viernes, 10 de agosto de 2018

Amores menores, grandes amores - Capítulo 12 - Banquete nupcial

Fue una larga ceremonia, pero al fin los novios salieron tomados de la mano, y besándose a petición de todos los invitados, amigos suyos que lo solicitaban.  La angustia me anegaba y sentía unas ganas locas de llorar, pero al mismo tiempo, respiré profundo y repetí bajo  para mi :  " esos labios, fueron primero para mí ".  Era absurdo, pero en ese mismo instante  la rabia por aquella chica, de la que ni siquiera sabía su nombre, me inundaba por completo.  Tom se daba cuenta de lo que yo sentía, y tomándome del brazo me dijo:

- Anda, vamos.  Ya he tomado todas las fotos que necesitamos.  Vayámonos dando una vuelta hasta el salón de la celebración; tenemos por delante una hora como mínimo.

  En mi cabeza se  estaba fraguando algo que fue decisivo para mi futuro.  Nunca creí, y aún lo pienso, que fuera capaz de un atrevimiento semejante, pero estaba decidida a ello, y así lo hice  Le pedí primero fuésemos al hotel.  Quería cambiarme de vestido, por uno más elegante y adecuado que el que llevaba. Tom extrañado me hizo una mueca  con la mano como diciendo ¿ y eso por qué ?.  No tenia ni idea de lo que mi cabeza esta maquinando

- Y tu debes llevar una chaqueta - - le dije dándole a entender que nuestra indumenbtaria no era la adecuada.

Teníamos que completar el reportaje con una panorámica de los invitados y a poder ser, entrevistar brevemente a alguno de ellos, si es que eran conocidos del gran público.  y para conseguirlo teníamos que entrar en el salón del banquete o donde quiera que se congregaran hasta la comida, y por ello, no podías vestir de cualquier manera.  Y en eso estábamos y de ahí mi cambio de ropa.  Media hora más tarde, aparecí ante Tom que me miraba con asombro

- ¡ Wow ! ¿ Es esta Kylie, la misma Kylie de hace un rato?

No pude por menos de echarme a reir.   Sabía que estaba guapa, me había mirado en el espejo antes de salir de la habitaición. Quería estar deslumbrante ¿ para qué ? , o mejor dicho ¿ para quién ?.

Tardamos poco en llegar al salón que poco a poco iban ocupando los invitados.  Los novios aún tardarían en llegar.  Un afamado fotógrafo les haría las fotos que después se divulgarían en los semanarios de asuntos del corazón.  Pero nosotros también tendríamos la nuestra, más especial que ninguna de ellas, porque la tomaría yo y tenía una gran historia detrás.

En el bar se formaban corrillos entre los invitados.  Eché una mirada y distinguí que entre ellos estaba el mismísimo Edouard Perkins, y decidida exhibiendo mi acreditación, hacia él me dirigí con la mejor de las sonrisas.  Tenía fama de no hacerle ascos a una bonita sonrisa femenina, algo que exasperaba a su mujer, pero en realidad no se le conocían líos de faldas.

- Señor Perkins ¿ me concedería una pregunta?,  por favor -

El interrumpió su charla con los amigos y se giró hasta descubrir la sugerente voz que reclamaba su atención.  Cuando me vió, sonrió abiertamente

-- Pues claro.  Hoy estoy dispuesto a hacer muchas concesiones.  Es la boda de mi única hija y soy feliz
- Me alegro enormemente - le espondí yo siguiendo la misma táctica que había empeleado para llamar su atención - Y le doy la enhorabuena.
- Gracias, señorita...  -  Se fijó en mi acreditación, pero mi nombre y apellido no le resultaban conocidos, así que siguió como si tal cosa.  Y pensé que era el momento propicio y me lancé al vacío sin pensar que no tenía red que evitara el golpe , si me lo diera
- ¿ Está satisfecho que su hija se case con el escritor más famoso del momento? ¿ Como se conocieron ?
-Señorita, eso no voy a decírselo.  Pregúnteselo a ellos.  Sólo sé que fue un flechazo
- ¿ Sabe que le tuve como corrector de un trabajo mio  cuando estaba en la Universidad?
- ¡ No me diga ! ¿ Es escritora además de periodista ?

- No.   Soy escritora.  Este es un trabajo porque ningún editor quiere perder un momento en leer mis  manuscritos
- ¿ Es buena, o es una de tantas ?
- Puedo asegurarle, que mi primera novela es de lo mejorcito que se ha escrito.  Sólo necesito a alguien que se tome la molestia de leer, al menos las primeras páginas
- ¿ Cree que yo lo haría ?
- No tengo la menor duda.  Es un hombre muy iteligente que ha llegado a donde está por tener visión de futuro, y estoy segura que si leyera mi novela, lo vería de inmediato
- Muy bien, me ha convencido.  El lunes vaya a mi editorial con su novela bajo el brazo y ya veremos lo que ha escrito en ella.  Y ahora si me disculpa...  Creo que ya llegan los novios.
- ¡ Muchísimas gracias por la oportunidad que me brinda ! Allí estaré a la hora que me indique
- A las ocho ¿ le parece bien   Tengo un día muy cargado
- Seré puntual y reitero mi enhorabuena.


Lo había conseguido, al menos la primera parte.  Sería estupendo que fuera él en persona quién leyera al menos la sinopsis, pero mucho me temía que sería su adjunto quién  lo hiciera, y el que probablemente también lo rechazara.  Cuando me reuní con Tom, supo, por mi expresión, que algo había sucedido entre el magnate y yo.  Habían sido unos cortos minutos, pero supo que algo había ocurrido.

Tuve que echarme a un lado porque el maestro de ceremonias, abría paso a los novios, que con sus manos entrelazadas, avanzaban hasta el centro del salón.  En una de las miradas que dirigian a sus invitados, se tropezó con la mía fija en él.  De inmediato su sonrisa se borró, pero fue sólo una fracción de segundo, y a continuación volvió a saludar a todo el mundo.

A continuación seguiría el protocolo obligado en estos eventos, pero nosotros no teníamos nada que hacer en aquel lugar:  habíamos cumplido con nuestro trabajo.  Teníamos que salir de inmediato de regreso a Wells, para cuanto antes, organizar todo el material que llevábamos. Fuimos al hotel a recoger nuestras cosas, y rápidamente partimos al periódico que seguro nos esperaban impacientes

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