miércoles, 1 de agosto de 2018

Amores menores, grandes amores - Capítulo 1 -La entrevista

La secretaria  anunció que en cuestión de media hora tendría que recibir a la periodista Krista Morgan de la revista Femme, para una entrevista desde hacía tiempo concertada.  No le apetecía para nada mantener una conversación con una desconocida, sobre su vida y  de cómo llegó a ser la escritora más popular de la actualidad.  Era reservada para su vida privada, y aunque los más sabrosos detalles de ella, los ocultaría, no quería dar pábulo a que algún cotilla sacase punta de un lapicero que estaba gastado por el tiempo transcurrido.

Suspiró con resignación y le dijo a Nancy, su secretaria y mano derecha, además de amiga, que la avisara cuando llegase.  Mientras tanto tomaría un té para hacer más llevadera la espera.  Había suspendido otros compromisos por atenderla, ya que desde hacía meses así lo habían establecido. Kylie McPherson era una mujer muy ocupada, sobretodo a partir de haber lanzado al mercado su última novela, cuyas ediciones  se vendían,  como se dice vulgarmente,  "churros".  Tenía múltiples compromisos de firmas de libros, conferencias, invitaciones...  y un sín fín de ofertas fuera de Londres.

Había llegado a una edad y un status, en que sólo hacía lo que en verdad quería hacer.  Ahora las editoriales se la rifaban.  Los tiempos en que mandaba los manuscritos e iban al cubo de la basura, habían pasado.  La mayoría de sus editores no se dieron cuenta, que aquellas novelas eran infinitamente de mejor calidad que las que ahora escribía, pero se había hecho un nombre prestigioso y en realidad era lo que vendía.

Se sentó en el sillón de su escritorio, y mientras sorbía el té, recordó como fueron los principios de una novela determinada y las consecuencias que tuvo tiempo después.  Fue una de las que desecharon, pero ella la guardó en su archivo, quizá con la esperanza de publicarla algún día.  De todas las escritas era su preferida, de la que mejor recuerdo conservaba y a  la que mayor entusiasmo puso al escribirla.  Y recordó a su corrector y las orientaciones que la dió para que saliera perfecta.  Lástima que sólo ellos dos, supieron ver la calidad del relato plasmado en sus páginas.  Si algún día la publicase, se la dedicaría a él, con nostalgia, pero se la dedicaría.

Y a la hora acordada, entraba en su despacho,  conducida por Nancy,  la reportera, acompañada de un fotógrafo.  Sacarían algunas fotos de ella mientras la entrevistaba, y alguna que otra de su despacho, o del lugar en el que se refugiaba para escribir.  Todo ello eran curiosidades que gustaban a sus lectoras, aunque a Kylie le hiciera gracia porque consideraba que eran detalles insignificantes que cualquier persona que trabaja desde casa, tiene para aislarse.

Tras ofrecerles algo para tomar, mientras el fotógrafo media la luz y el ángulo más favorecedor, la escritora y la periodista charlaban de varios temas de actualidad, nada relacionado con la literatura; eso lo dejarían para el reportaje.  La sagaz reportera, aunque pareciese una conversación intrascendente, sacaba detalles que después amplíaría durante la entrevista.  Este primer contacto serviría para ganarse su confianza, y de esta forma se abriera más a sus preguntas.  Sabido era que no concedía muchos reportajes, y aún menos para revistas de moda , a las que consideraba frívolas y que no aportaban nada bueno a las lectoras, sino una idea falsa de lo que era su vida día a día. Era cierto que ahora vivía bien y como ella quería, por ese motivo preservaba al máximo que nadie se entrometiera en su vida fuera de la literatura.  Era considerada en los medios como "  alguien dura de pelar ".  Ella lo sabía,  pero había dejado de importarle la opinión de los que sólo la conocían muy superficialmente.

  Los verdaderos amigos, los que la conocían desde hacía tiempo, sabían de sobra que era accesible siempre que vinieran  de frente y sin subterfugios para sonsacarla algo que no deseara revelar.
Kylie tenia fama de cortante en cuanto ella comprendía que la persona que tenía enfrente haciéndole preguntas, iba por un camino equivocado, es decir por un camino que sólo a ella y a nadie más importaba.  Le había costado mucho llegar a  alcanzar esa fama, y no estaba dispuesta a perderla  por algún cotilleo más o menos inoportuno.

Y había llegado el momento de comenzar el trabajo de la reportera.  Todo estaba preparado y  Krista la preguntó si la importaba que la grabase

- No en absoluto.  Sé que eso le facilitará mucho las cosas para despueés formar el reportaje. Pero he de advertirle una cosa. Nada de preguntas íntimas; ya sé que eso es lo que les gusta a los lectores, pero según concertamos  la visita era exclusivamente sobre mis novelas, aunque alguna licencia la permitiría, pero nada que conduzca a amoríos, entradas o salidas, viajes, etcétera , que no sean de trabajo.  Deseo que lo tenga muy en cuenta, porque si me percatase de que iba por otro lado, en ese mismo momento se termina todo.  Ustedes hacen su reportaje en base a mi, Venden sus revistas, pero yo no cobro un chelín, y me parece bien, pero por ese mismo motivo soy dueña de elegir lo que quiero o no, que la gente sepa.  ¿ Comprendido ?
- Ha quedado clarísimo.  No se preocupe.  Tendré cuidado en no traspasar los límítes de lo permitido.. Cuando mi director me encargó esta entrevista, no me apeteció nada.  Perdone pero tiene fama de ser dura en las respuestas, es decir, que no es fácil sonsacarla.  Pero ha sido muy clara y sincera, y eso me gusta.  Me encantaría que fuésemos amigas.  Si, me gustaría mucho.  Descuidé que de mi no saldrá algo que no desee que se publique.
.- Muy bien, pues dicho todo, vayamos al grano.  A mi también me gustaría que fuéramos amigas.  Una amistad en la prensa nunca viene mal. - Y ambas rieron sinceramente.


Y fue una entrevista totalmente light, aunque interesante. Relató cómo fueron sus comienzos, por qué comenzó a escribir y el editor que primero confió en ella.  Todo lo que creia que sería interesante sin entrar o salir de su vida amorosa, porque entre otras razones, ni tenia novio, ni marido ni amante. Pero Krista, aunque extrañada  siendo una mujer tan interesante, no le preguntó al respecto.  Tomaron fotografías de distintas estancias de la casa, que era cómoda, moderna y funcional.

Cuando terminaron comenzaba a anochecer,.  Quedaron para verse en unos días para almorzar juntas, sin entrevistas, sin preguntas inoportunas, sino como amigas, como dos mujeres que comentan sus anécdotas diarias. Y una semana después comían en un restaurante de lo mejor de la ciudad.  Krista pagaría la cuenta, pero eso no significaba que sería un chantaje, sino en verdad deseaba ser su amiga.

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