sábado, 4 de agosto de 2018

Amores menores,grandes amores - Capítulo 5 - La primera idea

Al salir del cine comentábamos la película que nos había impresionado, pero lejos de asustarnos, nos reíamos de nuestra propia simpleza.  Mientras mis amigas reían  no paraba de darle vueltas a lo que se me había ocurrido;  deseaba llegar a casa para anotarlo, no fuera que se me olvidase.  Así lo hice.  Puse una música de fondo en tono bajo, y comencé a escribir la escena que veía en mi mente.  Pero para hacerlo más o menos comprensible, necesitaba plantearlo. Incluir un tema, unos personajes, algún paisaje...  en fin, estructurar algo que pudiera ser leído y comprendido.

Comencé a investigar sobre lo que quería hacer.  Los personajes vivían en alguna parte, estaban relacionados o se desconocían... etcétera.  Escribía sin cesar como si alguien me dictara lo que yo misma  anotaba.  No podía parar y lo mejor de todo, es que estaba disfrutando con ello.  Miré el reloj y vi que era tarde y debía dejarlo para el día siguiente.  Apunté en un borrador lo que quería escribir para que no se me olvidara y trataría de ordenarlo mientras aguardaba que el sueño me rindiese.  Fue alucinante;  nunca había sentido una sensación semejante y sentí la necesidad imperiosa de buscar datos para que fuese creíble todo cuanto plasmase en un folio.  Imaginaba la escena que deseaba reflejar  en el papel y encajaba todo perfectamente y era lógico.  Tenía que escribir sobre algo que les ocurriese a los protagonistas, pero debía elegir al personaje central , y para ello recurrí a mi imaginación.  Siempre sería el mismo , y de pronto una imagen se me coló en la memoria

- Perfecto - me dije - Eso es lo que yo quería

Pero necesitaría algo para tenerlo presente constantemente, de lo contrario corría el riesgo de que su rostro se borrase de mi memoria, aunque, en realidad, lo veía difícil.  Y entonces comencé a idear un plan:  necesitaba una foto suya, pero debía obtenerla de tapadillo sin que se diera cuenta, porque si se lo dijera, seguró diría que no

- El lunes será el día.  Mientras está en la cafetería o por los pasillos...  Algún momento habrá en que le vea.  Reia satisfecha con mi propia audacia ¿ Por qué había elegido a Anderson si a penas le conocía ? Lo supe no tardando mucho:  me había impactado al verle en el centro comercial. O quizá fuese antes, no lo sé, el caso era que sería mi protagonista ideal.  Para la femenina, elegiría a una actriz más o menos de moda, eso me daba igual.  El importante era él.  Y pensando en Dylan Anderson me quedé dormida.

Me desperté bastante tarde, más de lo acostumbrado y sentí entre sueños que mi tía entraba preocupada en la habitación por si pudiera haberme ocurrido algo o estuviera enferma.

Mi entusiasmo era tal, que al despertarme, fue en lo primnero que pensé.  Abracé a mi tía y la hice sentar en mi camna, junto a mi cabecera.  La expuse el milagro que se había producido en mi repentinamente.  Se había encendido una luz al ver aquella horrebnda película ¿ por qué ? ¿ cómo ?  No lo sabía.  Ambas nos abrazamos contentas, porque el sueño oculto de mi tía, hubiera sido la escritura, sólo que las vicisitudes de la vida, no se lo permitieron.  Creo que se veia reflejada en mi y por eso, ambas, estábamos contentas y satisfechas.  Al fin lo había descubierto.  La  apatía por las letras había desaparecido y ahora conocía el regusto de satisfacción ante una creación totalmente mía.  Buena o mala, posiblemente ésto último, pero era algo mio en exclusiva.  Algo  no ocurrido a otra persona en el mundo entero, sólo a mí.

- Seré escritora, y además de las buenas.  Te lo promneto tía.  Estarás orgullosa de mi, ya lo verás.

Nuestro desayuno fue más cordial que de costumbre.  No es que a diario discutiéramos o algo parecido, sino que me levantaba con la hora justa y siempre estaba intranquila por si el coche me jugaba alguna mala pasada. Hoy, al ser domingo, no teníamos prisa.  Pero yo sí, mucha.  Tenía que comprobar lo que había dejado anotado la noche anterior y lo imaginado antes de dormir y vi con asombro que era lógico y que era perfecto y que la narración avanzaría mucho porque, aún sin saberlo, había completado el encaje de cómo transcurriría la historia.

Abrí el ordenador y me fuí a la página en la ue había escrito lo pensado hasta entonces.  Lo guardaría en Word, así no lo perdería si no me daba cuenta y lo anotaba en cualquier lugar y se perdiera.

- Estaría bien tener un blog en Internet - me dije - Más adelante.  Quizá cuando termine mi primnera novela. ¿ Te das cuenta de lo que estás diciendo,?  ¡ Tu primera novela !

Me lo repetía una y mil veces para convencerme de que así era y sería el principio.

- Me gustaría estar en tercero, por lo menos.  De este modo le podría pedir a Anderson que le echara un vistazo.  Seguro que lo haría y hasta sería mi corrector. Para, para.  Vas muy aprisa.  Aún faltan  años para que eso pudiera ocurrir, y es mucho tiempo. Quién sabe si para entonces él estará en la Universidad o también se decida a escribir.

Me lo decía a mi misma.  Era mi propio Pepito Grillo, y efectivamente dos o más  años era mucho tiempo y pueden ocurrir muchas cosas.  Hasta que deje de escribir y ésta sea mi primera y última novela.  Sacudí la cabeza para alejar tamañas ideas, y releí lo escrito. Con verdadera pasión trasladaba a la pantalla del ordenador lo ideado antes de dormir, y al final de la mañana, había escrito todo un capítulo que daba comienzo a la narrativa.

Me eché hacia atrás y sonreí satisfecha ¡ No está nada mal ! me dije.  Era muy autocomplaciente y eso no estaba bien, porque de ese modo nunca vería los fallos si los hubiese.  De todas formas necesitaba que alguien me corrigiera.  Se lo diría a Ann, ella era bastante consecuente y sé que lo haría bien y con logica.  La llamaré por teléfono y se le parece bien, comenzaremos desde esta misma tarde.

Nerviosa descolgué el teléfono y comuniqué  con mi amiga todos los planes que tenía, cómo se había producido el cambio y lo contenta que estaba de haberlo conseguido. La pedí pasar la tarde juntas y que ella me  ayudara a corregir el borrador.  Ann aceptó enseguida; le cautivaba la idea de tener una amiga íntima tan famosa como sería, porque de eso no tenía la menor duda.

Con el paso del tiempio, me dí cuenta de lo infantiles que éramos y de que nuestras ilusiones estaban intactas, pero la ealidad pondría todo en su lugar, mostrándonos que no todo era tan fácil., ni las publicaciones , ni las editoriales, ni el éxito. No a todo el mundo le gustaría el tema elegido y por tanto corría el riesgo de no vender ni un sólo ejemplar.  Algo que supe años más tarde.  Tiempo en el que recorría editoriales y me daban buenas palabras, pero eso era todo.  Alguno me devolvía el manuscrito, porque otros, ni siquiera eso hacían, sino que directamente lo tiraban a la basura o lo guardaban por si acaso algún día pudiera ser la tapadera de algún agujero.

Y durante toda la tarde estuvimos encerradas en mi habitación intercambiando opiniones. Discutimos y nos enfadamos porque Ann veía algo desde su punto de vista y yo desde el mío.  Teníamos que situarlo en el centro y llegar a un acuerdo.  Cuando terminamos la lectura de lo poco escrito, nos mostrábamos felices y satisfechas.  Era un capítulo estupendo..  Lo pasaría a limpio y ya tendría listo  el arranque del relato.  Sólo faltaba el título, muy importante, porque debía tener relación con lo narrado, pero se daba el caso de que no lo sabía, porque ignoraba cómo seguiría el segundo, del que no tenía idea.  Nos abrazamos contentas de nuestra ciomplicidad, y nos despedimos hasta el día siguiente, lunes, en que nuestra misión sería conseguir una foto.  Le había contado cómo imaginaba al protagonista y ella me advirtió de que pisaba un terreno resbaladizo, y que tuviera cuidado no resbalase.  Me reí fingiento no darle importancia.

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