jueves, 9 de agosto de 2018

Amores Menores , grandes amores - Capítulo 9 - Una ilusión fallida

A pesar de que Wells era un lugar tranquilo, todo en mi vida se sucedía a velocidad de vértigo. Algunos días, al salir de la Universidad, recorría la zona del domicilio de Dylan por si pudiera verle, incluso pregunté al conserje de su casa. El fue quién me dijo que había salido de viaje, sin más explicaciones.  Pasaban los días y ni la llamada, ni la nota de  disculpa, llegaron, y eso hizo que me resignara a que lo ocurrido aquella tarde de sábado formara parte de un recuerdo en mi vida.

Todo transcurría monótono y simple como siempre.  Acudía a las clases como una autómata, sin interés alguno, y día a día al entrar en el recinto, miraba por ver si aparecía por algún sitio, pero no era así.
 Ya había pasado un mes desde que se marchara como profesor, cuando Ann me entregó una carta, que a su vez le había dado Richard y a éste Dylan.

- Perdona que te la de con tanto retraso.  Mi hermano me la dió en el jardín, la metí en un libro para no perderla, y me olvidé por completo. No creo sea importante, en definitiva él se marchó
- ¿ Cómo has podido olvidar algo así?  -  dije muy enfadada

¡Sí me había escrito.! Me levante de donde estaba y me dirigí a los servicios, allí nadie me molestaría y podría leerla con calma.  Abrí el sobre y procedí a su lectura, bebiendo, más bien, cada letra, cada sílaba, cada frase allí escrita.

"Kylie, lo siento, he de irme.  No puedo permanecer impasible como si entre nosotros no hubiera ocurrido nada. El seguir en la Universidad significaría no poder verte a solas y eso ya no es posible..  Renuncio al puesto de profesor para volver a ser lo que he sido siempre: escritor.  He de recluirme en un sitio solitario porque deseo crear la mejor de mis novelas para ofrecértela. No dejes de estudiar; tienes talento y sé que triunfarás.  Respóndeme enseguida ó llámame , pero no me olvides.  Dylan"

No me lo podía creer.  Hacía un mes que la había escrito y no lo he sabido hasta ahora.  Acabo de saber que le importo.  He de contactar con él ¿ pero dónde ?.
Revisé el sobre una y otra vez buscando una señal a donde poder escribir o llamarle; nada había que asi lo indicase.  Corrí desesperaba a la dirección a ver si podían darme su teléfono o señas Ninguna de las dos cosas hicieron porque " lo tenían prohibido ".  Por mucho que argumenté que se había llevado un relato mio, de nada sirvió.
-
-Habrá pensado que no me interesa. ¡¡¡ Ann, no tienes ni idea la que has liado !!!.  , pensé como si mi amiga estuviera delante.  No hubo forma de localizarle ni él a mi tampoco, no sabía cuál era mi domicilio..No había forma de contactar entre nosotros.

La deseperación al comprobar que había perdido a mi gran amor, hizo que me volviera huraña, antipática y me alejé de Ann y de todas mis amigas.  Me centraba en los estudios y en los ratos libres escribía.  Seguiría sus recomendaciones aunque ya no tuviera interés en ello.  Sería mi distracción, pero nada más.

El tiempio pasaba sin alteración alguna, excepto en mi: yo sí las tenía y grandes.  A nadie decía nada, pero estaba muy asustada por lo que me estaba ocurriendo.  Ni siquiera a Ann se lo comenté , pero llegó un momento que la angustía me venció y la dije:

- Estoy embarazada
-¿ Queeé ?
- Que estoy embarazada
- ¿ De quién ?

No pude reprimir el llanto y la conté toda la verdad.  Ella no daba crédito a lo que escuchaba. Se levantó de su asiento y comenzó a dar vueltas por la habitación, llevándose las manos a la cabeza y abriendo mucho los ojos.  Yo mientras tanto lloraba sin parar.

- ¿ Qué vas  hacer ahora ?  Tienes que decírselo
- ¿ Cómo ?  He ido hasta su casa.  He preguntado al conserje y me ha dicho que está de viaje y no sabía por cuánto tiempo. Esperaría una respuesta mía a su carta, pero... bueno, ya sabes lo que ocurrió
- No me estarás echando la culpa a mí ? - dijo Ann bastante alterada
- No echo la culpa a nadie, porque sólo yo la tengo
- ¿ Se lo has dicho a Maggie
- No aún no.

Y de nuevo la angustia cerraba mi garganta y al verme tan afligida, Ann se abrazó a mi llorando también.  Pero el tiempo pasaba y no podía esperar a que se solucionase solo.  Tomé una decisión: lo tendría. Dejaría los estudios y me pondría a trabajar.  No sería la primera ni la última mujer que sacara su hijo adelante ella sola.

No fue necesario decirle a mi tia la verdad, ella lo intuyó, o que los cambios eran tan evidentes en mi, que no pude por menos de sentarnos una frente a la otra y decirla toda la verdad.  Se le saltaron las lágrimas, pero trató de tranquilizarme, al ver cómo me afectaba el disgusto que la estaba dando.

 - No quiero ni oír hablar de dejar los estudios:   Ni lo pienses.  Terminarás tu carrera y después, entonces, si,  busca trabajo.  Afortunadamente podemos vivir como hasta ahora sin que tengas que abandonarlo todo. Pero tendrás que decírselo tarde o temprano.  Todavía no se te nota mucho.  Cuando vaya a comenzar el siguiente curso, ya habrás dado a luz y nadie tendrá necesidad de enterarse si tú no quieres.- me dijo

Pero era evidente, que lo había dicho para tranquilizarme, porque me daba cuenta de que a mis espaldas, algunas compañeras cuchicheaban. Aún me podía poner los vaqueros, aunque la cintura me apretara muchísimo.  Comencé a ponerme camisetas , algo que siempre odiaba, pero al menos disimularía un poco mis caderas.  Estaba a punto de cumplir los cuatro meses y a pesar de que aún no tenía el vientre muy abultado, los pechos me habían crecido y algunas veces debía salir urgentemente al servicio para vomitar.  Para los chicos pasaba desapercibido, pero las chicas conocemos esos síntomas y al veme, ellas sonreían pícaronamene.

Llegaba tarde a la Universidad.  Había dormido mal por la noche y me desperté más tarde de lo habitual.  Iba con el tiempo justo.  No me di cuenta de que la alfombra del pasillo estaba arrugada, tropecé y caí redonda al suelo pegando con mi vientre en él.  Al grito que dí, , mi tía vino corriendo y trató de ayudarme a levantarme .  Inmediatamente avisó a una ambulancia, y tardaron poco en llegar, pero ya era tarde.

Protegía mi vientre con ambas manos como si en ese gesto tratara de evitar lo que un poco más tarde confirmaría el médico.  Estaba sufriendo un aborto debido a la caída.  El golpe había sido muy fuerte y no tenían esperanzas de salvar al bebe.  No podía ser posible.  Él no podía pagar mis errores.  Lloraba, lloraba con desconsuelo, mientras Maggie no sabía qué decir ni qué hacer para tranquilizarme, pero a media mañana todo se confirmó.  Había perdido el niño.

Sólo me atendían a mi, que les dejaba hace sin importarme nada.  Ni siquiera les escuchaba lo que me decían.  Estaba totalmente ausente.  No lo entendía; hay muchas mujeres embarazadas que se caen y por eso no abortan ¿ por qué yo sí ? No debí entregarme a él, pero yo lo hice por amor, sin pensar en las consecuencias.  Y amaba a mi bebe, ¿ por qué tan duro era el castigo ?  Una de las enfermeras tomó mi manbo con cariño y me besó en la frente.  Resultó que tenía una hija de mi edad, y estaba embarazada del mismo tiempo que yo.
La pobre mujer, no encontraba una frase que me consolara y que encontrara explicaciónb alguna para tan mala suerte.

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