sábado, 18 de agosto de 2018

Amores menorea, grandes amores - Capítulo 27 - Un anillo en su mano

Con sus cuerpos enlazados se miraban .  Dylan acariciaba su cara y ella se dejaba hacer.  Eran inmensamente felices. ¿ Soñaba ? No quería despertarse.  No querían abandonar lo vivido aquella noche. No podría soportarlo si él volviera a marcharse, pero esta vez sería la definitiva.  La murmuraba algo muy bajito, pero muy dulce y sus caricias eran tiernas reflejando el amor que sentía por ella.  Habían vivido en un sólo día lo que otras personas viven en años.  Pero de ahora en adelante, así sería; aprovecharían cada minuto cada segundo que estuvieran juntos. La beso y tras darle un ligero azote en su nalga, se levantó., algo que extrañó a Kylie que estaba somnolienta y algo desmadejada, sin duda por la ardorosa noche pasada.

- He de salir un momento. Enseguida vuelvo - la dijo.

Ella se incorporó en la cama extrañada por esa decisión.  No la había dicho nada ¿ por qué tanta prisa?  Esperaba más pasión al despertarse, pero para nada una salida tan presurosa

- Iré contigo.  Dame cinco minutos
- Lo siento, amor, ésto tengo que hacerlo yo solo
- Pero dime algo ¿qué es tan urgente que no puede esperar?
- Tengo prisa por ganar tiempo, eso es todo.  Volveré enseguida.  Te quiero. Y no sabes cuánto.  Vuelve a dormirte; cuando despiertes, ya estaré de regreso.

A Kylie esas palabras le sonaron a despedida.  No tenía motivos para ello, pero pensó que de nuevo la dejaba y no regresaría.  No dijo nada, pero él se dió cuenta de que estaba pensando algo que no era cierto.  No la diría nada; era una sorpresa.  Dylan regreso al cabo de dos horas; Kylie estaba vestida y en sus ojos había señales de haber estado llorando.  Al besarla, se dió cuenta de que su imaginación había corrido veloz pensando en que no regresaría, que sería aquella precipitada despedida, porque no pensaba volver.

- De nuevo has desconfiado de mi ¿ verdad?  ¿ Creías que no volvería ?  Pues ya ves que estoy aquí. Se trata de una sorpresa, pero está visto que he de adelantarla.. ¿ Tengo que vivir con esas dudas toda la vida? Si no tenemos confianza mutua, ésto no funcionará- la dijo

Extrajo un pequeño estuche de su bolsillo, lo abrió, y ante la sorpresa de Kylie, la mostró un magnífico anillo de compromiso y dos alianzas.  Ella se abrazó a su cuello llorando, pero ahora era de felicidad.  Tendría que aprender a confiar en él, a desechar la idea de que cada vez que saliera a la calle sin ella, era para no regresar.  Le besó con toda su alma puesta en ese beso.  Que fue de alegría, pero también de descanso al ver que estaba a su lado y que ésta vez sería para siempre.

-Prometo amarte, respetarte y cuidar de ti.  Serás siempre mi prioridad porque tu eres mi hogar y donde quiera que estés,  mi casa estará contigo.Cuidaré de ti en la enfermedad y reiré contigo en la alegría. Te amaré siempre porque siempre te he amado, aún sin saberlo.  Eres mi luz, mi norte, mi brújula.  Gracias por amarme con la misma intensidad que yo te amo. Y nuestros hijos serán nuestra continuidad. ¿ Querrás ser mi esposa ? Para vivir juntos lo que la vida nos depare,

Kylie no podía contener la emoción.  Amaba a este hombre con todo su corazón y la estaba pidiendo que compartiera su vida con ella.  Le miró fijamente a través de sus lágrimas al tiempo que decía

- Si, si, si quiero y querré siempre, mientras  me quede un halo de vida. Porque has sido y serás mi gran amor.  Porque sin tí estoy perdida.  Porque te necesito a mi lado para que me guies, porque si no estuvieses,  no sería nada y deseo estar contigo siempre, cada minuto, cada segundo del día,  y así siempre.

El tomó su mano izquierda y tras depositar un beso en ella, puso en el dedo anular el anillo de compromiso. Se miraban a los ojos, empañados los de ambos por la emoción que sentían. Se abrazaron y guardaron silencio. Fue un abrazo largo, profundo, de inmenso amor..  Así permanecieron un rato, hasta que Dylan la dijo.

-Vamos, tenemos que hacer un montón de gestiones.  Quiero que nos casemos lo más pronto posible, así que comencemos haciendo los trámites precisos.. Iremos a sacar la licencia y nos casaremos en cualquier pueblecito, pero deseo sea cuanto antes ¿ Lo deseas tu también ?
- Si, lo deseo. Pero quiero que asista la única familia que tengo: mi tia Maggie y también Krista,  Ann y Tom.  Debemos, al menos, anunciárselo
- Sea como quieras. Te considero ya mi mujer, pero también quiero complacerte.  Hagámoslo, pues.

Se personaron en el Juzgado para solicitar la licencia de matrimonio y con ella en la mano llamaron a Maggie y al resto de sus amigos para anunciarles que se casarían en un par de días como mucho.  No aguantaban más.  Y hasta Londres se trasladaron los invitados para luego, todos juntos trasladarse hasta Lacock, un pueblecito pequeño y hermoso a una distancia de un par de horas de la capital.  Dylan había hablado con el Ayuntamiento, y lo conocido de su nombre facilitó mucho las cosas.

Toda la familia estaba con ellos en ese momento crucial de sus vidas. Dylan no tenía a nadie puesto que su hermana vivía lejos y no le había dado tiempo para organizar el viaje, pero allí estaban Ann, Krista y Maggie.  Tom sería el encargado de inmortalizar el hecho.

La ceremonia fue sencilla pero muy emotiva.  Ellos se mostraron radiantes en todo momento, y no se soltaron de la mano después de que el juez les declarara marido y mujer y se dieran el consiguiente beso, que quizá fue más largo de lo habitual, porque también largo había sido el llegar hasta allí

El lugar totalmente rural, estaba poblado mayoritaraimente por personas de edad más que madura, y para ellos fue un acontecimiento celebrar un enlace matrimonial.  El único restaurante organizó un menú especial para ellos y hasta confeccionaron una tarta nupcial.  Todo era íntimo como ellos deseaban y además, perfecto.  Los invitados se marcharon a media tarde y ellos se hospedaron en el pequeño hotel de la localidad, y allí celebrarían su noche de bodas.

E iniciaron su ritual, despacio, lento, sin dejar de mirarse a los ojos. Poco a poco se fueron desnudando; no era la primera vez, pero ésta era distinta.    Se seducían mutuamente recreándose en descubrir sus cuerpos desnudos como si fuera la primera vez que lo hicieran.  Ya no había barreras, ni,rubores, ni impedimentos entre ellos.  La depositó suavemente sobre la cama y acarició su cuerpo con besos dulces, muy dulces.  Ella entornaba los ojos deseosa de recibir esas caricias de parte de su marido.  Del hombre que había deseado y amado desde su juventud.  Atrás quedaba todo lo pasado.  Hoy sería otra historia.  Vivirían la fantasía que ella había soñado durante años, y él se encargaría de que fuera realidad.  No besaría a ninguna otra más que a su esposa, que era ella. No acariciaría otro cuerpo más que el de ella.  No existía nadie más que ella, y eso la llenaba de emoción y deseo, entregándose plenamente, sin reservas al que ahora era su esposo, su inalcanzable amor de siempre.  Cerro los ojos, enlazaron sus manos y se dejaron llevar por el más exquisito placer de amor que nunca pudieran sentir.  Ahora si eran ya marido y mujer.

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