio del bufete en el que ella trabajaba como pasante.

Richard también estaba casado con una escocesa y vivían en Edimburgo.  Tía Maggie seguía viviendo en Wells y por nada del mundo saldría de allí.
Sonrió al recordarles a todos.

Decidió que para combatir su jaqueca, lo mejor sería llenar la bañera con unas buenas sales  y dejarse llevar durante un rato.  Tratar de dejar la mente en blanco y después meterse en la cama, porque al día siguiente la esperaba trabajo en un nuevo libro que estaba escribiendo.  No iría por la oficina; pasaría todo el día encerrada en su estudio tratando de encajar lo que había dejado pendiente en las últimas anotaciones.

Cuando el agua comenzaba a enfriarse salió de la bañera y directamente, tras secarse, y ponerse un pijama, se metió en la cama,  Trataba por todos los medios hundirse en un profundo sueño, pero había pasado toda la tarde recordando viejos tiempos, y, éstos, volvían de nuevo a su memoria..

Ya me había vestido y arreglado para acudir al enlace del año,  en Bristol.  El corazón me latía con fuerza:  iba a verle, pero en un plano totalmente distinto al que hubiera imaginado.  Pero al mismo tiempo, lo deseaba fervientemente, y además haría porque él también la viera.  Sabía que eso sonaba a pataleta de niña, pero necesitaba hacerse presente en esa boda.  No le diría nada, no hablaría con él, simplemente le miraría, aunque lo más probable es que él pensara " me suena esa cara...", pero que no recordara que una vez hace mucho tiempo, se habían amado plenamente.

Tom ya me esperaba para desayunar cuando bajé a reunirme con él.  Lo hicimos relajados, aunque notaba que me miraba de soslayo, sin duda recordando mis confidencias de la noche anterior.

- ¿ Te encuentras bien ?  Si qieres voy yo solo y esta noche a la vista de las diapositivas, nos inventamos la crónica
- Estoy bien en serio.  Quieo ir, es más deseo que me vea.  No voy a esconderme, no tengo porqué.
- Pensé que te dolería.  Seguramente no era la clase de noticia que te gustaría dar, a no ser que fueras tú la protagonista, algo que no es el caso.  Esta noche estaba desvelado y busqué en internet algo sobre él, y lo ciertio es que el tio se lo ha currado. Cuando dejó la Uniersidad, se dedicó a escribir una novela, que, juntando los datos que tu me has contado, yo diría que es autobiográfica.  Hay bastantes pasajes en los que habla de un pueblo pequeño y una chica que le tenía loco, pero que tuvo que dejarla.  Sin duda se trataba de tí
- ¡ Ay Tom ! no conoces nada de la imaginación de un escritor.  Sería un arranque para narrar lo que vendría después.  No la he leído:  comencé a hacerlo, pero en las primeras hojas cerré el libro y lo escondí.
- ¿ Lo ves ? No seguiste porque te identificaste con él
- No es eso. Me pareció aburrido, simplemente
- Ya, ya... Vayámonos se nos está haciendo tarde.

Firmamos la nota de cargo y provistos de sendas máquinas fotográficas partimos rumbo al Ayuntamiento.  Por la calle iban las gentes normales que no tenían nada que ver con lo que en un par de horas iba a ocurrir.  Era sábado, así que era normal  que hubiera poca gente por la calle.  Llegamos enseguida, porque el hotel estaba cerca del Consistorio.  En sus alrededores, si se notaba algo de movimiento desacostumbrado al que normalmente hay en un casamiento por lo civil entre la gente normal.  No había limusinas, ni nada que pareciera lo que allí se iba a celebrar.  Miré el reloj y comprobé que aún faltaba más de una hora para que llegara el novio y los acompañantes de él que harían de testigos.

Era un grandioso edificio, que ahora me parecía aún más majestuoso.  Lo conocía de cuando acudía a la Universidad, pero nunca le había prestado demasiada atención.  Pero hoy era diferente.  Iba a ocurrir algo que cambiaría muchas cosas, aunque entonces no lo supiera.

Habían más compañeros reporteros venidos desde Londres y desde otros localidades cercanas.  . Edouard Perkins era una editor sobradamente conocido en ese mundillo y en los ecos de sociedad, y se casaba su única hija con el escritor más en boga en muchos años.  No me imaginaba a Dylan  entre esmóquines y señores de alto copete.  Era lo más antagónico a ello, al menos lo era antes de codearse con toda esta gente ricachona.  Entre los reporteros se gastaban bromas, dado que la mayoría de ellos se conocían de acudir siempre a los mismos eventos, pero Tom y yo, éramos  completos desconocidos para ellos.  Alguno que otro me  miraba demasiado  y Tom tuvo que cambiarme de sitio para que no me encontrara molesta ante sus insistentes miradas. ¿ Necesitaba acaso que me protegiera?  No lo creo, pero no obstante, se lo agradecí.
Y pior fin comenzaron a llegar los cochazos impresionantes de alguno de los invitados, y quince minutos antes de la hora fijada, llegó el del novio.  El corazón se me aceleraba y hasta pensaba que sus latidos se notarían a través de la ropa.  Sabía que Tom me miraba de reojo, pero yo me hacía la desentendida.

Estaba rabiosamente guapo, mucho más que como le recordaba y sentí una envidia tremenda por la chica que le había conquistado y le lograría para siempre.  Sin pensarlo más y sin vacilación alguna, salí de donde estaba situada y me acerqué decidida hasta donde él estaba.  Con la mejor de mis sonrisas, llamé su atención y el al girarse, en un principio no pareció recordarme, algo que no me extrañó. En aquella época era muy joven, y aunque no habían pasado muchos años, si los suficientes y las suficientes cosas para cambiar mi fisonomía.
El dejó de hablar con la persona que lo hacía al haberle llamado la atención, y como el que no quiere la cosa, procedí a presentarme:

- Señor Anderson, soy reportea del Chronical de Wells ¿ podría hacerle algunas preguntas?

El se me quedó mirando y abriendo mucho los ojhos, me preguntó incrédulo

- ¿ Kylie ? ¿ De verdad eres Kylie ?
- Si, lo soy. Ya ves lo pequeño que es el mundo
-¿ Te has hecho periodista? Pero...
- Si, ya ves.  Soy tan extraordinaria que ningún editor quiere mis novelas.  Así que escribo en una columna de sociedad y no podía dejar de hacerlo  sobre tu boda
- Oye, no es el momento más oportuno para que charlemos.  Voy a estar muy liado, pero me gustaría hablar contigo.  Cuando vuelva del viaje de novios te llamaré y nos vemos
- ¿ Puedo sacarte una foto ? - le pedí pensando en que se negaría a  hacerlo, pero me equivoqué y aceptó complacido y yo tendría un recuerdo de él en su día más importante, y el más triste para mi.
- Oma apunta tu número - y me tendió su móvil para que apuntara mi número de teléfono

Se avecinaba el gran momento:  el coche de la novia, hacia su entrada en la plazoleta del Ayuntamiento.  Un guarda espaldas, amablemente me apartó de allí y nos miramos por última vez, antes de que él se adentrara en el edificio para dar el sí quiero

1 comentario:

  1. Hola, me gustaría por favor poder leer los capitulos del 1 al 6, trate de buscarlos pero no aparecen, mi correo es flakita_lero@hotmail.com gracias

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